sábado, 29 de mayo de 2010

Siempre digo alguna palabra que lo ahuyenta todo



Anoche volví a ver en la oscuridad como un gato, volví a sentir el dulce y amargo sabor de la sangre de las palabras. Anoche volví a quererte, dios mío, anoche el bicho despertó de nuevo, recorrí la espalda de las calles que serpentean tu barrio, me supiste en los labios como si fueras alcohol de cuarenta grados, anoche empecé a saber qué exige estar a tu lado y a sospechar que es todo lo que tengo. Cerré los ojos con fuerza hasta que dentro de mi cabeza desapareciera el infierno y sólo quedaras tú.

Quedaste tú. La vida es jodidamente rara. Una palabra y el futuro se disuelve como un alka seltzer en un vaso de agua. No existe el futuro. Sólo hay un presente que no tiene sentido. Me gustaba el presente cuando estaba a tu lado, ahora sólo estás cuando cierro los ojos con todas mis fuerzas. Y sin embargo te siento a todas horas aunque no estés, te siento ahora encerrada en estas cuatro paredes conmigo. A veces hablo contigo, te cuento mis cosas mientras hago las tareas en casa, solo, como esos niños que tienen amigos invisibles que acaban un día desapareciendo. Diría que me estoy volviendo loco si no fuera porque tengo la certeza de que enloquecí del todo el día en que te fuiste.

Nunca creí en el amor. El amor no existe, a veces confundimos amor con posesión tratando de crear algo que en realidad sólo es un acuerdo entre dos partes. Yo poseía tu cuerpo y tú poseías mi alma. ¿Amor? No se puede amar cuando se convierte en desesperación, cuando te lo juegas todo a una sola carta. Diría que te quise, que estar a tu lado me hacía feliz, me gustaba qué clase de hombre era cuando estaba junto a ti. A veces no sé si te echo de menos a ti o a la felicidad que sentía cuando estabas conmigo. A veces intuyo que esa felicidad no era otra cosa que saberme el origen de tu paz. Paz; echo de menos tu paz.

No te lo he dicho. Te he visto de lejos y no me he acercado a ti. Si lo hubiera hecho hubiera tenido que decirte que he vuelto a escribir. He vuelto a escribir, quizá por eso vuelvo a ver en la oscuridad como un gato, quizá por eso mis dedos son capaces de soñar con tu piel, una piel que destila un dulce veneno al que, empiezo a darme cuenta, soy adicto.

Hace días que doy vueltas en la cama, me levanto demasiado pronto y no puedo dejar de pensar. He buscado tu cuerpo en otras voces, tu voz en otros cuerpos, he querido querer y he querido olvidar sin conseguir nada de ello. A veces salgo a perderme por las calles hasta que no puedo más, hasta que no sé volver a casa.

Y sin embargo sé que si nos viéramos, si habláramos una sola vez, todo sería como cuando nos dijimos adiós, sólo habría reproches, sólo quedarían las preguntas de siempre y las respuestas de siempre, que los momentos que se fueron requieren de un largo tiempo, de una imposible vuelta a atrás, como si para recordar el cariño dado fuese necesario meterlo en una barrica durante años de quietud y silencio hasta que se convierta en algo valioso, algo que podamos beber sin querer escupirlo de inmediato. Y sin embargo, no tenemos tiempo.

La vida es demasiado corta para salir huyendo y darse tiempo. Tiempo; no existe el tiempo. Si alguna vez se extingue nuestro universo y desde otro universo algún arqueólogo de estrellas encuentra nuestro rastro, no lo hará por lo que haya pertenecido al tiempo, lo hará por lo que haya escapado a él.



Y yo quiero escapar al tiempo contigo.

viernes, 28 de mayo de 2010

Me gustaría


Me dice adiós con la mano. Suelta lastre, le digo. Suéltame a mí se te peso, vuelvo a decirle. Me mira. Me mira y no me suelta. Es por esas cosas por las que sigo aquí, pienso.

Más dura será la caída, me dice una voz a mi espalda. Me doy la vuelta y no veo a nadie. Debe de ser mi imaginación. Me siento en el suelo. Ella se eleva por fin, ya no me dice adiós. Sólo me mira fijamente. Se hace pequeña. Me envía un mensaje por teléfono. La echo de menos. Aún no sé por qué lo hago. Imagino que es porque mi vida es una despedida constante, que en el momento que conozco a alguien, ya sabes, ya he empezado a despedirme de él.

Ahora es un punto en el cielo. Un punto negro sobre un cielo azul oscuro. No entiendo nada peor que sentimre solo de esta forma. No hay nada peor que oír los maullidos de Penélope echando de menos a Ulises que anda por los tejados.

miércoles, 26 de mayo de 2010

El sol y el dragón blanco


Hace días que me despierto sobre las seis. Me levanto, bebo agua, a veces vuelvo otra vez a la cama, no consigo dormir. Como no consigo dormir ahora subo a la oficina y adelanto trabajo. No me ducho hasta más tarde, como si me hubiese adelantado al ritmo natural de mis días y lo reenganchara con ese gesto sabiendo que esa hora u hora y media de más es un tiempo robado, un tiempo vivido sin que estuviese planeado, un tiempo del que nunca guardaré ningún recuerdo.

