jueves, 29 de julio de 2010

Luna llena (y medio)

Llueve. Tras los cristales el agua cae como la grava, con violencia, en una lluvia extraña de gotas sueltas, como si el cielo se aguantara las ganas de llover y se le escaparan, entre suspiros de trueno, lágrimas de mercurio, esféricas y mudas hasta que se rompen contra el suelo. Me pregunto si entre tanta nube esta noche podré subir a la terraza a hablar con la luna, si hoy vendrá a la cita de todas las noches, o si, en cambio, esta vez esperaré en vano su llegada.

Hace días que subo, me siento en la silla frente a la mesa, enciendo el ordenador y ella y yo nos hablamos. Debería decir que yo hablo y ella escucha pero como siempre acabo por llegar a una conclusión inesperada, no estoy seguro de que ella me dé consejos en clave de rayos y nubes como si de un lenguaje morse se tratara. Estos días estaba espcialmente llena, brillaba tanto que me parecía imposible que no supiera que yo estaba allí, así que empecé a preguntarle los porqués de cientos de cosas que en realidad sólo eran una.

La luna sabe más por vieja que por luna, conoce mejor cómo somos, siempre le dieron menos valor que al sol, que es de oro y tan altivo que no permite que nadie le mire a los ojos so pena de dejarlo ciego. La luna se queda junto a la cama de los insomnes, es de óxido como la plata vieja, viene y se va, va y viene, pero siempre está aún cuando nadie la vea. De todas las mujeres que pasaron por mi vida guardo una luna en mi memoria; como si fuese ayer, como si esa imagen en mi cerebro fuese una marca de GPS que indicara en el mapa de mis sentimientos un lugar y un tiempo concreto.

Yo, en cambio, estoy hecho de roca. Aparento tener cierta resistencia pero cedo siempre a los golpes duros y certeros. Supongo que debería ser más como una hierba pero no sé ser hierba. Ser una roca conlleva un destino, ser lo que sea que eres conlleva la responsabilidad de aceptarlo y vivir con ello. En cualquier caso, me quedo con la luna, tan distinta y tan parecida a mí. Tan lejana y tan cercana, tan mía y tan de todos. Tan dura y fría como yo cuando soy duro y frío.

La luna es de hierro, los hombres son de piedra.

miércoles, 28 de julio de 2010

Piense lo que piense todo me parece una mala idea.

sábado, 24 de julio de 2010

Pues igual es el calor

Creo que estoy llevando las cosas demasiado lejos. No está bien y joder, no va conmigo, es la rabia.

Estoy cansado de que nada me salga bien, estoy cansado de no contar para nadie, de callar y aguantar. Sólo es la rabia.

Mis disculpas vayan desde ahora por adelantado.

Y sí, me estoy volviendo loco. Un día de éstos no voy a poder parar a tiempo, un día de éstos se me saldrá el eje y se desparramarán los cojinetes por el suelo.

martes, 20 de julio de 2010

La infinta luz

Suena el teléfono. Número oculto. Podría levantar el auricular y decir su nombre y acertaría, nunca un número oculto escondió tan poco, su voz ya no me sorprende, su voz es como la dosis que uno necesita para calmar la ansiedad de la espera. Creí que todo este tiempo serviría para curarme, que a base de noches temblando de desesperación acabaría por aborrecerla. Pero uno es un drogadicto de por vida, con mejores o peores fases, pero la adicción nunca te deja, como mucho te concede una tregua.

_ En Septiembre voy a Munich, podrías venir conmigo_ me dice.

Hace un par de años hubiera dado todo lo que tenía por que ella me dijera algo así, hoy no sé qué sentir, algo dentro de mí me blinda contra la ilusión, es como si a base de perder la esperanza hubiera ido desechando al mismo tiempo la capacidad de alegrarme por las victorias aunque sean tardías.

_ No puedo acompañarte, esos días trabajo, además no puedo gastar dinero frívolamente, luego tendría que ir muy justo.

