jueves, 30 de septiembre de 2010

Sexo


La página del deseo escrita por las dos caras. Eso, eso era ella. El hueco de mis manos recogiendo la fiereza de sus muslos contra mí en un abrazo eterno, el beso que arranca los labios, el lobo que desgarra la aorta de mi cuello, todo eso era ella... y sus humedades eran arenas movedizas en las que me hundía y resurgía, en las que se me escapaba la vida después de luchar durante horas.

Era un animal. El animal más bello y más fiero. Y lo era porque se erigía en el espejo donde mi alma se veía reflejada, donde todo lo sucio y lo zafio que soy encontraba unos ojos abiertos esperándolo.

Y yo quería arrancarle sus gritos como quien le arrancaba la ropa, con las manos, con los dientes, yo siempre quise que me abrazara después en lugar de quedarse abrazada a sus piernas para detener el temblor, que no me preguntara con la mirada "¿Qué te he hecho yo para que me folles así?". Y se recogía como un ovillo y me miraba y sonreía. Y luego me pedía más "pero más suave" y yo le acariciaba el pelo y jugaba con su piel hasta erizarla... y entonces... entonces entraba dentro de ella dulcemente, aún temblaba, y le decía "lo siento mi vida" mientras ella no podía hablar porque el aire quería quedarse en sus pulmones para siempre. "No lo sientas y métemela toda" me susurraba su voz entrecortada.

A través de los ventanales a veces amanecía con esa alevosía y descaro con los que el sol quiere demostrar quien manda. Y teníamos el aliento suspendido y una manta, los cuerpos desnudos, la piel de ella impregnada en mis manos; un hueco en las suyas, el vacío de mi sexo en su vientre.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El Universo


Probablemente la distancia más corta entre tú y yo sea el universo. Tú allí, en Maiami, digamos; y yo aquí en Barcelona, por poner un caso. Y ¿sabes? puede que haya ¿cuánto? ¿diez mil kilómetros en línea recta? Pero si no hay esperanza, un proyecto, un deseo de vernos, ese espacio se multiplica hasta alcanzar una cifra que tiende al infinito.

En cualquier caso, las cosas, a veces, es mejor dejarlas en meras hipótesis como ¿qué hubiera pasado? o ¿y si ella fuera de otra manera? o ¿si yo hubiera dicho aquello en lugar de aquello otro? Todo lo que no fue no dejó una huella que nos haga tener una evidencia. Lo que pasa, sí.

Hoy, que apuesto por la esperanza, que vuelvo a tener en mis manos las llaves de mi destino, creo que debo cerrar un capítulo importante de esta etapa que también se cierra. Creo que uno se aferra al recuerdo de lo amado para retenerlo pero al mismo tiempo uno se da cuenta de que ya no existe y se entristece por ello. Aferrarse al pasado es perderlo dos veces.

Hoy he visto con claridad que la distancia que nos separa es tan grande que cabe un universo dentro de ella, hoy he visto que da igual si estás en Miami o al otro lado de la puerta, joder, cómo me cuesta decir esto, tú y yo ya no somos nada.

(Y no somos nada porque tú decidiste que no fueramos nada).

El valor

"La esperanza tiene dos preciosos hijos: sus nombres son enfado y valor; enfado al ver cómo son las cosas y valor para no permitir que continúen así."

San Agustín

martes, 28 de septiembre de 2010

Vídeo: JM Serrat - Lucía

Hoy debería ser un día especial para mí. Pero por desgracia no lo es.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Todo cambia


La noche pasada tuve un sueño horrible. Un hombre, amigo de E, (dícese amigo a cualquier cosa nauseabunda) venía a mi casa porque su mujer lo había echado de casa y entonces... yo no lo quería allí y en un descuido, al abrir un armario de la cocina me cogía por detrás y me clavaba una aguja de jeringuilla, pero muy grande y me inmovilizaba y yo tenía una sensación tan de... joder, tío, me caes de puta pena, te he abierto las puertas de mi casa y tú me matas.

Supongo que el sueño tiene que ver con que lo viera por casualidad en una foto, y que esa misma noche ví el vídeo de la página de gata, el vídeo de la mantis. Puede. Pero es curioso que ahora mismo, escribiendo esto, sea capaz de señalar en mi espalda por dónde entró la aguja. Fue un sueño muy real.

La mente es capaz de ver y somatizar muchas cosas.