A veces tengo la sensación de que existen etapas en mi vida que fueron así, un tiempo extra, una salida de la rutina hasta que llegara de nuevo el ritmo natural de las cosas, y volver a levantarme solo, hacer las cosas solo, pasar los días con las incertidumbres conocidas... permitidme que haga un alto, el sol sale por encima del tejado del edificio del otro lado de la calle y me da de lleno, entorno los ojos, recuerdo que hay un gurú en no sé dónde que se alimenta de los rayos del sol haciendo un ejercicio todas las mañanas al mirararlo. "El primer día diez segundos, el segundo veinte, el tercero..." ahora que lo pienos de diez en diez es mucho. No sé, se lo preguntaré al dragón blanco que habita en cierta fortaleza.

El sol me molesta para escribir pero me consuela saber que, de alguna forma, me está alimentando.

Hoy no he soñado contigo ni con tu voz, hoy he permanecido como muerto, sin soñar, sin esa rabiatristeza que me provoca saber que nunca me querrás, a sabiendas que la distancia aumenta mi debilidad, con la certeza de que soy el muñeco de trapo de la niña que acaba de entrar en la adolescencia. Podría decirte que no me importa pero sí me importa, me importa tanto que a veces se me descosen las costuras, envejezgo demasiado deprisa, como si un muñeco lo que no pudiera soportar de verdad fuera la soledad de la repisa, la añoranza de dormir acurrucado entre tus brazos.

Resulta curioso, para mí la crisis empezó cuando tú te marchaste, justo en el momento en el que empecé de nuevo a tener trabajo. Pero no sé por qué sospecho que los muñecos de trapo sueñan todo el tiempo, que si existe algo en el mundo que se pasa veinticuatro horas soñando son ellos. Me gusta estar de alguna forma, conectado con ellos en una hermandad secreta de alma descosida, de reuniones en la cara oculta de la luna, de tostadas untadas de mantequilla que acaban siempre intactas, de polvo lunar en la alfombra del recibidor al regresar de madrugada, de repisa fría todas las mañanas, mientras tú te despiertas con el zumbido del reloj y corres desnuda, pasillo abajo, camino de la ducha.

martes, 25 de mayo de 2010

Flores raras



A veces sueño con tu voz y el dormir se convierte en algo abominable, lucho y me desespero por despertar de él pero cuanto más lo zarandeo más hondo clava sus uñas en mí. A veces me rindo y me quedo a escucharte como si esa letanía fuese una canción en un tocadiscos eterno. No te lo he dicho, tu voz suena al raspar de la aguja haciendo nuevos surcos, una y otra vez en mi cada día más débil corazón.

Tú no lo sabes pero tu voz y mi deseo van de la mano, deseo de tu piel, de tu cuello, de mis manos arrancándote la ropa, de buscarte una y otra vez con desespero el broche de tu sujetador. Tu voz sólo se calla cuando acabas desnuda y enredada en mí, entonces es cuando paso de querer despertar a querer que no se acabe nunca la noche. Pintaría la habitación de negro para que no acabara nunca. Vaciaría de luz el mundo. Dejaría ciegos a todos.

Despierto anhelo el sueño con tanta fuerza como deseo despertar cuando te cuelas en mis oídos mientras duermo. Despierto te espío, te escucho, te huelo como un animal hambriento. Tú te crees a salvo en esta distancia que nos separa y me ignoras, no quieres saber de mí, tal vez nunca existí, al fin y al cabo ¿quién puede afirmar que alguien o algo existe?

Pero algunas noches tu voz te delata, dices palabras que no quieres decir y rectificas de inmediato, hablas sin saber qué dices, como si tu corazón se desbocara por tu boca, como si el guardián de tus deseos durmiera borracho abrazado a una neurona. Y entonces, sin tú saberlo ya eres mía, sin que ninguna palabra medie entre nosotros, me perteneces.

Somos esclavos del corazón, no de la mente. Y mi corazón sólo entiende el lenguaje del deseo. Del deseo de ti.

Pequeños gestos



Tengo treinta y nueve años, dos meses y catorce días, dos gatos y un bonsai al que llamo Alberto, tengo la cabeza bastante mejor amueblada de lo que yo mismo creo y el corazón de un niño embobado. Me rijo por leyes poco convencionales, soy bastante asocial a veces pero sin embargo caigo bien y soy hasta divertido. Noto que la gente me acaba cogiendo cariño, un cariño que, para qué vamos a negarlo, nunca creo que merezca.

