lunes, 25 de junio de 2012

Espejismo de lluvia

Diría que está lloviendo, afuera suena como si cayeran gotas desde el cielo, pero si fuera así mi cuerpo lo sabría. Mi cuerpo se despierta y se adormece con la lluvia, como si cada gota que cae sobre la superficie de la tierra fuera un dedo haciendo un masaje en su piel.

A mí me tranquiliza, puedo estar días enteros nervioso, sin dormir, como si tuviera una corriente eléctrica recorriéndome el cuerpo, y entonces aparece la lluvia y yo me desconecto, como si el agua fuera mi conexión a tierra por donde se va la electricidad estática.

Esta mañana he hecho algo así como una cura de sueño a medias. Me he quedado despierto en la cama, dando vueltas, leyendo a Murakami y esa forma lángida que tiene de dar forma a historias de gente que habla poco. Antes me gustaban las personas que hablaban poco, porque pensaba que su prudencia les hacía hablar sólo lo justo para no decir tonterías. Antes pensaba que la gente que hablaba mucho perdían lo esencial en un mar de consideraciones, prejuicios, como si tanta palabra se volviera un murmullo silencioso, algo que está ahí incluso cuando ya no estás con esa persona. Pero luego cambié de pensamiento. Me di cuenta de que yo era una de esas personas que hablan poco y lo era porque no tenía capacidad para transmitir lo que pensaba o sentía de una forma ordenada, ni emocional ni lógica. Así que cambié de gustos. Ahora me gusta la gente por la luz que emite y me fijo menos en las palabras. No sabría cómo explicarlo, la luz es algo así como la proyección positiva que se genera en los demás. Yo me entiendo.

Respecto a esa luz, no tengo muy claro que clase de ella emito. No sabría decir si las personas que pasan por mi lado tienen una percepción de mí lúgubre o radiante. Supongo que debe ir por días (soy bastante ciclotímico) y también he de admitir que he pasado muchos años solo y eso aísla tus pensamientos, tu forma de enternder el mundo y los demás... aunque quizá la soledad sólo haya sido un consecuencia de esa timidez, no sé. Tampoco quiero darle demasiadas vueltas a todo eso. Creo que no voy a encontrar una explicación razonable...

Definitivamente sí que está lloviendo. Poco, pero llueve, mi cuerpo ha entrado en modo lluvia. Mañana será un día importante por dos motivos, primero porque llegan los ingenieros para evaluar mi trabajo y el trabajo no está del todo acabado. No ha sido culpa mía pero sí es mi responsabilidad no haber sabido leer entre silencios la implicación a medias de quien yo creía que sí lo estaba. Al final creo que lo he logrado a medias y eso me deja en un lugar a medias.

También mañana me reúno con Business Angels para que inviertan en la máquina que potabilizará toda el agua que se necesite en cualquier parte del mundo.

Y el martes se fallan los premios de los que la máquina es finalista.

Miro hacia atrás y reconozco el vacío, veo al bicho agazapado, mudo, con miedo a no volver a tener fuerzas nunca más. Pero me conozco lo suficiente como para saber que un día estaré roto y él aparecerá con sus palabras y sus idas y venidas hacia el infierno. Pero algo ha cambiado. Ahora ya no me da miedo perder el control de las situaciones, ahora estoy casi en paz conmigo mismo.

No voy a caer en el error de pensar que he llegado hasta aquí por mis decisiones. El mundo, la vida y otras personas también tomaron decisiones que me llevaron a un punto casi sin retorno. Lo que hice a partir de entonces sí que forma parte de la decisión que tomé de ir a por todas. Y me salió bien porque tenía el deseo de llevar agua potable al mundo desde hacía muchos años.

Uno siempre tiene la oportunidad de ir hacia adelante, de demostrarse a uno mismo que puede lograr cosas que parecen, a priori, imposibles.

El mundo no tiene sentido si no colaboramos.

Si no estamos dispuestos a levantarnos y crear nuestros propios retos y creer en ellos, si no somos capaces de ir más allá cuando el siguiente paso puede ser un paso hacia el abismo, si no piensas con el corazón cuando la cabeza dice basta pero sigues al corazón sin reparar en peligros, si no nos arriesgamos por amor, entonces ¿qué crees que te va a emocionar el resto de tu vida?