Hoy he tenido un día horrible. Me iba deshaciendo a cada paso, no he podido con casi nada, he trabajado con una rutina de rueda de hamster. Y no he ido a comer. Y no he tenido ganas de nada.

Hoy ha sido el primer día en el que empiezo a aceptar que las cosas son como son porque ya eran como son hace mucho tiempo. Mucho antes de que mi vida crujiese como una rama seca, mucho antes de que mi alma se planteara ni siquiera ir a aquella fiesta.

Si en verdad uno tiene lo que se merece, entonces yo me merezco esto que tengo. Yo no lo entiendo, de veras, pero es lo que hay.

Y sigo sin poder escribir. He releído partes del blog de mayo a agosto del año pasado. Es curioso lo que cambian la vida, del amor al desamor. Es curioso lo poco que cambian otras vidas. Este diario refleja lo mismo ahora que hace un año y tres meses.

Ahora sólo queda remontar. Hoy sé que es el primer día de algo. No sé el qué. Pero sé que es el punto de partida de algo. Mi vida empieza a cambiar hacia el optimismo a pesar de que nada lo indique, lo sé. Siempre que intento cerrar el blog significa que algo muere. El sueño de esta noche también iba por ahí. No sé cómo seguirá todo esto, sólo sé que no puedo cambiar las vidas de los demás, que no puedo hacer que me entiendan ni me quieran si no quieren entenderme ni quererme.

Hoy he pensado en mucho tiempo algo que... me da un poco de vergüenza decirlo... he pensado "un hombre como tú, que estudió lo que se propuso, que acabó trabajando de lo que quería y sentía que debía hacer, que buscó dentro de sí para llenar un vacío y pensó que debía escribirlo y... joder, un hombre que no se conformó con escribir sino que estuvo cinco años en el Ateneu barcelonés perfeccionando, conociendo, el secreto de las palabras... un hombre que se equivocó pero a pesar de ello vive al día pero ¡vive! y se ilusiona y hace reír y se abona a la esperanza (a veces estúpida) y... sale con la mujer con quien se propuso salir cinco años antes, un hombre que soporta una carga emocional tras otra... y no se hunde, en lugar de ello se sigue dando... no, no es un hombre débil, es un hombre fuerte".

Hay muchas personas que viven ajenas a la crisis (viven en su burbuja de confort) y no entienden a los que sí nos ha afectado. El mismo sueldo aegurado a fin de mes, suficiente para cubrir tus gastos porque tienes las cuentas hechas... frente a la incertidumbre de un ingeniero autónomo buscando ese proyecto que le asegure una carga de trabajo que le aporte unos meses de tranquilidad. Así sí se puede ser un hombre con las cosas claras. Lo peor es la incertidumbre, el no saber, el intuir, la decepción.

No. No me cambio por nada ni nadie. Todo lo que seré se lo debo a lo que soy, a todo este maldito desierto y las malditas deserciones. Y no porque me hayan hecho más duro sino porque pudiéndolo hacer yo elegí ser más consciente de que lo que en verdad importa es ser consecuente con lo que uno siente. A día de hoy lo haría todo igual, amaría de la misma forma, sería igual de ingenuo, igual de tierno, haría las mismas cosas con la misma intención. No puedo cambiar lo que los demás hagan con ello pero sí puedo decidir que lo que hagan no me cambiará.

Y sí, estoy jodidamente triste, pero ¿qué hombre no lo estaría en mi lugar después de todas las decepciones? ¿acaso no lo estarías tú? Como ya he dicho, no me cambio por nadie y sospecho que es porque actuaría movido por los mismos ideales.

Y llegar a los trenta y nueve años teniendo claro que muy por encima del egoísmo del "yo primero, que se jodan los demás" están los principios del "hagámoslo juntos, estoy a tu lado" ya es mucho para mí. Recuerda que quien le hace algo a los demás acabará haciéndotelo a ti también.

Sé que a veces mis posts son un "yo contra el mundo cruel y desagradecido" y no pretende ser eso. Yo sólo pretendo reafirmarme, saber qué es lo que hay de bueno en mí. Porque lo malo ya me lo sé de memoria, ya estoy cansado de que me lo digan y me lo diga a mí mismo. Quiero decir que voy a salir de ésta y que ya estoy saliendo de ésta, que estoy volviendo a ser el hombre seguro de sí mismo de hace un tiempo. Porque no sabéis hasta qué punto me ha minado toda esta situación de la crisis, la falta de recursos, las manipulaciones, y aunque no lo creáis entiendo las decisiones de otras personas ante mi situación.

