sábado, 23 de diciembre de 2023

Soltar

 


Le digo a S que mañana iré cerca de donde ella trabaja y ella me pregunta que a qué hora y si tengo tiempo para tomar un café con ella. Es raro porque ni ella ni yo solemos tomar café por las tardes porque los dos tenemos insomnio. 

Cuando fui a Chicago le traje de recuerdo una caja de bombones. Me gustó la caja; era una de esas de lata tan llamativas con la estatua de la libertad y los colores de la bandera con sus barras y estrellas. 

Hay dos tipos de personas: las que no quieren que te vayas lejos porque van a echar de menos verte y las que quieren que sigas tus sueños y así poder ir un día a visitarte. S es de las segundas. 

En realidad no quiero hablar de S. Creo que S es pasado desde antes incluso que la conociera. Ha sido el muro del tiempo de mis últimos diez años. Mi "¿y si ...?" que me ha impedido irme con cualquiera. Seguro que todo es más complejo que eso, pero en días como hoy lo siento así. Dicen que todos somos el amor de la vida de otra persona a la que nunca haremos caso. Creo que S ha sido eso.

Si pensaba en ir a algún lugar pensaba en si a ella le gustaría. Si me cambiaba el coche, cuál preferiría. He ido aislándome al mismo tiempo que tenía la esperanza de que mi vida cambiara a su lado. Si no quemé mis naves por C fue porque pensaba que estaba predestinado a otra persona.

Creo que no me importa casi nada ya. Me pregunto que sería de mi vida si no la hubiese conocido. Me pregunto dónde estaría hoy y con quién. Nunca tendré una respuesta, en realidad no sé por qué me hago este tipo de preguntas.

Hoy rompo el hilo que me sujeta a ella. Supongo que en eso consiste quemar etapas, en soltar lo que crees tener, pero en que en realidad te ata. Hoy abro una puerta a otra puerta que ya estaba cerrada. Todo en realidad es un sueño que nunca conseguí porque cada día que me decía que no (aunque no lo dijese) me decía que yo no merecía la pena. Sé que el tiempo no vuelve. 

Espero haber aprendido.

Ya queda poco.



domingo, 10 de diciembre de 2023

El eterno retorno


Cuando creía que estaba perdiendo la esperanza, de repente todo cambia. Hay algo cíclico que me llama, estoy volviendo a 2004. No soy capaz de encontrar el porqué, pero durante estos últimos meses y en especial este fin de semana, se han presentado los fantasmas del pasado a visitarme como si del Cuento de Navidad se tratara. ¿Qué ocurrió hace 20 años? Yo empezaba a ir a clase en el Ateneu Barcelonés y quería aprender a escribir. Y fue mi segundo hogar durante cinco años. Entonces yo ya había abandonado la idea de ser algún día un escritor. Sólo me gustaba leer y ya está. 

Creo que fue la época en la que estuve más motivado en toda mi vida. Me pregunto qué hubiera pasado si hubiese dado el paso definitivo. 

Nunca doy el paso. Llevo veinticinco años dando vueltas sin saber a dónde voy. Y eso es mucho tiempo: es demasiada incertidumbre, demasiado hilo por desenredar.

Hoy ha pasado una de esas sincronicidades que tanto me gusta descubrir. No sé dónde me llevará. Creo que al final sí iré a alguna parte. Quien escoge a dónde ir es el que acaba por llegar a donde quiere.

Tres señales en dos días. La última provocada.

Debo seguir las señales.

Quizá sí que hoy sea el primer día casi veinte años más tarde.



miércoles, 22 de noviembre de 2023

La luna contigo



Creo que el mundo al que estaba acostumbrado se está acabando, que la irrupción de la inteligencia artificial lo va a cambiar todo de verdad. Tengo la sensación de que la palabra escrita irá muriendo entre tanta letra generada, que nos volveremos dueños de una pequeña parcela de un campo infinito y que, por tanto, seremos algo parecido a un ente diluido en algo mayor que se irá creando a sí mismo hasta que seamos insignificantes como individuos. 

No creo que tenga más de dos años para escribir esa novela que siempre quise crear y que tiene vida propia. En el fondo, esa novela es un anuncio de lo que va a pasar. A veces me sorprende la capacidad que tienen los textos de ser, en cierta forma, proféticos.

Estamos delante de algo parecido a lo infinito. Me gustaría tanto poder hablar contigo de todo esto... No es la primera vez que la humanidad se ve cara a cara con algo demasiado grande como para poder enfrentarlo. De hecho, diría que la historia de la humanidad es la de culturas que no sobrevivieron a hordas que les superaron en tecnología y en crueldad. Me pregunto si será esto lo que nos ocurrirá ahora.

Si de algo estoy seguro es que antes de que eso ocurra me gustaría compartir una luna contigo, sentarme a tu lado con la convicción de que el tiempo es eso eterno que existe cuando no quieres estar en un lugar distinto al que estás; que por mucho que se acerque el fin del mundo, ese momento juntos merecerá la pena haberlo dejado como epitafio a una vida. Esta vida que sólo cobra sentido por esos instantes y por esas pocas compañías en y con las que conociste lo bueno que la civilización proporciona.

Lo de aprender a escribir ya lo dejo para la otra vida.

No tengo sentimiento de derrota, aunque sí de haber perdido una oportunidad que no volveré a tener por muchas reencarnaciones que tenga, si es que existe eso de volver y volver.

Y volver y volver.

Creo que echaré de menos echarte de menos.



domingo, 19 de noviembre de 2023

Cuando todo esté oscuro




... y tu pelo de fuego, y tu voz como la que imaginé que era la de aquella mujer en La Sombra del Viento. A veces recuerdo cuando no estabas en mi vida. A veces recuerdo lo difícil que era todo antes de que, silenciosamente, nos llegara la paz envuelta el uno en el otro. Fue como llegar a casa y encontrar la chimenea encendida, cerrar la puerta y saber que no volvería a temer el invierno.

A veces trato de recordar el tiempo de antes. Ya no queda casi nadie. Me hubiese gustado poder decir que echo de menos echarles de menos, pero la vida crece y aunque queramos mirar atrás hay algo nos impide revivir lo ya vivido, sólo nos quedan imágenes que con el tiempo cambian. 

Veo las fotografías de mi hermana y de mis padres y son ellos y al mismo tiempo no son ellos. Es algo que pasó y no volverá a pasar. 

Pensaba que nunca me encontrarías... y que si lo hicieras no te quedarías a mi lado.

Cuando me llegue la muerte, me gustaría tener tiempo de despedirme, de dejar cartas a las personas que han sido alguien en mi vida. Te escribiría a ti la más larga. También le escribiría a las mujeres que fueron alguna vez un pedacito del mapa que mi alma necesitó para orientarse, como yo creo que lo fui para ellas.

Hace días que sé que si me pongo a escribir no pararé de llorar. Hoy fui al cementerio. Sé que no hay nadie allí. Yo tampoco estaré en mis restos. Estaré en otra parte y seguiré escribiendo allí donde vaya. Me hubiese gustado saber que tardamos tanto tiempo en encontrarnos porque andábamos distraídos con otras cosas que en realidad no importan. Estabas ahí, al otro lado del agujero negro y yo entonces empezaba a saber enlazar frases sin que pareciese que había algo que no se dice porque en realidad la historia era falsa, o porque no sé ni he sabido nunca cómo contar lo que sentía. 

Y sentía que había desperdiciado mi vida yendo de un lugar a otro cuando mi destino era estar delante de un teclado y contar historias. Tenía la sensación de que el objetivo de mi vida era ese y que había fracasado. Aunque construyera una empresa interesante y acabara por venderla a otra empresa más grande y me retirase pronto y no tuviese que pensar en la jubilación, sé que habría desperdiciado la oportunidad que tenía.

Hasta que te encontré a ti y todo cambió.

