miércoles, 31 de diciembre de 2008

Video: John Lennon - Imagine

Estaba entre si colgar uno de Extremoduro o éste. Ha ganado Extremoduro pero he decidido llevarme la contraria a mí mismo.
Para este año que ya llega te deseo que uses el tiempo que se te ha dado. Usa la vida. La vida sólo tiene un uso: querer y que te quieran*. Lo demás no importa. Y ahora que estoy metido a filósofo de cantina aprovecho para irme a dormir pronto (me he visto un vídeo de los lunis en el youtube y me he bebido un vaso de leche de soja) que mañana será otro día: no me van los inventarios y balances, cuenta de resultados, extractos resumen, el frío recuento de lo que ha sido mi vida estos últimos doce meses. Si no puedo soportar la navidad, fin de año me pone triste.
Pásalo bien, gasta las próximas horas como si fuesen las últimas.

PS: Y perdona si no te contesto ningún sms. No me molesta recibirlos pero hoy no tengo fuerzas, en serio.

* querer y que te quieran en lugar de amar y que te amen. Buscar el gran amor es un error, una quimera, es como salir a buscar el dorado. Quiere mucho y en pequeñas dosis, gasta las yemas de tus dedos con el roce de otra piel.

lunes, 29 de diciembre de 2008

video: El canto del loco - Peter Pan

Para campanilla... con mucho arcoiris

sueño


Las tres y media de la madrugada. Mañana trabajo y el trabajo está lejos. No puedo dormir.
Este maldito insomnio acabará conmigo, me reventará las entrañas del alma, me dejará hecho un ser inerte sobre las vías del sol y las nubes. No sé por qué me empeño en mantener los ojos abiertos, si al menos sirviera para aprovechar más los días... A veces me quedo despierto sin hacer nada, sólo busco, busco algo extraordinario, espero a que ocurra el gran milagro, como un alcohólico que sueña con la botella que contenga el líquido perfecto que por fín le anestesiará de veras todas las penas. No estoy demasiado lúcido que digamos. Escribo como si caminara sobre cristales rotos y pienso que hoy ha sido otro día desperdiciado, otro día de buscador de oro que se dice que mañana es el último día, que lo deja, que quizá el oro está en otro sitio, lejos, muy lejos pero que seguirá buscando mañana por si acaso y quizá al otro y así, día a día, se prometerá que ese mañana será el último mañana. No sé.
Preferiría otro día, otra mañana (mañana) y me gustaría dejar de hacer cosas, me gustaría empezar a tener algo claro, un empleo estable, un porvenir de rutinas, una nocturnidad sosegada, un horario inflexible de ocho a cuatro, de lunes a viernes, de aquí hasta que lo resista. Y es que llevo mal eso de los horarios, llevo mal esto de las horas de sueño.

Voy a tratar de dormir.