Siento si mi amargura ha herido sensibilidades, entended que me he sentido solo, luego me he sentido acompañado y luego me he vuelto a sentir solo. Esto último se me ha hecho insoportable pero eso es sólo mío y de nadie más. No culpo a nadie. La vida es así y supongo que yo no merecía la atención ni la comprensión a causa de mi caracter.

No sé, creo que me repito demasiado. Ya basta de tanta pataleta. Es hora de seguir con el trabajo silencioso y constante.

Buenas noches.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Ahora



Podría callarme de una vez por todas, dedicarme a conseguir cosas, abrir las más de cien cartas que se apilan en mi mesa, ordenar los apuntes, amontonar los papeles que tengo que tirar, guardar las bolsas, irme a dormir.

No sé si es justo que siga escribiendo, no sé si merece la pena dar vueltas sobre esta locura que se ha instalado en mi corazón a todas horas. No sé si podría cerrar el blog con un candado y tirar la llave. Me gustaría saber hasta dónde me lleva esta voluntad de barro, estas palabras cansadas, este no saber a ciencia cierta si, de verdad, hubo algo que yo pudiera hacer o cambiar en algo.

A veces me cuelo en tu casa como un fantasma, te oigo dormir con la boca abierta, te oigo soñar a través de tus latidos, dándote la vuelta, girando sobre ti misma, recuerdo lo extraño que se me hacía tu cama, lo extraño que me resultaba tu cuerpo. He de confesar que desde hace unos meses duermo abrazado a la almohada, que es como vivir en la calle, es como ser un sintecho en las ciudades del alma.

Y a veces me pregunto si con ser un hombre basta o si, por el contrario, se necesita llevar papeles encima que lo demuestren, si un hombre que duerme abrazado a la almohada es menos hombre por ello, uno de segunda clase. Y a veces me contesto yo mismo y me digo que no, que no hace falta pero otras hablan los hechos y me dicen que sí, que debo acatar las normas y aparentar ser alguien que no soy, aparentar soportar cosas que no puedo soportar, que debo esconder las ganas de querer. "Debes aparentar que la vida que llevas es la que quisiste siempre tener, en eso consiste ser un triunfador ¿qué cojones haces volviendo a escribir en el blog?"

Ahora que en breve dejaré atrás esta etapa de decepciones y abandonos y empezaré otra de fortuna y esperanza, ahora que miro hacia atrás y abrazo a los recuerdos como lo que son, restos de barcos hundidos, puntos lejanos en el horizonte, cicatrices más o menos curadas, promesas de venganza que nunca ejecutaré, lágrimas que no sé de dónde nacen porque no me pertenecen, ahora que estoy en este punto de inflexión y no retorno, ahora empiezo a sentirme un poquito en paz conmigo (pero no con el mundo), empiezo a ser el mismo de hace un año, con la certeza y la esperanza de que el desepero y la tristeza de estos últimos meses se diluya entre los días que han de venir.

No sé si esta etapa que termina incluye borrar el blog, aún no lo sé. Quizá por esto siga escribiendo, quizá por eso, escriba por las noches y corrija por la mañana estos post que salta a la vista que son nocturnos.

Nocturnos como aquellos besos, nocturnos como la piel sobre las sábanas desnudas, nocturnas como las letras de las canciones de Estopa, como aquellas ganas de bailar, como las palabras susurradas al oído, como mi voz tratando de morderte el alma.

... y sigo sin comprender.

sábado, 25 de septiembre de 2010

No dejo de pensar en ti


Me cuesta tanto irme...

Tengo el alma encharcada. No, la felicidad no era esto. No era renunciar a la alegría, no era nadar contracorriente, no, no era olvidar tan pronto.

Este mes será el primero en el que pueda ahorrar algo de dinero, si encuentro un banco que me refinancie los préstamos quizá pueda salvar mi piso. De todas formas lo tengo decidido sea como sea, me iré de mi ciudad, con el piso vendido o alquilado. Me iré poque se ha acabado una etapa de mi vida. Lo haré porque empieza otra nueva.

