jueves, 30 de diciembre de 2010

2010


Ha sido un año difícil. El año de las decepciones, de la tristeza. A finales de Febrero E. me dejó porque "éramos diferentes" yo no me lo creí porque seguíamos hablando dos y tres veces al día, seguía teniendo las llaves de su casa y ella las de la mía, se quedó sin trabajo y lloramos juntos, no es que estuviera ahí, es que estuve a su lado. A mediados de abril me pidió las llaves, a mediados de abril me echó de su casa porque tenía que venir un amigo a instalarle un cable desde el cuadro de contadores al su contador general. Poco a poco me encontré con que dejé de contar para los fines de semana, para las fiestas, para llamar a ciertas horas. Poco a poco me fui viendo inmerso en una selva de mentiras y me resisití a creerlo porque seguíamos llamándonos dos y tres veces al día.
A finales de junio una amiga me dijo que se había encontrado a E. tres semanas antes y le había presentado a su nuevo novio. Me quedé de piedra. No pedí explicaciones, la llamé y le dije que no la llamaría más. No pude decir nada más porque se me escapó la vida, ella no dijo nada porque entendió que yo ya lo sabía todo.

Pasé un verano horrible, había empezado un nuevo trabajo y me la jugaron, me tenía que haber ido pero no lo hice, estaba como zombi, me rehice pero al final no quise seguir. Ahora estoy en la calle, sin paro y con unas necesidades mensuales desorbitadas que difícilmente cubriré.

Seguí como pude, un día, a finales de agosto, conocí a L. y se empeñó en sacarme lo bueno que había en mí. Se llenó de paciencia y me arrancó las primeras sonrisas en muchos meses. Pero sigo en un estado de shock que me impide vivir la vida, amén de que me paso los días preguntándome cómo pagaré y no encuentro respuestas.

Lo peor de todo ha sido la culpa. Me he sentido culpable durante todo el 2010. Culpable de que mis padres sufran por mí, culpable de este tono vital tan bajo, culpable de poder ir a prácticamente ningún sitio, culpable por no ser el tipo que siempre fui, pero sobre todo me siento culpable por haber fallado, por no ser suficiente, por no poder dar todo, por no saber ver qué se esperaba de mí, por no poder salir adelante, culpable por ser un fracasado.

El día 20 de diciembre E. me llamó por teléfono desde su trabajo. Me dijo que pensaba muy a menudo en mí e incluso me dijo que tenía un par de cosas mías que quería devolverme, deduje que quería que nos viéramos después de seis meses de la última vez y cinco desde la última llamada. Quería que fueramos amigos porque nos entendíamos muy bien y se reía mucho conmigo. Fui educado hasta que me dijo que se había ido a vivir con el tipo del cable. Luego dejé de serlo.

Quiero decir que mi relación con ella no fue la de "nos pedimos unas pizzas y nos las comemos en casa", yo me comprometí a que vendría un niño (adopción monoparental) y que yo estaría allí, sin derechos, pero que lo cuidaría como si fuera mi hijo. Quiero decir que me ilusionaba (no tengo hijos) y que me hice ilusiones, que la esperaba a la puerta de la asociación de adopción (no daré el nombre) y que, en cambio, no conseguí que ella me dejara acompañarla en sus fines de "semana de aficiones personales" en donde en uno de ellos conoció al tipo del cable, ni conseguí que ella se quitara el miedo de irnos a vivir juntos (venía de una separación traumática). También quiero decir que no soy nada bobalicón, que tengo mi carácter y que hubo cosas que al final me pesaron. Soy un hombre sensible, es cierto, pero ¿sabéis? Yo si fuera un niño quisiera un padre como yo, sé que a mis sobrinos me quieren y respetan, los niños de mis amigos me buscan y me respetan porque los trato como lo que son: niños y adultos en potencia. Les doy cariño y al mismo tiempo les hago ver que hay normas. Es una pelea, una pelea en la que tiene que prevalecer la coherencia.

Este 2010 ha sido una desorientación total y vital, se me ha pasado volando, creo que no volveré a ser nunca el mismo. Estoy tan desilusionado que no sé cómo voy a volver a creer en nada ni en nadie. De veras, creí que las cosas no podían ir a peor cuando hace tres años, creé este blog y pensé que moriría por otra mujer. E. me devolvió las ganas de seguir adelante. Quizá por eso me ha dolido tanto, por eso cuando me dicen que cómo no lo he superado no puedo explicar que es la rotura de un hueso que ya se había roto antes por el mismo sitio.

Y estoy cansado de justificar las razones de nadie para hacer las cosas como las hacen, yo tampoco soy perfecto. Nadie tampoco tiene la culpa de que mi 2010 haya sido una decepción contínua. Ya no es algo racional, es algo emocional, es levantarte por las mañanas y saber que vas a tener que apañártelas tu solo, se me hace una montaña. Lo juro, hay días que son insoportables.

Siento que este blog se haya convertido en algo demasiado pesado y repetitivo, hubo un tiempo en el que fue literario, ahora es sólo una calle del extarradio de una ciudad en decacencia.

Me hubiese gustado poder acabar este año de otra forma pero, hoy por ejemplo, he perdido casi todo el día en tonterías. Hace un día gris plomizo, mínimamente frío, nadie me ha llamado excepto el 1004 y ahora voy a salir a que me dé el aire... la biblioteca está cerrada... si leo a Murakami, me deprimo.

L. llama de vez en cuando, más de lo que podría esperarse dadas las circunstancias. L. me aprecia y me da una perspectiva distinta. No quiero jugar con fuego, no quiero volver a romperme el hueso por el mismo sitio ni quiero que nadie se lo rompa por mí. De todas formas, he de decir que es la persona más extraordinaria con la que me he cruzado en muchos años, desde que fui al Ateneu Barcelonés... he vivido cosas que a día de hoy me parecen increíbles...



Perdonad si alguna vez durante el 2010 no contesté vuestros comentarios.

martes, 28 de diciembre de 2010

Ciertas verdades que cortan como navajas y que me convierten en el misántropo que soy


Me falta el aire en los pulmones. No sé qué me pasa. No sé hacia dónde voy. Esto es una larga caída, una inútil y tremenda caída.

No sé quién soy.

Me siento hueco y borracho.

Es algo que no sospechaba hace apenas unos años. Era algo que siempre supe que ocurriría.

A veces me pregunto si debí morir en el accidente de coche del 95 y si todo este tiempo de más es, en realidad, un tiempo equivocado, que no me correspondía haber vivido, que no hay ningún plan para mí, que el destino no contempla soluciones para los avatares de mi vida.

Voy a ser muy sincero. Hay días que me digo que hubiera sido mejor haber muerto en aquel accidente, luego pienso en mis padres y creo que lo hubieran pasado demasiado mal y me digo que no, que estoy vivo... durante un tiempo.

No tengo un plan, sólo tengo ganas de que el tiempo pase muy deprisa, muy, muy deprisa, que todo el mundo me olvide. Estas navidades me están sentando muy mal. Creo que necesito unas vacaciones de mí mismo.

Paso atrás


Sé que nada de esto tiene arreglo, que tarde o temprano acabará llegando el día en el que la presa se deshaga y el agua se desboque y lo arrase todo. Y lo sé porque en cuanto me aparecen las fuerzas se me van enseguida y vuelvo a estar en el lugar de antes, en el instante antes, en le punto de partida (como casi siempre).

Y no es que me agote, es que ya me desespera. Y no es que no lo intente, el caso es que lo intento. Mi vida pertenece a un lugar y un tiempo suspendido entre un pasado extraño y un futuro cuya barrera hacia él parece de látex, infranqueable.

Quizá pienso demasiado.

Quizá sean demasiadas cosas en poco tiempo.

Y me siento, básicamente, y a pesar de decir lo contrario en el post anterior, muy culpable de no ser capaz de superar todo esto, de no poder emprender con determinación el camino hacia alguna parte.

Joder, estas navidades se me están haciendo muy cuesta arriba.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Lo extraordinario de lo cotidiano


He perdido la cuenta de los días que he pasado en blanco, los días lúcidos en los que me ha fallado la impresora y se ha quedado el folio desierto, la mano desierta, el alma al pairo, en esta vía muerta en la que se quedó mi vida hace tantos y tantos días, ni contarlos podría si quisiera, se me quedaron ahí, como la tierra cuarteada en la sequía, se quedaron ahí como una semilla solitaria y equivocada.

No sabría muy bien decir el porqué, el caso es que hoy me he negado a salir de la cama a la hora que sonó el despertador, quizá porque hacía varias horas que daba vueltas entre sábanas frías y como siempre, abrazado a una almohada que se sabe, orgullosa, la almohada más amada del mundo, y la más odiada de tantos reproches que le suelto en mi insomnio dejado de la mano de dios, el maldito insomnio que ha vuelto de nuevo... mi querido insomnio (ya lo daba por muerto) a mí dormir por las noches me sabe a café con leche con muchísimo azúcar o a molicie y adocenamiento. Luego me levanto por la mañana media hora después de que suene el despertador pero lo hago por rebeldía (y por frío), yo lo que quisiera es que mi vida tuviera al menos una alegría a por la que ir desde primera hora de la mañana.

El caso es que después de tantos días (he de reconocer que pasé una nochebuena y una navidad muy triste por algo que pasó a principios de la semana pasada y por un catarro galopante, por una ausencia...) me ha vuelto la rabia y el insomnio y eso me da vida y me la quita, el caso es que ando más positivo, más no sé, más convencido de que no soy yo, quiero decir que quizá no sea tan culpa mía que me vayan tan mal las cosas, que quizá sean las circunstancias y que quizá simplemente haya tenido mala suerte o haya creído más en lo de los demás que en lo mío propio, quizá porque lo mío me lo conozco y sé que, bueno, es mejorable, pero lo otro, bueno, lo otro era puro egoísmo y canallada, puro tomarme como un objeto desde el principio. Y me he dado cuenta de que la gente repetimos los errores una y mil veces.