Estos días me he ido acordando de las personas que me dijeron que no lo lograría, los que me aconsejaron que me dedicara a otra cosa, los que me dejaron a un lado. Hay personas para los que la medida de los demás se mide en lo que pueden sacar de ellos. Soy un hombre poco rentable, ¿qué le voy a hacer? He pensado mucho en ellos, lo he escrito en voz alta y lo he pensado abrazado a la almohada en el silencioso crepitar de las estrellas.

Y hoy, mientras remoloneaba en la cama, me he preguntado si cuando me muera habré dejado un mundo mejor. Y me he respondido que por lo menos lo habré intentado.

Porque a pesar de todo, seguimos siendo pequeños, niños en el papel de adultos, capaces de reír y capaces de ilusionarnos, de ser altruistas o de ser codiciosos, pero seguimos siendo insignificantes en comparación con aquello a lo que pertenecemos.



martes, 19 de junio de 2012

gracias por la lluvia

gracias por la lluvia, por los remolinos del agua camino de ninguna parte, gracias insomnio por regalarme selva cuando la selva ya no nos pertenece.

Y aquí también llovió. Poco y desde nubes extrañas.

De veras


De veras que lo intento. Llevo toda la vida intentándolo, pero hace días que no puedo escribir como antes, quizá una parte de mí haya renunciado a todo lo que conlleva sentirse vivo. Como si después de todo, mi cuerpo se hubiera rendido a la evidencia de los años. No sabría decir por qué pero hace días que me siento viejo.

Viejo para sentir pasión por otro ser humano. Como si de repente, me hubiera dado cuenta de que tu piel es sólo tuya y nunca podrá pertenecerme por mucho que intente descifrar su lenguaje ni agarrándola fuerte con las manos, como si ya hubiera perdido la cuenta de las veces que te hubiera arrancado la ropa antes de abrirte en dos como una naranja.

No creo que el mundo me haya vencido. Sé que sólo es una tregua, que muy pronto volveré a ser el hombre que era. No sabría decir ni cómo ni cuándo, sólo sé que tenemos una última oportunidad para desnudarnos por primera vez mil veces más, aprender a ser de nuevo, dos piezas de tetris que encajan perfectamente antes de desaparecer en una espiral de olvido. Pero tú no sabes, ni te imaginas, las veces que he soñado con  la humedad de tu cuerpo, tu espalda arqueada pidiendo más fuerte, más adentro, más allá de todo lo que podamos pensar que pudiera ocurrir.

No te imaginas lo mucho que empiezo a depender de que seas real y de que te entregues, con las manos arriba, desarmada, para que yo pueda llevarte a la cárcel de mi deseo, del que soy prisionero, del que quiero que te empape como una lluvia fina, así, con el tiempo necesario para que ya no quieras ir a ninguna otra parte, para que seamos agua los dos, lejos o cerca, allí o aquí, gotas de un mismo mar, magma expulsado desde el mismo infinito ardor.

domingo, 17 de junio de 2012

La sospecha


Me dice que el tiempo ha pasado, pero que a veces se vuelve loca y busca mi nombre en google, si por casualidad he abierto mi facebook y puede ver qué ha sido de mí, que la foto que sale en imagenes no me favorece, me dice que está bien, que las cosas acabaron por ser distintas a como imaginaba, pero que tampoco se imaginaba mucho. Me dice que ya no me echa de menos, que sólo algún día siente curiosidad.

Le digo que el tiempo ha pasado, que a veces me vuelvo loco y busco su nombre en google, que busco en el facebook de sus amigas por si han colgado una foto en la que sale ella, que no sale ninguna imagen cuando la busco, que sé que ya no me echa de menos, y que en realidad es algo que sí me importa, y que espero que algún día mi proyecto sea lo suficientemente importante como para que me encuentre sin buscarme.

Me dice que es feliz, que las cosas y las personas que la rodean le hacen feliz, que no necesita nada más, que es mejor encontrarse gran parte del camino hecho y que yo no hacía otra cosa que construir futuro, que se vive una sola vez, que es mejor comprarse una casa que hacerla, que es mejor estar con alguien que ha renunciado a tener sueños o que nunca los tuvo, que estar a mi lado la agotaba y la desesperaba, que necesitaba un lugar donde sentirse a salvo.