Todo se colocó en el lugar adecuado.




viernes, 17 de noviembre de 2023

Cuando todo va hacia el final

 


Bueno, ya sabes. Las cosas van más o menos bien. Debería estar haciendo otra cosa. Sigo trabajando de lo mismo. Creo que todo va a ir bien en los próximos meses y me gustaría poder decir que lo veré todo acabado, pero en el fondo, algo dentro de mí me dice que no. 

No suelo equivocarme.

 Tengo la sensación de estar encendido por dentro, como si hubiese una llama ardiendo en mi interior, de tal forma que si apago la luz, se puede ver una claridad a través de la piel de mi pecho. Una claridad rojiza con un centro amarillo. Hay un sol ahí, en alguna parte que tarde o temprano acabará abrasándome, que terminará por devorar mis células desde dentro sin que pueda hacer nada. Me hubiese gustado tener la certeza de que es amor, pero no hay un manual de instrucciones donde consultarlo. 

Es cierto lo del titulo de este blog: Hubiera muerto por ti, y hasta tal punto que quizá sea ese amor no correspondido lo que me está quemando. No duele, no tiene nada malo, es más, diría que ese fuego me da el calor que no puedo obtener por otros medios. 

A veces me pregunto qué pensarías si pudieras verme por dentro. Si podrías rechazar a alguien como yo sabiendo cómo siente el mundo como lo siento yo. Creo que es porque yo no dudaría en estar con alguien como yo, es decir, si alguien quisiera desde el corazón a ese hombre honesto que sé que soy, Tal vez podría abrir mi mundo y confiar. Quizá porque yo sí daría lo que fuese por confiar en alguien. 

Resulta curioso pero donde noto algo y un hueco al mismo tiempo. Mi corazón (esa llama que más bien parece que me haya tragado una linterna y se haya quedado atrancada en el esófago) te echa de menos en un código morse de sus latidos imperceptible al oído, y que sólo puede leerse en el tacto de la piel del otro.



domingo, 12 de noviembre de 2023

Cosas

 


Los dos seres se me cruzaron en menos de 10 metros de distancia. No entiendo muy bien cómo entienden el espacio tiempo ni cómo quieren que lo entienda yo.

Somos locos tratando de entender otra locura que no es la nuestra. No soy capaz de salir de ella.




miércoles, 25 de octubre de 2023

Cada día más cerca



A veces estoy a punto de volver a encontrar lo que llevo buscando toda la vida, pero entonces aparecen ellos y me transportan a un lugar en el que no soy el que tenía que haber sido. Soy otro. Éste que soy ahora.

Cuando era niño imaginé mi vida cuando fuera adulto. Hay algo que se le parece, sin embargo hay otras cosas que no son lo que esperaba que fuese. Supongo que la vida consiste en encontrar el equilibrio entre conformarse y celebrar lo que tienes, y el impulso que te lleva a aspirar a más.

Supongo que todo tiene ese punto de no retorno. La caída y las adicciones. Tengo ganas de tener las suficientes ganas de salir de todo ello. De volver a tener una oportunidad para encontrar lo que llevo buscando desde que casi era un niño.

Me gustaría poder ser más sincero, pero no sé o no puedo. 

Si todo acaba aquí, que aquí acabe todo.



jueves, 19 de octubre de 2023

No voy a echar de menos esto


No sé por qué me duele tanto. Supongo que me quema el tiempo perdido y, aunque mi vida esté cerca de su final, me hubiese gustado poder haber vivido una historia con ella. Desde que la conocí supe que había una conexión más allá de esta vida. Creo que ya nunca lo sabré.

Tener la sospecha de que me iré pronto al otro lado hace que limite la intensidad de mis relaciones. Y en parte hacer eso me indica que tenía razón. Cuando tuve el micro-infarto confirmé lo que intuía y, por tanto, sigo la misma rutina de alejarme de casi todo el mundo que me importan. Sé que hay personas a las que les gustaría pasar más tiempo conmigo y que me lo hacen saber muchas veces (cada vez menos), pero sé que eso no es bueno para nadie. Uno de estos días me iré y espero que casi nadie me eche de menos.

Como siempre, cuanto más tiempo quieres pasar con alguien, menos tiempo quiere esa persona pasar contigo. Creo que es algo universal; y si he de ser sincero, no me importa demasiado. Antes quizá sí. Incluso escribí un blog sobre ello... (anda, pero si es éste), no sé si fue buena idea. Ahora me da un poco igual, quizá porque la muerte lo relativiza todo un poco. 

Hace tiempo que no tengo esperanza y no tengo ganas de empezar nada nuevo. Tal vez por eso sigo viviendo donde vivo y llego a casa sin ganas de nada. Si todo tiene un principio y un final, siento que estoy mucho más cerca de lo último. Muchísimo más cerca. Casi al lado. 

El martes coincidí con ella en un evento. Sólo fui para verla a ella, la verdad es que el resto me importaba bastante poco. Pasé bastante tiempo junto a ella. Hablamos mucho y me soltó que se iba a vivir con un hombre que había conocido sólo hace seis meses. Creo que hubiese preferido que una bomba me desintegrase, que el golpe no hubiera sido así, tan inesperado. Me sentí como una puerta que trata de aguantar la embestida de un ariete. Por supuesto fingí alegrarme.

Ella me preguntó por la supuesta chica con la que me escribo e iba a verme en junio. Ella vino de muy lejos, pero yo no me presenté. En realidad se lo conté a ella porque ella me había contado que había conocido a alguien y yo no supe qué decir y le conté que me había puesto en contacto con un antiguo amor de hace veinte años. Le escribí y me respondió. Sólo pasó eso: una verdad a medias explicada en decimoquinta persona, una mentira que es un noventa y nueve por ciento verdad.

Me gustaría que no le fuera bien, pero sé que sí le irá y en el fondo me alegro mucho. Será alguien en quien no pensaré más, que orbitará donde Plutón y me permitirá seguir con mi plan de no importarle a nadie. En el fondo no es ningún plan premeditado, yo ya sé que no le importo a nadie, porque en el fondo siempre a sido así e imagino que yo tengo gran parte de culpa.

No me importará dejar de existir. No es como antes, que lo pensaba todos los días. Pensaba "¿quién querría que su pareja se suicidase?" y eso era lo que yo quería. Ahora no, al menos no con tanta intensidad. No siempre. No a todas horas. 

A veces sí. Hoy. 

Pero ya pasó.

No sé hasta cuándo.



Por si hubiese un lugar desde donde llegar a algún lado

 


A veces me pierdo, tengo el alma en otra parte, va saltando por ahí como un gato de tejado en tejado, buscando no sé qué sin saber muy bien dónde mientras confía en encontrar un tesoro inesperado que haga que valga la pena el la escapada; con la idea de no ir demasiado lejos para saber volver a mi cuerpo rápido si ahí fuera refresca. Vivo en la misma casa desde que nací, pero me siento nómada. He viajado miles de millas, me he bañado en los tres océanos ni árticos ni antárticos para encontrarte. He visto salir el sol desde lugares donde nunca hubiera podido imaginar que los vería en busca de un tiempo perdido que ahora sé que nunca encontraré porque en realidad es el tiempo que he gastado. 

He cumplido sueños y he perdido todo lo que tenía.

He sido tan libre que la libertad dolía.

He empaquetado en cajas cosas que no cabían y al final cupieron.

Me hubiese gustado haberte conocido, haberte encontrado saltando de tejado en tejado y haber congeniado contigo, sentarme a tu lado en algún muro, con los pies colgando y contemplar la luna embobados en el silencio de las horas.

Sin palabras se llega más adentro de la persona con la que compartimos espacios y tiempos.

Me hubiese gustado eso contigo.

Pero no sé si existes y si de ser así podrías leerme desde tu universo. Con tantas sincronicidades en mi vida y no acabo de encontrar la que las hubiese explicado todas... Hoy que se puede ubicar cualquier cosa en google maps y yo no te encuentro. 