Tenía un sueño: quería ser escritor pero supongo que no tengo nada interesante que contar, así que lo dejé en el limbo. Tengo otro sueño desde hace años, llevar agua potable a quien lo necesita. Con el tiempo el sueño se fue convirtiendo en una pesadilla. Acabé haciendo depuradoras para personas que no lo consideraban necesario, me dejé la piel en ello, ahora tengo tres hipotecas que voy pagando a trancas y barrancas. Tengo el piso en venta y una propuesta encima de la mesa para trabajar viajando por el mundo a la búsqueda de proyectos de tratamiento de aguas. Quizá cumpla por lo menos uno de mis sueños.

Tengo el corazón hecho pedazos, unido con cinta aislante, creo que cuando nací ya lo llevaba así, ya casi estoy acostumbrado pero cada vez los pedazos son más pequeños hasta que un día se acaben convirtiendo en polvo. Entonces, supongo que no habrá cinta aislante que los pegue. Me pregunto qué pasará entonces.

Tengo un blog desde hace dos años y medio al que puse el nombre de un cómic de Frank Miller. Siempre he sentido curiosidad por quién me lee, siempre he tenido afán por conocer las vidas que hay detrás de cada comentario y leo sus blogs y me gustaría saber más de quienes no lo tienen. He de reconocer que me ha sorprendido que mi adiós fuera como esta primavera y que brotaran tantas flores. No sé si os habéis fijado que este año han crecido casi el doble que otros años. Me he emocionado hasta la lágrima pero lo negaré incluso bajo amenaza de muerte.

Siempre llego tarde a casi todo. Cuando la chica ha empezado a salir con otro, cuando el puesto de trabajo ya ha sido cubierto, cuando hace una hora que han decidido qué proyecto licitar. Siempre llego tarde y además nunca hay segunda oportunidad. Y no es que no lo intente pero es así. Debe de ser coincidencia. Cuando me cruzo con historias en las que ya van por la décima oportunidad y siguen desperdiciándolas me da rabia, pero una rabia muy flojita. Pocas cosas me importan de verdad, he aprendido a vivir en una gama de azules muy míos (no grises, que conste) en la que me sobresalto poco. Hoy he dormido fatal. Estoy cansado, tengo sueño, hoy el día es azul cielo apagado. Sólo yo sé el porqué.

Sólo yo sé el porqué, sólo yo sé de qué pie cojeo, sólo yo llego a mis propias conclusiones. Es lo que tiene intentar escribir novela negra, siempre hay un secreto que el protagonista acaba por descubrir. Construir engaños acaba por ayudarme a aclarar los que me encuentro, a sospechar de los malditos fallos de guión, a las incongruencias.

El otro día alguien me dijo algo que debería sorprenderme pero no lo hizo. Me dijo algo así como que yo captaba la atención por cómo escribía, enamoraba por la forma de ser al principio y esos ojos verdes que miran tan fijamente y acababa defraudando por la fatalidad que acaba siempre aflorando. "No dejas que nadie te ayude o aconseje, toni" me dijo. Supongo que tiene razón, yo también podría haberle enumerado sus tres porqués pero me callé, no venía a cuento. "Oye, ¿por qué lo dejamos tú y yo?" le pregunté. "Siempre tuve la sensación de que merecías alguien mejor que yo". "Nadie era mejor que tú" le dije. "Entonces me fui porque me sentía fuerte. Haces que la gente se sienta tan bien y tú estás tan cerrado... y entonces haces sentir tan mal". Entonces, pensé, no es que creyeras que yo merecía alguien mejor, lo que ocurría es que tú creías que merecías alguien mejor que yo. No dije nada, no me gusta decir cosas que no me gustaría que me dijeran a mí. Si ella era feliz con eso, yo no iba a remover aguas tan reposadas.

Sinceramente, no sé si voy a seguir con el blog, no sé si esta forma de escribir no hace otra cosa que reforzar esta reflexión, esta fatalidad. Lo mejor sería que hiciese algo "productivo" y acabara de una vez la novela, volcar esta rabiatristeza en el personaje para acabar desaciéndome de ella.


En cualquier caso, son planes que me reservo, a pesar de ser hoy un día azul cielo apagado, tengo la sensación de que precisamente hoy, he empezado a tomar las riendas de mi vida. Y no sabría decir exactamente el porqué. No sé si es porque tengo la oportunidad de cumplir uno de mis sueños, de salir de este agobio económico, de que he escrito unas cuantas líneas de la novela, o es porque he aceptado que hay etapas de mi vida que se acaban y empiezan otras. Otras que he ido soñando y construyendo poco a poco, sombras de las que ahora veo el objeto que las provocan. No sé qué me deparará el destino; pero sí sé que sabré afrontarlo.

lunes, 17 de mayo de 2010

Cerrado

Este blog cierra temporalmente. Cierra por desesperación, por incomparecencia de lo que he sido hasta hace sólo unos meses. Este blog queda en suspensión, como las motas de polvo a contraluz, queda definitivament hueco, acaba siendo la concha sin el bicho que lo habita.