_ Podrías dormir conmigo, así te ahorrarías el hotel _ dice con convicción.
_ Para entonces ya se te notará mucho el embarazo_ le digo.
_ Razón de más _ dice ella.

Hace días que tengo una pregunta en la cabeza, una pregunta que quiero hacerle. Sé que no es el momento, que el momento fue cuando me llamó por primera vez y que después no tendría que haberle cogido el teléfono nunca más.
_ ¿Por qué me llamas? _ pregunto.
_ ¿Ahora? _ inquiere.
_ No, porque me llamas después de tanto tiempo_ le respondo.

_ No sé, toni, tenía la necesidad de escuchar tu voz, de sentirte cerca. Me aterra estar sola y me paso el día sin saber qué hacer. Entonces te llamo y tu voz me tranquiliza, me da la paz que no me da nada ni nadie.

_ No es justo, no creo que sea justo. No fue justo cuando te fuiste ni cómo lo hiciste ni lo es ahora. El tiempo no te había borrado de mi vida pero ya me había acostumbrado a tu ausencia. Ahora vuelvo a necesitar saber que existes, ahora el tiempo que hay entre una llamada y otra se me vuelve insoportable.

_ Eres demasiado sensible, toni. ¿Sabes? la gente como tú no debería mezclarse con la gente como yo. Hacéis que nos sintamos culpables, que nos odiemos por haceros daño, y haceros daño es tan fácil… Nos odiamos y acabamos odiándoos por hacernos sentir así. Es extraño porque en el fondo nos queremos.

Pienso en eso de nosotros y vosotros, en esa manía de tratar de curar heridas a martillazos de unos y a que te corte la piel el ala de una mariposa de los otros. No entiendo ese maniqueísmo, no entiendo que otro pueda sentir algo distinto a lo que yo siento.

_ ¿Me quieres? _ pregunta. _ Yo sí te quiero, lo he entendido en cuanto supe que estaba embarazada. Pensé que el niño tenía que conocerte, que sólo se sentiría a salvo con un amor como el que tú sabías darme. Siempre supe que entre tú y él habría un vínculo de confianza. Puede que no fuéramos a Disney World por vacaciones o que pudiera estudiar en los colegios más caros, pero sé que tendría a alguien en quien confiar ciegamente. ¿Sabes toni? Con el tiempo uno se da cuenta que la verdadera riqueza es poder confiar plenamente en alguien, en saber que pase lo que pase, siempre velará por tu bien.

_ A cualquier precio _ le digo

_ Vuelvo a repetirte que si que te llame te hace daño, dejaré de hacerlo, si me lo pides, claro. ¿Quieres que lo haga? ¿Quieres que deje de llamarte?

_ No. _ respondo.

_ Piénsatelo _ me dice _ lo de ir a Munich.

sábado, 17 de julio de 2010

Una jodida reflexión sobre el desdén


Dicen que las heridas del corazón cicatrizan más lentamente que las de la piel pero que acaban curando. Sabina decía que tardó en olvidar diecinueve días y quinientas noches y Estopa que el tiempo y el olvido son como hermanos gemelos. Imagino que a mí me deben faltar plaquetas, o que estuve demasiado tiempo expuesto a la cuchilla, o que esperaba demasiado (pongo tanto de mí en cada beso...), que pensaba que esta vez sí, que esta vez había una confianza ciega y tal vez lo que sólo había era la ceguera. Supongo que me duele invertir en quimeras, en que pase de prioridad a "espera que mire la agenda" en tan poco tiempo, me duele ir perdiendo privilegios, devolver llaves, a seguir estando ahí cuando se me necesita pero a no cogérseme el teléfono cuando soy una molestia.

Imagino que la culpa la tengo yo en ser un jodido optimista, un optimista sin ninguna posibilidad, en leer los puntos y aparte como puntos seguidos, como puntos suspensivos.

