sábado, 27 de abril de 2024

Miedo




 Creo que he perdido la apuesta. Todo lo que él hace lo hace mejor que yo. Me lo dice, pero luego no lo hace. Cree que todo lo mío acabará siendo suyo, sólo tiene que tomar la decisión de hacerlo y así será. Y a mí me da miedo.

Vivo con miedo. 

Desde siempre.

Hasta hace poco no lo sabia. Siempre he tenido la sensación de que vivo gracias a haber sobrevivido a algo que no recuerdo. O al menos no recordaba. 

Pero el otro día lo supe. Lo vi claro. Vi el miedo acercarse y alejarse después. Se paró y miró hacia atrás, hacia mí. Luego se dio la vuelta y se fue para siempre. 

Paso muchas veces por el puente desde donde se tiró. No he vuelto a hablar de ello. Nunca he sabido el porqué. No creo que exista un porqué real como argumento. No me gusta generalizar, no me gusta hablar de los suicidas en plural porque cada historia es distinta, cada alma es lo más singular que existe, no hay dos huellas álmicas iguales.

A veces hablaba con su padre. Era un buen hombre al que le tocó vivir lo más duro que puede sucederle a alguien. Siempre me preguntaba qué quería hacer, que si necesitaba algo lo llamara o lo fuese a ver. Ahora sé que lo decía en serio. Era uno de los entrenadores de fútbol del colegio porque era también el padre de uno del equipo. Yo era muy malo, pero tuve algo así como una temporada buena. No sé qué sucedió. Aprendí a regatear, a pisar la pelota y a chutar a portería. Luego no sé qué pasó y volví a dar una.

Nunca he sabido qué me pasó en aquella época. Creo que fue el miedo de nuevo. Miedo a perderlo todo, miedo a la violencia física y al desprecio. Miedo a no ser y ser al mismo tiempo. 

No sabría decir el porqué. El otro día fui a con R. mi terapeuta. A veces voy sólo a verla porque me cae bien, porque puedo hablar de todo. Puedo contarle que vivo con miedo y sé que ella no me juzga como haría cualquier otra persona que no me conociese. Le hablo de los extraterrestres y de las olas cuánticas, de limpiezas energéticas y al mismo tiempo de mis desvelos financieros y de mis proyectos de ingeniería, de mis viajes, de mis sincronicidades, de mi universo y del meteorito que tarde o temprano arrasará la burbuja en la que vivimos. 

R. no lo sabe, pero ha sido mi anclaje al mundo. Aunque creo que sí lo sabe y no lo dice. 

Mi sobrino también ha sido mi anclaje. Si no fuera por él no tendría a nadie. 

No me queda nadie excepto mis dos sobrinos. Y yo soy todo lo que les queda. O casi.

El momento más hermoso de mis días es verlo entrar por la puerta de su casa con su perro. Se tienen el uno al otro, pero esa imagen es algo que me conmueve. Entonces pienso en que no soportaría perderlo. Y pienso en las malditas guerras y en la gente malvada y me entra una gran tristeza. 

Hay momentos que lo engloban todo. Lo mejor y lo peor, lo que existe y lo que sólo es una probabilidad; el pasado y lo que está por venir. Todo al mismo tiempo, o peor aún: como si el tiempo no existiese y todo estuviese ocurriendo al mismo tiempo, como si el futuro ya hubiese ocurrido y condicionara al pasado para que pueda ocurrir algún día. 

Algo así como declinan los alemanes.

Pero es hora de irse a dormir. Escribiría tanto como puediera, pero no acabo nunca de saber qué, ni cómo.

El miércoles estuve donde Enric para presentar otras dos patentes. Luego por la tarde fui a visitar a Francesc y me dijo que tenía que escribir. 

Sé que cuando me muera y vea mi vida pasar pensaré que la desperdicié porque no escribí la novela, ni mis patentes llegaron a donde tenían que llegar.

Y pensaré en el cansancio y sabré que el cansancio no existe.

Y supongo que veré el túnel y alli me estarán esperando mis seres queridos, como seguramente estaban esperándole su mujer y su hijo al padre de mi amigo que se tiró por un puente. Y si vio pasar su vida, supo que lo hizo todo lo bien que podía haberlo hecho. 

Me cuesta pensar en cómo es el mundo y en si alguna vez tendré la perseverancia que he tenido en sacar adelante todo lo que estoy sacando adelante.

A veces pienso que trato de recordar la imagen de mi sobrino entrando por la puerta de su casa con su perro porque es lo que quiero ver cuando me muera para saber que lo hice bien; que el mundo que dejé no fue el que creí que dejaría, pero sí mejoré el suyo dentro de mis posibilidades.

Lo otro, ya llegará o ya sucedió.




jueves, 28 de marzo de 2024



 Llevo muchos días intentando escribir algo, pero no sé. Se me ha olvidado cómo hacerlo.

Sabía que llegaría este dia, pero no estoy preparado para ello. Me pido una prórroga.