Vídeo: Amy Mcdonald - This is the life

viernes, 26 de diciembre de 2008

Video: Metallica . The Unforgiven

TO S. and V. for the unforgettable thigs we made and we must to do

Tienes que ser fuerte


Cuando llego al edificio de Carmen tiene su "negocio" son las seis de la tarde. Al entrar por la puerta y subir por las escaleras me cruzo con una de las chicas, me mira y me sonríe. Tiene la piel tan blanca como María, tan blanca que a la luz del sol se le transparentarían las venas azules de los párpados. En la penumbra de la escalera sólo lo intuyo. Me sonríe con estudiada picardía, baja la cabeza y me mira de reojo con sus ojos pintados de colores oscuros, indefinibles en tan corto espacio de tiempo. Imagino sus muslos, no sé por qué, delgados y prietos como dos columnas del mismo mármol blanco que el resto de su cuerpo. Y entonces caigo en la cuenta de que todas las chicas que he visto en el local tienen un color parecido de piel, que todas se parecen a María. Tengo claro que María es el modelo y el resto son copias, que María es la matriz y las otras chicas manipulan la luz que acaba reflejando en su cuerpo. Y empiezo a intuir que todo forma parte de un plan determinado, que alguien ha descubierto y está explotando algo completamente nuevo, algo tan sutil que no me había percatado hasta entonces. No lo sabré si alguien no me lo cuenta, el motivo de esa nívea blancura de la piel de las chicas de Carmen responden a una pregunta que yo no sé ni si tan sólo existe. Quizá María sepa algo, quizá María tenga algo parecido a una respuesta.
La puerta del piso de Carmen está cerrada. Me la juego y decido no llamar, la abro con la tarjeta de crédito sabiendo que Sansón puede estar esperándome detrás con algo que, en sus manos, sería peor que la muerte. Pero tengo suerte. Sansón no está. Al no ver su coche en el parking supuse (esta vez bien) que habría salido a hacer algún recado a o con Carmen. Voy a la habitación de Sansón y le cojo la ropa que llevaba la noche anterior en las bolsas. Aún no las ha sacado de ellas. Salgo al pasillo y escucho por si hubiera alguien más. No hay nadie más en la casa, o si lo hay permanece en silencio y está esperándome en alguna parte. Voy hacia el cuarto de María. Abro la puerta y allí está ella, sedada, como un náufrago en un mar de pesadillas, a flote, esperando a que le llegue el último aliento o a que le saquen de allí y la pongan a salvo. Me siento a su lado, en la cama. "María, despierta, es importante" le digo. María entreabre los ojos y me mira ¿me reconocerá? Sonríe, y quiero creer que eso es la señal de que sí. "María, escúchame bien. Tengo que irme. Cogeré el dinero y me iré". "Llévame contigo" me dice. "No puedo, mi niña" le miento. María se echa a llorar, es un llanto desesperado y sin fuerzas, son lágrimas de impotencia, son lágrimas que sé reconocer en seguida porque me recuerdan a todas las que se me han escapado alguna vez. "María, tengo que contarte algo" y me acerco a su cara y se lo digo al oído. Tiene que ser fuerte, tiene que aguantarlo todo, no debe derrumbarse. Ella me escucha y me mira con rabia porque la dejo allí mientras yo me voy con el dinero. "Sí, mi niña, pero aquí no acaba todo". Y ella me mira desde el fondo de sus ojos oceánicos y noto como crece en ella una determinación, veo que ha decidido algo, no sé el qué. Y yo le pregunto y ella responde, sabe todas las respuestas tan bien como yo mis preguntas. Le acaricio la mejilla y le seco sus lágrimas. "Llévame contigo" suplica. "Volveré a por ti, te lo prometo" le digo mientras pienso en la promesa que le hice a Cris cuando le dije que haría que se reuniese con su madre y que nunca cumpliré. "Te lo prometo, María. Pero prométeme que aguantarás". Ella asiente con la cabeza como una niña buena, como si el gato se le hubiese comido la lengua. Me mira fijamente. Ya no llora. Hay algo en ella que me hace quererla, que me obliga a abrazarla y decirle que no dejaré que le pasa nada. Le doy un beso. Dios mío, es como besar a una mujer que da su primer beso. Me estremezco. Me levanto, cojo las bolsas y salgo de la habitación. "Sobre todo, aguanta. No lo olvides. Aguanta". Cierro la puerta tras de mí y salgo del piso, bajo las escaleras y meto las bolsas en el maletero de mi coche. Me subo y lo pongo en marcha mientras saco el papel con la dirección a la que debería ir Sansón. María me ha dicho cómo llegar hasta allí. Salgo del parking y me dirijo hacia la casa de la dirección. La tarde va cayendo mientras mentalmente sigo las indicaciones de María. "Sé fuerte mi niña" me repito una y otra vez. "Aguanta".