Y es que echo de menos bajar al centro cogidos de la mano, bailar en la cocina, el peso de su cuerpo en el sofá por la noche. Echo de menos las canciones de Estopa, las carreras por hacer la compra, dormir al otro lado de la cama y saber que estaba allí, su ipod, las cenas con vino. Echo de menos más o menos un millar de pequeñas cosas que juntas hacen que me falte una muy, muy grande.

Lo raro es que a ratos todo va pasando, y eso que se me ha hecho difícil porque yo no tengo tantos amigos dispuestos a echarme "una mano", porque si voy dejando de quererla es por esos comentarios innecesarios que iba dejando caer cuando hablábamos. El tiempo me ha ido dando la razón pero yo no quería la razón, yo quería que volvieran esas cosas diminutas a las que me fue acostumbrando y de las que poco a poco fui desterrado.

Sé que aún sigues con la costumbre de leer este blog y hasta ahora he sido discreto por ello. Pero no puedo más. No puedo dejar de pensar en esos desinteresados amigos que ahora ya sé que manipularon mezquinamente, te escucharon a la orilla del mar, con sólo el deseo de que yo desapareciera. No puedo dejar de pensar que nunca tuve una sola oportunidad ante eso. Y no puedo dejar de callarme, en no poder expresar lo que siento en este blog que es más mío que mi propio cuerpo. Puede que sea innoble después de tanto tiempo, después de todo yo también sé ser egoísta, también necesito poder contárselo a mis amigos (que nunca me me aconsejaron dejarte para luego tirarme la caña).

Pensé en cerrar el blog pero no pude y luego no quise. No, no voy a renunciar a mi ejercicio diario de conciencia, no voy a renunciar a escribir lo que sienta porque pueda leerlo o no, si su vida no tiene restricciones porque yo pueda saber cosas, la mía tampoco debe tenerlas. Gata me dijo que era cruel escribir a sabiendas de que ella lo leería y puede que lo sea, también es cruel saber cosas que no quieres saber por otros medios. Toda crueldad es innecesaria, es cierto, a veces la renuncia también lo es.

Echaré de menos la alegría de verla y echaré de menos su alegría al verme. Supongo que eso es el amor, alegría por verse y hacer las cosas juntos con ilusión. Eso se lo ha llevado el viento, preguntaré al polvo por él de vez en cuando.

Te deseo todo lo mejor, con tanto mezquino a tu alrededor (tú nunca lo verás así) va a ser difícil que tengas algo claro. Espero que todo lo que consigas te compense todo lo que pierdes, que renunciar a esto te deje mucho más liviana, más libre, más segura de tí misma.


Este post ha sido muy difícil de escribir, por un lado no quería (imaginaba que ella lo leería) hacerle daño (aún la sigo queriendo) pero por otro lado sentía la necesidad de expresar lo que siento de verdad y dejar de hacer entradas que no tenían nada que ver con lo que pasaba dentro de mí. Me gustaría deber los lunes y saber escribir poesía de verdad, o las once varas de gata para poder expresarlo con una prosa bella, bella. Pero no puedo (y no sé), llevo cinco meses roto por dentro, tres meses pegado con superglue como un jarrón (pieza a pieza), un mes triste y rabioso por tantos desplantes. Espero haberme sacado la espina, que con esto el bicho se calme y me deje dormir por las noches, espero con esto haber roto la baraja y perder de una vez por todas la esperanza de que podamos volver a estar juntos y reemprender la vida que teníamos en mente.

Curiosa (y jodidamente también) todas las canciones son de desamor. Cuelgo la que más me gusta (me sorprendió que a ella también le gustara esta). Pero es mía, esta canción es sólo mía. Porque los Estopa son de padres extremeños como yo y por muchos más motivos. No lo hago por ella, lo hago por mí.

viernes, 16 de julio de 2010

El corazón chiquito

Ayer el hijo de la directora finaciera vino con su madre al trabajo porque no tenía dónde dejarlo. El niño en seguida de entrar en la sala, y después de otear a los presntes, se vino directamente a mí y me dio un abrazo frente a las cara de sorpresa de todos. Nos preguntamos los nombres y esas cosas, luego se fue para el despacho de su madre.