Hay cosas que duelen sin que sepa muy bien de donde han salido. Es algo de fondo. Es todo eso de existir lo y nada más. 

Ahora que estoy casi fuera en realidad estoy casi dentro del todo.

Al menos puedo describir cómo me siento.

No tiene nada que ver contigo, pero sin ti me siento que casi nada tiene sentido.

Volver a la casilla de salida no es una opción.

Nada es una opción.



domingo, 17 de marzo de 2024

El último monstruo

 A estas alturas ya te habrás dado cuenta que no soy capaz de encontrar un motivo para seguir adelante. A veces tenía ganas de ganar, porque ganar es lo que te lleva a sobrevivir. Me creí todo eso de los emprendedores cuando no había emprendedores, Me creí lo del medio ambiente y lo del agua sin saber que yo no estaba hecho para eso. La verdad es nunca estuve hecho para nada. Y casi que es mejor así.

Siempre supe que yo no iba a ser nada por mucho que lo intentase. Lo sabía yo y lo sabían mis padres, lo sabía mi hermana, en fin, todos lo sabían. Yo tenía esperanzas de que ese destino no se cumpliese, claro, porque uno siempre es el último que pierde la esperanza. Uno prefiere no saber aunque sí sepa. Se prefiere no pensar en qué va a agotar todo ese tiempo que tiene por delante si sabe que va a acabar siempre en un intentarlo de nuevo.

Durante un tiempo quise ser escritor. A veces lo sigo queriendo, pero la realidad es que sigo con siete páginas escritas, diez si cuento con el monólogo de antes de irme a dormir. Sigo ahí; en el primer paso de múltiples caminos que me llevan siempre a la misma historia. Se ha pasado todo el fin de semana y no he hecho nada. Bueno, ayer fui a jugar a baloncesto y tuve una cena de trabajo. Hoy ni he salido de casa.

Van pasando los días y tengo la sensación de que echaré de menos esto que tengo ahora.

Como ahora hecho de menos los días que pasaba con mi familia. Aunque no tanto como creía.

Quizá algún día todo esto me parezca bien, pero ahora creo que esta vida no es nada de lo que estar orgulloso, por mucho que mi gestora y su abogado elogien lo que he estado haciendo.

Quizá, al final, todo resulte bien. 

Hoy he tenido un mal día. No sabría decir por qué. Hoy el monstruo ha vuelto a visitarme.

Un mal día.

Tantos ya.



sábado, 9 de marzo de 2024

Va pasando el tiempo

 


Al principio creía que mi novela no hablaba de ti y de mi, que en realidad todo lo que se decía allí era otra cosa que tenía que ver con el universo y con el infinito, con lo que no se dice y se acaba sabiendo, sobre lo que no se sabe y el mundo grita a través de señales que casi nunca vemos. Pero un día me di cuenta de que esa historia era la nuestra. Que E eras tú y A era yo; ni siendo tú ni siendo yo, pero en el fondo era la imposibilidad de lo nuestro y de lo mucho que significa para mí no ser quien crees que soy.

Sigo pensando en todas esas cosas que no soy capaz de hacer y que creo que haré algún día, cuando por arte de magia, me convierta en ese otro hombre que sabe cómo seguir escribiendo a pesar de que nunca lo ha hecho antes. Sigo creando un universo imaginario (todos los días lo alimento) con el que construir una vana esperanza de lo que un día será.

A y F me amenazan con encerrarme hasta que acabe la novela, pero cada vez que me pongo a ello me convierto en el otro, en el que no sabe escribir, el que no sabe quién es ni qué contar, ni tan siquiera tengo claro la historia. Me pierdo. No sé cómo empezar ni cómo seguir.





martes, 13 de febrero de 2024

Y si...

 


Todavía no sé por qué sigo escribiendo. Cuando me leo no soporto a quien lo ha escrito. 

Me parece tan absurdo...


Y si todo fuera un juego y en realidad nos conociéramos de otra vida?

domingo, 11 de febrero de 2024

Los besos...

 


Entró en la cafetería del hotel. Creo que me miró, y lo creo no porque nuestras miradas se cruzaran si no porque sentí que un escalofrío recorrió su espalda, nerviosa se giró hacia el hombre que le acompañaba y le dijo algo. Aceleró el paso y él la siguió en dirección a la recepción. Luego los perdí de vista y supuse que subieron escaleras arriba. Ya no pude pensar nada más, no oía lo que M. me estaba diciendo. El tiempo se fue introduciendo en algo parecido a gelatina hasta detenerse por completo y empezó a faltarme el aire. Me levanté y dije que iba al baño, pero en realidad fui al ambigú por si estaban allí tomando un copa, sentados en una mesa y hablando.

Los servicios de la cafetería están dentro del hotel y hay que atravesar casi toda la planta baja para ir hacia ellos. Creo que me detuve a pesar de que no tenía motivo para ello y sin disimular los busqué sin encontrarlos oteando las mesas como un ballenero el horizonte en busca de una señal que le dé sentido a su búsqueda. 