lunes, 22 de diciembre de 2008

vídeo: Hoobastank - The reason

Ya sé que me repito pero es que cuando algo me gusta me da por ahí

sábado, 20 de diciembre de 2008

Entrelazados hacemos más fuerza


Esta mañana recibo el siguiente sms "... avui tinc un dia melancolic, dels que recordas que l´unic que busques es estimar i que t´estimin" y me he quedado en blanco. Porque ayer estuve hablanco con Nuria y yo le decía exactamente lo mismo con las mismas palabras. Y es que de nada sirve el mundo si no nos abrimos a la ternura, si no nos damos cuenta de la dualidad abrazo-distancia, como cuando éramos niños y queríamos explorar el parque pero nos girábamos para comprobar que mamá seguía allí, vigilándonos (que no estábamos solos y teníamos la certeza de que estábamos a salvo y ese estar a salvo era otro ser humano).
Hoy es un día cualquiera y al mismo tiempo es el día más importante de tu vida. Y te propongo un experimento: Abraza a alguien querido y luego haz lo que tenías pensado hacer y pregúntate si cuando te alejas lo haces con mayor seguridad en tí mismo.
Empiezo a sospechar que eso que llamamos seguridad en uno mismo tiene que ver con la capacidad de saber querer y sabernos queridos. Empiezo a sospechar que sólo un niño interior sabiéndose a salvo de la soledad puede salir al parque del mundo y explorar, hacer, ser.

Abrazos. Suelo sentir vergüenza de abrazar. A partir de ahora no pienso cortarme...

lunes, 15 de diciembre de 2008

Video: Ismael Serrano - Sin ti a mi lado

Vídeo: The frames - Everytime

Hoy


La una. No puedo dormir. Llevo varios días perdido entre las gotas de lluvia y me deslizo como ellas por los desagües o acabo por ser charco sobre el asfalto. Supongo que perderse es el primer paso para acabar encontrándose. No sé.
La una, no puedo dormir y ha dejado de llover. Tengo frío en los pies pero eso es normal, la calefacción dejó de funcionar hace ya tres horas. Podría ponerme calcetines pero pienso que ponerme calcetines a la una de la mañana es derrochar un par de calcetines. Así que pasaré frío. No es una buena elección, lo sé. Lo mejor sería no pasar frío, lo mejor sería vivir (sentir) el presente pero a veces tengo la sensación de que un prqueño sacrificio evita algo (sin saber qué es ese algo) mañana. Siempre he tenido esa sensación y la he aplicado a a los más simples detalles. Por ejemplo esto de los calcetines.
Quería escribir algo de la novela pero hoy no estoy dentro de mi cuerpo. Hoy (como ya he dicho) estoy en otra parte, como suspendido en el aire, como una nube un día de poco viento, hoy no soy yo del todo. Me falta algo. Algo sencillo y esencial al mismo tiempo. He mirado debajo de la cama por si se me había caído, en un descuido, cualquier cosa que sea mía. He ido a la cocina y he mirado en la nevera por que soy un poco despistado (una vez puse el despertador en el cajón de la fruta y mi psicoanalista me dijo que probablemente quisiera congelar el tiempo, detenerlo). El tío se quedó tan ancho, yo, desde ese día no puedo dejar de sonreír cuando cojo una pieza de fruta o saco las naranjas para hacerme el zumo del desayuno. Luego he entrado en google y he puesto "por favor, que alguien me diga qué estoy buscando" pero no he encontrado nada interesante, sólo la constatación de que hay mucha gente que busca y no encuentra. No sé. Creo que voy a volver a la cama. No creo que encuentre nada pero por lo menos dejaré de buscar.

Vídeo: Sixpence none the richer - There she goes

lunes, 8 de diciembre de 2008

Nadie sabe qué es lo mejor


"¿Sabes? Sólo veías lo que querías ver. Sólo veías que yo me iba de casa y dejaba a Cris sin una madre. Sabía que dejándolo contigo lo dejaba en buenas manos, que tú le darías todo lo que él necesitaba. Pero yo me iba por no estar allí, por que no podía enfrentarme al fracaso constante de hacerlo todo mal. Tú siempre lo hacías mejor, siempre me decías que ya lo hacías todo tú. Tú le hacías la comida, tú lo bañabas, tú le leías un cuento. ¿Y yo? Yo no servía para nada. Me sentía como una inútil en mi propia casa y con mi propio hijo. Luego llegaban los reproches, tenías demasiadas cuentas pendientes con el mundo y las querías solucionar conmigo, o mejor dicho, contra mí. Sí, volví a la vida que conocía, al mundo en el que nadie me juzgaba, donde no era una inútil y me invitaban y me decían lo guapa que era, lo mucho que me brillan los ojos cuando hay luna llena. Sí, entérate, me ahogaba a tu lado y al mismo tiempo sabía que eras lo único bueno que tenía Cris, así que os dejé a los dos. No sé, supongo que hice mal, que lo que debería haber hecho es coger a Cris y alejarme de tí. Pero no pude, veía a Cris tan feliz a tu lado..." dijo mirándome con tristeza. "No puedo permitirme llorar. El truco consiste en saber cómo cortar el llanto antes de que empiece. Es fácil. Consiste en cerrar la boca y apretar bien los dientes. Consiste en poderse olvidar de casi todo. Tú también deberías aprender a olvidar pero eso va a ser difícil: los recuerdos es lo único que tienes, sin ellos no eres nada, ni siquiera tendría un motivo para luchar contra el mundo, no sabrías que hacer sin todas esas cuentas que saldar. Házte un favor, olvida o perdona".

