domingo, 29 de abril de 2018

Siempre


Hace días que le doy vueltas. Lo de no tener tiempo es una excusa, lo de no tener energía para todo empieza a ser una realidad... Estoy pensando en volver a retomar una novela. No la de moriría por ella; otra. No sé qué aún.

Estoy convencido de que si hay algo que me puede salvar es escribir. Escribir me hace ser otra persona, aquella que fui de niño y la que sería ahora si no me hubiera convertido en inventor de inventos.

También quiero empezar a correr otra vez, pero sé que mi cuerpo no me acompaña como antes.

La idea de estar sentado más horas también me echa para atrás.

En cualquier caso, sería algo cómico o histriónico.

A veces me pregunto qué me empuja a seguir adelante y no lo tengo muy claro.

A veces todo es más complejo de lo que parece.

La primavera es siempre lo mismo: tristeza, ánimo, exceso de trabajo, nuevos propósitos...



Entonces leo y sé que sólo es un sueño imperfecto, que nunca sabré escribir porque no conozco la belleza que hay en las cosas, que no sé describir ni domino el léxico, que de haber querido hacerlo tendría que haber empezado hace treinta años y aun así seguiría sin saber nada de nada.

La otra noche soñé con ella. No recuerdo el sueño, sólo sé que hablábamos, que mateníamos un diálogo del que no recuerdo las frases.

A veces siento la tentación de llamarla, ocurre una vez cada tres o cuatro años y dura más o menos dos días.

Supongo que es normal acordarse de vez en cuando de lo que uno fue y vivió. Me ha ido mal, lo reconozco. Podría haber hecho mucho más, pero me rompí. Sé identificar el momento exacto en que sucedió. Oí un chasquido y algo se partió dentro de mí. Algo que había sobrevivido a otros momentos anteriores en los que había podido romperse.

Supongo que sólo espero que los años que me quedan por vivir los pueda vivir con un mínimo de dignidad.

A veces hablo con K.Woo y también tengo una sensación de abandono parecida.

Podría decirse que, en realidad, no he sabido vivir, no he entendido las reglas a las que hay que atenerse. Me gustaría creer que sí pero en realidad no es así. Deduzco que por eso estoy escribiendo esto a las tres de la madrugada.

Hubiera sido todo más fácil si no hubiera sobrevivido a cualquiera de los accidentes que he tenido.

Siempre acabo hablando de lo mismo.

Estaría bien saber escrbir y tener algo que escribir.

No sé. Al final todo es lo mismo.

No sé qué hacer.

viernes, 20 de abril de 2018

Infinito infinito



Qué complicado todo... me dice.

La casa está llena de espíritus, me dice.

Hay caminos que es mejor no recorrer.

Siempre hay lugares mejores.

Otras vidas mejores.

A veces me gustaría soltar amarras y perderme, pero luego pienso en que no soy más que un esclavo, y pienso que, en el fondo, todos somos un poco la última esperanza desaprovechada.

Y bueno, nos entretienen cosas, cosas que hacemos y otras nos gustaría hacer, que soñamos hacer algún día.

Y así se pasa la vida.

Parece que se ha quedado buena tarde.

lunes, 16 de abril de 2018

La última vez que te vi sólo fuiste el reflejo azul en los cristales de una ventana de marco verde.



Listas que no van a ninguna parte. Proyectos que se quedan en proyectos. Vidas que se quedan en casi nada o en nada de nada.

Oráculos hechos de tiza

Canciones que son como un suspiro.

Y flores. Esta primavera va a explotar con metralla de flores.

La maravillosa vida breve


Supongo que ya he escrito esto. Al fin y al cabo escribir es repetir. Siempre he creído que en la vida de las personas hay un par de momentos en los que se le cambia el destino. Uno no se da cuenta hasta años más tarde, pero en el fondo, esos momentos son los que definen nuestro paso por la vida de una forma u otra. Uno nace con un un carácter pero vive enfundado en un personaje que tiene una personalidad creada por la adpatación al medio de ese carácter.

Pero el medio a veces es demasiado fuerte y nos olvidamos de ser quienes somos.

Imagino que estoy simplificando, y ¿qué voy a hacer si esto es sólo un blog en la periferia de una galaxia de información?, pues eso: un puñado de palabras, una mano blandiendo ideas que ni siquiera son del todo mías, porque en el fondo nada de lo aprendido es del todo nuestro. Opiniones sonbre cosas que ocurren y que justifica nuestro ir pasando días, hojas en el calendario (que ya no pasamos porque viven en nuestro teléfono u ordenador). Días que pasan como quien pasa la noche: inconsciente.