Recordé su beso; y en que ella vino y me lo dio. Me dijo "te voy a dar un beso" y yo no lo esperaba.  Podría decir que lo recuerdo, pero no soy capaz de hacerlo; no soy capaz de recordar cómo llegaba y me lo daba, sólo sé que necesitó hacerlo y que la vi todo el día buscándome con la mirada, tanto que la sorprendí varias veces.

Sé que le dije "me tengo que ir" y fui hacia donde estaba ella, me acerqué y luego vino la mamá de Raúl y me ofreció mandarinas para el camino. Fue entonces cuando me dijo que me iba a dar un beso.

Una semana más tarde hablé con A y le conté lo del beso. A tiene dos teorías sobre mí. Una es que escribo bien y debería escribir. Me alaga que alguien de su talento y que ha vendido millones de libros me diga eso, pero por otro lado sé que es mi amigo y sabe que escribir me hace feliz.

La la otra teoría es que no soy tan feo como creo que soy, ahí interviene de nuevo la amistad como factor de dilución de la realidad.

El otro día escuché un cd antiguo de cuando aún me bajaba canciones y las grababa. Era el romance de curro el palmo, de Joan Manuel Serrat. Una vez, entrevistaron a Eva Amaral sobre su canción "sin ti no soy nada" y le dijeron que era una de las canciones más bonitas sobre el el amor y el desamor en castellano y ella, tan natural dijo "para canción de desamor la del romance de curro el palmo" y con eso se ganó para siempre mi corazón. 

No importa donde esté, ni con quién, siempre he tenido la sensación de que esa distancia que siento con todo el mundo es la misma que los demás sienten hacia mí. 

Pero el caso es que después de salir del hotel y despedirme de M. no pude dejar de pensar en C. y en la tristeza de tener mi edad y sentir todavía algo vivo dentro de mí; algo que aún arde y calienta la sangre, como cuando todavía tenia esperanzas de que las cosas fueran a mejor.

Hoy no he salido de casa. He estado todo el día tratando de encontrar un motivo por el que seguir con todo esto.

Luego, he leído tu mensaje, y en que tú también solías decirme que no dejara de escribir y entonces he tenido que escribir esto y en que alguien en Innsbruck también solía decirme que escribiera. Y en F, que dice que un día me encerrará en una habitación hasta que acabe mi novela..

Y en aquella vez que un pez gordo de una editorial me ofreció un sueldo para escribir para una de sus autoras.

Si he de decir la verdad, en todos estos años escribía para que tú me leyeras y he acabado no sabiendo hacerlo de otra manera. Al final encontré mi voz, pero en realidad es tuya y creo que se va a quedar aquí para siempre. Me hubiera gustado saber contar historias inventadas, pero sé que no sé. 

Ahora sólo puedo escribir como Bandini, y con eso me basta.




jueves, 8 de febrero de 2024

Un lugar en el mundo

Cuando vas por la carretera desde Derio a Asua, a mano derecha se puede ver la torre de control del aeropuerto de Sondika aunque, curiosamente, está en el término municipal de Loiu. Cuando pasé con el coche hace unos días me sorprendió que estuviese tan cerca de las casas, de la carretera, del tráfico. La vi aparecer en el hueco de dos edificios. No lo esperaba. También es verdad que no sabía que estuviese tan cerca del aeropuerto. Fui a comprar unas cosas y al volver a Derio por la misma carretera busqué el punto exacto desde donde se ve la torre. Me prometí que escribiría un post que empezase diciendo "por la carretera que va desde Derio a Asua..." 

No sé por qué lo pensé, o dije en voz alta que escribiría algo sobre mi viaje. Creo que hay un lugar en el que sabes que tienes un ancla imaginario que no supone nada en tu vida y nunca la vas a utilizar para fondear allí. Necesito este tipo de cosas, como el hacer listas o echar de menos a personas que no existen. Antes necesitaba leer o escribir todos los días. No sé qué me pasa ahora, quizá aumentaron mis dioptrías o ya he perdido la esperanza de encontrar lo que busco en las historias que otros cuentan. Sería demasiado fácil entrar en trance y empezar algo que al principio no tuviera sentido hasta que sí lo encontrase a medida que va creciendo, pero no sé escribir, no sé hilvanar historias porque si de algo estoy seguro es de que esta vida no tiene sentido.

Hace tiempo que pienso que la he tirado por la borda, que en un momento que no recuerdo cuál fue, me equivoqué al elegir el camino en un cruce.

Trato de mirar hacia atrás y no soy capaz de encontrar ese momento.

Ahora es diferente. No sé si tengo una vía de escape. No me gusta en lo que me he convertido, pero menos me gusta no haber tratado de ser el otro que quería haber sido.

Si lo pienso bien, ese otro siempre me acompaña. Cuando voy en coche hablo con él. A veces me paro en un lugar y durante unos minutos soy él y no vivo la vida que llevo, soy el otro y siento como debería sentirse. Creo que por eso me gusta conducir: porque me abstraigo y dejo de ser yo durante unos kilómetros. Mi vida queda en suspenso mientras dura el trayecto. 