Y entonces me he preguntado qué error cometo yo y me he respondido que soy un optimista con maneras de pesimista y claro, es como un coche de gasolina al que le pones diesel, que sale humo. Y entonces tuve una conversación anoche, una conversación salvaje y llena de incertidumbres y esta mañana he tenido otra y joder, me ha dado alas porque puede que sólo tenga un amigo pero qué lúcido es el tío. Y siempre me da ánimos sin dármelos porque razona y sonríe y lo hace todo fácil y...

... me pierdo, me pierdo y toda la culpa no la tengo yo, no creo que debería haber hecho esto o aquello, creo que quizá no encajo con ciertas personas, que quizá no encajo en ciertas organizaciones, quizá me he acostumbrado tanto a equivocarme que creo que soy yo el que no sabe y puede que no sea eso, no creo que sea eso, creo que tal vez he ido por caminos equivocados y empeñándome en continuar por esos mismos caminos hasta agotar las posibilidades de éxito. Mala planificiación, sensación de omnipotencia o creer en alguien que da señales de no ser de fiar hasta que ya es demasiado tarde.

Tampoco yo me libro, podría esforzarme más y mejor, gastar las energías en lo que debo gastarlas. No sé, desvarío otra vez.

El caso es que hoy después de mi conversación con mi amigo Ricard, me he quedado mucho más tranquilo. Luego, he caminado y he dado algún paso en falso que otro pero, en definitiva, he vuelto a coger un poco las riendas porque no puedo estar culpabilizándome de todo y castigándome por ello.

No sabría cómo explicar el cambio ni en qué lo noto, creo que quizá todo sea más llevadero. Esta noche el insomnio me dará una respuesta.

jueves, 23 de diciembre de 2010

la inercia

Sigo sin entender qué me pasa, qué es lo que se ha parado dentro de mí y me impide escribir o continuar con algo más o menos coherente. Es como si, de repente, me hubiese hecho mayor, muy mayor, casi anciando, pero no de pensamiento, sino de espíritu... de corazón.

Y no sé muy bien qué hacer para ponerlo de nuevo en marcha.

Creo que tengo demasiado tiempo libre.

Llevo todo el día con tos, esta tarde he tenido fiebre pero me he tomado un ibuprofeno y se me ha ido. Sigo teniendo tos. Hace frío y tengo que ir a ver a unos para que les haga unos certificados a un bar. Supongo que lo tendrán todo en regla y yo sólo les daré el visto bueno.

Luego llamaré por teléfon a alguien a quien hace tiempo debería haber llamado. Seco. Lo que yo decía. Seco.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Estos días antes de Navidad


Me cuesta entender la voz de todo lo que llevo dentro, me cuesta saber el porqué de todas estas subidas y bajadas que mi estado de ánimo experimente a lo largo del tiempo. Probablemente no entiendo demasiadas cosas furea de mí o quizá, no quiera entenderlas del todo.

El caso es que me hundo con la velocidad del rayo sobre el mar, me pierdo entre las olas, no puedo controlarlo. De repente, algo se seca dentro de mí, una ausencia, una incertidumbre, una distancia, se convierten en algo demasiado grande y pesado. Es como si, de repente, el hombre que soy, se conviertiera en el niño que fui y no entendiera de qué va todo esto.

Y me vuelvo un zafio patán, y me dejo llevar... por mi misantropía.

Sigo sin entender por qué me pasa todo esto. Puede que sea la distimia o puede que sea que he llegado a un punto de no retorno. No sé, a veces me pregunto qué pensarán de mí las personas que me sufren.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Fractal del voz

Me llama. Hace más o menos un año llamó seis o siete veces en tres meses después de varios años sin hacerlo, después de irse sin ni tan siquiera despedirse, después de irse como el agua por el desagüe de la ducha, irremediablmente, llevándose mi piel con ella.

Cuando volvió a llamar después de tanto tiempo quise dejar de sentir lo que sentí: alegría de volver a escuchar su voz, de saber de ella, tener otra vez ahí, casi delante de mí, su presencia. Pensé que no era justo, que nadie puede tener ese poder sobre otra persona. Y luego me mentí, me dije que que las cosas que quedan inconclusas siempre pueden continuarse en el mismo punto en el que quedaron interrumpidas. Con ella siempre tuve esa sensación, que tarde o temprano volvería a casa con bolsas del supermercado y diría que se le había hecho tarde y yo no diría nada, absolutamente nada después de tres años para no romper esa inercia, como si el equivocado fuera yo y todo este tiempo fuera una fantasía mía.


El caso es que aquellos días fueron endiabladamente intensos, seis llamadas en tres meses entre las cuales me desvivía, deseaba volver a verla, me compré ropa, saqué las telarañas a las pesas, quizá hasta engordé un par de kilos. Luego volvió todo al mismo silencio, dejó de llamarme y mi ropa nueva envejeció en el armario y cambió de temporada. Seguí con la misma rutina y con la misma sensación de interrupción, quizá por que dejó de llamarme el día en el que dijo que nos veríamos al día siguiente, que estaría en Barcelona y yo fui a esperarla al aeropuerto a pesar de decirle que no iría.

Esta vez pensé que no se lo perdonaría, que nunca jamás lo haría y le colgaría en cuanto me llamara y supiera que era ella. Esta vez sería yo quien tomara la decisión. Pero interiormente deseé de nuevo volver a verla, aunque fuera para decirle cosas horribles, aunque fuera para decirle que no quería saber nunca nada más de ella. Para alegrarme de verla para poder odiarla y que supiera lo mucho que me importaba al decirle lo contrario.

Quizá por eso cuando me llamó ayer yo me sentía como si ella me hubiera rescatado del olvido cuando en realidad el que había empezado a olvidar era yo, que la rabia había dejado paso a la decepción y ésta a una especie de indiferencia, una indiferencia que era sólo la crisálida que envolvía algo que no se sabía muy bien qué sería hasta que llegara el día. Y ese día había llegado y la crisálida sólo contenía a otra crisálida y ésta otra y otra como un juego de muñecas rusas. Todo para no poder tener la suficiente fuerza interior para colgarle nada más oír su voz.

Y hablamos... pero ese es otro tema, eso es algo que ahora no puedo contar, quizá mañana, cuando pueda digerir todo lo que nos dijimos. Pero quizá eso no os interese, quizá deba dejar esto sólo para mí.

martes, 14 de diciembre de 2010

Filtraciones

Me dice que se quema, que en cualquier momento va a salir ardiendo "primero saldrá humo y luego, al cabo de un rato, me prenderán las llamas desde dentro". Le digo que eso es lo más parecido a lo que siento y ella sonríe de nuevo y me llama bobo y me dice que es mentira y me da un beso. Luego sale corriendo, me dice adiós con la mano y grita "hasta mañana".

No le respondo, mañana puede ser dentro de un mes o dentro de una semana, puede que me esté esperando en la puerta de mi casa, no sé, ella está ahí y no está, no sé. Me hace sentir viejo toda esa incertidumbre.

Camino hacia casa, llevo las botas de ir a la montaña, dicen que va a hacer frío y me las puse esta mañana por si el frío llegaba de repente. La temperatura es más o menos la misma que durante casi todo el día, puede que hasta haga más calor. No sé, llevo demasiada ropa encima. Cuando llego a la puerta de mi casa ella no está, me desilusiono un poco, y me vuelvo a sentir viejo, quizá no la vea nunca más, quizá acabaremos sin saber uno del otro, nos vencerán el tiempo y la distancia, nos ahogarán los días con sus gotas, pero nunca, al menos por mi parte, me agrietará el olvido las ganas de volver a verla, de escuchar sus buenos días y sus cosas sencillas como el pan sencillo, un perfume fresco, los cordones de mis botas... que se deshacen y se desperezan dejándole mis pies a las zapatillas. Me gusta estar en casa y oler a incienso y a ventana, y a la comida casera de la vecina de abajo y la humedad del vaho en los cristales isotérmicos y a este amor por deshaucio y todas las cosas que eran tuyas y me encuentro aún en los armarios.

Y a este diciembre feo, pero feo de circo, feo de pagar por verlo y asustar a los niños luego.

A este diciembre que se seca y se comprime, que se desarma como aquel armario que te monté de IKEA.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Ganas de salir corriendo


Hoy tengo ganas de salir corriendo hacia ninguna parte... sin mirar atrás.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Fuego!

Le digo que se sufre igualmente cuando dejas que cuando te dejan, solo que de forma distinta. Él sonríe y me contesta "Sí, viene a ser lo mismo disparar a que te peguen un tiro"

Hombre, visto de esa manera...




Ya no pregunto los porqués, sé que los porqués no existen en ciertas cuestiones que atañen al alma de otro. Así que prefiero dejar de preguntar. El que parece que no quiere dejar de hacerlo es el bicho y esta noche ha vuelto a despertarme de madrugada. Se que esta vez viene en serio a por mí y ambos sabemos que lo hace porque esta vez sí tiene posibilidades reales de llevarse lo que vino a buscar desde el primer día.

Ya no me pregunta con furia, ahora lo hace con sorna, se burla de mí y de lo débil que soy, de que esta vez estoy deseando que me empuje, de que esta vez quizá no necesite ni siquiera empujarme hacia el abismo.

Hoy el universo es mucho más frío y vacío que otros días. No me importa demasiado, lo observo como algo alejado de mí, como si a cierta distancia todo adquiriese un estado de "yo aquí y todo lo demás allí" en donde en ese "allí" estuviesen también las emociones, todos los deseos, las esperanzas y los afectos.

Por fin conseguiste aquello que querías.

martes, 7 de diciembre de 2010

Tu rastro de luz en mi sombra


Hay personas que brillan como si una luz interior les iluminara. Luciérnagas que brillan en la oscuridad y que, de alguna forma, nos dicen que no nos preocupemos, que la luz existe, que el sol llegará.