Hubiese estado bien lo de sentarse con los pies colgando. 

Siempre me quedará imaginar la ciudad a nuestros pies si algún día acabo por encontrar tu alma errática por los tejados por los que a veces voy buscando ese no sé qué que en realidad sí sé que es.







domingo, 15 de octubre de 2023

El templo en el cerro



 No sabría cómo empezar. Siempre que empiezo acabo por escribir algo que no siento que no sale de mí y que al mismo tiempo sale de otro yo que vive debajo de lo que aparentemente soy. Me gustaría creer que de alguna forma siempre ese otro yo escribió para ti.

No sé si hay algo que me frena. No sé hasta dónde ni hasta cuándo soy yo y cuando empiezo a ser ese otro yo. Ya sabes, a veces empiezo a recordar y no sé en qué me equivoqué. Era como si supiera que tenía que ser éste quien soy, pero pude haber elegido no serlo.

Siento todo el tiempo que al elegir ser éste, te decepcioné y que en parte este blog es algo así como una disculpa eterna que nunca acaba por ser esa forma de decir lo siento.

Creo que si me hablaras dirías que no tengo que disculparme por elegir ser alguien distinto a quien tú querías que fuese. No sé qué hubiera sido de mi, no sé qué hubiera hecho, pero entiéndelo no podía ser un mago. ¿Qué hubieran pensado mis padres? ¿Qué hubiera sido de mi gente?  

¿Estaba preparado? 

Ahora llega el punto de inflexión, prometo cambiar si cambiamos juntos.

Pasé tanto tiempo con miedo haberme equivocado. Pasé tanto tiempo perdido...

Era sólo un alma.

Confundí quién quería ser con quién era.

Tenía una vida que vivir. 

¿Empezamos de nuevo? No quiero que llegue el día en el que me vaya y piense que estuve equivocado todo el tiempo, que hice todo lo posible por no haber vivido.



viernes, 13 de octubre de 2023

 


Sé que estás ahí, en algún lado del otro lado, sintiendo el sinsentido, abrazando a los que llegan, con mantas y alimento. Sé que estás ahí aunque no pueda verte (y aun así te veo). Te veo cuando tengo ganas de llorar y cuando estoy a punto de dejarlo todo.

Cuando viajo lejos y todo me parece posible e imposible al mismo tiempo. 

No sé a qué vine.

A veces creo que vine a encontrarme contigo, pero aún no sé cómo.

No soy capaz de reconocerte.

A veces creo que sí, que te vi en los ojos de aquella niña en el tren a Chicago, en la mujer del bus de la feria, en el avión al rojo vivo que pasó por mi lado, y que aún sigo sin saber cómo podía brillar tanto.

En la historia del cazador y el agua pesada.

En la niña del autobús que me llevó a Hampi y que no puedo olvidar y que, sinceramente, estoy convencido que acabará siendo uno de mis últimos pensamientos cuando me vaya. 

En mi hermana yéndose, en mi padre yéndose, en mi madre yéndose...

Sé que estáis ahí, en algún lado del otro lado trantando de que se cumpla todo, de que escuche, de que escriba lo que tengo que escribir antes de irme. Sé que estáis ahí porque no puedo explicar cómo yo también estoy ahí de alguna forma con vosotros.

Arrepentido, molesto, sin saber qué estoy haciendo.

Pero ahí.

Flotando entre lo que creo que va a ser algo extraordinario, temiendo lo que intuyo que nos traerá el eclipse.



miércoles, 11 de octubre de 2023

Todo final tuvo su principio

 




"No es el mejor día" me dice. Hay algo que no me dice, algo que se esconde entre lo que quiere decir y lo que le gustaría decir y no se atreve. 

Teníamos un trato. Nada por escrito, claro. Con ella no se puede dejar claro caso nada. Ella sabe que si se puede comprobar que miente, lo tendría crudo. No creo que lo haga queriendo, simplemente es que es de esas personas que no suelen acordarse de lo que han dicho y pueden acabar afirmando todo lo contrario unos días después. Lo importante es tomar algo y defenderlo se tenga razón o no. En realidad, en eso, le veo cierta coherencia; yo también soy de los que pienso que nada es absoluto, que casi nada merece la pena llevar la etiqueta de verdad o realidad sin un ápice de duda.

Pero teníamos un trato. Algo tácito entre ella y yo; un trato sellado con un mirarse a los ojos y hacer un gesto afirmativo. 

Pero ahora me desvía la mirada.

Sé que esto va a acabar en que no me coja más el teléfono por mucho que la llame. Hace años todo eso me exasperaba, pero ahora lo veo como una parte inevitable de toda relación humana. En parte me alegra saber que dentro de todo existen unas normas que no cambian nunca, que, en realidad, todo es previsible a partir de cierto momento. Creo que eso me alivia, me tranquiliza. Saber que nada va a ser diferente evita que viva en la incertidumbre. Puedo soportar cualquier cosa menos no saber qué tengo que soportar.

Creo que hace unos años hubiera hecho cualquier cosa que me hubiese pedido, hubiera cambiado de ciudad y de país, hubiera cambiado de trabajo, hasta hubiera dejado de escribir si tan sólo lo hubiese insinuado; pero esta vez ya no he dejado que todo eso llegase a ser importante para mí. Durante todos estos años he aprendido que no se cambia cuando uno quiere, si no que en realidad a uno lo moldea lo que no puede evitar y la forma en la que lo puede sortear. Ahora tengo la sensación de que la vida es una huida hacia adelante en la que cada vez todo va más rápido, menos uno, que reacciona más lento. 

Me hubiera gustado haberle gustado lo suficiente como para que esto fuera el principio del final de mis días, pero claro, con esta actitud, tampoco es que nadie le entusiasme estar a mi lado. Sé que la voy a echar de menos.

Últimamente es lo que mejor se me da: echar de menos.



jueves, 31 de agosto de 2023

Demasiado



 No sé qué he estado haciendo estos días, pero lo que sí que sé es que escribir aquí me conecta con quién soy. Me gustaría escribir más, pero creo que me da miedo. Cuando me pongo a escribir, y durante unos días más, me da por pensar en todas las cosas que pude haber hecho y no hice, en todo lo que me ha pasado y cómo me siento al respecto. 

Hace ya más de un año que me todo se acabó. Lo raro es que no echo de menos a todos los que se fueron. Me da rabia que en el día a día esa carencia no se me haga insoportable. Sólo lo noto cuando veo alguna escena emotiva en alguna serie o en alguna película. Luego, al cabo de unas horas, se me pasa. Diría que por dentro se me ha templado a fuego algo que debería ser más blando. 

Hoy me ha visitado un amigo. Me ha dicho que se ha dado cuenta que tiene que cuidarse más, no sólo físicamente, si no que quiere hacer cosas, viajar, salir, no estar encerrado en casa. Claro, que él sufre del síndrome del nido vacío, y que además es abuelo desde hace poco.  Resulta curioso que yo escribiese un post en el que decía algo parecido, que durante estos días a mí me viniera la misma necesidad de vivir sin presión.






domingo, 27 de agosto de 2023

cuéntame

 


Ya sabes, las cosas no han cambiado mucho, pero lo que cambia parece que lo hace para bien. Imagino que donde estás te habrás reunido con todos. No sé si se puede ver este lado, y si esto realmente tiene interés, o es en realidad como un videojuego que no se toma tan en serio como cuando lo estás viviendo. 

No sé qué decirte, ahora sólo puedo decirte las cosas desde el corazón, porque es el único lenguaje. Así que ya sabrás que sigo perdido y sin fuerzas para seguir mucho tiempo más. Me doy un año más o menos, me gustaría poder hacer algo de verdad bien.