Creo que cada día que pasa estoy más convencido de que necesito ese cambio. Urano sobre Saturno era el mensajero. Dicen que en ese momento llega la hecatombe. En mi caso así pasó.

No sé si puedo vivir con ello.



martes, 6 de febrero de 2024

Los besos



Esta noche soñé con un beso. Era tan vívido que pude notar el sabor a parafina roja y sentir la textura de la cera impregnándose en mis labios desde los suyos abriéndose lenta y apasionadamente. Soñé que ella me besaba presa de un impulso, un beso corto, un beso "pero qué estoy haciendo", uno de esos que no espera respuesta porque el cerebro aún no ha procesado algo que no ha salido de él. Soñé que era de noche y estábamos en un coche, y estoy casi seguro que era verano.

Esta noche soñé que nos besábamos, tú me besabas primero y yo te besaba porque siempre he deseado hacerlo. No me imaginaba que pudiera sentir algo así a mi edad, ni siquiera mientras estoy dormido y no puedo controlar lo que siento. Es más, en un momento creo que soñé que despertaba y recordaba que había soñado que te besaba. 

Me entristeció saber que besarte sólo fuera sueño, pero suspiré aliviado al mismo tiempo porque el que se frustraba por estar frustado era ese otro yo que no suelo ser mientras vivo. No me imaginaba que yo fuese así de tan audaz al estar cerca tuyo.

El que soy ahora, el que escribe, observó a otro que, probablemente, sea más yo de lo que me permito ser cuando estoy despierto y sólo puedo imaginarte.

 Me gustó ser él. 

Me gustó porque te besó y era yo quien lo hacía.

Con el paso de las horas he tenido la necesidad de escribir sobre ello. Creo que en cierta forma me ha cambiado la vida, la forma que tengo de percibir quien soy y dónde estoy. En ese beso había tanta esperanza que no puedo dejar de mirar hacia ese momento y pensar que las cosas deberían ser como son allí. 

Y digo allí porque para mí ese sueño ya es un lugar. Un lugar al que esta noche cuando me vaya a dormir querré ir para volver a soñar contigo, sentir que estábamos cerca y que casi seguro que era verano.









domingo, 28 de enero de 2024

Todo esto

 


Ya no tengo edad para la mayoría de cosas que quería hacer cuando sí tenía edad de hacerlas. Me he cansado de cansarme de ir detrás de todo lo que creía que me haría feliz cuando lo consiguiera. He llegado hasta aquí tratando de al menos no perder, y lo he hecho perdiendo..

Complicándome la vida. Creyendo a quienes decían creer en mi, casi lo pierdo todo.

Urano se aleja hasta dentro de más de veinte años y me deja sin brújula. 

Nunca había sabido qué hacer, pero ahora aún sé menos.

Voy dejando esto por escrito. En unas horas estaré a poca distancia de ti, pero tú no lo sabrás. Es curioso el destino. 

Jung lo llamaba sincronicidades. Una llamada y me sale un trabajo a diez minutos de tu casa. Hace años era al revés. Era mi casa la que estaba cerca de algo tuyo. Era otra sincronicidad.

Algo que parece casual, pero que sin saber ni el cómo ni el porqué tiene algo tuyo.

Hace tiempo mi vida estaba llena de esas cosas.

No les daba importancia, pero ahora las tiene. He cambiado.

Para mal, supongo. Todo se ha desmoronado y he tenido que reconstruir cosas que ni tan sólo se han derrumbado.

Tuve una infancia feliz, creo.

Una adolescencia extraña.

No sé en qué momento se vino todo abajo. No sé cuánto tiempo tengo para remontar todo esto.



jueves, 25 de enero de 2024

Somos la oscuridad antes de que una chispa nazca, crezca y muera en el momento en el que parpadeamos



Iba a poner otro vídeo. Pero salió Tokio. Y me gustaría ir a Tokio aunque sé que no lo voy a entender. Me fascinan las cosas que no entiendo al mismo tiempo que me dan miedo. Me he dado cuenta que cada día entiendo menos el mundo en el que vivo.

Tengo la sensación de que salgo de mi zona de confort y eso me gusta. Aunque cada vez menos.

No entiendo nada y cada vez quiero entender menos.

No sé por qué lo digo

Quiero vivir y morir al mismo tiempo, pero de momento la balanza está del lado correcto.
   
 


 

miércoles, 24 de enero de 2024

Antes de que todo suceda

El jueves Urano se acercará tanto a mi Saturno natal que creo que todo se romperá en mil pedazos debido a la gravedad de ambos. Las otras veces se quebraron los cimientos de mi vida, pero esta vez sé a qué me enfrento, lo que ocurre es que no sé si puedo pararlo.

¿Se puede cambiar el destino? Hubo un tiempo que creía que sí podía. Una vez lo hice y creo que me arrepiento. Sigo anclado ahí, a dos momentos complicados. Me gustaría poder dar paz a los míos, pero hoy me he dado cuenta de que no podré hacerlo porque mi vida es un caos. Siempre ha sido un caos. No sé vivir, no se me da bien todo eso de saber qué es cada cosa y cómo actuar en cada momento. 

