miércoles, 7 de julio de 2010

Shangai-París-Barcelona

Me llama y se queda unos segundos en silencio. Al otro lado yo respondo y espero esa respuesta que identifique a quien llama. El silencio me trae la certeza de que es ella. Ella que me quiere llamar pero no se atreve a hablar, quizá no sabe qué decir, sólo necesita saber que existo, que aún le cojo el teléfono, que no todo su pasado es un pasado perdido.

_ Soy yo_ dice.

_ Lo imaginaba_ le digo.

_ Creo que al final no iré a Barcelona. No tiene sentido, mi madre vendrá a Shangai y estará aquí conmigo hasta que nazca en niño.

_ Ya, es lo normal en estos casos.

_ Mi madre me ha preguntado por ti. Me ha dicho que si sé algo y le he dicho que no. Mi madre me ha dicho que qué lástima, que seguramente eras el único hombre que me ha querido de verdad. ¿Es eso cierto?

_ No sé si he sido el único.

_ No, lo de que me querías de verdad. ¿Es cierto?

_ ¿Qué importancia tiene ahora?_ dejo que el tiempo se alargue como el chicle._ Te quise como quieren los niños, sin protegerse, sin esperar nada malo; pero eso ahora no tiene importancia, quiero decir que mejor no se la dés. Ha pasado mucho tiempo, todas las heridas cicatrizan.

_ Yo también te quería. Quizá tuve miedo a esa forma en que yo veía que me querías. Una forma que yo no podía corresponder. Yo soy mucho más práctica que tú. Éramos muy diferentes. Pensé que no funcionaría._ dice ella mientras, seguramente, mira hacia el suelo.

_ Sí, supongo que debía de ser así._ digo convencido de lo contrario.

_ Sí, es mejor así.

_ Sí, ahora estás viviendo en Shangai con un hombre al que tardaste bastantes días en contarle que estabas embarazada, alguien que se pasa más de la mitad del tiempo volando y la otra de reunión en reunión, y yo estoy aquí solo, ocupando el tiempo como puedo, escribiendo durante la noche y haciendo horas en una editorial cochambrosa donde lo único que merece la pena es el alivio de cuando salgo por la puerta. Sí, los dos hemos salido ganando.

_ ¿En serio has vuelto a escribir?

_ Sí, nada que merezca la pena, pero he vuelto a escribir.

_ ¿Escribes sobre lo nuestro?

_ Ya no._ miento_ Ya sólo escribo novela negra.

_ ¿Sabes? me gustaría leer algo tuyo. Algo nuevo. Te echo de menos en esas letras.

_ Nunca te gustó que tuviera mi mundo hecho de palabras. Nunca entendiste que yo vivía de ellas.

_ Yo quería que vivieras en todo, no sólo en palabras.

_ ¿Por eso te ibas con tus amigas y me dejabas solo? Lo hubiese dejado todo por estar contigo.

_ Yo no quería que dejaras nada, no quería que dejaras de ser nada. Quería que fueses tú, sólo eso. Sentía una responsabilidad que yo no quería.

_ Por eso me llamabas luego cuando tenías problemas, supongo._ dije dándome cuenta de inmediato de que aquello era un golpe bajo, algo indigno.

_ ¿Sabes? Yo también te quería de verdad. Me pasé todo el tiempo esperando a que hicieras algo, no sé, algo extraordinario, algo que me dijera que te hacías cargo de tí mismo y de tu vida. ¿Qué importa si yo tenía problemas? Quería a mi lado a alguien lo suficientemente fuerte, o por lo menos que lo aparentara. Necesitaba sentirme segura.

_ ¿Acaso te fallé alguna vez?

_ No, tú siempre estabas allí, es cierto. Pero yo no quería a alguien que estuviese allí, quería a alguien que estuviese conmigo. ¿Lo entiendes?

Callamos. Nos despedimos, le di recuerdos para su madre. Colgó dejando el mismo silencio que evitó que hablara cuando yo descolgué.

No pude dormir. Volví a tener la sensación de que hay algo en mí que no funciona, de que no encaro las relaciones personales como debiera. Luego, a las cinco, me quedé dormido y soñé con un camino que atravesaba una selva hasta la playa. Una playa en un país lejano, de mar azul y arena blanca.

Me desperté con la misma sensación que cuando me fui a dormir. Llevo todo el día dándole vueltas a eso. Tengo que averiguar qué pasa.

10 comentarios:

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Quizá idealizas mucho a las personas, y te restas valor a ti mismo. Y, teniendo en cuenta que no sólo somos iguales, sino que todos somos lo mismo, es una incongruencia.

Quizá cuando llegues a mi edad comprendas que nadie merece tanto la pena, y que todo el mundo la merece. Y entonces no tendrás ni una noche más de insomnio. Pensarás que si alguien no te quiere, peor para ella, y entonces esperarás menos y obtendrás más. Tendrás la sensación de que te bastas y que lo que venga de fuera son regalos. Vivirás con menos intensidad las relaciones, pero ganarás en serenidad y, por tanto, en seguridad.

Y aunque creas lo contrario, tu vida será más intensa y más interesante.

Claro que nos perderemos estas entradas tan entrañables y sensibles :-)

He dicho :-)

Rizar el rizo dijo...

Concha todo eso se puede experimentar sin que sea necesario tener tu edad. Yo lo entendí hace relativamente poco tiempo, unos dos años más o menos y es de las cosas que mas orgulloso me han hecho sentir de mí mismo. A veces pienso que mi vida a los 17 años es demasiado aburrida pero pronto me doy cuenta de que no es así, sino que es tranquila y serena como mucha gente ansía.
Intrigante entrada, espero pronto saber qué pasa y qué le pasa. Besos

Genética Inexacta dijo...

Vaya...quiero decir muchas cosas pero solo me salen suspiros profundos... vaya...

Anónimo dijo...

No sé qué decir... sólo que entiendo muy bien lo de "yo no quería a alguien que estuviese allí, quería a alguien que estuviese conmigo"

Espera a la primavera, B... dijo...

Yo creo que igual sí que existen personas que merecen la pena. Quizá el reto está en que sea mútuo. Y no me refiero a parejas, simplemente a las personas en general. A veces buscamos lo recíproco y somos naturalezas incapaces de dar lo mismo (como si estuviéramos hechos de materiales distintos).

Sí, supongo que con la edad la perspectiva es distinta y pesan las vivencias pasadas y las ilusiones presentes.

Un beso

toni

Espera a la primavera, B... dijo...

Rizzo, haz caso a Concha, si nos dice que la edad tiene algo que ver, es que es así, jeje.

Saludos.

Espera a la primavera, B... dijo...

Ay, niña del este... qué cosas nos pasan...

Espera a la primavera, B... dijo...

Li, al final, lo que cuenta es lo vivido, con la intensidad que lo has hecho, y sobre todo lo que te has implicado.

Concha Barbero de Dompablo dijo...

No, no, Toni, haz caso a Rizzo, que, por lo que veo, es muy madura (¡a su edad!):-)

Es verdad que la madurez cronológica o tiene nada que ver con la psicológica, estamos hartos de verlo...

Tonetxo dijo...

¿Por qué no coges una mochila, tomas un avión y te plantas en Shangai? Quizás también valiese sencillamente, agarrarla fuertemente con ambos brazos.