No recuerdo si he visto alguna vez alguna luciérnaga de verdad, si de niño, cuando el mundo era aún casi salvaje, en alguna charca, algún atardecer mi padre me enseñó la tenue luz de las luciérnagas. Sé, sin embargo, que me he cruzado con muchas de ellas en mi camino, y que, tarde o temprano me han mostrado su luz, me mostrarán su luz. La luz de esa clase de personas nunca podrá ser nuestra, nunca nos pertenecerá para poderla utilizar a modo de linterna, su luz es la constatación de que cada uno de nosotros puede despertar su propia luz.

No son los gurús ni los escritores de best sellers, no son los catedráticos de tal o cual materia, son la gente más corriente, quiero decir que no hace falta nada especial, a veces uno se cruza con ellos por casualidad y hacen de tu día un bosque encantado.

Y sé que existen, no porque sea crédulo, sino porque si miro hacia atrás soy capaz de ver su rastro de luz en la retina de mi memoria, porque el mundo sigue siendo oscuro pero entiendo que mientras amanece, este cazador de miradas que soy yo, seguirá saliendo por la noche en busca de luciérnagas con la determinación con la que saldría a buscar el último unicornio o tu mano tibia y lasciva.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Entre otras cosas...


Entre otras cosas...

- Leo Tokio Blues de Haruki Murakami y me gusta el personaje, es curioso que en una novela tan larga escrita en primera persona el personaje sea alguien que hable poco. Me gusta eso, quizá porque yo me reconozca en ello. En cierta forma, es una novela para personas que piensan mucho.

- Llevo dos días durmiendo más de ocho horas y me siento culpable. Normalmente duermo cinco o seis como mucho y pienso que son pocas. Me había planeado una serie de tareas para el puente, tareas como hacer de nuevo mi currículum, hacer un proyecto para el jueves, valorar si hago un proyecto o no, abrir cartas que tengo por clasificar, y por supuesto, escribir. En cambio leo y escucho música. Bueno, he valorado si hacer el proyecto ese o no. Necesito el dinero pero no lo voy a hacer por falta de tiempo para recoger información. Valoro qué es lo que más me conviene y creo que es acabar la novela. No sé cómo voy a sobrevivir durante los próximos meses, pero sigo confiando en que las cosas irán a mejor.

- Llevo tres días prácticamente solo, no caliento el piso por no gastar y cada día que pasa tengo menos ganas de estar con nadie ni comunicarme con nadie. Creo que la decepción ha dado paso a una misantropía en toda regla. Necesito establecer un plan para salir de todo esto. Se da una paradoja: Me gusta estar dentro de mi cuerpo, es decir, sé que no soy la persona que los demás desean que sea pero yo estoy bien con los valores éticos por los que me rijo. Creo que soy, básicamente, un hombre honesto y hace tiempo que dejé de pedir a los demás que lo sean, lo cual no significa que lo comprenda ni que vaya a seguir en contacto con ellos.

- Mi vida tiende a un caos ordenado, o yo le veo un orden que es sólo mío, no sé, sigo sin entender la mayor parte de las cosas, deseo con todas mis fuerza el mal de alguien pero enseguida me arrepiento de haberlo deseado. Luego pienso que sólo le deseo que la vida le lleve al mismo sitio al que me llevó a mí. Tampoco es muy loable pero tengo una rabia dentro que no sé cómo sacarla.

- No tengo especialmente apego a la vida, supongo que desde el punto de vista budista he llegado a algún punto intermedio de iluminación. La verdad es que mi vida no se la deseo a nadie. Bueno, sólo a una persona.

- Sé que durante los próximos años esto no cambiará en absoluto, mis condiciones de vida no van a mejorar demasiado, creo que pronto llegará el momento en que se me afloje un tornillo y me hunda del todo, pero de momento sigo a flote, achicando agua constantemente. Agradezco profundamente a las personas que decían que me querían y que iban a estar a mi lado el que hayan mantenido su palabra a su manera, es decir, desapareciendo.

- Por otro lado me ha sorprendido la presencia de viejos amigos o de nuevos amigos que me han dado su apoyo moral y me dan esperanzas. Si de algo vivo es de esperanzas, así que todas son bienvenidas. Sigo tratando de dar un poco de sentido a mi vida, sigo teniendo el deseo de llevar el agua a quien lo necesita. Paradójicamente es probable que me corten el agua. Prefiero que me corten el agua a que me corten el ADSL, no sé, cosas, quizá debiera estar sin ADSL un tiempo, quizá todo me iría mejor.

- Voy a hacer los deberes que me ha impuesto mi pepito grillo y voy a acabar de hacer el currículum.

PS: Quiero decir algo. No me resigno ante las circunstancias, sólo quiero decir que las cosas son así y no veo la salida. Eso es todo. Cuando la vea iré hacia ella.

sábado, 4 de diciembre de 2010

El Aleph... o todo el conocimiento que te hace falta


Mi padre me llama por teléfono. Me pregunta que si voy a ver el partido con él. Le digo que sí y sonrío. Somos de equipos antagónicos, vemos el mundo desde dos puntos de vista tan lejanos el uno del otro... tiene setenta y seis años.

Me pregunto si cuando pasa por un parque se acordará de mí y de mis juegos de cuando era niño, si habrá lugares y situaciones que le recordarán a aquellos días en los que yo no tenía una personalidad arisca y taciturna, y si aquel niño vive aún en su corazón.

Voy a ver el partido con mi padre. Y voy a llevar una botella de vino extraordinaria que abrí el otro día. Porque puede que mi padre no me entienda (yo tampoco me entiendo, para qué lo voy negar) pero quiero compartir lo mejor que tengo, lo mejor que soy. Porque sin comprenderme me dejó hacer, porque si estoy así es porque pensó que debería caer para poder levantarme.

Porque enseñar a vivir es enseñar a ser uno mismo.

Luego, cuando vuelva, sigo con el post.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Nada nuevo bajo el sol


Nada nuevo bajo el sol. Sigo sin poder escribir. Me duele cierta parte del alma que no sabía ni que existía. Aún puedo recordar las palabras exactas con las que el corazón se me hizo añicos.

¿Mantengo la esperanza? Me queda muy poca, me pregunto qué seré si se va toda. Me da miedo que una sola persona se pudiera llevar tanta y con tanta facilidad, sin que además le sirviera a ella de nada.

Ahora es distinto. Ahora soy incapaz de confiar en nadie.

Y duermo por las noches, dormir es lo mejor del día.

Y a veces sueño... pero sé que sólo es un sueño.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sentado frente a la chimenea, el tacto del gatillo en mis neuronas

Existen días en los que, literalmente, me fundo. Me fundo como la arena en el crisol y si me soplas por el oído me convierto en la figura de vidrio que tú quieras. Casi siempre acabo siendo una botella, una botella que contiene agua salada, es bonito ser mar, es decir, arena de playa y agua de océano al mismo tiempo, y triste; el mar es gris en invierno, es triste el color gris, es el color de la ceniza, de algo que ya está muerto.

Estos días de fiebre y quietud me han devuelto a otro tiempo, a veces pienso en esos otros tiempos, ya sé que no debería, que sólo yo permanezco anclado a aquella guerra, que para otros yo ya ni existo, soy como el cartucho vacío, molesto. Si algo he acabado siendo para las personas por las que pasé por su vida es una molestia. Innecesaria, diría yo.

Hace días que vivo gracias a una inercia más o menos consciente. Hace días que mi vida sólo tiene la vela desplegada sin un puerto al que dirigirse y me caigo y me levanto, me hundo y me refloto esperando a esa vía de agua que me devuelva al fondo. Estas navidades van a ser unas hijas de puta, este año no quiero que haya navidades, este año no voy a ir a ninguna fiesta ni a ninguna cena ni a nada. Este año voy a estar esperando a Papá Noél con una Magnum del 45 justo en frente de la chimenea.

No está en mi mente hacer prisioneros.

martes, 30 de noviembre de 2010

Martes, te llamaré Martes


Me pierdo entre la inercia de la mañana, la fiebre ha remitido pero no el dolor de las articulaciones, tengo mal aspecto cuando me miro en el espejo, la verdad es que hace días que tengo mal aspecto aun a pesar de no estar enfermo. Cuando llega el invierno me deslustro, me vuelvo un ser albino y feo, un ser desmotivado, de alguna forma que no entiendo mi alma migra a otra parte, quizá por eso siempre esté esperando a la primavera...


El caso es que no me reconozco en lo que escribo, es como si lo escribiera otro, otro con otra alma que lo habita, que no tiene un corazón tibio, alguien que lo tiene en la nevera junto a los embutidos o el queso en lonchas, alguien que entiende por qué todos se van yendo de mi lado y que, además no sólo no le importa si no que lo promueve. Me pregunto cuándo y dónde se celebrará el duelo con ese otro y si podré detorrarle y recuperar mi alma, si podré escribir de nuevo como me gusta, si podré volver a hacerte sentir que estás a salvo, que desde toda esta distancia me quieras un poquito, tan poquito que eso no es querer, es otra cosa, es gustar, como le gusta a uno ver amanecer o el silencio de los cantos de los pájaros a esa hora, o la mermelada de naranja amarga, o el tacto del lomo de algunos libros, de algunas personas...


Y yo, aquí en la inercia, devorando los minutos, con los pies fríos, con el alma perdida, con la noche en vela y llena de recuerdos a mi espalda, echándote de menos y dejándome llevar por las luciérnagas que nacen en mi cabeza cuando la fiebre se desboca. Aquí, devorado por cómo me siento cuando el tiempo se detiene y me encuentro solo con todo a mi alrededor desconchándose como las paredes de una casa en decadencia, haciendo balance de en lo que he convertido mi vida y queriendo tener otra...


Esta tarde vuelvo a la oficina, esta tarde vuelvo de nuevo a arrastrar la gran roca, la pesadez de mis días, este trabajo desalmado y feo como yo, triste como yo, me dejo llevar, las 12:50, maldita sea, sigue habiendo cosas que no entiendo.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Fiebre -no debería publicar esto


Hace días que no sé qué decir, un viento helado azota lo poco que soy, lo poco en lo que me voy convirtiendo. He pasado una mala noche, no pude dormir de escalofríos, de estómago embotado, de volver una y otra vez a la misma cantinela cuando me despierto. Me dicen que he cogido frío por ir a votar sin el abrigo, lo que no saben es que el frío lo llevaba yo metido ya muy dentro.