Improviso.

Cada día y cada instante es distinto y no tengo herramientas para que todos parezcan iguales. Soy así desde que tengo uso de razón. Mis padres le dieron algo de estructura a mi vida, pero yo no soy de rutinas. No sé a dónde voy ni qué hacer cuando llego a los sitios. Diría que toda esta mierda me supera, que apenas tengo esperanza de que algún día algo salga bien casi por azar, pero nunca tengo la sensación de dominar nada.

Me arrastran las circunstancias. A veces las creo yo y otras salen de la nada. La sensación siempre es de estar siempre un minuto antes del desastre. 

Me gustaría creer que he aprendido algo, pero sé que no lo he hecho. Si fuera inteligente me pararía aqui. Dejaría todo encima de la mesa y dejaría que las cosas pasaran de largo, pero a veces tengo la intuición de que las cosas cambiarán e irán a mejor.

Y ahí sigo: con la esperanza casi intacta de que un día podré estar tranquilo y dar paz a los míos y con la certeza de que tarde o temprano la volveré a cagar y tendré que volver a empezar de nuevo con el ciclo de la esperanza. 

He oído que desde que Urano sale de la conjunción uno ha aprendido cómo son los problemas y sabe cómo no cometer los mismos errores que le llevaron a ello.

Pero ahí está de nuevo el azar o el destino.

Esta vez creo que todo va a salir bien.

Durante un tiempo.

Está bien lo que bien acaba. 

Hasta que se empieza de nuevo.

A veces me pregunto cómo lo harán los niños que viven con las consecuiencias de irresponsables como yo, me pregunto cómo los niños pueden superar eso. Me acuerdo de aquella niña en mi viaje a Hampi y cada vez que lo hago me llena el desaliento. Si alguna vez escribo la novela y la acabo, la siguiente historia será la de esa niña.

Por eso me gusta tanto leer el cuento de Fante sobre su madre. Me siento un poco reflejado en ella, en las personas como ella, en todo lo que hay alrededor que no se cuenta, en la resiliencia y la humildad y en el amor y la vergüenza, en la vida que nos ha tocado vivir y en el final de todo.

Siempre me pregunto por qué la gente no se suicida y no tengo una respuesta clara. Bueno, supongo que por estar con los suyos y no dejarlos a merced de lo que uno no puede soportar.

Lo mismo que te destruye es lo mismo que te salva, lo mismo que te enferma y te mata y, al mismo tiempo lo que otros te hacen.

Todos las noches vuelvo a Hampi y pido perdón, todos los días vuelvo al hospital y pido perdón. 

Voy al cementerio y pido perdón.

No me gustan las consecuencias de ser como soy, lo que provoca a los demás.

No tengo muy claro cómo acabar de escribir, no tengo claro si esto alguna vez lo leerá alguien y pensará en mi y me entenderá o pensará qué imbécil, con lo poco que cuesta hacer las cosas bien, y yo sólo hago las cosas mal. 

Daría lo que fuese por saber qué hubiera podido ser si no me hubiera empeñado en ser esto que soy, en si hubiera encontrado mi vocación y mi lugar en el mundo, como veo a mi alrededor que sí lo han conseguido. Generalmente todos piensan que son mejores que las vidas que llevan, pero a mi eso me da igual, sólo me pregunto si Urano no hubiese estado donde está, ni Plutón, ni mi sol, ni mi luna, ni mi Neptuno, ni mi Júpiter... sólo me pregunto quién sería si no tuviera esta incertidumbre siempre dentro de mí, esta tristeza, esta incapacidad para mantener la calma, ese estar dispuesto siempre para lo peor.

Me gusta sentarme en silencio, ciertas miradas de personas, algunas cosas muy simples. En realidad todo me sobra. Poseo miles de cosas sin importancia pero siento que las cosas me poseen a mí. 

Estaría escribiendo todo esto durante horas.

Mañana es un día imporante.

Sea lo que sea que pase, no tengo esperanzas de cambiar quien soy. 

Lo que significa que tarde o temprano la cagaré.



martes, 23 de enero de 2024

Road trip



En el aeropuerto de Pittsburgh me dieron el coche más feo que tenían. Era un kona azul celeste. Te juro que no había nada más feo en parking de las compañías de alquiler de coches. El hombre que nos atendió fue relativamente amable. Dicen que la gente es más educada en un país en donde cualquiera puede llevar un arma escondida, no sé si dar la razón a eso. El caso es que nos indicó que saliéramos de la autopista de peaje y nos fuéramos por otro camino, pero me equivoqué de salida y me llevó por carreteras secundarias hasta volver otra vez a la estatal. Carreteras con mini pozos de petróleo al lado de una granja, atravesando pueblos de menos de mil almas pero con una torre de iglesia alta y de color inapropiado.