¿Seguiré escribiendo? Probablemente sí pero mi intención a día de hoy es no seguir haciéndolo aquí.

¿Decepcionado con el mundo? Decepcionado. Y no me sirve aquello de que uno proyecta lo que piensa, que todo está dentro de nosotros y todo eso, que pensar que el mundo es una mierda es lo que lo convierte en una mierda. Ni hablar de eso.

Debo de valer muy poco para que siempre me pase lo mismo, debo de ser un idiota por pensar que en algún momento he tenido alguna oportunidad de que me quieran por lo que soy y no por lo que tengo.

Siempre acabo volviendo pero no sé por qué algo me dice que esta vez no va a ser así.

También estoy seguro que, tarde o temprano, nos volveremos a encontrar.

Hasta siempre.

domingo, 16 de mayo de 2010

My Buddy´s



Las tres. Regreso a casa después de una noche extraña, de viejos compañeros de clase, de hombres curtidos. Me miro en un espejo cuando llego a casa mientras me pregunto por qué no has llamado, por qué no has contestado a mi llamada. Intuyo el porqué y no siento nada. He bebido, es cierto. Eso debe de disipar cientos de enigmas que no tienen nada que ver con todo esto.

El bicho duerme tranquilo, el alcohol sabe ser el bálsamo que necesito. No he podido dejar de compararme con los amigos de hace veinte años. Esta noche ha sido una noche de porqués y de por qué yo.

Entre la bruma espesa como mayonesa que me impide avanzar hacia la cama y me lleva al cuarto del ordenador donde no veo tu sombra. Todo se ha desvanecido. No tiene sentido seguir hacia adelante. Ahora escribiría la frase que he escrito y he borrado varias veces. No lo hago.

Sé que no voy a poder dormir. Sé que no voy a poder dormir nunca más.

sábado, 15 de mayo de 2010

Vagamundo

Me ofrecen un trabajo. Un trabajo que consiste en viajar por el mundo. Lo cierto es que el negocio lo propuse yo y ellos lo han ido estudiando. Me dicen que sí, que vale. Me ponen condiciones, yo les pongo condiciones. Aceptan.

De repente tengo miedo. Precaución, llámalo como quieras, pero miedo al fin y al cabo. Hasta ahora tenía un negocio propio y todo lo que hacía era para mí. Iba justo. Excesivamente justo pero pensaba que podía decidir mi futuro. Ahora se crean las oportunidades necesarias para que todo se enderece. Pero algo me dice que este no es mi sitio, no es mi lugar. No sabría decir el porqué. Quizá porque quería vender el piso y empezar de cero y ahora todo irá deprisa. Demasiado deprisa.

Lo que me he dado cuenta es que no me mueve el dinero pero que se necesita demasiado para poder vivir... en cierta forma me había convertido en un esclavo. Ahora, me relajo, pienso en cómo acabar todo lo que tengo empezado, en cerrar los trabajos que llevo años detrás de ellos y que parece que por fin van a cristalizar.

Pero creo que entre toda esta confusión he descubierto algo bueno: Puede que las cosas salgan mejor o peor, puede que las cosas que creías que iban a durar, duran lo que tarda en caer una hoja de la rama al suelo, pero ante todo hay que ser honesto con los demás y con uno mismo, y confiar en que el camino lo es todo, que los resultados sólo son altos en un viaje muy largo que no nos va a llevar a ninguna parte. No puedo ser otro que no soy de la misma forma que no puedo querer a quien no quiero ni puedo no querer a quien sí quiero.

Siempre confié en el destino y en que un día llegaría la oportunidad, que las oportunidades han de madurar para que puedan comerse como una fruta. No sé qué me depara el futuro pero lo viviré con la misma intensidad con la que he vivido mi pasado, los éxitos y los fracasos, los proyectos que se quedaron en el camino y los que acabaron por cuajar. Lo vivo todo como si me fuera la vida en ello, si alguna vez te he dicho que te he querido lo he dicho de verdad, si alguna vez me has visto llorar es que no pude no llorar, si alguna vez te pedí paciencia es porque estaba convencido de que este momento llegaría. Como llegarán otros momentos. No es lo importante, lo importancia de las cosas no tiene nada que ver con todo eso, no sé, ahora estoy desvariando.

Por fin, después de escribir esto, me abro a la esperanza, a lo que tenga que venir. Voy a por ello. Espero encontrar calma interior.


P.S: Luego, casi siempre, escribo triste. Pero ¿qué le voy a hacer si todos los autores que me gustan escriben triste?


martes, 11 de mayo de 2010

Bodas, bautizos y exorcismos

Frankenstein


Me distraigo con lo esencial, le doy vueltas como a una noria que no mueve molino, pasa el tiempo, me veo dentro de unos años, me recuerdo hace unos meses, dejo de entender ciertas cosas, seguiré sin entenderlas. Me pierdo. Caigo. Me levanto. No sé dónde estoy. Esto es lo que yo creía que me hacía fuerte. Ahora sé que ser fuerte es la mayor debilidad. Quizá demasiado tarde.