Sabía que tenía razón. Sabía que ella me conocía bien y que todo aquello que me había dicho era cierto. Me di cuenta de lo mezquino que había sido y el bicho empezó a reírse de mí "Tan bueno que te creías y eres igual que todo el mundo: un egoísta. Fuiste tú quien le destruyó la vida a Cris y a su madre. Maldito imbécil, sólo sirves para estropearlo todo". El bicho empezó a recuperar su tono empezó a gritar por la habitación. Empecé a sentirme mal, tenía demasiado calor y la cabeza empezaba a darme vueltas.
"Será mejor que te vayas. Vete antes de que Martin cambie de opinión. Me ha dado sólo unos minutos e imagino que debe de estar impaciente. Vete, te lo suplico. Aunque no lo creas te quise más que a ningún hombre solo que tú nunca te dejaste querer. Se me hace difícil saber que no voy a volver a verte nunca más. No te guardo ningún rencor, en serio, a tu modo querías lo mejor para mí. Solo que para eso yo tenía que dejar de ser quien era y convertirme en alguien que cupiera dentro de tu cabeza. Y lo hubiera hecho pero ni siquiera tú sabías qué era lo que querías".
Traté de acercarme pero en cuanto ella vio mis intenciones se levantó de la silla y retrocedió hacia la puerta por donde suponía había salido el hombre de la silla de ruedas.
"No te acerques. Si me abrazas empezaré a llorar y ya no podré parar de hacerlo nunca más. Vete". dijo sin mirarme a los ojos.
"Está bien, me iré. Tengo el mismo número de teléfono. Si alguna vez me necesitas, llámame" le dije.
No dijo nada. No me miró mientra yo volvía al pasillo, quizá porque negando mi presencia podría aceptar mi ausencia. Desandé el pasillo y salí fuera de la casa. O hacía demasiado calor dentro o fuera había bajado la temperatura. El viento agitaba las hojas de los árboles con violencia. Bajé las escaleras y me adentré en el bosque hacia donde había dejado el coche. Cuando abría la puerta cayó la primera gota.
Ya dentro del coche pensé qué hubiera pasado si la hubiera cogido en volandas y me la hubiera llevado. Si no era eso, en realidad lo que ella quería. Arranqué el coche y volví al camino de tierra y conduje hasta el cruce con la carretera. Empezaba a llover con fuerza. Me pregunté si sería, de verdad la última vez que la vería y ante esa posibilidad se me inundó la garganta de lágrimas. El secreto consistía en apretar los dientes, recordé.
Relajé la mandíbula y las lágrimas siguieron su camino. Ya sé que un hombre no llora pero ¿quién sabe qué es ser un hombre cuando lo que crees que debes ser ahoga a los que están a tu alrededor, cuando ser una roca en lugar de ayudarte a aguantarlo todo sólo sirve para hundirte más y más hacia el fondo del mar? El bicho rabioso aceleró, la carretera mojada, los neumáticos con barro, vivir el peligro de las curvas a más velocidad de los que debería... la rabia suicida, la misma que hablan los puños, la misma que aleja de mi a quienes más quiero. "Maldita sea, mejor estar muerto" gritaba el bicho. Llovía mucho. Metí la mano en el abrigo buscando un cigarrillo y mis manos tropezaron con un papel. Era el que había utilizado para tomar nota de la dirección a la que debía ir Sansón. Fue tocar aquel trozo de papel y tener claro qué es lo que iba a hacer con aquello. Reduje la velocidad y tomé rumbo a casa de Carmen. Con un poco de suerte María estaría despierta.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Más reproches