Mi compañero de enfrente me dijo una vez salieron: "Tío, se nota que te gustan los niños. Seguro que serás un gran padre". Yo pensé en decirle que era algo no buscado, que no sé por qué los niños vienen a mí con una confianza pasmosa, no dije nada, claro, aún nos estamos estudiando el uno al otro. Me limité a encogerme de hombros y pensé que los niños quieren juego y quieren límites y que, a pesar de tener un aspecto serio, se me da bien jugar y divertirme.

Hoy leía que los niños (esos consumidores bajitos) confunden sus deseos con sus derechos porque tendemos a darles todo lo que nos piden. Y no porque seamos unos blandos sino porque no los enseñamos a tolerar la frustración. La frustración de no conseguir aquello que desean. Reflexiono un rato sobre ello a la hora de comer y me pregunto si nuestro niño interior tolerará las frustraciones diarias y cuántos adultos tiran sus juguetes por no tolerar que no hagan lo que ellos desean que hagan y buscan otro juguete nuevo, así hasta el infinito, desgastándose en satisfacer un deseo que podría encauzarse en la gestión de la frustración de que el otro no está ahí para aguantárselo todo.

No hace mucho tiempo alguien me dijo que miraba a los niños de una forma "panoli". También la miraba a ella de la misma forma, creo. El caso es que sí, creo que sería un buen padre, un padre constante, un padre normativo y respetuoso al mismo tiempo. No sabría decir el porqué pero siempre lo he sentido así. Supongo que el niño interior que llevo dentro es muy social, mucho más que yo, y necesita saber que está ahí.

Tengo una necesidad, a veces incluso estúpida, de saber que no fallo a quien confía en mí, de que el mundo se rige por un sentido de responsabilidad hacia el otro, de que uno aparta las piedras afiladas del camino por si otro caminante pasa por allí descalzo. Tengo la necesidad de saber que me rigo por unos conceptos éticos básicos y me molestan las injusticias.

A veces uno hace cosas por consejo de los demás y ese consejo puede no estar libre de intenciones. Me gustaría creer que todos somos capaces de enfrententar tarde o temprano nuestros propios deseos, determinar qué y quién queremos a nuestro lado. Los niños no tienen esa capacidad de decidir (o la tienen a medias) pero los adultos sí, podemos decidir cómo y con quién (y hasta dónde).

Si sabes lo que quieres sigue hasta donde tu corazón te lleve. Si no lo sabes, busca el consejo de un amigo que no quiera nada de tí. Pero que entienda a tu niño interior, con el que puedas reír abiertamente.

domingo, 11 de julio de 2010

Memorias del futuro

Nadie dijo que esto iba a ser fácil, nadie te dice aquello de "preparados, listos, ya!". Uno se encuentra con las cosas de repente, a veces uno es capaz de verlo venir, puede que de tener una intuición, pero nunca queremos creerlo y lo dejamos en el aire hasta que acaba ocurriendo delante de nuestras narices. Luego, si lo analizamos vemos los indicios pero los indicios nunca son verdades. Es como aquello de la teoría de puntos de la que hablaba Steve Jobs unas entradas más abajo. Sólo se pueden ver con la perspectiva del tiempo.

A veces te especializas en algo, te vuelves más receptivo a ciertas cosas. Y entonces lo notas, es como si hubiera una carga eléctrica en el aire que sólo tú percibes, es como si el animal salvaje que hay dentro de ti se pusiera alerta para salir corriendo o defenderse de un ataque. Dicen que si eso perdura en el tiempo se convierte en una enfermedad, una enfermedad llamada estrés, por la que siempre estás a punto de salir corriendo o de atacar, pero no quiero hablar de eso, hoy no.

En realidad lo que quiero decir es que los puzzles acaban dando una imagen a medida que se van colocando las piezas en su sitio. A base de probar y probar todo tiene un sentido.