Una nota en la cocina. Podría decir que lo esperaba y mentiría. Podría decir, por el contrario, que no me lo esperaba. También mentiría. El sol entra por las ventanas, hace un día jodidamente bueno, me gusta esta sensación de mediados de primavera cuando el sol aún no calienta. Leo la nota, ningún coche pasa por la calle, Ulises se me acerca y se frota contra mis piernas, vuelvo a leer la nota. Abro el cubo de la basura y la tiro. Ni siquiera he tenido ganas de hacer una bola con ella.


No sé qué hacer. Probablemente antes de leerla tenía algo pensado pero ahora no me acuerdo. No consigo cogerle el hilo de nuevo a este día. Me voy a la habitación, me siento en la cama, me da por quitarme los zapatos, me quito la ropa de calle y me pongo una camiseta y unos vaqueros. Sigo sin saber qué hacer. Lo que más me preocupa es que tampoco sé qué pensar.


Me jode. Sinceramente, me jode un montón este no llamarla por teléfono y mandarla al infierno, este no llamar a un amigo e ir a tomar una cerveza, este no pensar "bueno, mejor así"; y me jode porque después de hacer todo eso seguiría con el mismo no saber qué hacer.


Me siento en el sofá. No podría leer, no podría distraerme con la tele ¿distraerme de qué si tampoco estoy pensando en nada? Luego pienso que tal vez lo mejor sea no tratar de averiguar. No pensar. Dadas las circunstancias es lo mejor. Llamo a R. y le digo de ir a tomar una cerveza. Me dice que no puede, que a N. no le gustaría. Le digo que es un calzonazos y él me responde que qué le va a hacer. Quedamos para ver el partido el domingo. Es el final del campeonato.


No sé qué voy a hacer hasta el domingo.

lunes, 10 de mayo de 2010

Poder


Me dice que no tenga prisa. Yo la entiendo mal y creo que me dice que no tenga prosa. Nos reímos un buen rato. Ella bebe coca cola light; yo, un té con limón. Me dice que quizá debiera abandonar la novela y dar por acabada una etapa de mi vida. Lo dice con una sonrisa y mientras la miro pienso que se pueden decir las cosas más cortantes sin que parezca que importan. Enciende un cigarrillo. "Pensé que lo habías dejado" le digo. "Y lo he dejado" me responde.


Se levanta y va a pedir algo a la barra. Vuelve y se sienta. "¿Me has mirado el culo?". Dudo. "Sí" le digo por fin. "¿Y qué tal?" pregunta. "Bien" le digo. "¿Sólo bien?" hace un gesto de disgusto. "Muy bien" digo. "¿Pero muy bien de qué culito o muy bien de te cogería por detrás y te la clavaría hasta el fondo?" Apaga el cigarrillo en el cenciceo que ha ido a buscar a la barra. "¿Te importa mucho?" le pregunto. "Me va la vida en ello" sonríe.


"¿Sabes?" me dice "Hay dos tipos de hombres en el mundo. Los que admiran la forma, lo bonito, lo quieren tener al lado, comprarlo, creer que tener eso les hace ser mejores y los que quieren poseerlo para disfrutarlo ¿Tú de cuáles eres?". "Yo soy de los que no quieren responder a ese tipo de preguntas" le miro a los ojos.


"¿Te importa si salimos? No soporto el humo" me dice. Pagamos y salimos a la calle. Después del fin de semana lloviendo hoy hace un día expléndido. Decido no ponerme la chaqueta. "¿Has engordado ¿no?" me pregunta. "Sí, cinco kilos. Me pesé ayer" aclaro. "Cinco kilos se van en nada" dice. "Sí" respondo.


"Bueno, tengo que irme. Me esperan en el banco" Me da un beso en la mejilla, demasiado cerca de la boca y a propósito. Me mira, se ríe. Se da media vuelta "No me mires el culo, vas a parecer un salido".


Llego a casa. Enciendo el ordenador y empiezo a rectificar el plano que me ha dicho el arquitecto técnico del ayuntamiento que modifique. Cojo el teléfon y la llamo. "Dime" responde. "No he podido evitarlo" le digo. "Eres un enfermo" me dice. "¿Tengo cura?" pregunto. "No, no la tienes. Ahora te tengo que dejar, llegan clientes." Cuelga. Cuelgo. Sigo con el plano pero sigo pensando en ella. Me propongo no hacerlo y lo consigo. Soy capaz de concentrarme durante un buen rato. Acabo el plano. Lo envío por mail.


Suena el teléfono. Miro el número. No es ella. Descuelgo. Escucho. Miro a través de la ventana. Hace un día magnífico.

Domingo


El día fue largo, el domingo, me refiero. Fue largo y estrecho. Llovió. No todo el día, llovió un poco por la tarde. Cuatro gotas.