Un año y después no sé, quizá empiece otras cosas, aunque creo que tengo la necesidad de cerrar todas las que tengo abiertas. Por algún motivo que no sé explicar tengo ganas de parar. De vivir de lo que he hecho hasta ahora. Sé que aún me quedan muchos años por delante, pero creo que necesito darle un sentido a todo esto.

Cuéntame tú.



Lo siento




Llevo días sin saber qué escribir. Tengo todo el tiempo del mundo pero no soy capaz de hacer nada. Me he metido en algo que me roba el tiempo. Sé que tengo que dejarlo, pero ahí sigue: creo es algo inherente a nuestros tiempos. Un vacío que pretende llenarse con otro vacío que su vez crea otro agujero más grande y más profundo. A veces creo que se ha inventado para destruir a la sociedad. No imagino qué pasaría si todas esas horas se invirtiesen en algo útil. 

Sé que tengo que dejarlo. Tengo otras prioridades. Una de ellas la tengo olvidada del todo porque tengo claro que no sé escribir. Puedo culpara a instagram o a tik tok, pero lo cierto es que hay algo dentro de mí que no funciona, y no es sólo la edad, creo que es algo que va más allá. Tengo la sensación de que me estoy rindiendo, pero al mismo tiempo tengo la sensación de que no soy el único.

Llevo días esperando a que llegue el día en el que vuelva al trabajo. Tengo un par de problemas que me arden en las manos. Cuando volvamos seguirán ahí y no sé cómo afrontarlos. Me gustaría creer que tienen solución y que la encontraré rápidamente, pero no es así.

Respecto a las patentes todo se complica y al mismo tiempo veo una ventana de esperanza. Creo que puedo demandar a alguien por violar mi patente en Estados Unidos. Supongo que será un proceso largo, pero creo que tengo oportunidad de ganar y llevarme un dinero que me vendría muy bien. Mi idea es ir a por todas si es posible. Hace unos años me consultaron por una patente que les reclamaban a unos clientes de unos amigos míos. Tuvieron que pagar una suma importante y dejar de vender los objetos y destruir todos los productos almacenados. Creo que podría utilizar la misma fórmula. No sé. 

Por otra parte también tengo una mala experiencia por parte de los despachos de abogados americanos. Espero haber acertado. 

El resto de proyectos siguen hacia adelante. Si miro desde donde vengo y las oportunidades que tengo ahora delante de mí, me echo a llorar. Me hubiera gustado que mis padres y mi hermana lo hubiera podido ver. Queda mucho camino por recorrer, pero está ahí delante y me gustaría poder disfrutarlo. 

No sé si me imaginaba mi vida así. Creo que en parte sí.

Aunque ahora que he llegado no sé si mereció la pena el sacrificio y si esto era realmente lo que quería. Sé que dentro de muy poco vendrá otra oportunidad mayor aún. Lo presiento.  

Me gustaría quedarme libre de proyectos en un año. Me gustaría poder escribir, no sé si sería capaz de hacerlo bien. Algo me dice que si y al mismo tiempo me dice lo contrario.

No sé si me lees. Supongo que ya no. 

No sé si me ves, supongo que tampoco.

A veces pienso que todo lo que he hecho tiene que ver con lo que está pasando estos días, con lo que acabará pasando los próximos meses.

Me gustaría poder tener certezas, no sé si me queda mucho tiempo, no sé si llegaré a tiempo de escribir la novela. 

Veinte años, todo tiene un punto de aventura cuando se empieza y un "llévame a casa" cuando llevas tanto tiempo metido en ello.

Recuerdo la Odisea. No sé por qué me ha venido a la cabeza ahora. 

Quizá porque todo viaje empieza con el deseo secreto de regresar a casa con dignidad.



martes, 27 de junio de 2023

Lava


Me hubiese gustado desearte, que se me encendiese la sangre y me recorriera el cuerpo como si fuese pólvora; que me quemara la carne desde dentro como si tuviese fiebre y no pudiera sacarla por la piel. Que se me evaporase el agua del cuerpo en una nube de vapor y feromonas que te contagiase las ganas de mi cuerpo. 

Pero se nos perdieron las oportunidades. De todo lo invisible, el tiempo es lo que más importa.



domingo, 11 de junio de 2023

El otro

 


Sigo sin saber por qué aún sigo vivo. No debería estarlo, pero sé que pronto no importará porque me llegará el momento en que no importe el cuándo. Ahora lo sé: ya estamos muertos. Lo estamos antes de que ocurra. No somos capaces de darnos cuenta hasta el día en el que nos vamos, pero para entonces ya hace tiempo que pactamos la salida.

Creo que podría recordar el instante en que lo supe. La intuición lo es todo cuando dices que no crees en la intuición, pero sospechas que todo va a ir a mal y acaba yendo mal. Ahora ya poco importa. Lo supe un día en el pasillo de su piso. Ese que arregló para irse a vivir con otro que no era yo. Lo supe un día de marzo cuando llegué y no estaba sola. Supe que yo había muerto para ella en el instante en que yo creía que seguía vivo.

Nunca hasta entonces había pensado en que podría estar muerto y yo creer que no lo estaba. Me fui y creo que ya no volví jamás. 

Unos días antes de aquello escuchaba esta canción. La tarareaba. Se me iba resquebrajando el corazón intuyendo el final que acabó llegando. No supimos acabar bien. Nunca antes había sentido una tristeza así. Nunca antes había perdido toda la confianza en mí hasta tal punto. 

Daría lo que fuera por no haberla conocido nunca. 

Espero que a ella le pase lo mismo.

Mueres el día en el que mueres para alguien, el día en el que te das cuenta que te echan sin tú querer irte. Mueres el día en el que te alejas del cuerpo de la persona en la que tu alma está atrapada.

Luego llegó todo lo demás, pero yo ya no estaba ahí. Era otro.



Ecos del pasado




 Llevo días encontrándome a personas que hacía tiempo no veía. A veces pienso que la vida me está dando la oportunidad de irme despidiendo de una vida anterior al tiempo que pregunta qué hubiera sido si hubiera tenido el valor de decir cosas cuando debía decir lo que en realidad sentía.

Llevo días haciendo planes para un futuro que no llegará. 

He vuelto a leer con pasión.

He vuelto a pensar que otra vida es posible.

Ahora creo que sé por qué me he quedado y tengo miedo. En algunas ocasiones, cada vez menos, tengo la intuición de cosas que vendrán. Es como si pudiera ver lejos en el tiempo con unos ojos cada vez más cansados. 

Me gustaría creer que no he podido hacer nada, pero sé que uno siempre puede desafiar al destino; que a éste le gusta que lo reten, y sólo así deja un hueco por donde deja pasar momentos que no le pertenecen a uno, que no son lo que tenía que ser. A veces uno puede transitar caminos que no llevan al lugar al que debería llegar.

Sólo por un instante, para volver al sendero poco después. 

Estos días tengo esa sensación, la casi certeza de que hay un mensaje oculto entre todas estas sincronicidades, un lección que aprender, algo que me dice que mire hacia los orígenes



lunes, 29 de mayo de 2023

Por si estás ahí

 


No sé si puedes verme desde el otro lado de eso (lo que sea) que nos separa. No sé si alguna vez tendré la mínima certeza de que sigues existiendo en ese otro no lugar sin tiempo. 

Te quería decir que Meritxell se sacó el carnet de conducir y fuimos a Sitges, al lugar donde tanto te gustaba ir, donde una parte de ti vive para siempre. Sigo sin poder entender cómo puedo seguir como si no pasara nada, aun sabiendo que todo ha cambiado.

Todo y nada cambia para siempre, espero que desde ese no allí donde estás ahora estés tranquila porque cuido (como mejor sé) de tus hijos. Me duele mucho no haber podido hacer lo mismo contigo. No supe o no quise ver. No sé si pude hacer nada. A veces pienso que sí.

Siempre he tenido la sensación de que no estoy haciendo lo que había venido a hacer a esta vida. No sé para qué había nacido, no consigo recordarlo. En realidad nadie lo sabe, supongo.  O lo sabemos todos, pero con todo el lío del parto lo olvidamos. No sé. 