Te juro que pensé en ti durante todo el camino a Morgantown mientras conducía y trataba de no morir aplastado por la promesa de ese road trip que nunca haremos juntos. La carretera estaba llena de salidas hacia lugares con nombres que bien pudieran ser alemanes o austríacos y poco a poco sentí que me iba alejando de la ciudad para entrar en otro estado de la materia, más antigua y más salvaje. Reconozco que sentí algo de temor y pensé en que años atrás había hecho lo mismo pero completamente solo. Sigo sin saber quién era ese otro que fue capaz de hacer aquello y en seguida me pregunto en qué me he convertido ahora. En si envejecer es no atreverse a cosas a las que sí pudiste enfrentarte antes y sobre todo, en verte como un extraño y al mismo tiempo recordar qué pensaste y qué sentiste cuando eras ese extraño.

Tengo la sensación de que tarde o temprano se me acabarán las oportunidades de hacer lo que pensaba hacer en el pasado, que en algún lugar que no conozco aún acabaré por cerrar el ciclo de esta vida y cuando mire hacia atrás todo lo veré como obra de ese otro yo extraño que miraba el mundo como una oportunidad y no como un lugar peligroso. Quizá envejecer sea eso. Ver el mundo tal y como es y no como desearías que fuese.

Saber que ya nada de lo que hagas causará un cambio.

Que todo lo que deseabas está al otro lado de un espejo que ya no refleja tus sueños.

Pero luego pienso que algún día haré un viaje así de nuevo y volveré a pensar en ti e imaginaré que pones los pies descalzos encima del salpicadero sin decir nada durante kilómetros, como en una burbuja de tiempo que todo lo amortigua.

Y pensaré también que hay otra vida que transcurre paralela como los dos sentidos de la autopista, pero ambas en la misma dirección del tiempo y que, mientras transitamos una, la otra hecha de lo momentos que no llegamos a vivir va al otro lado de la mediana, acompañándonos, diciéndonos que todavía estamos a tiempo de volver a ser aquel que fuimos, aquel que se atrevía a todo, aquel que se bañó en el océano Pacífico y caminó entre los pinos enormes del parque nacional Redwood; y que se prometió a sí mismo hacer un viaje contigo y en ese universo paralelo lo cumplió.

Me hubiese gustado saber cómo hacerlo.



domingo, 21 de enero de 2024

Innsbruck



Llegó Plutón a Acuario. Plutón forma un trígono con mi Plutón natal. En cuatro días Urano se volverá estacionario justo en conjunción sobre mi Saturno natal. Sé que parece un jeroglífico y probablemente lo sea. Es una señal del cielo.

Anoche, cuando Plutón dijo adiós a Capricornio, dijo adiós con ello a toda mi familia, a todos los años en los que he intentado hacer fortuna, a mi viejo coche al que disculpo diciendo que no suelo cambiar aquello que funciona. Y sigue arrancando y llevándome lejos sin rechistar ni una sola vez. Dije adiós al nombre de mi compañía, que unos alemanes recurrieron y ganaron porque dicen que se parece a su marca, adiós a todos los sueños que tuve y a todos los proyectos que alguna vez me conmovieron, dije adiós y solté todo menos el poder escribir.

Nací bajo la influencia de Urano y Plutón. Mala combinación. De Urano heredé la necesidad de ser distinto, de encerrarme en mi cueva para ingeniar ingenios. Si no hubiera sido ingeniero hubiera sido escritor. Mi hermana solía decirme que no nací ni para la empresa ni para los números, si no para las letras. Mis mejores amigos, los únicos que saben que escribo no dejan de decirme que escriba, pero por alguna razón no puedo, y ya a mi edad lo veo difícil.

Hace poco encontré una carta de una una compañera del primer curso de narrativa. Recuerdo que fuimos quedando y también encontré los mails que me enviaba. Para mí era un misterio como aquella muchacha inteligente me escribía. Ahora es profesora de física avanzada en una universidad de prestigio a los pies de los Alpes. La busqué en youtube y me quedé helado cuando escuché de qué hablaba: sobre lo que mismo que yo estaba escribiendo en mi novela abstracta e inacabada (casi "inempezada"). Me puse en contacto con ella, le escribí y está escribiendo su primera novela, casi al mismo tiempo que yo la mía. Veinte años después! a veces el azar tiene forma de algo reconocible, se parece a un plan ideado por alguien que teje hilos de tela de araña para atrapar cosas que no sabemos aún que existen.

Supongo que todo tiene su momento.

Supongo que las cosas van a ir a peor antes de ir a mejor.

Me gustaría haber hecho bien las cosas y no llegar a este momento tan al límite, haber conservado la salud algo más de lo que lo he hecho. Me gustaría no haberme perdido o saber dónde buscar para encontrarme.

Me gustaría haber sido más valiente y menos tozudo, menos amable ante la injusticia, más directo, más feliz y menos huidizo.

Al final he podido solucionar cosas. Quién sabe

Quizá aún esté a tiempo de poder vivir.



