miércoles, 28 de septiembre de 2016

Incendios controlados


Podría decir que la echo de menos y, en parte, esa pequeña parte a la que uno se aferra cuando nada queda a lo que agarrarse, pero bueno, al final uno tiene que elegir entre estar y marcharse.

Posiblemente dejar ir es lo que más duele cuando uno se apega a algo, aunque sea a la idea de que en el futuro las cosas cambiarán para llegar a un estado anterior, es decir, que el cambio no ha surtido efecto y volvemos al punto inicial.

Sólo que las cosas cambian para siempre.

Y uno ha de dejar ir para llenar su vida de otras vidas y otros momentos que también tendrán fecha de caducidad.

Supongo que es por eso que la vida es cambio aunque el día a día nos dé una visión de algo estático sujetas por rutinas, como un clip sujeta folios sueltos o las anillas de los clasificadores agrupan trimestres...

Pero entre usted y yo no hubo nada, no al menos nada que pueda archivarse más allá de unos momentos desesperados en los que casi nos volvimos otros.

Cambiamos. Y mientras cambiábamos nos volvimos parte del pasado de cada uno, cada vez más invisibles el uno para el otro, más algo y menos alguien.

Espero que el tiempo acabe por borrarnos los reproches, espero que la vida le vaya bien, de veras, no como eso que se suele decir, sino como todo eso que le deseas a quien quieres o, como es el caso, a quien un día quisiste.

Agradezco todo lo vivido cuando nos veíamos, supongo que aprendí más de lo que creo, fui más yo y menos otro, espero que cuando llegue el día en que me despida de este escenario, si es verdad eso de que pasa por delante de uno toda su vida, la época en la que está usted la recordaré como una de las mejores de mi vida.



Al final



Imagino que al final todo tenía que ver con esto. Con dar por bueno o no lo vivido, firmar en la línea de puntos y girar de nuevo la rueda de las existencias.

Haber aprovechado la oportunidad tratando de cambiar el mundo aunque sea sólo un poco.

Haber contribuido algo a la felicidad de otros, haber conocido el amor y la pérdida, querer ser alguien más y dar lo que fuera no ser uno de tantos.

Dar y recibir.

Ser quien estabas destinado a ser y que parezca que haya sido una elección.

Nunca es una elección.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Cuando por fin lleguemos a nuestro destino



A veces creo que el pasado es consecuencia del futuro. Es decir, como si en el futuro tomáramos la decisión de ser quienes somos y aceptáramos pasar por todo lo que hemos de pasar hasta alcanzarlo. Como si el futuro y el pasado estuvieran pasando al mismo tiempo y tomáramos decisiones que modifican uno y otro continuamente.

Y al descubrir que eso es así nos encontráramos con momentos de transición, huecos en los que caben... quién sabe qué cabe. Que el sentido de la vida estuviera precisamente en esos momentos, ahí, en esos minutos sin objetivo que no pertenecen a ninguna magnitud, sólo al ser con que habitamos esta pobre conjunción de dimensiones.

Como si el tiempo pudiera estar en el pasado, en el futuro, en los dos a la vez... y en ninguno.

Todo evitable y todo posible.

Eternos si nos reencarnamos

Una fogata que se consume si sólo hay esto.