Si se ha acabado una etapa ¿por qué no puedo cerrar este blog? Estos dos últimos días me he paseado por él como el que pasa por la mano por las paredes de la casa el día en que le va a abandonar. Al prinicpio creí que era una adicción, luego me leí y me reconocí ahí, en esa tristeza que impregna las palabras que escribo. Por un lado quiero abandonar esa tristeza y vivir. Por otro, me pregunto ¿quién seré yo cuando no sienta eso? Me asusta la alegría y no sé el porqué, como si ésta fuera un baño de ácido en el que yo acabaré disolviéndome, muriéndome.

Supongo que es otra forma cualquiera de aferrarse a la vida, me aferro a las cosas que amo, a su pasado y a su presente. A veces temo que si vivo alegre no volveré a sentarme delante de un ordenador a escribir, a sentir, a pensar, a construir frases que me hagan sentir bien al releerlas.

Imagino que la clave está en encontrar ese equilibrio entre la vida real y la vida que se escribe. Quizá por eso me está costando tanto encontrar un tono narrativo a la novela. Me gustaría escribir como aquí pero no puedo, necesito que me leas, necesito que estés tú ahí detrás de las palabras. Necesito escribir para ti y que tú sepas que escribo para ti.

Vuelvo a la novela. Ha sido un inciso. Un ataque irreprimible de añoranza.

martes, 21 de septiembre de 2010

Último post: por fin una foto mía


Sí, hombre pero ¿qué os habíais creído?




Último post



Sería innoble por mi parte dejar aquí este blog sin antes decir algo que creo que es de justicia. Es de justicia decir que cuando las cosas te duelen es porque te importan, cuando las personas te duelen es porque han sido y, probablemente son y serán, lo mejor que te haya pasado en mucho tiempo.

No podría cerrar este blog sin decir que ante todo quise, quiero y querré para siempre a Eva. Por lo que me dio, por lo que me dejó darle, por sus risas, por sus manías, por que es, en definitiva, una mujer extraordinaria. Supongo que por eso me duele que me dejara, por no ser merecedor de ella.

La he odiado. Sí. La he odiado porque es mejor echar las culpas al otro, y yo se las echaba a ella porque me odiaba por no haber sabido retenerla a mi lado. Supongo que mis circunstancias no fueron las mejores. Supongo que en otro lugar y otro tiempo seguramente las cosas hubieran funcionado mejor. O no. Ahora nadie lo sabe.

Es de justicia decir las cosas que uno siente y no quedarse con el discurso de la víctima que ha sido abandonada. Dejar de estar a merced de los vaivenes de aquella relación nos ha hecho bien a los dos. Ambos estamos más tranquilos. Ella ha encontrado a alguien que la apoye y le dé confianza. Yo no, yo la seguiré queriendo durante mucho tiempo más porque me llueve sobre mojado y bueno, he aprendido que un hombre en esta situación económica no es una buena compañía, supongo que antes de pensar en otra persona debo pensar en si podré hacer cosas con ella a parte de salir a pasear o ir al cine de vez en cuando.

Sé que hace tiempo que dejó el insano ejercicio de leerme en este blog. No sé si lo hice a propósito pero dije cosas que seguramente la hirieron. Es mejor así, nunca le gustó que escribiera en el blog cuando tenía tantas cosas "reales" por arreglar. Podría decir en mi defensa que el miedo a no salir del hoyo te amordaza, te paraliza, aún así he luchado, he trabajado con ahínco, quizá me ha faltado esa gran depuradora que me hubiera ayudado a salir a flote. Nunca llegó.

Como he dicho sé que hace tiempo que no me lee y hace bien. Este post no es para ella. Este post es para mí, para sentirme en paz, para encontrar la calma y empezar a asumir que aunque yo moriría por ella, ella ya no lo haría por mí.

Es una mierda querer a alguien que no te quiere. ¿Cuántas veces hemos estado nosotros en el otro lado? ¿Cuántas veces no hemos podido querer a quienes nos querían? Es lo mismo. Somos las dos caras de una moneda que cae de un lado u otro según el azar. Esta vez salió cruz aunque los dos apostáramos a cara.