"Una vida mejor ¿qué es una vida mejor? ¿Levantarse por la mañana y no temer lo que vaya a pasar durante el resto del día? ¿Saber que vas a estar a salvo de que tu vida se vaya a la mierda en cualquier momento? ¿Qué es una vida mejor? ¿Te imaginas lo que debió pasar Cris cuando lo apartaron de nosotros dos que éramos las únicas personas en quien confiaba? ¿Te imaginas lo solo que debió sentirse? ¿Dónde estabas tú?" le grité.
"Una vida mejor... Cris era lo suficientemente mayor como para darse cuenta de todo, lo suficientemente mayor como para preguntarme qué le iba a pasar y si volvería con nosotros. Hubiésemos salido adelante si hubieras hecho algo para recuperarlo. Cris hubiera tenido su oportunidad"dije.
"¿Su oportunidad? Querrás decir tu oportunidad" dijo mirandome con rabia. "Tu oportunidad de retenerme a tu lado, tu oportunidad de desmostrarme una y mil veces que no podía vivir sin tí porque tú te ocupabas de él. No te dabas cuenta, pero cada vez fui saliendo más y más porque no podía soportar aquella tensión en casa. Tú tan bueno, siempre pendiente de lo que necesitara Cris y yo la inútil, la que no servía para nada, ni siquiera para cuidar bien de su hijo. Mi hijo. Llegó un momento en el que era lo único que tú y yo teníamos en común y lo hisciste tan tuyo que poco a poco dejó de ser mío. Sé que lo querías más que a nada en el mundo pero también sé que en Cris querías impartir justicia: darle lo que tú no tuviste, querías que el mundo te resarciera y le diera al chico la oportunidad que crees que te faltó a tí. Pero eso no funciona. Nunca funcionan ese tipo de cosas" dijo casi en un susurro, su voz se había ido apagando a medida que hablaba. Luego, abatida empezó a jugar con sus manos y bajó la mirada hacia ellas. "Yo me volví loca. Ya sabes que no soy un ejemplo de cordura pero cuando se llevaron a Cris me volví absolutamente loca y supongo que quise negar que todo aquello estuviese pasando. No sé. Supongo que ahora no importa, y sobre todo que no te importa a tí. Cris te quería mucho" dijo casi llorando.
"Me ha enviado él. Quería saber dónde estabas para reunirse contigo" le dije.
"No es lugar para él. Además, mi marido no sabe nada y si lo supiera creería que le he engañado y me perdería toda la confianza. No, Cris no debe saber dónde estoy. Prométemelo"dijo en tono de súplica. "No te preocupes, no le diré nada. No por tí, por supuesto" le dije.
"No esperaba menos de tí" dijo.

Video: Dove

Video: Parodia

Este es el anuncio que me ha hecho dejar definitivamente la bebida... aunque claro, toni ¿cuándo fue la última vez que ligaste en un bar? (sonido de grillos) Anda, pues igual no hay peligro alguno, mira que dejar el alcohol por algo tan improbable...