Le digo que soy feliz, que las cosas y las personas que quedan son pocas, que he creado algo con el que probablemente conoceré más y más personas que sueñan con cambiar el mundo, que de tanto construir futuros, al final, he acabado por conseguir algunos de ellos, que me duele haberlos tenido que perseguir yo solo, que sigo sin comprender qué le llevó a borrarlo todo y con ello a mí, pero que entiendo que estar a mi lado agote, no le digo que, en cambio, estar a su lado, era estar convencido de que era un inútil que no hacía nada bien.

Me dice que podríamos quedar un día.

Le digo que no quiero verla.

Me dice que debería haberlo ya superado.

Le digo que ella sólo quiere que los demás hagan lo que a ella le convendría que hicieran. Y que la gente piensa y siente por sí misma, que la gente es como es y no como ella quieran que sean.

Me dice que así nunca voy a llegar a ninguna parte.

Le digo que para no llegar a ninguna parte ya he llegado a alguna parte, que asuma que cuando la gente hace lo que quiere en lugar de lo que a ella le conviene, llega a donde quiere llegar. Si puede. O le dejan.

Se queja de la crisis. Se queja de que las cosas cambiaron mucho.

Le digo que me dejó tirado cuando peor lo estaba pasando, mientras ella no tenía ningún problema, que las cosas cambian, y cuando ves que alguien lo está pasando mal no es sólo por su estupidez, a veces las cosas son inevitables.

Me dice que soy cruel al recordárselo.

Le pregunto que cómo de cruel le parecería si la persona con la que está ahora le hiciera a ella lo que ella me hizo a mí.

No dice nada.

Le digo que lo siento, que es una mala idea hablar entre nosotros.

Me dice que sí, que somos demasiado diferentes.

Le digo que cuando estábamos juntos decía que yo era la persona con la que más había conectado en su vida.

Dice que eso lo dijo entonces, pero se equivocaba.

Le digo, que cuándo se dio cuenta de que todo lo que sentía, si lo pasaba por el filtro de la mente, era falso.

Me dice que siempre estoy cambiando las cosas. Que ahora es feliz y punto, que sólo quería hacer las paces  conmigo.

Le digo que yo nunca estuve en guerra.

Me dice que sí lo estuve.

Le digo que si hubiera estado en guerra lo habría sabido. Y yo me fui y no supo nunca nada más de mí.

Me dice que soy un imbécil

Y yo le digo que la odio, que es a la única persona en el mundo a quien odio, que antes de conocerla no sabía que era eso. Ahora ya ha pasado todo, que de una forma que no entiendo llegar a comprender que podía sentir eso me hizo recapacitar acerca de lo que estaba dispuesto a apostar y en qué.

Me dice que nunca nos hubiéramos entendido porque ella no odia a nadie, ni cree que nunca podrá hacerlo, que eso es lo fundamental que nos hace diferente.

Le digo que el odio no lo decide uno, que el odio llega como un puñetazo, que el odio no es una elección y que deseo que nunca lo sienta.

Me dice que ha sido una mala ida hablar conmigo

Le digo que la mala idea fue habernos conocido.



miércoles, 13 de junio de 2012

Cuento de hadas en Nueva York



Creo que si pudiera volver hacia atrás haría las mismas cosas con las mismas ganas, quizá hubiera luchado un poco más para quedarme contigo, no sé. Quizá hubiera llamado una vez más al timbre sabiendo que estabas en casa, hubiera insistido más en verte, me hubiera presentado en tu trabajo con una excusa de cien kilómetros, me hubiera hecho ciego, sordo, mudo, más paciente...

... pero me fui con todo lo que ello suponía, me fui porque me tiraste a la basura con las cosas viejas, me fui porque no se puede hacer querer a quien quiere ya a otro.

Anoche estuve dando vueltas a los últimos años de mi vida. De veras que intenté dejar en buen lugar cosas y personas que pasaron por mi tiempo, traté de comprender hasta meterme en su médula lo que se repite hasta la saciedad. De veras que lo intenté, creo que entendí muchas razones, pero al final, me di cuenta de que todos hemos de tomar una decisión y esperar que otro la acepte, que para seguir tenemos que echar de una forma poco elegante a algunas personas que fueron importantes. Y que a veces las cosas son como son y que no tienen remedio.