El martes que viene es su cumpleaños. El año pasado cayó en lunes, lo recuerdo perfectamente. Tuvo que ir a un consejo de administración a Madrid y yo fui a esperarla al aeropuerto por sorpresa con un ramo de flores silvestres con más colores que la vida misma. La esperé en la puerta durante un montón de horas porque no me atreví a preguntarle a qué hora llegaba ni en qué compañía para no fastidiar la sorpresa. Casi se me marchitó el ramo entre el coche y la espera. Al final, salió rodeada de hombre trajeados, su jefe, sus compañeros. La prueba de amor más grande es pasar la vergüenza más grande que puedas imaginar. Allí estaba yo, con un ramo de flores en una mano y el corazón en la otra. Ella no lo sabía pero el ramo no llevaba rosas porque no me llegaba y se las hice quitar, en ese ramo invertí todo el dinero tenía. Entonces ya supe que eso iba a ser un gran problema.

Doy por buenos todos los malos momentos, doy por buenos todas las noches que pasé en blanco, las horas (y los 71 km) invertidas en ir y venir a Barcelona y las horas buscando aparcamiento por su barrio. Doy por buenas todas las cosas malas y buenas... si de algo le sirvieron, si pudo ordenar sus libros, si se emocionó y se sintió acompañada, si quiso hablar y encontró a alguien que la escuchaba, si algo conserva de todo aquello y eso que conserva le pareció bueno... en fin, ¿qué puedo decir?

Sé que esto tendría sentido si se lo dijera a ella pero es mejor así, como ya he dicho este post lo escribo para mí, para reconciliarme con el hombre que soy. No soy ni un canalla ni un bendito, soy un hombre que sueña demasiado, que siente miedo, rabia, tristeza, alegría... sensible y cabezota, tanto, que me empeñaré en quererla todavía demasiado tiempo. Moriría por ella, me hubiera gustado poder vivir por ella.

Me cuesta cerrar la última línea del blog. Supongo que se nota. Me cuesta echar el candado a tantos sentimientos. En poco tiempo me dejó Eva, cerré la empresa, venderé el piso... ahora cierro el blog. A veces pienso que voy cerrando por pasos una etapa de mi vida. Una etapa que dará paso a otra...

Gracias por los comentarios, por los ánimos, por los links, por los blogs. Gracias por la compañía. Para quien quiera hacerme llegar un comentario mi correo está en mi perfil, he sentido tanto amor por algunas de las personas que están detrás de estos diarios a gritos que son los blogs... He visto tanto talento al escribir, al describir, al sentir...

Aquí acabo. Hasta siempre.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Se acabó


Hace días que mi vida no me pertenece. Pertenence a un recuerdo que me empeño en perseguir. Hace días que, en realidad, sé que estoy muerto, que mi vida se la llevaron a otra parte con alevosía, nocturnidad, vanidad, crueldad y ensañamiento.


No puedo seguir adelante. Lo he intentado. Lo he hecho todo. Pero no puedo. Me duele demasiado el corazón y mi cabeza se empeña en encontrar un porqué que sólo sabe ella.


Demasiado para mí. Yo no nací para esto. Debería estar agradecido por vivir, disfrutar la vida y sin embargo no lo siento así. En algo, en mucho o en todo me habré equivocado.


Imagino que no en todo tendré la culpa y que si de algo la tengo es de pretender ser feliz y hacer felices a las personas que estaban conmigo. Siempre lo he dado todo de mí pero siempre he tenido la sensación de que era poco.


Al final este blog cumplió lo que prometía.


Este blog se cierra de nuevo, lo más probable es que definitivamente.


Espero que estuviérais entretenidos durante estos dos años y medio.





En serio que no puedo más.

Me paso el día preguntándome el porqué.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Tarde de miércoles tu recuerdo flota en el aire, las hojas caerán pronto de los árboles.

No te nombraré más. No porque no te recuerde sino porque te recuerdo demasiado y llevarte a la boca es como si no pudiera evitar tu fuga. Te quiero dentro de mí aunque no te quedes a dormir, aunque recojas tu ropa a las dos de la mañana y hagas un ovillo imaginario con ella, te metas en el cuarto de baño y salgas... no, ya no te quedas a dormir.
Ya no se te curva la espalda cuando te deshago con la lengua, cuando te disuelvo con mi saliva la sonrosada carne, la puerta de mi infierno, ahora, mi boca sólo trata de engullir todas las letras de tu nombre, una por una, mientras cierro contratos desorbitados, mientras mantengo acuerdos de futuros, mientras bostezo con suculentas comisiones que no me saben a nada porque me faltas tú y tus pezones hiriéndome la piel, rasgándome la camisa. Esta mañana tuve una erección salvaje en la presentación de los nuevos equipos, no me quise contener, pensé que si bien no era el mejor momento tal vez era una señal y me dejé llevar.