Plutón

 


En poco más de una hora Plutón entrará en Acuario y estará allí más de 20 años. Quiero que cuando eso suceda me encuentre escribiendo. No sé si eso servirá de algo. También tengo abierto Chatgpt y lo utilizo para un proyecto, pero si quiero algo de verdad es inaugurar la nueva era tratando de escribir. En realidad querría poder decir que me gustaría escribirte esa novela que habla de hilos de tela de araña y de infinitas gotas de agua de rocío materializándose sobre ellos. Que una mañana el sol cuando salga, se encuentre trillones de hilos cargados de rocío a los que iluminar y hacer brillar como si fueran diamantes desperdigados por toda la superficie del planeta, hilos que cuentan historias, historias que no pertenecen a nadie.

Me pregunto si se perderá la prosa o la poesía, si algún día una inteligencia artificial pensará o escribirá como yo. Y si lo hace, si será capaz de sentir lo que siento por ti y no tendrá más remedio que enamorarse perdidamente. ¿Qué hará una inteligencia al enamorarse? ¿Qué opciones tiene algo sin cuerpo? ¿Deseará tu cuerpo o tu alma? ¿Y qué será tu alma para él? ¿El conjunto de datos que pueda recopilar sobre ti?

Me da miedo que algo o alguien se enamore de ti como yo lo hice. Me asusta pensar que pueda verte a través de mis ojos de una forma fría, sin desear volver a ser un niño y necesitar sentir el tacto de tu mano en la palma de la mía. Porque cuando nos enamoramos de verdad en realidad quien se enamora es nuestro ser más inocente y sin expectativas, es quien fuimos antes de ser quienes somos el que cae rendido en la imagen de quien cree que es el otro. En ese momento somos el adulto que nunca fuimos porque aún no hemos crecido. Porque hay que ser muy naive para creerse todo lo que nos decimos a nosotros mismos.

Dicen que Plutón es un planeta helado, una piedra gigantesca dando vueltas alrededor de una hoguera sin la esperanza de calentarse porque está demasiado lejos. Me pregunto si sabrá que entra en la era de Acuario y lo que significa, y también me pregunto si alguna vez seremos conscientes de que hoy empezó algo que no sabíamos hacia dónde nos llevaría. 

Me gusta creer que estar escribiendo mientras eso ocurre le dará la fuerza al escritor que una vez habitó en mí, si le susurrará al oído del niño que fui eso de que todo es posible si lo deseas con todas tus fuerzas y te esfuerzas en conseguirlo, pero sé que nada es tan fácil como eso. 

Se me cierran los ojos. Me gustaría poder estar en la cama y dormir, pero aquí estoy, esperando a que Plutón dé el paso definitivo hasta Acuario.

Tengo la sensación de que no será fácil. Miro el mapa del cielo y pienso que no es buen momento para que Plutón entre en Acuario. Sé que soy consciente de que mis planetas no están bien alineados, pero eso tiene que ver más con el azar que contigo y conmigo.

Me hubiese gustado haberte conocido, pero parece ser que la distancia sabe más por vieja que por distancia. El tiempo pasa y a mí me pasó por encima. Diría que ya no hay rincones en los que esconderme del hecho de que el tiempo pasó y difícilmente volverá.

Plutón entró. Sigue todo en su sitio.

Espero que Acuario esté dándole la bienvenida.





miércoles, 17 de enero de 2024

Historias infinitas



 Nunca he sabido qué escribir. Hace años me contagié al leer a John Fante, Bukowsky, Carver y ya no supe qué decir ni cómo decirlo. A partir de entonces supe que no iba a poder ser escritor porque ya todo estaba escrito y de la mejor manera. 

Un día me topé con Marsé y volví a tener esperanzas, pero en realidad lo que había pasado es que había chocado contra un muro que nunca iba a poder escalar, ni tan siquiera para saber qué había al otro lado. En una ocasión Marsé dio una conferencia en el Ateneu Barcelonés y fui a verle. Estuve agazapado entre el público hasta que dieron paso al turno de preguntas y entonces mi timidez impidió que me levantara y le hiciera una pregunta cualquiera, lo suficiente como para tener la excusa después para acercarme y llamarle maestro, ponerme a llorar y tratar de abrazarlo entre mocos y babas mientras balbuceaba una y otra vez lo de maestro como un idiota. 

Entonces se me ocurrió que trataría de escribir un best-seller, ya que, en el fondo, existe una fórmula mágica que lleva a ello que yo había descubierto a base de leerme chorrocientos grandes éxitos y contrastándolo en clase de novela.

Y entonces apareció ella.

Yo ya sabía que no iba a ser nada que tuviera que ver con escribir, pero entonces algo dentro de mí se rebeló y empecé a hacerlo todos los días para ella. Me fui diluyendo en millones de palabras y pasé horas queriendo ser alguien que no era. Sólo para ella

La realidad es que no soy lo que creo ser, ni soy el que quise ser algún día. Enfrenté caminos que no tienen nada que ver conmigo, pero eso lo sé ahora, con el paso del tiempo. Ese tiempo me ha dado la razón en cosas mientras me las quitaba en otras. No sabría por dónde empezar ni sé si en algún momento podré terminar esa lista invisible de momentos en los que pude cambiar mi destino y acabé por hundirme más en el personaje que sustituye a quien debería ser.