Supongo que me atraigo a los buscadores de oro por mi forma de entender las cosas, por algo que indica que si se quedan a mi lado el tiempo suficiente las cosas irán a mejor. Resulta curioso que todo haya llegado después del enésimo descarte y que haya tenido que estar solo para lograrlo. No sabría decir si tuve que llegar a esos extremos, a ir en contra de la dirección que todos me indicaban, y si será así siempre: que sólo yo crea en mis propias fuerzas.

Antes sólo ganaba tiempo. Ahora estoy ganando algo más a largo plazo, quizá esté comprando algo que no exista. Llevo días obsesionado con dejarlo todo atado por si me pasara algo. La máquina tiene que llegar a todas partes, rápida y sencillamente. Daría lo que fuera para ver dónde habrá llegado todo esto dentro de diez años, cuánta gente y quienes verán modificadas sus vidas por lo que tengo entre manos. Antes me preguntaba qué sería de mí, ahora me pregunto qué será de los demás. No sé si asustarme o tomarlo como una nueva de ser o de estar en el mundo.

Este blog empezó como el inicio de una novela negra, cuando quería ser escritor y andaba perdido. Reconozco que he pasado la mayor parte de mi vida completamente perdido. A veces uno encuentra su camino tarde, más allá de los cuarenta. Supongo que en algunos aspectos sigo tan perdido como antes pero eso ya casi no me importa. Ya no me importa hacerlo todo solo porque eso me permite una libertad que no hubiera tenido si hubiera tenido a alguien a mi lado. Sí hecho de menos haber tenido hijos, aunque la situación por la que pasé estos últimos años me hubiera roto el corazón verlos en la miseria como yo he estado, supongo que hubiera sacrificado mis tozudeces o hubiera arriesgado menos, no sé. Ahora eso ya no importa.

Ahora que llego ante la puerta de lo que quería, de lo que he estado buscando durante mucho tiempo, no estoy seguro de que cruzarla cambie demasiado mi forma de ser. Mi trabajo no cambia demasiado, y a pesar de vivir en otra ciudad, mis rutinas apenas han cambiado. Me siento bien dentro de esa segunda piel que es la soledad, un poco hecha a medida con retales de recuerdos de las personas que conocí y en quien confié, tampoco estoy tan solo, quiero decir que trabajo con los creadores de la tecnología y me siento bien porque son extraordinariamente amables y valoran mis conocimientos. Trabajo con música clásica y se me pasan las horas en un buen ambiente, escuchan lo que digo y noto que tienen reparos a preguntarme por mi vida personal, lo que agradezco.

El bicho se ha quedado un poco adormilado en un sitio, supongo que las carencias hacían que estuviera más nervioso de lo habitual. Vivir de la caridad de los demás sólo te deja dos caminos: el de la resignación o el de la lucha... y cuando no tienes contra que pelear te pegas con casi todo. Sin el bicho no sé escribir, el bicho vence el miedo con una dosis de inconsciencia de lo que hace, muerde y desgarra todo aquello que encuentra a su paso, inventa palabras y sensaciones que no tienen traducción ni en el mismo lenguaje del infierno. Supongo que cuando se llega a cierta edad te das cuenta de lo cierto que es eso del ardor de la sangre y de que la juventud se acaba acabando. Imagino que es esto; que la juventud se ha ido más tarde de lo que debería haberse ido, como si hasta el último aliento hubiera querido saldar cuentas pendientes, haber vivido un gran amor o tener un ideal perfecto que acabas consiguiendo y así poder entrar en la edad adulta como alguien que fue feliz y no arrastra trabas. Pero supongo que no es así, y que no pertenezco a ese grupo de personas que pueden considerarse a sí mismas como completas.

Quizá por eso sigo escribiendo, a pesar de que casi no tengo tiempo para hacerlo. Desde la ventana delante de la mesa donde trabajo, se ven las montañas y bosques, algunos grupos de casas, el río, un edificio cubierto de placas solares, en la cafetería hay un montón de gente joven y tienen una terraza y un pequeño circuito de running y algo así como un parque de juegos. Me gusta trabajar aquí y no sé si todo esto hace que dentro de mí las preguntas no respondidas quieran salir a flote a través de las novelas que hibernan. Sé que estarán ahí, incubándose de alguna forma silenciosa, y que tal vez algún día desarrolle otra vez esa enfermedad de contar historias. Ahora se me hace bastante improbable. Pero por otra parte me lo propuse no hace mucho y yo... soy de retarme para vencerme a mí a los que me dicen que no podré.