Me dejé llevar pero ya se sabe que el deseo es una autopista que acaba en un precipicio. Me dejé llevar y caí. Y busqué tu número de teléfono y te llamé. Dos tonos. Luego colgué. El resto de los reunidos me miraban inquisidores, por lo visto no se me había ocurrido salir de la sala. Me dio igual. Hace tiempo que me dan igual demasiadas cosas.

A veces no sé dónde ir a parar. A veces sólo me siento y te siento a mi lado.

lunes, 13 de septiembre de 2010

El cielo imantado

Y a pesar de saber que no me quieres no puedo dejar de desearlo.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Que te quedes conmigo


Me dices, con el pelo revuelto, que tienes calor. Te digo que yo también, y voy a por agua a la cocina deslizándome pasillo abajo, desnudo y sediento, cansado y alegre por haber atravesado esta noche las dunas de tu cama, por ser un hombre de desiertos y explorar el tuyo de nuevo. No me atrevo a decírtelo pero creo que mi tiempo se mide con el reloj de la arena que recojo de tu piel cuando te recorro la parte interior de tus muslos con la lengua. Debe se que por eso la sed me abrasa, debe ser por eso que necesito beberte la boca.

Y mientras abro la nevera y saco la botella de agua, mientras lleno un vaso y bebo, mientras lleno otro y vuelvo a meter la botella en la nevera, siento que siempre supe que en esa forma tuya de curvar la espalda cuando te la meto toda y perdemos el aliento, no caben los teoremas no resueltos de mi alma pero que el animal feroz que soy encuentra la calma en el estanque agitado de tus ojos, en el animal salvaje en el que te conviertes cuando me pides que te folle con más fuerza y yo te cojo desde atrás y a veces finjo (y otras veces no) una rabia incontenible de palabras sucias y perversas como el alma de un escritor fracasado.

Bebes y tiemblas, el agua fría disipa el calor del infierno que es para mí tu corazón de lluvia y estaño. Se te endurecen los pezones y me dan ganas de morderlos mientras tú me miras y sonríes con esa soberbia con la que miran las maestras a sus alumnos adolescentes en primavera. Me devuelves el vaso y lo deposito en la mesita de noche; seguimos, mirándonos a los ojos, apagando cigarrillos uno en el alma del otro, susurrándote yo al oído que sé que te duele un poco pero que no pienso parar aunque me pidas que lo haga, que te voy a llevar a ese lugar donde uno no distingue el placer del dolor, a un lugar donde tú y yo sólo somos un intrumento y que poseerte (sí, eres mía, ¿acaso lo dudabas?) es también renunciar a mí mismo. Y paro de embestirte. Y te aparto el pelo y te susurro al oído mientras te apriento los pezones con dureza y con los dedos que me muero de ganas de metértela por el culo.

Follarte es fácil. Me conozco tu cuerpo y conozco el mio, sé cómo hacerte llegar a donde yo quiero con las palabras y las manos, con la mirada y con mi polla. Hacerte el amor no es fácil, antes no me importaba pero desde hace unos días no puedo dejar de pensar en ello, me están venciendo las ganas de acariciarte mientras duermes, de abrazarte y que me abraces, de extender la mano y que estés ahí. En una palabra, me estoy encariñando de ti, creo que estoy empezando a quererte y eso es algo que no me puedo permitir contigo, no con alguien como tú.

Estoy empezando a buscar cualquier excusa para encontrarnos y meterme en tu cama, para meterte en la mía. Y sé que cada día te excita más ese juego pero yo... yo te busco porque necesito verte con los ojos y las palmas de mis manos, porque estoy empezando a ser adicto a ti, a lo de antes y a lo de después de nuestra lucha cuerpo a cuerpo. Y empiezo a estar ansioso antes de verte y cada día me cuesta más irme o que te vayas. Y ya sé que esto es ficción pero ya sabes a lo que me refiero. Lo que quiero decir es que follarte es como ser siempre el segundo, que ser el primero es que me quieras, que quieras estar conmigo fuera de mis(tus) cuatro paredes, que vayamos al cine de la mano, que me presentes a tus amigas, que tengas mi champú en tu baño, que me dejes llamarte de siete a doce, que no me digas hoy no puedo, que pienses que yo valgo la pena. Que anules tu boda.