No sé qué hacer con esto que soy, sinceramente, no sé dónde voy... estos días de inercia, estos días de velocidad hacia ninguna parte, estos días han sido extrañamente felices... quizá el que haya aterrizado a la cruda realidad y enfermar ha sido uno, con todo creo que si hay alguien culpable soy yo.

Me doy cuenta de que creo que soy más de lo que soy.



Me doy cuenta de que creo que puedo soportarlo todo y no es así...

Y la fiebre y el dolor de las articulaciones... y estar leyendo esta tarde a Murakami en la cama, sin hacer nada excepto contestar a llamadas y tanto por hacer... y levantarme unos minutos y pensar que hoy ha sido un día perdido, un día que ha sido como chocar contra una pared. Una pared que hoy se me ha hecho insalvable, inamovible, eterna.

Y el tiempo ha sido hoy un enemigo. Es por eso que no sé qué escribir, es por eso que no sé qué hacer, que no sé quién soy ni qué se supone que debo ser.

Debe de ser la fiebre, quizá no debería haber escrito esta entrada. Sólo sirve para que creas que tienes razón.

Y no la tienes.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El trueno, la baldosa y la sra. Bellucci (no creo que fuera su verdadero nombre)

Regreso.

Me lo he pasado bien. Resacoso, conocí gente interesante. Todo me pareció un poco raro. En la librería sólo vendían libros de discursos del Papa y no había ni musulmanes ni escandinavos.

Al tercer día me dí cuenta de que estaba en una convención de ultracatólicos. Me dio igual, yo iba todo el día borracho de arriba a abajo, sonriendo y con mis gafitas de cura pasé desapercibido durante casi todo el tiempo.

La noche, salvaje a morir. El martes me quedé dormido en la bañera del hotel, me desperté desnudo, metido en un líquido tibio y a oscuras. Primero pensé: "Por favor que sea mi habitación o en su defecto que sea la habitación de una mujer", luego pensé "ya está, toda tu vida ha sido un sueño, estás a punto de nacer y ya sabes cómo puedes joder tu vida si no obras con conciencia".

Me volví a quedar dormido pero esta vez en una cama. Afortunadamente era mi habitación.


Ahora estoy recomponiendo mi viaje... demasiadas lagunas... entradas de teatro, 37 tickets de bares con bebidas que no recuerdo haber ingerido... 25 números de teléfonos de Sandrine, Helena, Vivianne, que en inglés me dicen que en su vida se lo habían pasado tan bien y 15 números de teléfonos de Mr. Vinorukov, Mr. Paulinsky, Moretti... que me invitan a pasar unos días con su familia y a visitar sus respectivas ciudades. No me acuerdo de nada ni de nadie, excepto de una mujer morena que me invitó a un cocktel en el ambigú de un hotel y... recuerdo su risa y después nada más...

Ahora sólo espero que no tenga que pagar desperfectos en ningún sitio ni que salga en las cámaras de seguridad de ninguna parte desnudo o, en su defecto, haciendo en ganso.

Hace un rato he recibido un mensaje en hotmail que dice que tengo 132 nuevas fotos en facebook...

... cuánto agradezco a la vida que mis padres no sepan que es eso de Facebook.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Business travel


Mi primera salida con el nuevo trabajo. Tres días. Por un lado tengo ganas de ir y por otro creo que no voy a hacer demasiado negocio...

No sé, quizá me equivoque.

Sin embargo creo (tengo esa intuición) de que fuera del horario de trabajo, me lo voy a pasar endiabladamente divertido...

¿Qué está pasando?


Me dice que es como si me conociera de toda la vida, que me cuenta cosas al cabo de veinte minutos de hablar conmigo que no le había contado antes a nadie, y eso me asusta, eso siginifica que soy demasiado transparente, que se me nota demasiado que yo, en realidad, no llevo bien eso de la seducción, todo eso del misterio... Hablamos, la hago reír, soy un jodido payaso, un monologuista en busca de escenas imposibles. No sabe que escribo y no sabe la dirección de este blog. No se la pienso dar, no la pienso dar a nadie más que me conozca en persona, nadie más debe saber que escribo y nadie debe decirme qué bien lo hago, nadie me va a confundir nunca más con estas palabras que me son tan necesarias, pero que no soy yo, yo soy eso transparente en lo que ella confía y ese clown que la hacer reír. Nada más.

Nadie más va a pensar que soy un escritor de best-sellers en potencia y se van a decepcionar cuando compruebe que, en realidad, sólo soy un blogger experimentado, nadie más me va a abandonar porque no cumpla sus expectativas, nadie más me va a machacar con eso de que acabe la novela. Nadie más me va a decir que escribir me va a sacar de esta ciénaga cuando lo que me saca es mi trabajo de 8:00 a 18:00 y los proyectos y los productos y ese cansancio... del que sólo me libra este blog, del que sólo me libro abriéndome a un grupo de desconocidos.

A media velada me dice que tiene un novio, un novio que vive fuera y con el que se vé los fines de semana y pasa los puentes y las vacaciones. Me pregunto entonces por qué una mujer como ella ha quedado con un hombre como yo. No digo nada. Ella me dice que su novio sabe que ha salido a cenar con un amigo. "Sí" pienso "un amigo del que no ha oído hablar en los tres años que hace que salen" y eso me lleva a pensar en mis últimos meses y en los silencios y las verdades a medias y en los posts donde me imaginaba cosas y en los fines de semana durante los que me torturaba la idea de que yo siempre soy el otro. A veces hasta me he sentido el otro de la persona con la que estaba cuando encontraba al hombre de su vida. Debe ser que ser demasiado transparente es lo mismo que no existir o a lo sumo, que ser invisible.

Sigo diciendo tonterías, tiene que parar varias veces y dejar los cubiertos en el plato para centrarse en que la risa no le haga perder el control. Me reconforta saber que detecto todas estas cosas a tiempo y que ya no me importa, que hace mucho tiempo que he perdido la capacidad de juzgar a nadie por las contradicciones y las necesidades de cariño y reconocimiento. Supongo que, en el fondo, cuando se llega a los cuarenta los movimientos se complican, y a mí ya me basta con llegar a fin de mes y hacer reír a una mujer inteligente, que mi reto está en dejar pasar el tiempo y hacer que éste pase lo más rápido posible, mi vida se ha convertido en un cajón de sastre donde se mezclan desordenadas un montón de pequeñas cosas... que a veces también se me hacen inalcanzables.

Me lleva a casa. Entro en el portal y ella se queda un rato esperando en el coche, viendo como abro la puerta y entro y le digo adiós con la mano. Mañana recibirá a su novio y hablarán de mí y discutirán por mí. Me cansa todo esto; y mientras subo en el ascensor algo se rompe definitivamente dentro de mí, algo que pendía de un hilo. De repente me pongo a llorar sin saber por qué y no puedo pararlo. Son las dos de la mañana y entro en casa y me quito la ropa entre lágrimas que no sé de dónde salen y no sé hasta dónde van a llegar. Me odio. Me odio porque un hombre no debe llorar... Me meto en la cama y me descubro diciendo palabras de consuelo al niño que fui, de consuelo y de disculpa. Le digo que no se preocupe y él me contesta que nadie nos quiere y que nadie nos querrá nunca. Yo le contesto que eso es algo que él no puede saber y él me grita que qué nos pasa que todo el mundo se acaba yendo.

Le digo que la vida de los mayores es complicada y él me dice que entonces no quiere ser mayor, le digo que yo sí lo quiero y él me contesta que con eso no basta...

Acabo por cerrar los ojos y me duermo. Sueño con E o me despierto y pienso en ella y en la forma tan cínica de despreciarme, en que nadie debería hacerle a nadie lo que ella me hizo y entonces me arde la sangre, me arde como si de repente mis venas fueran un río de ácido que me deshace el alma entre vapores de odio. Ya no puedo dormir más.

El alba tarda en llegar y mi cuerpo se siente incómodo tratando de encontrar una postura en la que pueda respirar con normalidad. Me levanto con la primera claridad y saco la maleta y la pongo encima de la cama. La lleno de cosas con las que podría huír muy lejos si tuviera dinero para ir tan lejos como pudiera.

Me siento en la cama y me abrazo las piernas. Juro que no sé qué hacer ni qué pensar.

viernes, 19 de noviembre de 2010

La decisión


He tomado una decisión. Una decisión que debí tomar hace mucho tiempo. Una decisión de hierro y de hielo, de sombra y de miedo. Hace años que me pregunto y siempre hay una respuesta. Hasta hoy. Hoy me he vuelto a hacer la pregunta y no he hallado respuesta. Al contrario de lo que creía no ha habido ninguna sensación de angustia. Creo que hace tanto tiempo que eso está ahí que es como si me estuviera esperando.

No sabría decir el porqué pero hoy las cosas se han aclarado, ayer supe que las cosas seguirán siempre igual, que todo el dinero y el tiempo que he empleado en tratar de cambiar era sólo otra forma de dejar que el tiempo pasara. Ahora nada de eso importa. Todo el tiempo que he pasado escribiendo sólo era una forma de tratar de ser otro que no soy. Nada de este blog tiene sentido, no está escrito por mí, está escrito por otro que quería otra cosas.

Hoy he entendido qué soy (hasta ahora sólo había intentado entender cómo era y así poder cambiarlo) y esa comprensión me ha arrojado a una playa desierta. No sólo he estado engañando a todos los que me rodean, también me he engañado a mí mismo, buscando ese sucedáneo del cariño que es el reconocimiento.