En fin. Cómo me enrollo. El caso es que cuando el bicho duerme hay otro toni al que también le gusta escribir y supongo, que entre los dos, algún día volveré a tomarme la vida más en clave de palabras. Porque cuando la balanza se decanta más hacia el lado de la ciencia más necesito compensarlo con palabras, como si el amor, en caso de existir, sólo pudiera medirse en palabras.



So this is Cristmas, i love you baby...

domingo, 10 de junio de 2012

La media luna negra


Me pierdo en su mirada hasta sentirme como si hubiera viajado en el tiempo y hubiera aparecido en un mundo salvaje y peligroso. No sé si sentir miedo o alegría por haber llegado al fin ante ella. Tiene una luna esculpida en el grafito de sus ojos que brillan como la superficie de un estanque por la noche y, al mirarla inmediatamente sé que guarda un secreto milenario, que es la última de una estirpe que se remonta a la primera mujer que sobrevivió al desierto. Me mira sin mirarme, no le hace falta porque toda ella me desafía con sólo su presencia. Podría estar en la ciudad más poblada de la Tierra y notar que está a punto de aterrizar el avión en el que viaja ella sólo por cómo mi cuerpo reacciona a su presencia.

Nos cruzamos por casualidad, últimamente mi vida es un cúmulo de casualidades de las que salto de una en otra como en una especie de juego de la oca infinito, con el tiempo uno se da cuenta de que la vida se limita a imitarse a sí misma y no lo hace mal del todo. Me llama la atención su forma de aceptar lo inevitable y ponerse en marcha antes de que salga el sol por las mañanas, como si tuviera una competición con el día a ver quién amanece más pronto para demostrar que su voluntad es más fuerte que el ciclo de la naturaleza. Tengo que decir que esa determinación que demuestra a veces me intimida porque me dice que puede vivir sin nada de lo que otra persona pueda aportarle. Se basta por sí misma más allá de lo que debería, yo soy más sociable, necesito el contacto humano, el cariño y la ternura, no lo digo nunca abiertamente, pero yo no podría sobrevivir en una isla desierta, me moriría de soledad. Ella no; ella se mueve bien dentro de una pecera, seguiría con su rutina diaria como si viviera en el centro de la metrópoli gigantesca, quizá esa misma en la que aterriza el avión que a mí me erizaría la piel al sentir su presencia.

La imagen que tengo de la soledad es la de un pez en una pecera redonda y pequeña en un piso casi vacío, en el que el propietario también vive sólo, trabaja de ocho a ocho, viaja, apenas está en casa...



Me he ido a vivir a otra ciudad, por eso escribo menos y por eso no respondo a los comentarios que me dejas. Vivo dentro de una pecera, apenas empañada por la sutil humedad de un río que la atraviesa. Me gusta el nuevo trabajo y me gusta la forma de trabajar, me permite empaparme de la tecnología básica de la máquina que he inventado. Nunca imaginé que acabaría trabajando en el parque científico y tecnológico de una universidad, a mí siempre me atrajo más la libertad de los espacios abiertos, conocer gente, hacer amigos, ahora me encierro varias horas al día, tengo tres trabajos para tres proyectos distintos... necesitaría tener dos cuerpos o dos vidas paralelas... sé que es temporal, que acabaré delegando mis responsabilidades de una forma irremediable. Porque no me gustaría ser como ella, tan autosuficiente que a veces notas que eres sólo un complemento, alguien que vive al lado, separado por una frontera invisible, que comparte llaves y confidencias, que eres parte de la parte de afuera de la pecera, las sombras de los árboles sobre la hierba del jardín, la llamada de teléfono siempre oportuna, el espejismo de eso que bien podría llamarse amor si el amor existiera en alguna parte.

Divago. Sé que no estoy del todo centrado, las cosas cambian de forma vertiginosa, el viernes me reuní con la gente que van a llevar el proyecto por el camino comercial y de gestión. Yo soy muy mal empresario, tengo el objetivo claro pero soy demasiado generoso para ser un buen gestor, hay que saber cuáles son tus limitaciones y esa es la mía, si por mi fuera, yo lo compartiría todo, pero por encima del objetivo final lo principal es que esto funcione para poder mantener el proyecto vivo, que al final las máquinas puedan llegar a la gente que las necesita. Es el precio que debo pagar, dejar el control del día a día en otras manos para centrarme más en lo que existirá a largo plazo.