A veces me doy cuenta que no puedo con todo lo que se supone que debería hacer. 

No sabría cómo explicarlo. 

Quizá debería conectarme a esa máquina que me recomienda el médico.



viernes, 19 de mayo de 2023

Esperando el meteorito

Me ha escrito Cl. Seguimos teniendo relación profesional y, aunque se me hace extraño el cruce educado de correos electrónicos, intento mantener un tono neutro. Estoy pensando en cerrar el proyecto que tengo con la empresa en la que trabaja, pero eso me perjudicaría. 

Cada vez que recibo un correo suyo abro su perfil para ver la foto que tiene con su novio; imagino que dentro de mí sigue viviendo un hombre que aún sostiene la vana esperanza de que en la nueva foto él ya no esté allí; pero sí lo está. 

Él nunca sonríe en las fotos. A ella se la ve siempre riendo y muy pendiente de él. Tengo la sensación de que es muy mayor. La primera vez pensé que era su padre que había adelgazado y tuve que mirar dos veces, pero en la que tiene ahora es más fácil ver que no es así. En ninguna de las fotos sonríe. No me gustan las personas que no sonríen. En general no confío en nadie que no tenga sentido del humor, pero si encima no sonríen no me suelen dar buena espina. 

Tampoco confío en las personas que acaban riéndose de lo que acaban de decir ellos mismos. Entiendo que es una forma de manipular al que escucha, de predisponerlo a que lo que diga tenga un tono jocoso que no se corresponde con lo dicho. 

Creo que, en realidad, no me cae bien la gente. Intento que no sea así, pero es superior a mí. Siempre hay alguien que quiere algo de ti, algo que crees que te pertenece y que el otro quiere para sí. A mí, en general, me importa casi todo un pimiento. No hay nada que otro tenga que yo quiera tener. Puede sonar prepotente, pero me gusta ser así: que me dé igual todo y todos.

Excepto Cl

Porque Cl es un poco como yo. De otra forma, claro. Nunca necesita nada de nadie, cuando está contigo es que quiere estar contigo porque le gusta. Echo eso de menos. Sentir que le gustaba mi compañía y le gustaba que a mí me gustase la suya. Y puede que sea eso lo que no acabe de entender, que ahora le guste estar con alguien mucho mayor y que nunca sonríe en las fotos, alguien que seguramente quiere algo que Cl tiene y que ni ella misma sabe que es. Algo que quiere para sí, algo que no puede ni tan siquiera vislumbrar. 

Cl concluye su correo enviándome un abrazo y una entrada para un evento al que ella asistirá y al que yo también debería ir. Me dice que tiene ganas de verme, pero no sé si yo tengo ganas de verla dadas las circunstancias. No me gusta esta situación en la que yo sigo enamorado de ella y ella está enamorada de otro. Y decir que no me gusta es no querer decir que, en realidad, me gustaría morirme y nacer en otra vida en donde no pudiera acordarme de ella, en donde no pueda ni siquiera imaginar que existe.

No le he respondido aún al correo.

Esperaré a que se me pasen estas ganas de acabar con todo, pero no sé si podré porque sé que en cuanto me ponga a escribirle me volverán a venir ganas de acabar con todo. 

Y así siempre. En bucle. Hasta que ya no me importe no importarle.

O hasta que un meteorito nos extinga o nos cocine a fuego lento todo eso del cambio climático.

Sinceramente, creo que prefiero lo segundo.

Un buen meteorito. 

Grande como la Luna.





miércoles, 3 de mayo de 2023

El Universo según S

 

S me llama. No tengo muy claro el porqué. Hace tiempo que pensaba en llamarla, pero ahora no soy capaz de buscar otra voz que no sea la que suena dentro de mí y que me hace seguir pensando en C. El caso es que quedamos mañana para comer cerca de donde ella trabaja. S tiene un puesto importante, pero por alguna razón que no entiendo a veces me llama y comemos juntos. Hay algo que no tiene nombre y que me atrae cuando me llama. 

Es como morder un anzuelo. Es saber que no voy a sacar nada bueno y aún así perder todo un día para no saber cuándo voy a recuperarlo. Creo que es a la persona que más respeto en todo este jodido mundo y al mismo tiempo la que creo que podría llegar más lejos si se lo propusiera y eso me hace respetarla un poco menos.

En otro orden de cosas, queda poco más de un mes para que la petita princesa dé su conferencia sobre cuántica y lenguaje en Barcelona

Ella habrá acabado su novela. Me pregunto si yo alguna vez empezaré la mía. Se ha cambiado el apellido. No sé si será más literario. Me gusta creer que las cosas le van bien y que ya tiene escrita su novela. 

A veces soy muy simple

Demasiado





El océano es nuestra medida



Vivimos tan lejos...


 

miércoles, 26 de abril de 2023

Todo lo que no soy



No sabría por dónde empezar y empiezo por esa parte que no conoces porque en realidad nunca pudiste conocerme. Creo que me he pasado toda la vida huyendo de ser quien soy, aprendiendo formas de ser otra persona, buscando una concha donde meterme y sentirme seguro. 

Me pregunto qué sabrá mi alma que yo no sé, por qué no quiere ser ella, por qué busca ser alguien que no sabe si en realidad quiere ser, porque para saber quien se quiere ser hay que saber primero quién se es.

Recuerdo que durante un tiempo estuve buscándome, que abrí este blog para dibujar un mapa. A veces he pensado que quien abrió el blog hace quince años ya no existe, se perdió hace tiempo en alguna parte del trayecto. Suelo fantasear con releer el blog, pero no soy capaz de hacerlo. No me gusta lo que leo, me da rabia no saber escribir.

Ayer vi que C cambió su foto de whatsapp y sale con su nuevo novio. Creo que es bastante mayor que ella. 

Parece buena persona. Me duele que pueda llegar a serlo; que yo esté aquí y ella esté feliz al lado de alguien mejor que yo por dentro y por fuera. Me torturo entrando en su whatsapp, y mi tortura es saber que no puedo hacer nada, que quizá pude y no supe. 

Hace tiempo alguien me dijo que yo era algo así como una especie de amuleto, que cuando alguien salía conmigo al poco tiempo encontraba su amor verdadero, que después de mí todo suele ir bien.

Odio esa parte de mí. La odio porque es la que me dice que me quieren por como soy y me dejan por cómo quiero ser. 

Y vuelvo a lo de siempre.

No sé qué hacer ni quién ser.

A veces pienso que me he equivocado haciendo todo lo que he hecho en mi vida. Y las pruebas están ahí, no sé.

No sé si existe una salida. Lo que sí sé es que no hay una vuelta atrás.



 

viernes, 24 de marzo de 2023

miércoles, 22 de marzo de 2023

Sé que no hay un destino, pero te juro que daría lo que fuera para que existiese uno y poder gastarlo junto a ti.


Ya hace días que C ha dejado de llamarme, puede que sean dos semanas.

Y tres días.

Y una hora.

Y diecisiete minutos.

No lo sé con certeza, sólo he hecho un cálculo mental rápido. Soy así, detallista cuando ya no hay remedio, cuando se ha acabado la época de tener detalles con las personas que deben importar porque en realidad importan. Lo de siempre: querer estar en otra parte cuando has estado ahí y querer haber estado ahí cuando estabas buscando estar en esa otra parte que nunca encontraste porque no existía.