Dicen que al final, el amor que recibes es igual al que has dado. Yo no sé muy bien si eso es cierto, me da igual ahora... el amor es algo infinitesimal, algo demasiado cuántico para que haya podido alguna vez comprender de qué se trata. Por eso empecé a escribir este blog, para comprender, para dar a entender, para hacerme un mapa del territorio donde debía buscar. Estaba buscando a un animal extinto, un deseo de que algo exista, siempre seré lo que soy y siempre proyectaré una ilusión que nunca se cumplirá. Tomar la decisión ha sido fácil después de todo. Ha sido una mierda después de todo, ha sido lo más lógico al fin y al cabo.

Me alegra saber que la inercia me empujará todavía un tiempo, me consuela saber que este post se quedará en el olvido y lo acabará cubriendo el polvo de las horas y los días. Hay tantos post y tantos blogs que nadie reparará en éste, nadie querrá entender, nadie moverá un dedo.

Creo que es la decisión correcta. El tiempo es un reloj de arena. La luna una piedra redonda, yo soy algo que no debería ser.

Detrás del espejo sólo está la pared

Debo estar hecho de madera, de corcho porque siempre acabo regresando a la superficie, debe ser que estoy hecho de un matarial más denso que los sueños, siempre acabo de nuevo dándome de bruces contra la realidad. La realidad está bien, no engaña, sólo es algo que se puede ver, oír, tocar.

Yo soy más de ambas cosas: de ver, oír, tocar y de sentir... diría que soy práctico a la vez que emocional. Hay gente que no lo entiende, no entiende cómo puedo ser ingeniero y escribir al mismo tiempo, como puedo tener la determinación de realizar un proyecto y luego desesperarme en encontrar durante meses unas letras que nunca acaban de llegar...

He acabado por odiar el mundo, es cierto. El mundo es un gran hijo de puta porque hay gente que es idiota y se empeña en seguir siendo idiota e intenta llevarte a su bando. Yo me rebelo contra eso, no me cuesta mucho rebelarme, tengo unos principios personles propios, entre esos principios personales no están muchos de los que probablemente tú tengas, me muevo por pocas premisas, pocas de ellas me bastan, me jode cuando alguiem me dice que tiene los mismos principios que yo y luego me apuñalan por la espalda.

Antes pensaba que era demasiado susceptible, ahora me doy cuenta de que cualqueira en mi situación y con la de cosas que me han pasado estaría mucho más rabioso que yo. No sé cómo estoy vivo de tanta rabia que he sentido, de tanto engaño que he soportado, de tanta decepción que he sentido.

No quería escribir sobre esto. Da igual. Todavía tardaré un tiempo en que se me pase.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Dicen que han visto a un animal salvaje merodeando por el iris de mis ojos


Sé que no debería quererte. No al menos como lo hago, con el deseo palpitándome en las yemas de los dedos, queriendo meterte en mi cama y hacerte daño, haciéndotelo con fuerza, mordiéndote el alma, demostrándote que el amor es sólo una insana y dulce violencia. Sé que lo deseas y yo... yo estoy... en fin, tú crees que soy mejor de lo que soy.

Porque sé que gritarás y pedirás que pare y siga al mismo tiempo, porque sé que afilarte las uñas no te servirá de nada cuando veas brotar la sangre de mi piel y al bicho que llevo dentro decirte cosas endiablademente tiernas y pasmosamente duras. Sé que no lo creerías y sé que no hay lugar donde esconderse, lo que pasa entre un hombre y una mujer es sólo ciencia ficción, lo que pasaría entre nosotros es lo que sucede cuando encierras a dos alimañas en un habitación cerrada... el amor es eso, el sexo es eso, es caer desde muy alto y muy puro a un lugar muy profundo y muy sucio.

Pero claro, tú no quieres saberlo, no quieres entrar en algo que no entiendes... y yo... yo soy mucho peor de lo que crees, y al mismo tiempo soy infinitamente mejor de lo que crees que puedes soportar.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El rojo


Me cuesta creer que todo sucediera tal y como sucedió. Me cuesta creerlo porque yo también estuve allí y no lo ví venir. O tal vez sí lo ví pero no era consciente de qué papel estaba jugando en todo aquello. A veces la realidad es un decorado que no concuerda con cómo van vestidos los actores y uno acaba dudando de ambos y/o creyéndose ambos hasta que al final uno decice que está bien así, que alguien ha decidido que eso es lo correcto y no serás tú quien se haga más preguntas. Es pasmosa la facilidad con la que somos capaces de admitir situaciones imposibles.

Que el rojo me confesara que dejaba una tarea inconclusa me sorpendió. Hacía mucho tiempo que dejé de sentir simpatía por los de mi misma calaña pero al rojo le tenía una mezcla de respeto y sincera camaradería. Siempre supe que era un hombre sin conciencia y que era capaz de hacer cualquier cosa sin aparentar arrepentimiento o duda. Yo, en cierta manera, aprendí a mimetizar su formas, a veces pienso que todos aparentamos ser quienes no tenemos ni puta idea de ser. Podría decirse que fue mi maestro. Para ser un asesino es necesario aparentar que no te importa ninguna vida. Eso es lo que sucedía y eso es lo que el rojo nos mostraba a todos. El rojo era la muerte, todos lo sabíamos.

Aquella tarde el rojo se me confesó. No me miró a los ojos mientras me contaba cómo había llegado a ser un apéndice de la muerte. Soltó alguna lágrima, no por las vidas que había quitado, no por la suya perdida de antemano, lo hizo al abrir un baúl cerrado con candado en el que guardaba recuerdos de otra vida, quizá de otro hombre que ya no era; se quedó ahí un instante y lo perdí de vista como si se hundiera en una ciénaga de aguas putrefactas. Luego, probablemente, se dio cuenta de que yo era otro como él y se recordó que no debía mostrarse débil. Entonces me miró a los ojos y trató de indagar qué efecto había hecho en mí sus palabras. No sé qué vio, probablemente vio reflejado el hombre en el que se había convertido aquel otro hombre que fue. No quise engañarlo, le dije que todo aquello ya había pasado y que no se torturara, que el pasado es tan hijo de puta como el destino y que cualquiera hubiera hecho lo mismo en su lugar. Pero he de confesar que pensé que yo no hubiera hecho lo que él hizo. Incluso para mí todo aquello me sonaba demasiado sórdido y, sentí asco hacia él y todos los que se escudan en eso de que cualquiera hubiera hecho lo mismo. No. No es cierto, uno siempre tiene la oportunidad de elegir, uno siempre tiene la oportunidad de sentir dignidad. Y morir por ella.

martes, 16 de noviembre de 2010

Un puñado de hielo


El bicho nunca se fue, estuvo siempre ahí, agazapado entre las mantas del armario, boicoteando la primavera, el verano y este maldito otoño desde su guarida, y yo... yo recordé demasiado tarde que los hombres no lloran, que una mujer que no llora es otro hombre, da igual qué tenga entre las piernas, lo recordé mientras trataba de recordar todo que ocurrió entre ella y yo. Entonces lo supe, supe que detrás de cada lágrima que se reprime hay un océano que se congela.

Se me heló el corazón, se convirtió en algo seco, duro... y frágil, demasiado frágil como para mostrarlo. Me aboné a los bares solitarios a horas a las que no va nadie, a las calles estrechas y a los lugares donde el bullicio hace que pases desaparcibido, resulta curioso que cuanta más gente menos reparan en ti. Y emprendí un camino de silencio y de no querer ver a nadie. Me hubiese hundido del todo si no hubiera aparecido D. el croata errante, al que algunos apodaban el rojo por el color de su pelo. Apareció D. y me invitó a una cerveza, luego me dijo que si me contaba algo y yo no aceptaba tendría que matarme allí mismo porque aquello no era un secreto, era algo más. Acepté porque, sinceramente, me daba igual si luego me mataba. Es más, pensé que era otra forma de suicidio.

Fue así como acepté sustituir a D. y fue así como me convertí en lo que soy. Pero eso es algo que ya sabes, es algo que tienes claro desde el principio. Sabes que no soy trigo limpio, lo que no sabías es que los que acabamos en esta cloaca lo hacemos arrastrados por el amor. Sí, has oído bien, por amor. Un amor que no comprendemos, que nos hace sentir como uno oso en una tienda de porcelana, un amor inasible, intocable, que es como tratar de agarrar la luz de un rayo de sol con la mano y llevárselo al bolsillo.

Si lees esto y te reconoces, entonces, entonces date por perdido, tú ya lo sabías, claro, pero te negabas el hecho de que tú también fueras así. Lo siento, no sé si debí habértelo dicho. Quizás también te habite un bicho o una esfinge, quizá también hayas creído que podrían callarse y dejarte ser normal. Pero sabes que eso no ocurrirá, o por lo menos no del todo, quizá hasta tengas unos años de tranquila y plácida somnolencia... pero todo tiene su fin, todo destino acaba alcanzándole a uno por mucho que corra o se esconda. Sólo eliges una de las dos opciones, el resto, no hace falta que te lo cuente.

Te seguiré viendo por aquí y tú seguirás creyendo que eres distinto a mí. Y yo sonreiré y pensaré que conocer a D. el croata errante me ayudó a admitir muchas cosas y a dejar que mis instintos siguieran su curso. ¿Estoy orgulloso de ello? No, no lo estoy, tampoco me avergüenzo. Al fin y al cabo yo sólo soy el personaje de la novela de toni, no soy toni, sólo soy una invención suya. Una invención que le debería dar miedo porque no se puede escribir acerca de lo que se desconoce y yo... yo soy demasiado visceral incluso para ser imaginado por la mente de un escritorzuelo como él.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Apunte

"...Volví a la ciudad. La ciudad no me estaba esperando tal vez porque nadie nunca me ha esperado en ninguna parte. Todo seguía igual, las gente cansada, el tráfico cansado, las aceras cansadas. Inercia. Todo seguía igual empujado por una inercia de horarios de autobuses y semáforos con pasos de peatones. Las motos que volaban rápidas y de un lado a otro me parecían abejas tratando de polinizar un desierto y me seguían poniendo nervioso, algo se me tensaba cuando caminaba por la ciudad y esa tensión me dificultaba conciliar el sueño. Me mudé a la parte alta, a un edificio no demasiado ostentoso, no podía llamar la atención porque cualquier sospecha acabaría pudiendo acabar en un conato de investigación y si me investigaban acabarían por relacionar mis viajes con las muertes. Arriesgué un poco, sí, lo reconozco, pero el sonido del tráfico me ponía demasiado nervioso y tenía dinero para evitármelo. Entonces entendí que el lujo tiene como componente necesario la posibilidad del silencio... que el silencio también se compra con dinero."