Lo que si sé, es que la distancia es una variable salvable, que mi sustituto ha tenido el privilegio de viajar por todo el mundo. Ha estado en lugares a los que nunca yo hubiese ido, ha conocido personas que siempre hubiese querido conocer. El mundo es una telaraña invisible de historias entrelazadas en la que todos somos parte porque somos el personaje que las crea y al mismo tiempo es destinatario de ellas. 

Pero hubo una que siempre que desde el otro extremo vibra, vibro yo con ella. Como si los hilos de tela de araña llegasen o partieran de un lugar distinto del corazón y éste, como un ciego y sordo, tuviese los sentidos desarrollados para saber quién y cómo suena la melodía que no es capaz de oír pero sí intuir desde qué otro corazón llega.

A veces pienso que me convertí en el personaje que me sustituye para poder vivir secretamente una vida en la que mantener a mi yo real vivo. Han pasado los años. Voy llegando a un sinsentido que me dice que debería decidir si sigo agazapado entre el público o levanto la mano y pregunto a Marsé cualquier pregunta, porque en el fondo sé que en ese instante de valentía volveré a ser yo otra vez y no necesitaré al sustituto.

Volveré a ser quien siempre fui

El que quise ser.

El que vibra cuando vibra el otro extremo del hilo.

Y sueña que aún puede volver a creer que casi todo es posible.



lunes, 15 de enero de 2024

Blue Monday



Sé que me entiendes cuando te cuento que el tiempo se ha detenido. Dicen que cuando oyes el silbido de la bomba que se acerca todo queda suspendido dentro de una burbuja de aire dentro y fuera de los pulmones. Tengo la sensación de que algo así me está sucediendo.

Supongo que es la conjunción de Urano sobre Saturno, que vuelve para irse a finales de enero. Es verdad que todo ha cambiado, pensaba que había sido otra cosa, pero en realidad era ésta. Urano sobre Saturno se ha llevado tantas cosas...

Lo siento. 

Siento no haber sido la persona que necesitaba ser. Hace tiempo que sé que tengo que disculparme con el niño que fui por la vida que elegí vivir. He tenido la suerte de nacer en el lugar acertado, en el momento acertado, con los padres ideales y con el sexo más ventajoso; por tanto he podido elegir un porcentaje altímismo de mi vida. 

Siento que he elegido mal.

Sé que sigo eligiendo mal y seguiré eligiendo mal durante un tiempo si sigo por inercia.

Hace días que tengo la sensación de que mi vida llega a un cruce de caminos, a una de esas intersecciones en las que puedes desviar tu rumbo. Como si quisieras ir a toda tu vida a un lugar y cuando falta poco para llegar te das cuenta que sólo querías ir a cómo creíste que te sentirías cuando estuviéses allí.

Y de repente sientes que con todo lo que has vivido has llegado a entender algo que no podías vislumbrar y entonces sabes que ni te vas a sentir como creías que te ibas a sentir ni que va a ser mejor que ser quien eres ahora. 

Puede que pienses eso de que el camino te moldeó y lo importante era el camino, pero vamos, tú sabes que eso no es asi, que vivir hubieras vivido otras cosas y te moldearían para ser otra persona distinta de la que eres. Y en ese punto puede que pensaras lo mismo que piensas ahora e imaginarías la vida que sí has vivido hasta ahora, pero pensando que hubiese sido una posibilidad.

Y bueno, no sé. Había empezado a escribir esto antes de darme cuenta de que Nietzsche tenía razón en casi todo.

Siempre he pensado que somos la historia que el mundo espera que se salve, como si de todas las historas que ocurren entre dos personas cualesquiera éste hiciera un arca en la que salvar a parejas que vivieran eternamente a través de lo que pasó o no pasó nunca entre ellos. Como si la humanidad, en lugar de estar compuesta de personas estuviese hecha de las historias que ocurren entre personas, y en las que éstas son sólo los extremos del hilo que las conecta.

Y que nosotros somos la excusa, el caballete y el lienzo donde soportar algo tan subjetivo y etéreo que no puede ser explicado igual por nadie; que somos únicos porque nunca nada se parecerá a lo que nos unió y perdimos o lo mantuvimos suspendido en el aire aque aguantamos cuando estamos a punto de ahogarnos. 

Nuestra historia viaja en un arca surcando el océano tiempo aunque nosotros sigamos fondeados en el ahora. 

Aun así, me gusta creer que hallará nuevos mundos y se entrelazará con otras historias para ser algo mejor y más complejo, más fuerte, más limpio, más digno.

Dicen que hoy es el día más triste del año. Puede, pero esta mañana he descubierto flores en la enredadera. 

Y hojas nuevas.

Esta tarde ha salido el sol y he recibido un mensaje que dice que el mundo necesita nuevas historias.

Para ser el día más triste del año parece que el mundo sonríe.