Que te quedes conmigo.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Joan Osborne: One of us




Durante años esta melodía sonaba en mi móvil. Creo que llegué a aborrecerla. Hasta que apareciste tú y esta canción empezó a llenarme de esperanza de que al sonar tu voz estuviera al otro lado. Ahora mi teléfono tiene un tono convencional, feo, gris, estridente... y hoy he pensado que quizá lo puse para no tener que acordarme de ti, para no temer que me llames en cualquier momento. A veces, he de reconocerlo, tengo miedo de que suene y vea tu nombre en la pantalla. Porque temo a ese monstruo que llevas dentro y que se me llevó toda mi alma, la poca seguridad en mí mismo que me quedaba, mi vida, mis ganas de seguir viviendo, el sentido de lo que estaba haciendo.

He aprendido a temerte más que a odiarte. Odiarte no me sirve de nada, temerte en cambio me protege. Hace tiempo que no soy capaz de tocar ni que me toquen, hace días que creo que si alguien intenta tocarme algo más allá de un apretón de manos saldré corriendo para no matarlo a golpes.

Pierdo la luz, pierdo el sueño, pierdo las ganas, como si yo fuese dos manos unidas intentando formar un cuenco para contener agua. Tú ya no te acuerdas, yo ya no me acuerdo. Era un hombre alegre, soy un hombre con un gran sentido del humor. ¿Qué ha pasado? ¿Qué me ha pasado?

Hoy leía que de cada diez personas que se suicidan 8 son hombres. Era un dato que ya sabía, me lo dijo mi profesor de Análisis Transaccional hace más o menos un año. Hoy pierdo la perspectiva del tiempo.

No sé qué pasará, espero que pueda entender algún día los porqués de todo lo que pasó. Ahora mismo no me importa, estoy extremadamente triste. Y lo peor de todo es que tengo la sensación de que a esta tristeza no la voy a poder convencer tan fácilmente de que se vaya como tú me convencías a mí de que todo eran imaginaciones mías.

Supongo que ya os canso, pero es lo que hay. Podría decir que estoy empezando a superarlo pero no es así.

Son demasiadas cosas. Demasiadas. Durante demasiado tiempo. Demasiadas decepciones, demasiadas huidas.

La suerte


Hoy no encuentro la canción que quería dedicarte. Entre todas las que pensaba vendrían a acompañarte vinieron The Frames, Ismael Serrano, Serrat (por Glissando), El canto del loco, Pedro Guerra y Ángel González, Six pence non the richer, jarabe de palo, Coldplay... y se me hizo tarde, la 1:30 h. Mañana vienen dos a ver el piso, me extraña esta sensación de venderlo. Es como si dejara de luchar pero... no sé si se puede ganar lo que necesito ganar para mantenerlo.

Supongo que si me esforzara más... no sé.

No he encontrado esa canción que quería dedicarte. Hoy me duele todo. Las ausencias, las certezas, esta maldita tristeza, el reloj, la incertidumbre, el estrés, la maldita calma que nunca llega.

El lunes iré al psicólogo. Conductual conductista. Siempre he sabido qué debía hacer y nunca pude. No sé. Lo juro, juro que quiero sacarme de encima esta tristeza pero no sé, es pegajosa. No sé.

Será mejor que me vaya a dormir. Mañana estaré cansado. Será un día largo. Me pregunto de qué humor me levantaré mañana. Y si podré sacudirme aunque sólo sea un día esta inquietud.

Si respiraré libre.

Si me cambiará la suerte.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Esas cosas


Bajo a la calle con un café en la mano, me lo bebería contigo dentro si antes te hubiera desnudado en el remolino de la cuchara y el azúcar. Te hubiese disuelto sales de baño en la bañera pero sólo bajé azúcar y una taza de café, es una lástima que no llegue antes a casa como un fantasma… encendería incienso y velas, ya sabes, ese tipo de cosas por las que pensarías que soy un poco tonto si supieras que existo.