Flashforward


Llevo varios días dándole vueltas a la novela. La estructura... el tiempo que le dedico... lo de entregarla antes de marzo, ... lo de que nadie cree que pueda acabarla en ese espacio de tiempo, lo de que nadie crea en mí y me lo digan y también me digan que yo tampoco creo en mí.

Me pregunto qué soy y si me pasa algo, si son percepciones de los demás o si todo el mundo sabe qué es lo mejor para mí, cuál es mi talento y qué debería hacer para salir de esto.

¿Cuál es mi talento? ¿Mi talento es escribir? ¿Mi talento es crear tecnología del agua?

Yo lo sé. Lo sé pero no lo voy a decir. Estoy seguro de qué voy a ser. Lo juro. Quizá me distrae algo que yo también sólo sé. Está bien.

A quienes no creen e mí no puedo hacerles cambiar de idea. Todo tiene su tiempo, todo tiene su recorrido. Sé que no voy a poder hacer feliz a todo el mundo.

A veces me miro y pienso que soy lo mejor que podía haber sido, y que todo lo que me ha pasado acaba en el mismo sitio, que todo tiene un porqué.


Escribo todos los días, tengo la historia acabada, me cuesta llegar a fin de mes, tengo ganas de estar con amigos, siento dolor por la forma en la que sucedió todo, no soporto la vida sino está llena de historias...

Sé lo que quiero ser. Lo sé, lo juro.

Sé lo que soy.

sábado, 13 de noviembre de 2010

la increíble levedad...


Solía pensar que yo era una botella hueca y que en ese hueco estaba mi alma, como si el alma fuera algo así como el aire que contenía.

De unos meses hacia aquí me fui dando cuenta de que en realidad yo era compacto y que mi alma se limitaba a ocupar los espacios de las grietas por las que me estoy desmoronando, aquejado de una aluminosis del ser.

Pero no. No hay alma. El hueco sólo lo ocupa el aire, un aire que trae humedad a esto que soy. Hace tiempo que mi alma se fue de mi cuerpo y, si he de ser sincero, me gustaría no echarla de menos pero lo hago.

Hay cosas que no entiendo. Muchas cosas que no entiendo. Me gustaría entender cómo suceden las cosas.

Voy a confesar algo: Tengo miedo. Miedo y frío. Es muy mala combinación. Si tuviera miedo y no sintiera ese frío no tendría tanto miedo. No sé si me explico. No, probablemente no lo haga.

Tengo miedo porque hay traiciones que duelen tan adentro... No me importa que no me quieran, lo que verdaderamente me importa es no saber vivir esta vida desalmada, este atar mi vida a la nada, sentir que ese hueco que se llenaba no valía nada.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Funambulista


No fue justo pero ¿qué lo es? ni lento ¿cómo se mide el tiempo? Las cosas suceden como nubes que pasan por un cielo que anochece. Siempre lo supe. Siempre supe que esto no iba conmigo.

Siempre lo supe. Desde que era niño. Siempre supe que era distinto, no mejor que los demás sino peor, distinto, con una merma que no era física sino de algo más adentro, como si me faltara una capa interna de piel, como si se me hubiera estropeado el traductor simultáneo con el que podía interpretar cómo me hablaba el mundo.

Y así he viajado todos estos años, tratando de leer los labios del mundo, intentando una y otra vez hacerme con la fórmula mágica que transforme lo que realmente pasa en lo que yo entiendo. No he sabido.

Me bajaría aquí pero no sé hacer otra cosa a estas alturas de mi vida que seguir andando, para mí, el sentido de la vida es la inercia, la inercia lo es todo, es lo que me ayuda siempre a empezar de cero. De nuevo.

De nuevo.

Espero que todo se detenga pronto. Y no es que todo lo haga mal, es que por muy bien que yo crea que lo hago, siempre el resultado es algo distinto al previsto.

Y estoy cansado.

Y sigo mirando a lo lejos sin esperar a la primavera... esta vez sin esperar a la primavera.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Hace días


Tus palabras son como el hielo dentro de mi cabeza, van congelándome poco a poco el cerebro, quizá tenga algo que ver el que mi corazón haya dejado de latir hace unos minutos. No quiero que tú seas lo último en que piense, no cuando he visto y he sentido tanta belleza, no cuando conocí gente que me quiso y a quien quise, no cuando todas las palabras fueron mi vida toda, no voy a dejar que mi epitafio sea tu desdén y tu risa.

Si la muerte es esto, deberíamos morir más veces a lo largo de la vida. Es como dormirse muy profundamente, es como bajar las persianas y echarse a dormir y recordar lo bueno que nos ha pasado durante el día, en si hemos cerrado el gas o la luz de la cocina, pero como desde hace tantos y tantos meses siempre acabo pensando en ti antes de dormirme y como desde hace el mismo tiempo estás ahí cuando despierto, esperándome para decirme la clase de hombre que soy, la clase de hombre que no quieres en tu vida. Me quedo con la muerte si tú desapareces para siempre, aunque la muerte sea este frío intenso, este no haber pagado las facturas de la luz y no poder encender la estufa eléctrica.

Lo que peor llevo es no poder odiarte, es decirte que te odio porque no puedo dejar de quererte. Lo que peor llevo es esta sensación de que me querías y de que lo jodí todo. Es vivir con la conciencia sucia a pesar de que tú empezaste con otro enseguida y yo sigo no pudiendo mirar a nadie más.

Quizá la muerte sería lo mejor si tus palabras no estuvieran aquí conmigo, si detrás de esa losa de hielo no hubiese después la posibilidad de cambiarlo todo, de que tú no salieras en el documental de mi vida, si los recuerdos se convirtieran, selectivamente, en agua al aplicarles fuego, y el agua se evaporara.

No me hace nada bien vivir sin ti.


Anoche cené con el diablo


Dicen que al diablo se le reconoce por tres rasgos característicos:

- Es muy inteligente

- Tiene los ojos saltones

- Y es tremendamente divertido.


Así que cuando apareció vestida tan elegante y me propuso ir al bar del hotel S. yo me miré un instante en el espejo retrovisor de mi coche y pensé....

"Sé lo que estás pensando" me dijo. La miré sin saber muy bien qué decir. "Estás pensando qué hace una mujer como yo saliendo a cenar con alguien como tú". "No" mentí "lo sé perfectamente, he hecho un pacto con el diablo esta tarde, un pacto en el que tú estás incluída". Ella sonrió, entonces no supe el porqué.

"Cuidado con lo que dices" dijo subiéndose al coche "el diablo podría estar escuchándote y no creo que le hiciera gracia que pusieras en boca de él palabras que nunca dijo".

"El diablo y yo somos amigos" le dije.

"¿Ves? En eso sí que te creo" dijo mesándose su melena negra y mirándome desde la profunidad de sus ojos vivos y verdosos.


Aparcamos en un parking cercano, cuando entramos al hotel se hizo el silencio. El bar estaba casi desierto, el camarero la miró a ella con interés y a mí con indiferencia y siguió secando un vaso. Qué típico, pensé. Nos sentamos en la barra, una de esas que recuerdan a tantas y tantas películas americanas, a ambigús de grandes hoteles, a oscuros rincones desde los que, en cualquier momento, debería empezar a sonar un piano que, anoche, debía estar durmiendo en algún sótano polvoriento. Música Chill Out. No me gusta la música chill out en los hoteles. Me pone nervioso que la dirección quiera que me relaje.


Bebimos. Un cócktel cuya fórmula ella susurró al oído del camarero y éste sonrió al escucharlo. Sabía a como debe saber la fuente de la eterna juventud si la juventud fuese, en realidad, un veneno mortal. Delicioso. Pasó la lengua por sus labios. Hablamos de cine y de libros, de fotografía y de libros, de ir a cenar a la otra parte de la ciudad y de seguir hablando de libros. "¿Eres editora?" le pregunté. "Algo así. Redacto contratos" dijo apurando su copa de aquel néctar de ámbar y cieno.


Recorrimos la ciudad en mi coche, Murakami viajaba en el asiento de atrás entre nuestras chaquetas. Cenamos en chez Paradiso, nos gustaron más las flores y el suelo de madera que la comida. Luego, la invité a la última copa y fuimos al Agata, dos calles más abajo. Era divertida, yo era divertido... me dijo que si no fuera porque mis ojos no son saltones diría que podría ser perfectamente el diablo. Yo le dije que si supiera hablar más de seis idiomas yo sí estaría seguro de que ella era el diablo. E interpretó para mí, delante de una caipirinha, versos escritos en tantas lenguas que perdí la cuenta. Luego imitó a políticos y a escritores, a cantantes, a actores... Se me fue helando la sangre. Me recitó de memoria tres capítulos de una novela inédita, recorrió con su dedo mi columna vertebral a pesar de tenerla delante de mí y sonrió. Sonrió como si pudiera hacerme desaparecer con un chasquido de dedos.


Luego todo fue confusión. Creí nadar en una espesa niebla de conciencia donde flotaba en un mar de preguntas. Y ella me miraba de nuevo desde la profundiad insondable de un alma acostumbrada a tener todo lo que desea y esa mirada dolía como si fuese lava ardiendo. Acabé mareado, la acompañé hasta el lugar donde aparecía y desaparecía. Entonces me dí cuenta que nunca la había esperado en la puerta de su casa, llegaba a un punto elegido por ella y la dejaba en ese mismo punto desde donde ella volvía a donde fuera que viviese.