Sigo divagando, entre la certeza de que he luchado por salir de ésta hasta que lo he conseguido y el recuerdo de los malos momentos tan cercanos. Debo aprender de ellos, este blog es un testimonio. También de que soy un pesimista que no se resigna nunca a que las cosas vayan mal. Siempre pienso que soy el más pesimista de los optimistas o el más optimista de los pesimistas, si me sigues desde hace tiempo sabrás que este proyecto tiene más de dos años de profundidad y que he pasado por varias decepciones, pero siempre he creído en mí mismo por encima de lo que me dijeran. Esa creo que es mi fortaleza, la tozudez y la resistencia, el ir a una velocidad más lenta para no salirme del camino cuando, de repente, aparece una curva inesperada. No sé si es un buen sistema, a mí me ha servido. Muy mal deberían ir las cosas si antes de un año no soy millonario, mi problema es que el dinero para mí no es importante, así que imagino que lo reinvertiré en otros proyectos que generen puestos de trabajo, del que surjan nuevos equipos para el medioambiente... quizá dentro de cinco años vuelva a estar arruinado, no lo creo, pero no lo descarto, la vida da demasiadas vueltas... por eso mientras pueda, seguiré siendo el mismo optimista y seguiré intentando transformar todo lo que pueda el mundo que dejaré cuando me vaya.

No me conformo con pasar por la vida  porque la vida no pasa, la vida es el conjunto de decisiones que tomamos y lo que influyen en los demás y lo que influyen las de los demás sobre nosotros.

Doy por bueno todo lo que me ha ocurrido hasta ahora, porque con todo ello estoy creando mi presente y mi destino y creo que con él, el destino (para bien) de miles de personas.

domingo, 3 de junio de 2012

Todo se acelera

Todo se acelera. En una semana hemos concertado tres entrevistas con organizaciones muy grandes de ayuda al desarrollo. La verdad es que es lo que necesitaba. Además, mañana empiezo a trabajar con el proveedor de la tecnología, han abierto oficina en España y quieren que yo la dirija. A cambio, me ceden el uso de su tecnología para crear todas las patentes que tengan que ver con ayuda al desarrollo. Es como un sueño. Un sueño de muchísimo trabajo por delante, pero un trabajo que espero que produzca sus frutos.

Me piden que haga una exposición ante un organismo gigantesco, me tiemblan las piernas, no sé cómo voy a hacer un power point tan profesional. Me gustaría saber más y me gustaría poder dar ese toque estético que a veces me falta. Pero de otras peores he salido.

Ya tengo el vídeo de la demostración de la máquina, no lo puedo pasar a formato avi todavía pero espero poder hacerlo en breve. Lo colgaré en youtube y en este blog.

No me había dado cuenta de lo gordo que me había puesto hasta ver el vídeo. Creo que ahora todo va a normalizarse y voy a bajar esos diez kilos que he ido jugándome mano a mano con la ansiedad.

Para despedirme de esos kilos de más, ayer probé el helado de Pantera Rosa! el mítico pastelito de BIMBO... y creo que, en cierta forma, uno cumple los sueños sin darse cuenta... yo metía los bonnies, trigetones y panteras rosas en el congelador después de pincharles un palo, con la consiguiente irritación de mi madre que no quería que le llenara el congelador con porquerías.

Cuando siento que mi vida está cambiando, me doy cuenta de que dejo muchas otras cosas y personas atrás y me doy cuenta de que, como en Qué Bello es Vivir, uno tiene la capacidad de hacer felices a los que tienen alrededor.

Ya sé, yo soy de los que permanecen y desaparecen al mismo tiempo. Pero el mundo me llama... ya hace demasiado tiempo que lo hace y ya no tengo más remedio que acudir a su llamada. Por algo quise dedicarme al agua, para que llegara este día.

Quizá yo también defraude a otras personas de la misma forma que me defraudaron a mí. Creo que esta es la conclusión que debería sacar de haber escrito este blog, que no hay mayor tirano que la indecisión, los "sí pero no", los tal vez, los quizá mañana lo sabré seguro.