sábado, 6 de diciembre de 2008

viernes, 5 de diciembre de 2008

Razones


Era ella. La oscuridad. Era ella y me decía que había llegado al final de mi viaje. Ahora le diría que Cris la buscaba, que el chico quería volver a su lado y que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, que nos escaparíamos los tres muy lejos, a donde nadie pudiera encontrarnos. Sin embargo, aquella mirada suya quería darme a entender que por fin había encontrado lo que había estado buscando y que no permitiría que nadie llegara para arrebatárselo. Y yo había venido a eso, precisamente, a decirle a todo ese nuevo mundo suyo que confiar en ella era peligroso, que confiar en ella era saber que un intruso se colaría en el corazón de aquella sociedad tenebrosa sólo para buscarla. Y si alguien era capaz de hacer eso, si alguien había averiguado su paradero (era demasiada casualidad haberla encontrado como para que alguien creyera que había sido sólo fruto del azar) es que cabía la posibilidad de que vinieran más y más en su busca y eso no era lo más adecuado para un club social como ese. De eso hablaba la voz masculina que oí desde el pasillo, la voz alterada por ver allanada su casa, su mundo. A eso sólo le quedaba una respuesta posible de ella: "Tranquilo, me desharé de él, dejará de ser un problema, lo prometo". Y allí estaba yo, con la conciencia de que todo el tiempo que habíamos pasado juntos, que aquél sucedáneo de amor que habíamos vivido no era nada. Sólo contaba el presente y en ese presente no existíamos ni Cris ni yo. Éramos un estorbo, una piedra que sacar del zapato para seguir caminando.
"Aquí he encontrado lo que buscaba. Paz, tranquilidad, sosiego, llámalo como quieras. Aquí me siento bien. Estoy con un hombre que me quiere y me da todo lo que deseo. A cambio pide muy poco, me pide que sepa fingir que yo también le quiero. Y en cierta forma no tengo que hacerlo, es un buen hombre, alguien que entiende mi libertad y que no me está juzgando constantemente, y con el que en estos meses he sabido compenetrarme, yo se lo explico todo, a él le gusta que se lo cuente todo. No sabes hasta qué punto unen los secretos" dijo mientras se relajaba sobre el respaldo de la silla y me lanzaba una de aquellas miradas que se sabían cómplices. "No sé cómo me has encontrado pero te pido que te vayas. Esta vez mi marido no dirá nada a Garr. Le he pedido que no lo haga, le he dicho que te irás y no volverás nunca más. Si regresas te matarán y yo no podré hacer nada porque estaré en evidencia. Esto es algo muy grande y nadie que entre en contacto con ello debe ponerlo en peligro". Al decir la palabra marido, dirigí mis ojos a sus manos. Un anillo de casada. Ese maldito anillo que nunca tuve la menor oportunidad de que llevara por mí porque yo sólo era el estúpido que aguantaba todo lo que ella quería hacerme y una mujer no se casa con alguien entregado como yo, sólo lo utiliza como un objeto cotidiano, como una escoba, como un peine, como la exprimidora del zumo de naranja de las mañanas. "Es el hombre de la silla de ruedas ¿verdad?" le pregunté. Hizo un gesto de aprobación. "Veo que has hecho los deberes. Sabes demasiado, será mejor que aproveches la oportunidad que te da para que te vayas". "¿Y que pasa con Cris?" le pregunté. Fue un golpe bajo, un golpe que encajó mal y que hizo mella en su puesta en escena de mujer segura de sí misma. "¿Cris?" dijo "Cris estará bien con su vida normal, en su vida sin sobresaltos y sin secretos". "¿Seguro que lo haces por él y no por ti?" le dije al tiempo que descubría la puerta por la que había salido el hombre de la silla de ruedas. "Cris murió el día en que se lo llevaron los servicios sociales, el día en el que me lo arrancaron. Y ese día Cris nació de nuevo y nació a una vida mucho mejor de la que le habría podido dar yo jamás". "Y por eso abandonaste" le dije. Ella se quedó en silencio. "Tú y yo nunca podremos tener una conversación normal" dijo al cabo de un buen rato "tenemos demasiada mierda que echarnos encima el uno del otro, sobre todo tú. Y eso que no lo sabes todo. Me odias. Crees que no podías pasar sin mí porque me querías pero en realidad no podías pasar sin mí porque me odiabas. ¿Sabes? Si hubieramos vuelto tú y yo hubiéramos tenido una vida triste, una vida de silencios, de cosas que no se dicen hasta que uno de los dos revienta un día. Llevabas demasiado tiempo guardando reproches, y todo por lo de Cris. Siempre me ibas a recordar, aunque fuese sólo con tu presencia (el cómo ya te encargarías) lo mala madre que fui, lo mucho que os jodí la vida a Cris y a ti. No tengo ganas de arrastrar esa culpa todo el tiempo ¿crees que no lloro cuando me acuerdo de él? A veces me duele tanto que sangro agua por los ojos, a veces tengo tantos remordimientos que me arrancaría la cabeza para dejar de pensar pero me consuela saber que Cris tiene un techo bajo el que cobijarse y del que no deshauciarán por no pagar el alquiler, me consuela que tendrá su cuarto, sus amigos, sus estudios, un futuro, que no tendrá que cuidar a una madre medio loca que no tiene conciencia de lo que está bien y de lo que está mal, que podrá dedicarse sólo a cuidarse de sí mismo y de sus cosas cotidianas. No sólo tú quieres a Cris. Y quererlo no significa ocuparse de él, significa darle una vida más cómoda, una vida mejor".