Demasiadas coincidencias o demasiados interrogantes, me dije. Mientras volvía a casa por la autopista me llamó por teléfono. Descolgué.


"Lo he pasado endiabladamente bien esta noche." dijo. Y se rió, divertida y serena, con la seguridad de los que tienen la certeza de que van un paso por delante de los demás.


viernes, 5 de noviembre de 2010

Cosas de puños

Pocos lo saben. Hace años, y durante seis meses, entrené para ser boxeador.

Al dueño del gimnasio al que yo iba lo visitó un antiguo amigo, un muchacho con la nariz rota y cara de pocos amigos. El dueño del gimnasio lo llamaba Carlos "cara de piedra" Martínez y era un tipo tan básico que tenía que acabar todas sus frases con un latigillo "¿no?" para sentirse seguro de que le estaban escuchando.

Desde aquél día todos los chicos del gimnasio empezamos a entrenar bajo las órdenes de cara de piedra. Es por eso que sé saltar a la comba y huyo de las peleas. El entrenamiento de un boxeador es más complejo de lo que parece. Los músculos del tronco y las piernas son casi más vitales que los de los brazos, la rapidez de movimientos mucho más apreciada que la fuerza bruta, la astucia mucho más valorada que la velocidad de manos.

De aquella época me quedé con un físico proporcionado, aún cuando engordo mantengo un tipo masculino y mi metabolismo es capaz de acelerarse para adelgazar a voluntad (aunque mi voluntad es libre... com el sol cuando me amanece yo soy libre, como el m...).

Lo dejé. En realidad lo fuimos dejando todos poco a poco. Cara de piedra nos fue poniendo motes y tras los motes descubrimos nuestras debilidades. El mío era "cara bonita" y me decía que todos mis contrincantes irían a por mi cara. "A los boxeadores no nos gustan los guapitos", me decía. Y creo que era cierto. Me extrañó, yo nunca me he considerado guapo, ni mis parejas tampoco.

Lo dejé el día en el que me pusieron a entrenar con uno de los nuevos y le dí demasiado fuerte, demasiado rápido... era felillo y algo dentro de mí me dijo que era una pelea entre los guapitos y los feos y que le iba a dar porque podía hacerlo (novato de pacotilla) y por todos los que teníamos que cubrirnos en exceso la cara.

No sangró. Me miró desde el suelo preguntándome por qué le había dado tan fuerte. Yo no supe qué decir, la sala se quedó en silencio y todos mirándome. Le dije que lo sentía. Cara de piedra sonreía y en seguida supe que sabía lo que había sucedido.

Le ayudé a levantarse y le pedí perdón. Dejé que me pegara un poco pero nunca en la cara.

No volví a entrenar.

El amor y la muerte

Un día de marzo, hace ya algunos años, el amor y la muerte estaban sentados en las escaleras de delante del MNAC, en Montjuïc. Miraban hacia la ciudad en silencio, ninguno de los dos se atrevía a decir nada al otro.

"Si me quisieras..." dijo el amor por fin. "Sí" dijo la muerte, "si te quisiera en ese mismo instante dejaría de quererte, nuestro amor moriría".

"Aun así... ¿sabes? valdría la pena".

Siguieron mirando la ciudad en silencio, sentados el uno al lado del otro. Sin atreverse a verse a mirarse a los ojos.

Al cabo de un buen rato, el amor dijo "me voy". "Yo me quedo un rato más" dijo la muerte. Se dieron dos besos de despedida.

Curiosamente, no pasó nada.

Pez y luna

Anoche desaté el hilo que unía la luna a la barandilla de tu balcón. Pensé que la luna se escaparía enseguida, como un pez que una vez se le ha quitado el anzuelo y devuelto al agua desaparece de un coletazo en un abrir y cerrar de ojos. Pero la luna siguió allí, con el fino hilo colgando sobre el mar, lejos del Guinardó, donde ni tan sólo sé si sigues viviendo.

Al mismo tiempo que desanudé el nudo de la luna, desnudé mi alma de tu presencia. Me dije mirándome a los ojos que volvía a ser, de nuevo, un nómada y volví a las manos en los bolsillos y a la cabizbaja cabeza. Y volví a caminar sin rumbo y a no tener esperanzas.

Me duró poco, la luna me llamó y me dijo que subiera. Y subí rápido, de algo debían de servirme todos estos pájaros que tengo en la cabeza. Me senté en la roca lunar desde donde veía tu balcón, unos selenitas ociosos jugaban al voleibol a cámara lenta con la escafandra de un astronauta de novela de Julio Verne. Uno se me acercó en silencio y se sentó a mi lado. Me puso la mano en el hombro y movió la cabeza como queriendo decir que no tenía remedio.

Luego, la luna empezó a moverse; lentamente, como un buque que suelta amarras, y se oyó un quejido como de armazón metálico que se comprime y luego se despereza. Una brisa imperceptible empezó a movernos los cabellos (también de forma imperceptible) y la Tierra empezó a moverse delante de nuestros ojos como si empezara a rotar de nuevo.

Quizá por eso hoy estoy así: lunático y resabiado, emprendiendo un nuevo viaje montado en un asteroide rodeado de ociosos selenitas come-cacahuetes, tratando de que esta vez la luna (mi luna) encuentre un planeta al que orbitar sin que tú vivas en él.

Tengo la sensación de que me he rendido.

Curiosamente, creo que esta rendición era necesaria para empezar de nuevo a buscarte.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El oficio de aprender a volar


Gracias L. por la fotografía... Parace que los otros patitos le digan ¿pero dónde vas tarado? menos el que está más al borde que parece pensar ups! me parece que lo he empujado yo.

Y a cada paso que doy sé que sólo tengo una dirección. Y me siento agradecido por todos los pasos que he ido haciendo en mi vida hasta llegar a este punto.

Y sé que a veces el azar pudo parecer el agente integrador pero... de nada serviría si no hubiera apostado por mi visión de las cosas, si no tuviera un sueño y ese sueño no tuviera algo que ver con mi capacidad para ver más allá.

Hoy he hecho balance de todo lo que me ha pasado en los últimos años y en cómo he reaccionado a todo ello y creo que he hecho lo correcto, he generado oportunidades, he condicionado mi destino.

A día de hoy realizo ofertas cuyas comisiones supondrían la cancelación total de los préstamos que me agobian. ¿Lo he generado yo? En gran parte sí pues fui yo quien creó el grupo que hoy somos, busqué a quienes debían integrarlo.

Podría haberme buscado un trabajo pero quise crear mi trabajo.

Y ahí están las consecuencias.

Cuando tengas un problema no hagas caso a los que te dicen que debes conformarte con lo que el mundo ofrece. Pregúntate qué es lo que tú puedes hacer con lo que sabes y eres y el mundo será tu gran oportunidad.

Mi reto: que el agua potable llegue a quien lo necesite. Tenía 16 años cuando lo decidí. Desde entonces he cometido muchas equivocaciones y algunos aciertos.



Hace unos meses me parecía imposible salir de donde estaba. No creo que el tiempo ponga a cada uno en su sitio, no creo en ninguna justicia divina. Creo en el trabajo y en el ser fiel a lo que deseas.

- Fórmate en lo que te atrae. Si vas a trabajar, trabaja en lo que te interesa.
- Rodéate de personas afines y con los que te una la misma visión. Ya que tienes que relacionarte laboralmente, trata de elegir el equipo que deseas.
- Nunca sabrás si te va a ir bien o mal, pero lo importante es que dar lo mejor de ti mismo no suponga un esfuerzo titánico y en contra de tus principios.

Y estoy aquí. Hay quien piensa que caerse al agua es morir ahogado y hay quien piensa que es el primer paso para aprender a nadar.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El destino es un hijo de la gran p...


If I were a Boy
Cargado por javierlobe. - Videos de música, entrevistas a los artistas, conciertos y más.

Hace días que tu recuerdo me agota, que sigo dándole vueltas al porqué y el cómo sin encontrarlos. Creo que los huesos me los partió la incertidumbre y no la hostia de que no te quedaras conmigo, de que creyeras que el tren era ese otro y tu camino esa otra vía.
Sé que ha pasado el tiempo. El tiempo ha sido tu aliado y mi enemigo, porque dejaste rastros que yo pudiera seguir, porque el destino es jodidamente juguetón y esta mañana estuve en la fábrica donde trabaja tu tren y me recordó a los obreros de Metrópolis, cabizbajos y lentos, desanimados, con los vientres hinchados de café de máquina expendedora, con sus uniformes descuidados, su importancia y prepotencia de ser esclavos de un amo con nombre de piedra.

Y entonces me he vuelto triste, de una tristeza infinita que me empapa desde las ocho de la mañana, no porque entienda que ya no volveremos a vernos sino porque nunca entendí que me cambiaras por una de esas almas de bocadillo de mortadela y botijo los veranos. Y me he sentido triste porque siempre pensé que merecías lo mejor ¿sabes? hasta a veces pensaba que yo era poco para ti, y hoy, hoy me he dado de bruces contra tus argumentos cuando me dejaste. Y es que ayer me di cuenta de que ese alma de barro se me coló en mi facebook para controlarme y al no encontrar nada te metió aquello en la cabeza de que yo seguía con lo de "soltero" en mi perfil.

Me sentí muy culpable durante mucho tiempo, pensando en que era yo quien la había cagado, pero sé que la cagamos los dos, que yo te quería porque era imposible no quererte y tú me querías porque hice lo imposible para ello.

Ahora eso poco importa, tú ya te has acostumbrado a no querer estar sola, yo me he vuelto un hombre triste que remonta. Sigo pensando que no me arrepiento de nada porque hubieron demasiados intereses en contra de mí. No sé el porqué les hiciste caso. No sé si importa si te digo que me daba igual que fueras mi pareja, lo que me importaba era estar contigo, no sé, joder, te quería.

Ya he dicho que eso ya no importa. No creo que me leas, de hecho voy a publicar esto y estoy seguro de que ya estás cansada de entrar en el blog y de leer mis altos y bajos, de siempre lo mismo.