N me llama casi todos los días. Dice que tiene ganas de verme, que tengo que salir y que me dé el aire. N tiene una idea de mí que no se corresponde con quien soy en realidad. Con N siempre estoy en tensión, tengo miedo de decir algo que le moleste. Nunca hemos discutido, pero creo que discutir con ella es una mala decisión. Hace años estuve colado por sus huesos, la amaba hasta que me dolía todo el cuerpo. Siempre pensé que estaba fuera de mi alcance, nunca pensé que ella acabaría insistiéndome para que saliéramos los dos solos, como en una cita. Solía pensar en que ella tendría cosas mejores que hacer, así que nos hicimos amigos. Creo que en el fondo sí hubo una atracción mútua al principio aunque yo no me lo acabase de creer, entonces apareció aquél chico alemán y se hicieron novios casi de inmediato. Recuerdo que me invitó a la fiesta en la que lo conoció y yo no fui porque me sentía poco para ella, que creía que los demás pensarían que qué hacía una chica como ella con alguien como yo.

No sé qué decir al respecto, creo que podría escribir mucho acerca de ello y no cambiaría nada las cosas. Ahora nos vemos de vez en cuando, intento pasar poco tiempo con ella con alguna excusa, creo que es de esas personas de las que uno no debe volver a tener esperanzas, en realidad me pasaría la vida en tensión, queriendo ser alguien que no soy para gustarle, alguien que sufriría por perderla. No se puede perder lo que no se tiene, no se puede tener lo que no se desea tener aunque lo hayas deseado con tantas ganas que te temblaban las piernas, no podías dormir, y quizá llorabas algunas veces por no haber ido a aquella fiesta con ella.

Hace días que sé que tengo que llamar a N y disculparme por no haber ido a su casa cuando le dije que sí iría. Creo que ella ya sabía que no lo haría, en el fondo piensa que no me importa, pero no es eso, es que deseo que no me importe. A veces me pasaba algo parecido con C. Me gustaba la forma en que me quería aunque yo no supiera el porqué, pero al mismo tiempo tenía miedo de que alguien como ella se diera cuenta tarde o temprano de que no merecía la pena estar con alguien como yo y acabase por tirar la toalla.

No sabría decir por qué pienso esto acerca de mí, pero es algo que siempre he pensado, que no merezco que nadie pierda el tiempo conmigo, que por mucho que me esfuerce acabaré tirándolo todo por la borda, que no puedo dar nada de mí que dure en el tiempo. Es algo que he ido asumiendo a base de fastidiar relaciones una detrás de otra. Nunca cumplo las expectativas, no puedo mantenerlas en el tiempo.

Me pregunto si todo esto vale la pena o no.

Mientras duermo algo me susurra al oído que no.

Tan seguro estoy que no existe un destino como que éste me alcanzará cuando menos me lo espere. Esa voz que no es mía y que oigo a veces me dice que el tiempo se está acabando, que todo se quedará en un sueño, en una posibilidad que nunca termina de concretarse, en un quizá o en un ojalá que no llegará a ser un Sí o un No. 

A veces me duele físicamente no haberlo ntentado con todas mis fuerzas, en no haber creído lo suficiente que podía quererme de verdad, en creer que en realidad sí que existe un destino en el que estaba gravado su nombre junto al mío, un destino con ella y conmigo cogidos de la mano, con más días de fuego que días de hielo.

A veces pienso que se me ha ido la vida limpiando el desagüe por donde se me drenaba aquello con lo que se construye lo que sea eso en lo que nos convertimos cuando llegamos a adultos, cuando llegamos al tiempo en el que dejamos de preguntarnos quienes somos porque ya no importa la respuesta o porque ya no la necesitamos.

Echaré de menos esta lucidez, volveré a sumergirme en un lugar y tiempo impreciso. Quizá conozca a otra C que no será C y seguiré haciéndome preguntas mientras la vida transcurre. Y aparentaré ser de piedra y acero, y seguiré dando respuestas improvisadas que confundan a la realidad (aunque nunca lo que está por venir) y me permita creer que los días no son una cuenta atrás hacia el olvido.

Como si para salvar la capacidad de recordar y así reconocerme tuviera que engañrme a mí mismo y a los demás todos los días; que esa falsedad sea lo único estable y verdadero que tengo que ofrecer, la que me mantiene a este lado de la frontera que me separa del más allá.





jueves, 16 de marzo de 2023

La indestructible realidad de la que huimos

 C se va de mi vida; cosas que pasan. 

No puedo evitarlo. 

Se la lleva la corriente aguas abajo de una vida que sólo le pertenece a ella y en el que bastante tendrá con tener tanta suerte con su nuevo novio como yo la tuve con ella.

Ha llegado el momento de soltar el hilo que me une a su alma, deshacer el nudo que até a mi dedo meñique y que creía que sería para siempre. Técnicamente dejaré de ser una marioneta, ya no moverá sus pestañas y yo moveré mi mano arriba o abajo al unísono. Seré libre en un mundo donde la libertad será peor que pertenecerle.

Voy a echar de menos la bondad con la que se enfrentaba al mundo, su capacidad para no enfadarse nunca, para encontrar lo bueno de las cosas que no son tan buenas, todos aquellos momentos en los que necesité necesitarla y ella estuvo ahí, invisible pero presente, dueña de un respetuoso silencio que sólo conoce abrazos. A veces me pregunto cuánto tiempo queda suspendido, ese que no notas que pasa, me pregunto también si el suyo y el mío fueron distintos, si las horas que pasó a mi lado en los malos momentos fueron un suspiro o una inmensidad inabarcable.

Me gustaría pensar que no hubo tanta diferencia, pero dentro de mí habita la certeza de que no puedo medirlo igual, ni tan siquiera aproximado el uno del otro. Dicen que el no dormir libera suficiente cortisol como para que la química cerebral te vuelva más huraño. No sabría decir si fue eso, o si no tomé las decisiones adecuadas, o si yo ya era así mucho antes de conocerla, aunque si lo pienso con detenimiento creo que sé la respuesta, y la sé porque hubo un momento en el que tengo la certeza de que C me quiso y si de algo estoy seguro es que no podía querer a alguien como el que soy ahora. Ese que ha sustituido al que solía ser.

Ese del que quisiera huir junto a ella.






sábado, 11 de marzo de 2023

Amar también es fingir que no te duele tanto que hayan dejado de quererte




C se fue definitivamente de mi vida. Lo hizo de una forma elegante y discreta, claro que yo ayudé en lo que pude; no volví a llamarla. Me dijo que lo mejor sería que hubiera un tiempo prudencial en el que no nos comunicáramos y comprendí que había decidido que el tiempo y la distancia hilaran una tela de araña donde atrapar cualquier amago de buenos recuerdos. 

Hace años, cuando holandesita me dejó y fui a ver a una psicóloga me dio una pauta que al final fue acertada: tres semanas sin hablar, sin llamar, sin hacerme el encontradizo y todo se calmaría. No funcionó para mí. Seguí echando de menos a holandesita al menos tres años, pero a ella le vino bien para desengancharse de mí. 

Así arda en el infierno aquella psicóloga de la que ya no recuerdo ni su nombre.

Funcionará para C, que necesita ese tiempo para olvidarme. A mí me quedarán otros meses más, quizá algún año. No se me da bien desprenderme de las personas que quieren desprenderse de mí. Por el contrario, se me da bien olvidar a quien no me importa, por lo que llego a la conclusión que a C ya no le importo.

Y hace bien (si es que eso fuera una acción).

Al final las cosas vuelven al lugar al que pertenecen. Dentro del caos siempre hay un orden invisible en el que vuelvo a estar solo.

Ahora más que antes.

Podría decir que eso no me importa, pero es que ya no me importa casi nada...


Hoy es mi cumpleaños y C me llama para felicitarme. Ha roto la regla de las tres semanas. Me dice que me echa de menos, que no sabe si va a poder vivir sabiendo que yo sigo existiendo en otra parte y no vamos a volver a hablarnos.

Le digo llegará un día que no se acordará de mí, como no se acordaba de su ex cuando estaba conmigo, que hay un punto de saturación de recuerdos, un número finito de personas a las que podemos tener presentes, que un día tendrá hijos y todo quedará reducido a un puñado de personas-satélite orbitando su día a día y que es lo que suele organizar el tiempo cuando va teniendo espacio para ello.