Me costaba respirar, últimamente me cuesta respirar. Apenas pude concentrarme en las lecciones de ISO 9001, me cuesta retener lo que leo. Divago, me distraigo, pienso en infinidad de cosas, escribo y leo blogs, me pregunto y me contesto cómo me gustaría que fuera mi vida. Pero sobre todo, espero.


Espero que todo lo que hago sirva de algo, espero que tarde o temprano, de tanto regar acabe dando sus frutos esta tierra yerma. Ahora lo sé; no soy fuerte, sólo soy tozudo, un tozudo torpe que a veces se desespera. A veces, recuerda, sólo a veces.


Pero si me preguntas cómo me siento y me pides que te diga la verdad te la diré. Y no te gustará. Es mejor siempre mentir. Es mejor que cuando alguien te pregunte que cómo estás digas que bien. A todos nos molesta la fealdad.


domingo, 9 de mayo de 2010

Me queda la esperanza (y los domingos por la mañana)



Me llamas porque sabes que yo te diré lo que quieres oír. Nada fuera de lo común, te digo que sólo tú sabes qué es lo que quieres y qué no. Tú asientes con la cabeza al otro lado del teléfono, sabes lo que quieres pero te avergüenza reconocerlo. Hablamos. Cuelgas. Dejo de existir para ti. Yo me quedo un buen rato pensando en ti.

Al principio pensé que para olvidar es una gran ayuda que te olviden primero. Luego, con el tiempo, fui cayendo en la cuenta de que hay cientos de (quizá cientos de cientos) formas de olvidar. Tardé en aprender a saber que ante ese lenguaje, nuevo para mí, mi léxico era limitado y acabé concluyendo que soy un ser demasiado sencillo o que, simplemente, el olvido habla dialectos personales más difíciles de entender cuánto más diferentes somos. Posiblemente ande desconcertado, he leído los mails que me enviabas, son las 10:45, va a ser un día muy largo.

A bonsai dejaron de nacerle flores. Sinceramente, yo pensaba que le iban a brotar todas a una. No sé qué le ha pasado, quizá le haya asustado la primavera, tal vez la lluvia de éstos día lo ha confundido, quizá las flores blancas eran como los dientes de una sonrisa que se ha muerto en el primer gesto de las comisuras de los labios al saber que ya nunca volverías. Antes me asustaba la tristeza que me provocaban tus desplantes, ahora lo que me preocupa es esta la calma, esta calma que me pone tan nervioso.

El tiempo corre, quiero acabar cosas. El lunes vendrán a hacer fotos al piso para colgarlas para su venta. Tengo ganas de acabar con todo esto. Si miro hacia atrás no sé si he sido fuerte o solamente tozudo. A día de hoy, eso me da igual. Me empiezan a dar demasiadas cosas igual. No es que me haya resignado es que, sincermante, no voy a dar prioridad a lo que no tiene remedio.

sábado, 8 de mayo de 2010

La oportunidad




Quizá cambie mi suerte. Quizá, después de todo, exista la gran oportunidad, puede que esté ahí ese tren que sale de la estación y pueda cogerlo aún en marcha. Corro con todas mis fuerzas y me olvido a Carver en un banco de la estación. Dudo un instante, si volver a por el libro o perder la posibilidad de que el tren me lleve lejos (o a otra estación). Esa décima de segundo de duda disminuye mis posibilidades. "Siempre tendrás a Carver dentro" me digo "has esperado este tren durante mucho tiempo".

Corro veloz como el viento, tanto que sobrepaso el vagón de cola. Me agarro al asidero y pongo un pie en el primer escalón. Miro atrás, a la estación. Carver me dice adiós con la mano. Me grita algo que yo no entiendo pero que sé que siginifica que nos volveremos a encontrar en otra estación.

Entro en el vagón. El tren va cogiendo velocidad. Me siento en un compartimento solitario. El traqueteo del tren me tranquiliza. Todo viaje es una aventura. "Toda historia escrita es un viaje hacia algún lugar" me digo, "Sería bueno que empezara con un buen planteamiento" pienso, "creo que debo empezar a pensar en el nudo y en el desenlace, en lo que quiero".

Es importante saber dónde se quiere llegar.

jueves, 6 de mayo de 2010

Vídeo: Leonard Cohen - Suzanne

Tal vez ser humano consista en eso. En estar sólo medio cuerdo para poder tomar el impulso necesario para que los sueños cojan la inercia de los deseos, para poder llegar a algún lugar en el que importen pocas cosas, para encontrar por fin la calma... dejar de correr, de perseguir a nadie, de que te persigan.

¿Y si los deseos me llevan hasta ti?

La caja de los deseos


Descanso cinco minutos, Ulises y Penélope buscan algo con lo que entretenerse, a bonsai no paran de estallarle flores blancas como si fuesen palomitas de maíz. Yo, vuelvo a soñar en primera persona, en una primera persona del imperativo, sin negociación ni aplazamientos, sin tregua, sin perdón, sin miramientos.