Su aliento de helado de niebla


El pasillo estaba en penumbra. Las halógenas que la noche anterior lo iluminaban estaban apagadas y sólo las luces de emergencia, tristes y somnolientas daban forma a las paredes y a las puertas cerradas de a cada lado. Me pregunté qué casa particular tiene luces de emergencia y supuse entonces que quizá aquella casa era, en realidad, la sede de algún negocio, de algún club público además del club privado al que me había asomado sólo hacía unas horas. Noté la misma sensación que entonces, alguien me observaba, había cámaras tan ocultas que yo no podía intuirlas. Alguien desde algún lugar de la casa veía mi imagen avanzando por el pasillo y ese alguien debía estar esperando a que yo llegara a algún punto en el que me fuera imposible volver a atrás. A mitad del pasillo vi una puerta abierta de la que salía una luz intensa. Alguien hablaba en su interior. Una voz masculina. Una voz masculina y enfadada que le hablaba a alguien que escuchaba atentamente. Luego, el sonido de una puerta al cerrarse me indicó que uno de los dos (el hombre enfadado o el ser misterioso que escuchaba) había abandonado la habitación por otra puerta. Sabía que probablemente era una trampa y me sentía como esa clase de insectos que van irremediablemente hacia la luz que les ha de fulminar o como el gato al que le puede la curiosidad y la fe en su rapidez para salir disparado al menor signo de peligro. El caso es que llegué al quicio de la puerta y me detuve sin que pudiera ver nada de lo que había dentro de la habitación y sin que la persona o las personas que quedaran dentro pudieran verme a mí. "Te estaba esperando" dijo su voz. Podría decir que me había cogido de sorpresa y probablemente alguien, en algún lugar, me creería. Pero si he de decir la verdad lo que me inquietó no fue oír aquella voz sino el frío que desprendía. Aquel frío se me metió en los huesos, aquel frío ya no me abandonaría hasta que volviera al lado de María y sus palabras me tranquilizaran, me devolviera, de nuevo, el calor de mi alma. "Pasa, hace tiempo que sabemos que estás en la casa. Imagino que has venido a verme así que será mejor que lo hagas. No hay peligro. No me he comido todavía a nadie" dijo en el mismo tono de voz.
Avancé un paso y miré dentro de la habitación. Allí estaba, esperándome, con una mirada tan de hielo como sus palabras. Sonrió (levantó ligeramente la comisura derecha de la boca) y me indicó con la mano que entrara y cerrara la puerta. Entré pero sin cerrar la puerta. "Estabas muy elegante con el smoking esta noche. No te quité el ojo de encima. Tú no me viste, lo sé. Estuve muy cerca tuyo, tan cerca que si hubieras querido hubieras podido poseerme pero te fuiste. Siempre tan correcto, siempre tan aburrido" dijo sentándose en una silla al otro lado de una mesa. "Tan aburrido" repitió. Y entonces el bicho empezó a decirme algo al oído, algo que era como una advertencia y la formulación de un deseo al mismo tiempo: "Eres un imbécil, sólo sirves para que te hablen así. Sólo sirves para que ella te desprecie así.

Vídeo: Fito y los Fitipaldis - La negra flor (Radio Futura)

video: Bonnie Tyler: Here she comes

El encanto de las películas antiguas... y mi amada Metropolis. La vi por primera vez un domingo ocioso, entonces yo tenía trece o catorce años. Entonces todavía hacían dos películas por sesión y ésta era la de "relleno". Una obra maestra de todos los tiempos como acompañante de cualquiera de puñetazos. Era lo que tenían los cines de pueblo, que el ilustrado de turno te metía cultura con el cebo de las pelis de Bud Spencer. Supongo que cuando algo es extraordinario es imposible quedarse indiferente y mi pequeño cerebro lector adolescente ya empezaba a ser sensible al arte de contar historias. Quizá entonces ya decidí que quería contar a otros, que quería inventar mundos, y tal vez, en ese mismo instante me propuse sin saberlo aprender a relatar. Si miro hacia atrás y dejo atrás los cursos que he hecho y me paro a ver sólo qué motivaciones tuve en cada momento me doy cuenta que toda mi formación la encaré al día en que me pusiera a escribir mis relatos. La ingeniería, la empresa, esas cosas, sólo fueron para cubrir expediente, para parecer pertenecer a la sociedad.
Las próximas entradas serán de la novela.