Llevo unos días con una sensación extraña, de cambio de ciclo, de vejez prematura, de cambios corporales y de pérdida de motivación en muchas cosas. Supongo que la astenia primaveral tiene mucho que ver, o simplemente que el tiempo empieza a pasar más deprisa cuanto más cerca está del agujero negro de la muerte.

Pero aquí estoy. No he llegado a casi ningún sitio aún, pero visto lo visto, no hubiera podido estar en esta situación sin transitar por cada uno de los millones de segundos que he vivido consciente o inconscientemente.

Vivir es repetirse. VIVIR es tratar de no hacerlo.





miércoles, 11 de abril de 2018

La inmensa inmensidad está hecha de una desconocida materia oscura que probablemente un día estuvo entre un átomo tuyo y otro mío. Como una colmena. Como un te quiero de los muchos que ya se perdieron en un océano de indiferencia... o los que tendrán que venir (cada vez menos); y es que unos cuantos átomos de mi cuerpo y mi aura, y los que he dejado esparcidos a lo largo de mi vida encima de las cosas, impregnando mil objetos y personas te orbitan, en fin, eso. Todo eso. A nivel cósmico: nada


A veces las cosas no salen como uno quiere, y otras salen como en realidad es uno. No sé, es como si todo fuera azar y uno sólo pudiera sortear lo que va viniendo a base de conocimiento y experiencia. Sólo eso: aguantar hasta que llega una ola y te subes en ella y te deja en un lugar distinto al que estabas.

Supongo que últimamente estoy más negativo que de costumbre, y eso ya es mucho decir, me aguantan un puñado de esperanzas, de proyectos a medio terminar, y la aventura americana. Hay quien dice que cada día es un nuevo comienzo, y puede que vivir en ese presente perfecto sea la mejor solución para sobrellevar primaveras como esta.

Estoy convencido de que algo bueno tiene que pasar que me lleve hasta ese otro lugar, esa ola que vengo persiguiendo desde hace tanto tiempo.

Me gustaría creer que alguien en alguna parte se enamorará de lo que estoy haciendo y le dará la visibilidad que necesita todo esto.

Espero haber elegido bien el camino.

lunes, 9 de abril de 2018

La verdad sobre las cosas



Últimamente me da por escribir por las mañanas. No sé el porqué ni creo que si lo acabara sabiendo me importara demasiado. A veces me cambia el ritmo vital y paso de un estado pasivo a uno activo, o viceversa. También me vuelvo nocturno durante semanas enteras y me arrastro el resto del día como consecuencia. O me da por leer durante un mes y no hago otra cosa y luego me da por no tocar un libro en años. Creo que, en el fondo, soy una persona inestable.

Hace ya tiempo que se me hace difícil seguir con todo esto. Cada día debo inventarme una razón para levantarme por las mañanas, llenarme la agenda de reuniones y la vida de objetivos a por los que ir, sin saber muy bien cómo llegar hasta ellos. Supongo que intuyo que mi existencia está cerca de acabar y me doy cuenta de que, en el fondo, desperdicié cada uno de los segundos de mi paso por la experiencia de estar vivo. Si miro hacia atrás no puedo contar ni un sólo instante de alegría que durara más allá de un suspiro. Divago por un presente infeliz aunque intente demostrar lo contrario, sin estridencias que lo hagan evidente, de solterón con gatos y comida artificial para microondas e intentos de dieta cada cierto tiempo, como si al otro lado de la báscula estuviera Camelot.

Decía Steve Jobs que si se levantaba durante unos días sin que se sintiera bien, lo analizaba y cambiaba lo que tenía que cambiar. Y de veras que me gustaría poder hacerlo, pero eso implicaría destruir cosas a mi alrededor. Toda la familia, por ejemplo.

Paradójicamente sostenerlo todo hace que yo esté en caída libre.

martes, 3 de abril de 2018

Y todo eso, plagado de casualidades...


Terry Benables llegó al FC Barcelona procedente del Queens Park Rangers a principios de los ochenta. Maradona había dejado el club ese mismo año camino de la gloria más alta y para el descenso más rápido que se recuerda. Nunca ganó una copa de Europa, pero sí un Mundial de selecciones. Terry Benables perdió la final de la copa de Europa dos años después, en una final en la que sólo se marcaron goles en la tanda de penalties.