Hoy toca repaso de inglés, aunque sé que no podré engrasar todo lo oxidado y sabiendo también que se trata más bien de una cuestión de valentía, de seguridad en uno mismo, de perder la vergüenza, el miedo, las ganas de salir corriendo, de superar la barrera saltando la valla. Eso que a mí tanto me suele costar, eso que tiene una dirección y uno sólo sentido.


Me pregunto cómo yo, que he viajado solo por el mundo, siempre vuelvo a la misma inseguridad, vuelvo siempre a las cuatro paredes, como una de esas anémonas que sólo con el suave roce de un dedo se cierran cono una rapidez que el ojo humano casi no puede seguir. Imagino que todo lo que hago tiene que ver algo con eso, que avanzo y retrocedo, salgo y necesito regresar, que amo y tengo que calmarme en un rincón para no tener esa sensación de vértigo. ¿Quién sabe si no será eso lo que me estanca? No sé. No voy a descifrarlo ahora. Ahora, cómo no, regreso a mi trabajo. Me gustaría pensar que existe una salida en alguna parte, que en algún lugar empezaré a tener esa seguidad que pierdo cada vez que no salen las cosas como desearía.


Como si al final, existiera una puerta que diera a una cripta donde estuviera una caja que contuviera los deseos y uno tuviera miedo a la oscuridad que es propia de la cueva. Una caja de los deseos que, al abrirla, los dejara escapar libremente.


Me pregunto si esta tristeza tendrá algo que ver con todo ello.

lunes, 3 de mayo de 2010

Aurora boreal - Islandia


No puedo dormir. El bicho me grita al oído y no puedo tampoco leer, no puedo cerrar los ojos porque tengo la necesidad de abrirlos de nuevo. Esta noche tengo vetada la calma. Me levanto y me tomo otro spidifén. ¿Hasta dónde aguantará mi hígado?

Me deslizo hacia el submundo que hay entre el dormir y el estar despierto, un lugar deshabitado y por donde a veces se cuelan fantasmas. Fantasmas de personas vivas, fantasmas que se ríen o me miran fijamente, fantasmas que enumeran listas en voz alta de cosas que nunca me sucedieron ni me sucederán. Y yo intento mantenerme despierto y dormir al mismo tiempo. Ahí me quedo para siempre, una eternidad de quince minutos, de una hora, de toda una noche.

Tengo tanta rabia en mi interior que si explotase acabaría con todo el país, haría un cráter que extinguiría de nuevo a los dinosaurios de Jurasic Park. Me duele horrores la cabeza.

domingo, 2 de mayo de 2010

Luz Casal - Lo eres todo

Llevo dos días con migraña. Los días en los que tengo migraña no puedo hacerme el fuerte. Mi cuerpo no responde, se queda mudo, cojo, manco, ciego, sordo. Descubrí el Spidifén casi de casualidad y eso me hace que pueda vivir a medias. Vivir a medias.

Vivir a medias es como que te echen de casa pero que te pidan que te quedes en la puerta por si acaso. Vivir a medias es no conocer la alegría, es ir solo a todos los sitios, es no tener una palabra amable sincera, vivir a medias es todo lo que has hecho no valga la pena, es ver a cámara lenta cómo cae la gota que acaba por derramar el vaso y tener prisa para que se desborde de una vez por todas. Es no poder ni leer porque la ansiedad hace que se junten las líneas, es no saber qué va a pasar mañana, tener una reunión de la que sabes no vas a poder sacar nada en claro porque debes invertir cien euros y no tienes esos cien euros. es vivir de rodillas esperando la bala en la sien, es no conocer la calma, es no conocer nunca la calma, es saber que nunca serás un hombre de verdad porque tienes miedo; un miedo atroz al futuro, un miedo que aparece una y otra vez, que te aísla mientras tú crees que te protege.

¿Importa? Lo peor es cuando ya no importa nada. Cuando tampoco le importas a nadie. Cuando ya te has convertido en una sombra de lo que eras, cuando ya no hay marcha atrás y sólo quedas tú sin nada. Siempre me he preguntado cómo se llega al arroyo, a no tener casa. Ahora voy empezando a vislumbrarlo.

Hoy es un día extraño, un día en el que ha salido toda la rabia. Un día de adioses y un día de nuncamases. A veces me pregunto por qué soy tan estúpido, por qué siempre estoy ahí cuando me llaman y por qué nadie está cuando lo necesito. Por qué se me juzga con tanta severidad y por qué yo soy un panoli.

Me voy a dormir. Sé que no podré pero me da igual. Sólo tengo ganas de que todo acabe de una vez. No sé cómo ni cuándo. Que todo se acabe.