La luna dentro de la botella ha quedado reducida a tres posibles remitentes. Ahora soy yo quien tiene algo de ventaja. Poca, es cierto; y no descarto que me equivoque. Equivocarme es algo que suelo hacer con suma destreza pero también acierto con igual pericia.

Ninguna de estas personas conocen este blog, es decir, la luna llegó dentro de la botella y la botella a mi buzón sin saber que al menos, cinco minutos al día, me deshago en letras. Puede que me equivoque, puede que haya ido dejando rastros y que al final todo haya acabado en un hilo del que tirar y encontrar este rincón. O puede que haya hecho el gesto de dejarme la botella por mi forma de saludar, por que le gusta cómo hablo con los vecinos mayores (simpre me paro a saludarlos) o simplemente porque le recuerdo a alguien de su pasado que añora.

Últimamente la gente que conozco me dicen que cuando hablan conmigo se sienten como si me conocieran de hace más tiempo, que se sienten seguros y a salvo conmigo. Yo les sonrío y no digo nada pero pienso para mí que eso es una gran desventaja. No decepcionan los que no se espera nada de ellos sino precisamente de los que se espera algo aunque no se sepa muy bien el qué.

He quedado con Susana, Víctor y Quim para tomar un algo antes del partido.

Echo de menos mucho a alguien que hoy, a las 18:05 h. de esta tarde sé que no me echa de menos en absoluto.

Mañana voy a Valencia en mi primer viaje de negocios. Depuradoras para Camerún, Costa de Marfil, Senegal... países en los que se necesita de verdad potabilizar el agua. Este trabajo creo que tiene corazón, o por lo menos yo encuentro que es un lugar en el que mi corazón cabe. Ignoro qué ocurrirá en el futuro, algo (la carga eléctrica en el aire de la que hablaba antes) me dice que irá bien.

sábado, 10 de julio de 2010

La luna dentro de la botella


Ayer pasé todo el día fuera, realizando mi primera venta en el nuevo trabajo (bueno, la segunda), cuando llegué a casa por la tarde el sol aún no se había puesto y el calor era demencial. Entré con prisas en el edificio para subir y quitarme la ropa y ponerme algo más cómodo y fresco cuando, como siempre fui mecánicamente fui al buzón de correos. Encontré la puerta del buzón semi-abierta y me dió por pensar que alguien lo había forzado. Enseguida me planteé que quizá la había dejado mal cerrada y que eso era todo.

Abrí el buzón y allí la encontré. Una botella, llena de algodón tintado simulando unas nubes oscuras y todo, y dentro una luna, pero no una luna cualquiera, una luna con cara de persona, como las de las películas mudas, la botella estaba parcialmente ahumada por el lado oculto de aquella luna. En mis manos, y dentro de la botella, aquella luna parecía burlarse de mí, "tendrás que romper la botella si quieres cogerme, pero si la rompes desharás el hechizo" parecía decirme. Segura de sí misma, la luna sonreía.

He de reconocer que me quedé sorprendido, sin saber qué pensar. Se me ocurrieron varias hipótesis:

La primera: Alguien se había equivocado de buzón (Toni, tú siempre tan optimista) y aquel regalo era para otra persona, repasé el nombre de los vecinos sin saber muy bien qué buscaba.

La segunda: Alguien quería gastarme una broma. Había puesto una cámara y ahora se estaba descojonando. Esta la descarté al poco tiempo. Nadie se desprendería de algo tan bello para utilizarla como cebo en una trastada.

La tercera: Alguien se dedicaba a dejar estos regalos al azar por buzones, sólo por el hecho de regalarlos, alguien que quería cambiar el mundo con pequeños gestos.

La cuarta: Algien me había hecho a mí ese regalo. Esta cuarta hipótesis planteaba varios puntos inquietatntes. Si era así, la persona que me había puesto la luna en mi buzón me conocía y probablemente yo a ella. ¿Qué quería decirme con una luna dentro de una botella? y ¿Por qué ahora?

Subí a casa con la botella en la mano y la dejé encima de la mesa del ordenador para que estuviese conmigo mientras miraba el otro correo (el electrónico) donde casualmente, siempre busco un mensaje dentro de una botella que nunca llega.