Bueno, ahora llego a fin de mes, eso ha cambiado, y escribo todos los días y te echo de menos todos los días que escribo y ocho meses después sigo pensando que tal vez me pudo la prepotencia de creer que me querías, que como yo, pensabas que nunca antes habías encontrado a alguien con el que te entendieras tan rápido. Pero me equivoqué, me pudo la ingenuidad y a otros les sobraron artimañas.

Espero que te acabe yendo bien, que te acuerdes vagamente de mí, que tarde o temprano te des cuenta que yo valía mucho más de lo que entendiste.

Yo, por mi parte, sigo a base de dieta de pegamento y sigo queriéndote como un imbécil, optimista hasta que el destino me pone en medio la oportunidad de una depuradora donde trabaja el traidor, me gustaría que vieras la podredumbre con la que se mueven en su tarea alli dentro, el caso es que me miro en el espejo, en lo que soy y en lo que he sido y no me lo explico, te lo juro.

Estoy alargando demasiado esto porque sé que los textos largos son más difíciles de leer y así, si por casualidad entras, se te quiten las ganas. Imagino que ya te dará todo igual. A mí no. No consigo quitarme de la cabeza que lo jodieras todo y me echaras la culpa.

Pero sé que sólo divago y me erosiono contra una pared de piedra, como el nombre de la fábrica donde laburan los hombres de barro, en sus tronos de culo, con sus vientres inflados y espaldas curvas, con la mirada perdida de sus ojos de loco, deambulando alucinados por los pasillos de un centro de día, de un psiquiátrico en el que de alguna forma te siento presa.

Y sé que es una entrada abusurda pero hoy me pesa el alma como si la hubiesen arrojado al río con los pies en un bloque de cemento-de-promesas-rotas, debe ser por eso que me ahoga esta locura de tristeza, y es que esta es, probablemente, la última oportunidad que tenemos... esta noche, a lo más tardar la que viene, desharé el nudo que une tu balcón a la luna y liberaré de sueños tu sueño y recorreré tu piel en un viaje de no retorno; me siento como un traidor a su patria teniendo que salir huyendo. Porque no te equivoques, yo tuve que huír hacia la muerte para no morirme de frío.

Y no sé qué pensarás, alargo esto demasiado para que no tengas que leerme y pensar, ya ves, acabo pensando en lo mejor para ti. Lo mejor es que no leas esto, que nadie lea esto.

Ha caído la tarde, hoy no he ido a comer para acabar cosas. Me he planteado vender una depuradora a un país que lo necesite, antes de que acabe el mes. Y sé que eso te importa poco, que ya nada de lo que me llena por dentro debería importarte. No sé, me siento como un juguete roto en el baúl de los trastos viejos a la espera de que lo lleven a Juguetes sin fronteras y haga feliz a alguien que con sonrisa, manos, pies, barriguita de niño.

Se me va a hacer un nudo en la garganta cuando deshaga el nudo desnudo del hilo lunático.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Hombre y ventana


Un día, aprenderé a ser invisible y caminaré desnudo por las calles, aprenderé a soñar despierto, a no renunciar a quimeras por lo que pueda pensar o decir la gente. Un día seré libre y no me quedará ningún lugar donde esconderme de mí mismo, no tendré la necesidad de suplantarme por ese otro que quisiera ser. Un día de éstos me sorprenderá la verdad al levantarme por la mañana y ya nunca podré renunciar a ella, abandonaré las obligaciones y los tratos, saldré a la calle con las manos en los bolsillos a vagabundear las aceras, a mirar a los ojos a los otros transeúntes e iré a decirle todas esas cosas que quisiera que ella supiera.

Quisiera decirle que la luna hace tiempo que sólo orbita su casa, que hace tiempo que abandonó la tarea de rodear la tierra, porque hicimos un pacto en el que un hilo invisible la ataría a la barandilla del balcón de su casa, un pacto con mis deberes y obligaciones en blanco, a su voluntad lunática y caprichosa. Quisiera decirle que subo todas las noches, me siento en una roca y la espío desde allí con alevosía y premeditación, con esa extraña vocación que une sentimientos irreconciliables. Que a veces, se me sientan al lado selenitas ociosos que me hacen compañía y miran en la misma dirección esperando ver aquello que, pobres, sólo yo veo, y que cuando ella sale al balcón vitorean como unos hinchas de fútbol a su equipo soñado. Cuando hacen eso los ahuyento y salen corriendo a esconderse. Luego, poco a poco, van saliendo de sus escondrijos, regresan a mi lado y vuelven a mirar lo que para ellos es un punto en el infinito hasta que se aburren y acaban tomándome por imposible. Algunos días, les llevo cacahuetes y nos los comemos juntos, encima de la única roca erosionada de la luna, con las piernas colgando. Creo que formamos una estampa un tanto desconcertante para los telescopios que se empeñan en observar la luna. Los astrónomos intentan encontrar una explicación a que ésta ya no de vueltas alrededor de la tierra y gire sólo alrededor de su casa, sin conseguirlo. En ocasiones, me los encuentro por la calle y me saludan sin recordar muy bien dónde me han visto antes. Se quedan pensativos un rato, luego, el que recuerda trata de olvidar que existo.

Algunas veces me deslizo, por el hilo invisible que sujeta a la luna como si fuese un globo, y bajo a desenredarlo de las torres de la catedral y confieso que en las noches de verano en las que deja la ventana abierta, en lugar de subirme de nuevo, he seguido bajando y he entrado a su cuarto y he dormido junto a ella enredado en su pelo o a los pies de su cama, en los pliegues de las sábanas, en el hueco que inventa su brazo debajo de la almohada, me he columpiado en la gota de sudor que no se atreve a abandonar el pliegue de sus senos y he sido la brisa que le arrancaba un escalofrío. A veces se despierta, me mira y sonríe, me coge la mano pensando que soy otro soñador con el que coincide en su deambular por las profundidades del submundo a donde vamos cuando nos creemos dormidos. Ella me mira con los párpados hinchados, sonríe y regresa de nuevo a desde donde quiera que viniese sin que yo pueda seguirla.

Si le contara el secreto de mis noches sabría por qué estoy allí tan pronto cuando me necesita, por qué aquella noche llegué antes que el viento que abrió su ventana, por qué todo incendio no es más que en simulacro, por qué me dice siempre que sólo yo la entiendo. Sabría el motivo de mis ojeras, de esas heridas en mis manos que son de descolgarme por la ventana de su cuarto cuando llega el día, sabría por qué el cuadro que siempre está torcido regresa de la noche recto, por qué hay jazmines siempre frescos en la mesita de noche, por qué saben a sal sus labios por la mañana cuando despierta. Sabría que la sigo hasta la ducha sin tener que evitar a los espejos (hice un trato con el azogue de éstos, por el cual ya no me reflejo en ellos) y me deslizo por el desagüe después de recorrerla, empapado de ella, laberinto abajo, en un viaje que acaba en la soledad del náufrago en el mar, sin tabla, sin naufragio y sin la esperanza de poder volver atrás.


Si lo supiera subiríamos en bicicleta por las montañas hasta llegar a la luna y nos sentaríamos en una roca a ver su casa vacía. Ella me hablaría de sus cosas y yo le hablaría de la luna y me iría muriendo un poquito a cada confidencia hasta volverme invisible y bajaríamos en las bicicletas sobre un hilo de hielo hasta su casa y allí me convertiría en humo de sueños para que ella pensara que todo había sido imaginación suya. Y volvería a la luna día tras día, a ver su casa vacía rodeado de mi corte de selenitas ociosos que me preguntarían dónde está ella y yo les diría que vive en otro lugar con otro que no soy yo y ellos se reirían de mí sin que yo tuviera ánimo para ahuyentarlos, sólo castigarlos sin cacahuetes.

A veces, mi alma se deshace, pierde solidez, se desmigaja, y regreso de los lugares queridos herido de muerte y calma, se me llenan los cauces de aguas dañinas, me quedo desnudo frente a un espejo que ya no refleja nada. Entonces decido abandonar la noche y la luna y vuelvo a retomar la piedra y el hierro al que me acostumbraron otras vidas, no la mía, y me visto para la guerra, dejo de mirar de frente, me saco las manos de los bolsillos, dejo de soñar quimeras y vuelvo a ser sólo un hombre mirando a su ventana.

domingo, 31 de octubre de 2010

Elogio de la pasión


Si algo le pido a la vida es que me conceda la capacidad de apasionarme, de estar deseando que amanezca para que empiece mi tarea. Si algo le pido a la vida es encontrarle sentido a mi trabajo, que no me venza el desaliento, que me dé la oportunidad de buscar y crear las circunstancias.

La semana pasada estuve en la bodega donde se fabrican las cervezas Maüser. No sé si conté que tras visitarlos en la fira del cava de Sant Sadurní, y casualmente, entraron en mi blog y Albert me escribió. Todavía no sé a ciencia cierta qué me hizo acercarme a su stand, en cualquier caso, lo hice y bueno, supongo que el azar tendrá sus razones.

Pasión. Cuando Albert me habló del proyecto que les llevó a crear una bodega de vinos muy diferentes (uno envejecido en ánfora y otro, un vino blanco de uva negra) lo hizo con el brillo en los ojos del que está haciendo lo que le gusta, me juego lo que queráis a que está deseando levantarse por las mañanas para ir a la bodega. Él y su socia Silvia me lo transmitieron con sus palabras pero sobre todo con la mirada.

La pasión debe ser algo de locos. Pero creo que lo que es de locos es no sentir pasión por lo que se hace. Todos tenemos algo por lo que sentirnos así.

La pasión requiere de una fe inquebrantable en lo que uno cree y estar dispuesto a pasar momentos de duda, es darse cuenta de que a veces las cosas tardan su tiempo. Todo llega.

Llegará.

Dirección de su página web: www.esteveiferron.com (id al blog clickando en el símbolo de blogger)