Nada


Llevo dos días con migraña, la boca seca, mi vida al relentí porque no puedo hacer nada. Me siento delante del ordenador y apenas puedo estar unos minutos, minutos que no son nada. Probablmente mi cuerpo me está diciendo algo, probablemente mi cerebro me esté susurrando algo en un lenguaje que no entiendo.

Ayer me comí la masa de pizza que compré para cuando vinieras. Estaba caducada, la salsa de tomate caducada, el atún no (lo compré la semana pasada). Nunca te pedí que vinieras pero tú me dijiste que vendrías, primero fue un día, luego lo postpusiste para otro, y luego para otro, y después para otro. Ahora sé que no vendrás nunca.

Podría decir que me da igual, pero mi vaso está demasiado lleno y cada gota está más cerca de desbordarlo. Estoy triste, debe ser de la migraña, esta manía mía de confundir las cosas me hace demasiado vulnerable. Gata dice que ya no quedan hombres como los de antes. A mí me gustaría sólo parecerme al hombre de mentira que era antes. Estoy cansado. Infinitamente cansado. No es que no pueda más, es que hace meses que no puedo más. Me siento como si hubiera estado luchando contra dragones que les salen dos cabezas en cuanto le cortas una, me siento como si hubiera estado tratando que entendieras y no entendías y ahora vas y me cuentas lo mismo que quería que tú comprendieras de mí. Ahora que ya es tarde.

Me jode me digas que todo el mundo pregunta por mí, que qué bien le caigo a tus amigas, a tu familia, a tus compañeros de trabajo, que a ver cuándo nos vemos. Me jode que todo el mundo quiera hacer negocios conmigo pero teniendo que hacer yo la parte más dura, me jode que mis padres se lleven a morir, que tenga que irme de mi casa porque no llego a fin de mes, me jode que estemos tan bien cuando estamos juntos pero no estemos juntos nunca, me jode que no pueda escribir nada de lo nuestro por respeto a ti y que tú me hablaras de ese tipo sin venir a cuento cuando estábamos juntos para que no se me pasara de largo que en cuanto lo dejamos ya lo tenías llamando a la puerta (y tú lo sabías).

Me jode la soledad y la pobreza. Me jode que no estés cuando lo necesito.

sábado, 1 de mayo de 2010

Boda


Ayer fui de boda. Se casó mi amigo Ricard con Noemí. La boda (por lo civil) se celebró en el exterior de una masía preciosa, en los jardines. Yo fui testigo del novio. No me apetecía nada ir y además empezaba a tener migraña. Como está muy a las afueras y había que coger coche no bebí casi nada lo cual repercutió en mi ya de mis pocas esperanzas de diversión. No pusieron sidra, y eso me alivió, en primer lugar porque así no tuve que luchar contra la tentación y en segundo porque no he ido jamás a una boda en la que pusieran sidra y me hubiera dado la sensación de que Dios existe. Dios sólo existe a veces (y no para todo el mundo).


La verdad es que no tengo ningún tipo de relación con los amigos de la novia ni demasiado buena con los amigos del novio. Mi precaria situación económica hace inviable que pueda salir con ellos. Supongo que consideran que soy un raro. Y probablemente lo soy. Viernes por la tarde, pocos y sin demasiadas ganas de hablarnos, la cena estuvo correcta. Intenté hablar con Benja y hablamos bastante, de sus líos de faldas y de lo bueno que es en su trabajo. También intenté hablar algo con el desconocido que estaba a mi derecha. Al cabo de un rato me di cuenta que estaba algo lento, luego pensé que quizá tuviera algún problema de nervios estuviera medicándose pero puede que sólo estuviese borracho y pasara tres pueblos de mi. El resto de la mesa ni me miraba haciendo gestos de que además no querían mirarme. Yo intenté hablar un par de veces. Supongo que debo gritar más. La chica de la bicicleta siempre me decía que hablaba flojito.


Luego bailamos y yo ya no me tenía en pie. A las dos se fueron a tomar algo. Me dolía la cabeza horrores. Me fui para casa. El novio se enfadó conmigo porque no iba a tomar algo con ellos, cuando se separó ibamos los dos solos siempra a emborracharnos. Sabía que no iba a soportar más de diez minutos en un local con la música a tope y me disculpé.


Generalmente no suelo divertirme cuando existe la obligación intrínseca de divertirse a no ser que me beba medio litro de algo que lleve alchohol. Esta mañana sigo teniendo migraña.


La verdad es que me sentí bastante solo y desplazado y me pregunté varias veces el porqué durante los momentos lúcidos y de aburrimiento. Concluí que eso es algo que ya me viene de pequeño y que no tiene solución. Esto no me molesta, en serio, a veces sí que me da un poco de rabia el hecho de que se me olvide y quiera entablar algún tipo de relación con alguien, siempre la acabo cagando y por culpa mía y debería estar acostumbrado a eso. Pero no me acostumbro.

Creo que ahora voy a ser consciente de ello durante un buen tiempo, a ver si esta vez escarmiento.


Soy un tío asocial. ¿Qué le vamos a hacer?