"Somos el amor imposible de alguien que ni siquiera sabe que existimos" le digo "o que ya no se acuerda de nosotros". Me gustaría pensar que a mí me pasará lo mismo. "Un día yo también dejaré de pensar en ti" le miento. "Somos hijos del presente".

Me sorprende que sea yo quien hable de olvidar cuando estoy siendo yo el que más tiempo libre tiene. Al fin y al cabo ella sigue con su nuevo novio, y sólo me llama para que seamos amigos, para que yo pueda fingir que no me pasa nada y así ella pueda estar segura que no me ha hecho tanto daño.

A veces amar es fingir que no te duele tanto que el otro deje de amarte.

Creo que C no se irá para siempre, creo que lo intentará una y otra vez hasta que ya no le importe, que poco a poco se espaciarán más las llamadas, hasta que quizá tenga hijos, hasta que un día se olvide de felicitarme por Navidad o mi cumpleaños. Olvidarse de algo importante es como un catalizador que inicia una irrevesible reacción en cadena de olvido.

Existimos mientras nos parecemos a los que un día fuimos. Luego, pasamos a ser otro ser irreconocible y que no soporta la comparación. Se olvida a aquél, no al personaje en que nos hemos convertido. Éste no es posible olvidarlo porque no se tiene nada en común.

Sólo es cuestión de tiempo que acabe sustituyendo al que fui.

Entonces habrá terminado todo.

Quizá por eso haya quien se suicide, para ser siempre el mismo. Hay quien entiende qué es lo que ocurre y no está dispuesto a cambiar.


domingo, 5 de marzo de 2023

La impaciencia del corazón



 No entiendo casi nada. 

Es como si nada tuviera sentido. Seguir como hasta ahora no tiene sentido, pero cambiar tampoco lo tiene.

Me da la sensación que acaba un ciclo y que no va a empezar otro.

Me gustaría saber si me queda algo dentro con lo que pueda empezar de nuevo, pero no sé qué va a pasar ni qué puertas se abrirán o quiero abrir.

Supongo que es la crisis que me toca por edad, pero eso no me consuela.

Seguiré hacia adelante?

Mañana me darán alguna noticia sobre las pruebas que me hicieron. No sé qué va a cambiar. Creo que no va a cambiar nada.





jueves, 23 de febrero de 2023

La


No sé. Daría lo que fuera por saber escribir, que pudiera hilvanar algo. Cada vez que leo una novela me parece tan difícil hacerlo tan bien... dios mío, parece tan fácil y es tan difícil... Me acuerdo cuando hice los cursos de novela en el Ateneu Barcelonés y bueno, yo ya sabía que iba a ser una puerta cerrada a la que se llama y nunca se abre porque no hay nadie dentro. A veces pasa eso. Creo que si lo pienso bien toda mi vida ha sido algo así como perseguir sueños que sé que no se van a cumplir nunca, que lo único que se me da bien es tratar de no fracasar demasiado de golpe, pero aún así sigo intentando llegar a alguna parte en la que piense que todo está bien y va a mantenerse así durante un tiempo. 





 

Ser la imperfección cuando todo es perfecto

 


C me llamó el otro día. Quiere que nos veamos. Había decidido que no nos veríamos más porque sabe (aunque eso no lo dijo) que cada vez que nos vemos es como si tuviéramos claro que no hay otra persona en el mundo con quien queramos estar ni en ese momento ni nunca. Es la sensación que tengo siempre y noto que a ella le pasa igual, no queremos separarnos, alargamos el momento de despedirnos. No sé si eso volverá a pasar alguna vez más. 

C es una persona distinta cuando no está a cuando sí está. Como si hubiesen dos C, una que me quiere y otra a la que parece no importarle dejar de quererme. A mí me pasa algo distinto, para mí también son dos personas, pero las quiero por igual a las dos, lo que pasa es que soy un imbécil y no soy capaz de dar importancia a esos detalles que sí les dan por tener a otros. Otros que saben dar a entender a alguien que son importantes para ellos a través de esos pequeños gestos y regalos. 

A veces pienso que C merece a alguien mejor que yo, pero entonces nos vemos, hablamos y sé que ella no quiere a nadie mejor, o al menos eso pensaba hasta hace unos días. No sé cómo he sido tan idiota. Estoy acostumbrado a estropearlo todo, pero ahora no quería. Juro que ahora quería que C fuese parte de mi vida, no sé qué me ha pasado, quizá esa absurda idea de que todo el mundo estará mejor sin mí lo joda todo. Si lo paras a pensar resulta paradójico; la idea de que puedo joderlo todo es la que acaba por hacerlo.

Pues bien, hemos quedado esta tarde para vernos en un bar del centro, una de esas cafeterías informales que tanto el gustan a ella y que hay cerca de donde ella vivía antes. Ahora está todo lleno de calles peatonales pensadas para que los niños puedan jugar y así hacer que las familias vuelvan al centro. No creo que eso vaya a ocurrir. No sé si me gustaría que mis hijo jueguen en este tipo de calles. Yo me crié en una ciudad pequeña, donde podíamos ir a los descampados que aún no habían sido cubiertos por todos los edificios que se construyeron. Y cuando eso pasó hicieron parques lo suficientemente grandes como para que tuviéramos una sensación de semilibertad vigilada. A mí, los niños en los centros de las grandes ciudades me producen lástima. Sé que es absurdo, pero ver a gente viviendo en la calle, las aceras atestadas de gente, me llena de pesimismo. No veo que los niños puedan ser felices ahí, vuelvo a decir que seguro que es absurdo, quizá sea porque la ciudad siempre me ha parecido que le falta sol, que los edificios tapan cualquier posibilidad de naturaleza.

Sin embargo quedar con C me provoca una cautelosa alegría. Intuyo que no será como las otras veces, y que, por supuesto, no acabaremos tan tarde como para que quede la duda de si se va cada uno a su casa o los dos a una de ellas, pero eso no quita que bajo mi piel, el animal que todo ser humano lleva dentro meneé el rabo y de saltos de impaciencia.

Estar en este estado hace que algo dentro de mí esté alerta, nunca puedo estar tranquilo cuando algo bueno puede pasarme. Me da miedo que la tarde vaya bien y lo estropee en el último momento, se me da bien ser la imperfección cuando todo va camino de ser perfecto.



sábado, 4 de febrero de 2023




No estoy siendo demasiado honesto. Si lo fuera contaría que hablé con C hace un par de días. Me hubiese gustado que hubiera sido una llamada cordial, pero no sé qué me pasa que lo que sale por mi boca es inversamente proporcional a las ganas que tengo de arreglar las cosas, cuanto más quiero ser amable, más imbécil me vuelvo, es algo así como vivir una eterna adolescencia, siempre en conflicto contra todo y contra todos. A mi edad ya debería haber madurado, pero creo que no he sabido hacerlo. A veces me digo que, en realidad, nunca tuve las habilidades necesarias ni un entorno donde conseguirlas, pero es mentirme a mí mismo. Soy un idiota engreído que sólo intenta arreglar las cosas cuando ya es demasiado tarde para hacerlo.

La últimas veces que había hablado con C no sabía que decir, ahora que sí sé lo que me gustaría que ella oyera sólo me salen palabras que sólo sirven para que ambos nos sintamos peor. Creo que cuando todo esto acabe C no volverá a querer saber nada de mí y tendrá sus motivos más allá de no darle celos a ese otro que no conozco, y me extraña en mí, porque antes hubiera averiguado cosas de él; sabría quien es, en qué trabaja, dónde vive. Quizá he cambiado para bien en al menos una cosa. Daría lo que fuese para poder decir lo mismo con respecto a C.