Video: Amy Winehouse - Love is a losing game

martes, 2 de diciembre de 2008

la luna

Y es que a veces me duele tanto que sangro agua por los ojos.

Ayer


Anoche la luna era una línea blanca, media circunferencia de luz. Tuve suerte de mirar hacia arriba, tuve suerte de que me guste tanto mirar pasar las nubes en los días de viento y hojarasca. Hoy tengo la suerte de que, entre muchas otras cosas, anoche me llevara la luna en un bolsillo del abrigo.
Hoy es diferente. Hoy la luna es más luna.

Nada de nada

Y sigo sin entender esta tendencia mía de escribir tan sin sentido, de ver juntas palabras que he escrito y que no significan nada, que no son ni mías, que son como abrir un grifo y ver salir el agua sin que sirva ni para lavarse uno las manos. Y sé que no es asunto tuyo pero si por casualidad intuyes que hay una respuesta, que detrás de todo esto hay un sentido, envíame un mensaje dentro de una botella y encomiéndala al viento.

una genuflexión


Me dicen que este blog es triste, que sabe salado, que esconde nubes y puestas de sol por los rincones. Y puede que tengan razón quienes dicen eso, sí, el blog es tan triste como esta tarde de martes que amenaza con precipitarse con rapidez hacia el crepúsculo. A veces me pregunto hasta dónde llegaré, como si este blog fuera un mar y yo lo navegara en un bote a vela y de una sola plaza. Me pregunto si habrá una costa a la que llegar y descansar tranquilo.
Este blog nació de dos acontecimientos: el primero lo dice el título: Moriría por ella, y nace de la desaparición de mi vida de uno de esos pequeños grandes amores a los que luego suelo encadenar un rosario de recuerdos porque, ya lo habréis notado, soy un tipo propenso a la nostalgia; la nostalgia me gusta, me envuelve como una manta, me da calor, me protege del frío día a día, de los hombres-muñecos de nieve, de las estatuas de hielo. Ella llevaba un libro bajo el brazo: la vieja sirena (de José Luís Sampedro). ¿Sabéis? A veces uno se puede enamorar de un personaje de novela. Yo lo hice.
El otro acontecimiento fue ver la película Sin City y su forma de contar la historia. Me acordé de las noches de bares sucios de hace algunos años, cuando aún tenía edad de bordear el peligro sin demasiada conciencia de él. Aquella voz trajo mi otra voz, sacó al bicho de su letargo y el bicho pensó que quizá era el momento de escribir algo juntos. Luego el bicho se durmió en el sofá del tiempo y la historia se fue diluyendo, empecé a tenerle miedo y poco a poco se traspuso entre los papeles que siempre andan por encima de las mesas sobre las que malviven mis objetos cotidianos. El personaje dejó de ser el que era y se convirtió en una sombra; una sombra de la que huyo y que hace que últimamente, pase las noches fuera de casa. Coincidencia, nada rutinario. Cenas, salidas, borracheras inhumanas, esperas, cansancio, dolor de vista, dolor de vida... echando de menos que mis manos exploren una piel desconocida bajo una ropa fastidiosa, ese espacio donde mi alma encuentra su vocación y su condena, ese lugar al que regreso una y otra vez a mi pesar en busca de calor como un heroinómano busca la calma para su sufrimiento en el fondo de una jeringuilla y donde convive con la muerte. A mi vida le hace falta algo que la rasgue y mientras lo espero, se me escurre el tiempo entre los dedos. Soy optimista, espero activamente, saludo al destino con la mano cuando pasa por delante de mí. Soy uno de esos idiotas que creen en la estúpida ley de la atracción y en sus jodidas consecuencias. Bendita ignorancia la mía, las cinco de la tarde, se hace de noche, tengo que hacer planos, mañana voy a Zaragoza.

Vídeo: Carlos Valera - Una palabra