Esta mañana he despejado la mesa de papeles, sólo están mis libros, el tambor bereber que me regaló Nadia y la extraña y alegre botella. La luna sigue sonriendo y burlándose de mí mientras escribo esto.

Una inquietante y extraña semi-alegría me envuelve. Busco en internet por si significa algo en concreto, hay una película que se titula "La luna en botella". Me la bajaré aunque sospecho que, una vez leído la sinopsis, no tiene nada que ver.

Recuerdo un vídeo de los Smashing Pumpkins que siempre me gustó. Hay algo de ese vídeo en esta botella. He estado tentado de hacerle una foto y colgarla en el blog pero creo que la persona que la ha dejado buzón no lo vería con buenos ojos, y no me preguntéis el porqué.

miércoles, 7 de julio de 2010

Shangai-París-Barcelona

Me llama y se queda unos segundos en silencio. Al otro lado yo respondo y espero esa respuesta que identifique a quien llama. El silencio me trae la certeza de que es ella. Ella que me quiere llamar pero no se atreve a hablar, quizá no sabe qué decir, sólo necesita saber que existo, que aún le cojo el teléfono, que no todo su pasado es un pasado perdido.

_ Soy yo_ dice.

_ Lo imaginaba_ le digo.

_ Creo que al final no iré a Barcelona. No tiene sentido, mi madre vendrá a Shangai y estará aquí conmigo hasta que nazca en niño.

_ Ya, es lo normal en estos casos.

_ Mi madre me ha preguntado por ti. Me ha dicho que si sé algo y le he dicho que no. Mi madre me ha dicho que qué lástima, que seguramente eras el único hombre que me ha querido de verdad. ¿Es eso cierto?

_ No sé si he sido el único.

_ No, lo de que me querías de verdad. ¿Es cierto?

_ ¿Qué importancia tiene ahora?_ dejo que el tiempo se alargue como el chicle._ Te quise como quieren los niños, sin protegerse, sin esperar nada malo; pero eso ahora no tiene importancia, quiero decir que mejor no se la dés. Ha pasado mucho tiempo, todas las heridas cicatrizan.

_ Yo también te quería. Quizá tuve miedo a esa forma en que yo veía que me querías. Una forma que yo no podía corresponder. Yo soy mucho más práctica que tú. Éramos muy diferentes. Pensé que no funcionaría._ dice ella mientras, seguramente, mira hacia el suelo.

_ Sí, supongo que debía de ser así._ digo convencido de lo contrario.

_ Sí, es mejor así.

_ Sí, ahora estás viviendo en Shangai con un hombre al que tardaste bastantes días en contarle que estabas embarazada, alguien que se pasa más de la mitad del tiempo volando y la otra de reunión en reunión, y yo estoy aquí solo, ocupando el tiempo como puedo, escribiendo durante la noche y haciendo horas en una editorial cochambrosa donde lo único que merece la pena es el alivio de cuando salgo por la puerta. Sí, los dos hemos salido ganando.

_ ¿En serio has vuelto a escribir?

_ Sí, nada que merezca la pena, pero he vuelto a escribir.

_ ¿Escribes sobre lo nuestro?

_ Ya no._ miento_ Ya sólo escribo novela negra.

_ ¿Sabes? me gustaría leer algo tuyo. Algo nuevo. Te echo de menos en esas letras.

_ Nunca te gustó que tuviera mi mundo hecho de palabras. Nunca entendiste que yo vivía de ellas.

_ Yo quería que vivieras en todo, no sólo en palabras.

_ ¿Por eso te ibas con tus amigas y me dejabas solo? Lo hubiese dejado todo por estar contigo.

_ Yo no quería que dejaras nada, no quería que dejaras de ser nada. Quería que fueses tú, sólo eso. Sentía una responsabilidad que yo no quería.

_ Por eso me llamabas luego cuando tenías problemas, supongo._ dije dándome cuenta de inmediato de que aquello era un golpe bajo, algo indigno.