Cuando hablé con C noté que tenía miedo de algo, no sabría decir el qué. No de mí, creo. Yo soy un idiota integral, pero no sería capaz de hacer ni decir nada fuera de lugar, ni siquiera cuando me desespero ante situaciones que creo injustas. Noté que acababa las frases casi arrastrándolas, como un barco que se acerca al muelle y tiene que llegar justo al amarre con la velocidad justa para poder detenerse sin maniobras que puedan dañar cualquier parte. Al principio pensé que lo hacía para no hacerme demasiado daño una vez quedó claro que estaba conociendo a otra persona, pero luego empecé a sospechar que el motivo iba más lejos. No sabría decir por qué a veces lo que decimos tiene menos importancia que cómo lo decimos.





viernes, 3 de febrero de 2023

Todo lo que aparece, desaparece

 


Me pregunto si alguna vez todo esto acabará y cómo, dónde está mi realidad y cómo soy capaz de estar fuera de ella.

Tengo que encontrar una solución y acabar por vivir. Me gustaría creer que tenemos soluciones para todo eso, pero estoy seguro de tarde o temprano llegarán.

Ahora tengo que pensar en si decido apostar por la oportunidad o por la estabilidad, aunque en realidad siento que sólo me queda un camino.





martes, 31 de enero de 2023

Infinitos infinitos

 


Quizá las cosas no sean como antes, ahora habrá un lugar en el que todo sea menos importante. Volveremos a estar vivos pero de otra manera, me dice. 

Probablemente esté soñando, pero parece tan real que creo que podría levantarme y acercarme a ella, tenderle la mano y que ella me la cogiera con una sonrisa. ¿Cómo puede uno soñar que se despierta y está en la misma posición en la que estaba durmiendo? Era real. Ella estaba allí. Era ella con la apariencia que tenía su alma mientras vivía. Ella, que no creía en fantasmas hasta que murió su marido y se le aparecía en varias formas que ella interpretaba a su manera. Yo le decía que no la creía, pero en el fondo sí lo hacía. No quería que sufriera. Entonces ella encendía velas y rezaba.

No sé si yo sabría rezarle. Me dijo que le dejaban poco tiempo, que más era perjudicial para ambos. No hizo falta que hablara para que comprendiese que estaba bien, que allí donde estaba era feliz. Me recordó a una de las princesas rusas de principio del siglo XX, allí donde está será eternamente joven. 

También me dijo que pronto nos veríamos, lo que me inquietó bastante. Fueron pocos segundos. Era de noche pero donde estaba ella parecía que transcurría un día radiante. Me hubiese gustado poder decirle algo, pero estaba casi paralizado, cerré los ojos enseguida y cuando los volví a abrir ya no estaba. 

Mi madre siempre tuvo la mirada triste, al menos en las fotografías de cuando era joven. Había como un miedo ahí a sonreír, porque tenía los colmillos algo desarrollados y se sentía acomplejada por ello. Era una lástima, si no hubiera tenido miedo a reír hubiera tenido más oportunidades para ser feliz a pesar de que su madre muriese tan joven.

Si es verdad que habitamos un mundo de universos paralelos y gozamos de todas las probabilidades habidas y por haber, si tenemos acceso a una omnisciencia total y a un tiempo hecho de infinitos infinitos, entonces ella y yo estaremos predestinados a encontrarnos de nuevo millones de veces en los pasados y en los futuros de miles de vidas orbitando trillones de versiones del mismo sol que nos alumbra y nos deja a oscuras desde el inicio de cualquier linaje al que pertenezca.

Esos tres segundos fueron la eternidad hecha instante, el detalle de un fractal que nos envuelve y nos proyecta hacia adentro y hacia afuera al mismo tiempo.

Si somos almas, somos la misma alma.

Tenemos el mismo destino.




lunes, 30 de enero de 2023

Todo lo que pude haber sido y no soy

 



C no responde a mi llamada ni al mensaje que le he enviado esta tarde. Tendría que ser más idiota de lo que realmente soy si creyese que he tenido una oportunidad de hablar con ella. Me lo tengo merecido, lo sé, pero esta vez intuía que existía una mínima probabilidad de que me quisiera. Esta vez sí, esta vez ella sí.

No sé si voy a tener ganas de seguir con todo esto para adelante. Sigue la conjunción de Urano sobre mi Saturno natal en la casa de la muerte y en más o menos un mes me darán el resultado de lo del corazón. Creo que no voy a tener nada de lo que preocuparme, a pesar de que el espíritu de mi madre me dijo que pronto nos veríamos.

No tengo miedo a la muerte. Es más, no me desagrada la idea de dejar de pelear por lo que lo estoy haciendo. Supongo que  C habrá intuido eso que tarde o temprano acaba por decantar la balanza de los que alguna vez han querido quererme. Siempre he pensado que no estaría mucho tiempo vivo, quizá cuando leas esto ya no lo esté. Espero que te importe tanto como a mí, es decir; nada.

A veces pienso en lo bonito que podría haber sido estar sobre la superficie de este planeta y lo mal que lo he hecho a pesar de lo bien que me lo habían dejado todos. En el fondo sé que C estará mejor sin mí, sin alguien como yo.

En el fondo sé que todo el mundo estará mejor sin mí; sin este yo que soy, sin esta versión de lo que podía haber sido y no seré jamás.

Pero todo acaba por llegar.

Tres meses. Tres meses y todo habrá acabado.





sábado, 28 de enero de 2023

La última oportunidad para tener más oportunidades

 

No creía que fuera posible. C ha vuelto a llamar. Esta vez no vi la llamada, me sorprendió ver su número en la lista de llamadas perdidas. A veces pienso que todas las llamadas que no llego a descolgar eran el inicio de algo que nunca va a suceder. Me gustaría poder saber qué pasó por la mente de C para llamarme y qué pensó cuando no descolgué el teléfono. Si creyó que había sido una estupidez y se arrepintió, en si dio por supuesto que no quise hablar con ella, o si supo que no tenía el teléfono a mano y le llamaría yo cuando lo viera más tarde.

Estaba seguro que no volvería a llamarme o que, como sucedió con E, me llamaría diez años después para decidir que nunca nos entenderíamos y no volver a llamar y dejar claro que no quería que volviera a llamarla. 

Sigo sin saber cómo sentirme, hay algo que me impide que la persona que soy se ponga de acuerdo con mi cuerpo para expresar lo que sea que esté pasando por mi cabeza, que no es capaz de encontrar la puerta que comunica los dos lados de la pared que tengo frente a mi. En parte creo que es mejor así, pero algo me dice que lo creo porque no soy capaz de encontrar otra idea que sea mejor que esa, en realidad, ninguna otra.

Dudo en si llamar, pero acabo haciéndolo por inercia, porque no tengo nada que perder, porque estoy solo en casa, porque aún queda tiempo para que empiece a prepararme la cena, porque en realidad me doy cuenta de que no puedo vivir sin ella.

No me lo coge. Soy un idiota. Seguro que está con el otro, sea quien sea. Quizá tenía un momento libre y pensó en llamarme, pero ahora está ocupada. Ojalá pudiera decir que no me importa, que pudiera apretar un botón y desconectar todo esto de mi vida. Daría lo que fuera por tener la oportunidad que tantas veces tuve de decirle que la quería y no lo hice. 

No soy tan idiota como para creer que es posible poder volver atrás en el tiempo y lograr decir aquello que no dijimos o poder cambiar lo que sí dijimos. En todo "hubiera" hay un arrepentimiento estéril que no tiene remedio, un dolor de baja intensidad que no es bueno ir acumulando.

Son las doce, no creo que llame. Quizá mañana.

Entre los "hubiera" y los "ojalá" de mi vida, los referentes a C son como cicatrices que no curaron bien, que siempre estarán ahí para recordar qué las causaron. 

Voy a dormir, pero antes compruebo cuando fue la última vez que abrió su whatsapp

Hace diez minutos.

Sabe que la he llamado.


Cuando ya estoy en la cama oigo recibir un mensaje. "Es tarde, mañana te llamo"