Un año antes de aquella final, el FC Barcelona había ganado la primera liga en once años y yo, que entonces tenía catorce años y empezaba a salir los fines de semana con mi grupo de amigos, salí a celebrarlo a las Ramblas de mi ciudad, junto con mi hermana mayor y el que más tarde fue su marido.

Cuando acabó la final con empate a cero y fueron a la tanda de penalties, yo estaba convencido de que la ganarían, entre otras cosas, porque el FC Barcelona había pasado a la final eliminando al Göteborg también ganando así. Nuestro portero era un auténtico para-penalties.

Pero no. Aquel año perdimos de una forma cruel y aleccionadora. Siempre he pensado que aquella derrota fue la semilla de lo que es hoy. Aquello hizo reaccionar a todo el mundo y se creó una estructura diseñada para que eso no ocurriera nunca más. Se creó un organigrama idéntico al del modelo que triunfaría sólo unos años más tarde, el del Ajax, y se contrató a su entrenador: Johann Cruyff, que ya había jugado en el Barcelona anteriormente.

Siempre que escucho el éxito de alguien o de alguna empresa, siempre miro hacia atrás para ver en qué momento las cosas cambiaron, qué hizo qué y cómo para cambiar una dinámica perdedora y transformarla en una de éxito.

En todas ellas, hay una derrota clamorosa e inesperada y un cambio de modelo. En todas hay una planificación a largo plazo y un deseo más grande que todo lo que hasta entonces se había planteado el responsable de lo que sea, un país, una institución, un pueblo, o la propia vida de uno. Y siempre nace de enfrentarse cara a cara con esa derrota, mirarla a los ojos y tratar de comprender qué hacen los que sí triunfan, pero sobre todo, qué han hecho para llegar hasta ahí.

A veces, uno no está dispuesto a pagar el precio de todo eso. O se da cuenta que el triunfo es, en realidad, un eufemismo para hablar de la felicidad o de la tranquilidad. Conquistar la vida que uno tiene alrededor también lo es. Hacer del presente el propio presente es difícil también cuando hay tantas cosas que le distraen a uno, que está hechas para distraerle a uno.

Aquel año, le iba a pedir salir a una niña de mi clase, pero enseguida alguien de su entorno, previendo mis intenciones, me advirtió que fracasaría. Así que ni lo intenté. Supongo que sucedieron más cosas aquellos días de mayo y junio de mil novecientos ochenta y seis.

Dos meses más tarde de que el Barcelona perdiera la final de la Copa de Europa, Maradona, al que habían vendido dos años antes al Nápoles, ganó el Mundial de Selecciones siendo el mejor jugador del torneo y jugando como nunca antes había jugado nadie. Parecería que fue una mala decisión haberse desprendido de él.

Pero siempre pensé que con Maradona, el Barcelona nunca hubiera sido lo que es hoy. Puede que hubiera ganado aquella copa de Europa, que perdió, pero también puede que no, y casi seguro no se hubiera buscado ese modelo de hoy.

Puede que el Messi de hoy sea el Maradona que nunca se fue.

Quién sabe.

El caso es que, en realidad, las oportunidades perdidas siempre son mejores que la nunca intentadas; y que, en el fondo, uno se levanta cuando se cae porque está en movimiento hacia alguna parte. Y la voluntad de ir hacia esa alguna parte nos hace algo más que humanos. Me gustaría creer que no estamos sujetos a un plan divino y que somos nosotros los que nos labramos ese destino, no dejando nunca de intentar lo que tomamos como objetivo, pero no estoy muy seguro de ello.

Puede que, en realidad, sólo seamos células de un organismo superior que tiene otra voluntad superior que no podemos ni imaginar.

En cualquier caso, sólo el tiempo nos pone a cada uno en un lugar, lo hayamos deseado o no. Y puede también, que en realidad todo sea cuestión de suerte, de que el azar encare unas cuantas de decisiones acertadas unas detrás de otras, así, por casualidad.

Conocer a la persona adecuada en el instante apropiado.

Elegir a un colaborador o que te elijan.

Dar con la idea que encaje en la imaginación de los demás.

Ordenarlo todo dentro del caos, pero sabiendo que vivimos en ese caos.

Que somos un maldito algoritmo que gobierna lo ingobernable.

Sabiendo que respiramos porque nuestra biología lo hace inevitable, que seguimos vivos porque todo funciona casi de forma automática dentro de nosotros.

Autómatas creados para algo que se le parece a la libertad sin serlo del todo.

Y todo eso plagado de casualidades...