_ ¿Sabes? Yo también te quería de verdad. Me pasé todo el tiempo esperando a que hicieras algo, no sé, algo extraordinario, algo que me dijera que te hacías cargo de tí mismo y de tu vida. ¿Qué importa si yo tenía problemas? Quería a mi lado a alguien lo suficientemente fuerte, o por lo menos que lo aparentara. Necesitaba sentirme segura.

_ ¿Acaso te fallé alguna vez?

_ No, tú siempre estabas allí, es cierto. Pero yo no quería a alguien que estuviese allí, quería a alguien que estuviese conmigo. ¿Lo entiendes?

Callamos. Nos despedimos, le di recuerdos para su madre. Colgó dejando el mismo silencio que evitó que hablara cuando yo descolgué.

No pude dormir. Volví a tener la sensación de que hay algo en mí que no funciona, de que no encaro las relaciones personales como debiera. Luego, a las cinco, me quedé dormido y soñé con un camino que atravesaba una selva hasta la playa. Una playa en un país lejano, de mar azul y arena blanca.

Me desperté con la misma sensación que cuando me fui a dormir. Llevo todo el día dándole vueltas a eso. Tengo que averiguar qué pasa.

Joan Manel Serrat - Helena



A veces, hasta los días que empiezan tristes te sorprenden acabando alegres. Como algunas canciones.

martes, 6 de julio de 2010

Nada más

Sé que no debería hacerlo, que no debería estrellarme contra esa pared que es el destino, no al menos de forma voluntaria, para regresar al punto de partida.

Sé que no debería temblar de ausencia (que es lo mismo que de frío pero desde dentro hacia afuera), sé que no debería encontrar esa salida fácil con la facilidad que la encuentro. Y sin embargo...

Si miro hacia atrás puedo ver un giro de 360º, veo el mar y el sol y la playa pero desde una oscuridad insomne. Veo los días pasados como si los hubiese visto en una película en blanco y negro, como si la realidad fuese en cinemascope, y de golpe, hubieran quedado obsoletas cientos de millones de escenas a las que entregué mi alma.

Mi alma. ¿Cómo estará cuando la encuentre? ¿Dónde la habrán enterrado?

Yo y mi infierno. Este blog y lo perdido. Este infierno en el infierno, estas ganas de vivir pero no hoy sino de aquí a un tiempo.

domingo, 4 de julio de 2010

Trabajo


Buen ritmo. No puedo descansar. Ahora tengo más trabajo que nunca.

- 8 horas y media de trabajo (8:00-13:30h)

- 1:30 horas de trayecto entre mi casa y la oficina

- Curso de Auditor de ISO 9001:2008, tengo hasta el 15 de agosto para presentar los últimos 2 ejercicios. Espero acabarlos ya.

- Implantación ISO 9001:2008 en empresa. Aún me queda definir procedimientos, no creo que acabe antes de septiembre.

- Proyecto de actividades: tengo que hacerlo esta semana.

- Cerrar trimestre, cerrar movimientos bancarios.

- Cerrar la empresa

- Hacer inventario

- Clases de inglés

- Ofertas fuera del ámbito de la nueva empresa, gestión de ofertas antiguas.

- Gestión de la comunidad de vecinos.

Llevo varios días saliendo a caminar y/o correr por los alrededores. Llego agotado. No tengo vacaciones.

¿Agobiado? Pues no, la verdad, bueno, sólo por lo de la comunidad de vecinos. Estoy con energía, tanta que a veces me cuesta estar sentado.

Eso sí, llevo mal el calor de estos días y creo que van a venir más, llevo mal la soledad y llevo mal el ir justo de dinero pero ¿qué le voy a hacer? Trabajo para cambiar las circunstancias.

Antes y durante las vacaciones supongo que lo viejo se irá y aparecerá lo nuevo.

Lo malo: no tengo casi tiempo de actualizar el blog. Ahora lo hago porque está cayendo una tormenta y no puedo salir afuera.