No bajo a fumar como el resto de compañeros, yo bajo a descansar la vista de la pantalla del ordenador, miro al horizonte, a unas montañas que no sé a ciencia cierta a qué distancia están de aquí. Hace demasiados días que te me cuelas en la cabeza, no de una forma constante o repetitiva sino que cuando me doy cuenta estás ahí, en una esquina y yo te pregunto que cuánto tiempo hace que estás ahí. Y tú me respondes encogiéndote de hombros. Me gusta este tipo de distracciones, entonces voy a la cafetera y me hago un café y bajo a la calle, miro el horizonte sin verlo, pienso en ti y hasta me molesta si alguien baja a fumar al mismo tiempo y me pregunta cualquier tontería.

En la oficina me entrego al trabajo con una determinación construida a base de costumbre, supongo que no encuentro la razón para motivarme entre estas cuatro paredes o en el mundo cuando salgo a hacer visitas. Me baso en una estructura que pesa como la concha de una tortuga y que evita que salga volando hacia las nubes, algo a lo que soy propenso. Pensar en ti es un ejemplo, bueno, no sé si es un ejemplo, creo que si no fuera de naturaleza soñadora también pensaría en ti de diez a doce veces esta mañana, no sé, si al menos supieras que existo…

miércoles, 8 de septiembre de 2010

El vicio de luchar


Hoy me he vuelto a romper. Cada vez me rompo con más facilidad y con menos motivos. Debe ser que se acerca la estación de las lluvias o que simplemente estoy llegando al límite de mi aguante. Si esto no cambia en poco tiempo me romperé cada día y luego varias veces al día. Así que tengo que pensar en hacer algo que revierta esta dinámica. A veces pienso que caigo porque así tengo la oportunidad de luchar por levantarme, que en el fondo he trasladado toda mi fuerza en sostenerme, como esos boxeadores que, a sabiendas que han perdido, se tambalean escorados a un lado hasta que el árbitro detiene el combate y lo manda a su esquina.


Supongo que espero que me salve la campana de un momento a otro y que en mi esquina alguien me suministrará algo milagroso que me dará la oportunidad para salir otra vez ahí a seguir luchando con posibilidades de ganar. Pero no tiene sentido, ya no. Esto ya se ha terminado. Es mejor que lo asuma y piense no en otro asalto sino en una vida alejada de cualquier combate.



Creo que mi error ha sido creer que podía con todo.


Todo es mucho.


Todo es demasiado.


He creído que era cuestión de lucha pero no contaba conque podía quemarme (burn out). Necesito un reset, un cambio de motor, necesito una tregua.


Mañana vienen a ver el piso. Lo venderé a un precio que no esperaba venderlo, pero lo haré y empezaré de cero.


Supongo que es mejor así. Echaré de menos mi casa. Esta ha sido mi casa. No sé, en fin, no sé si merece la pena sufrir tanto por cuatro paredes, por cuatro cuerdas de un ring.


martes, 7 de septiembre de 2010

La decadencia de la confianza.

Me pasa que con el tiempo voy perdiendo el tono que solía tener, es decir, se me van perdiendo por las costuras el interés por aquellas cosas que me importaba entender y que, a base de irlas escribiendo voy empezando a aclarar. Supongo que, como todos, necesito estímulos nuevos, preguntas nuevas, sentimientos aún no conocidos. Esta mañana me he levantado otra vez triste sin saber muy bien el porqué, o sabiéndolo muy bien pero sin que pueda poner remedio de inmediato.
Al mismo tiempo he paralizado la novela. No me gusta la voz narrativa, no es la mía, no soy yo, es otro que quiere escribir otra cosa. Y si bien la idea es buena y los personajes casi acertados, el narrador, o sea yo, no soy yo. Y sé que me explico.

Me pregunto si en mi vida no pasará lo mismo, si quien me lee aquí se encuentra con otra persona de carne y huesos distinta a lo que intuye que seré. Podría decir que yo soy como soy y escribo como escribo pero si afirmara eso, probablemente, mentiría. Siempre he tenido miedo a que, como pasó en el pasado, alguien pudiera creer que puede modificar esta cadencia mía al leer, escribir o pensar.

Es cierto que en mi vida "real" soy más dinámico y menos reflexivo pero ¿quién podría soportar tanta pregunta y tanta respuesta? Creo que a veces es mejor no dejar lugar a la duda y mostrarme como soy. Y es que soy un hombre con tendencia a la espera... me he acostumbrado a esperar en lugar de ir a por las cosas, me he ido abonando a una especie de esperanza activa, a tratar de llevar muchas cosas al mismo tiempo que suelen tener períodos largos de maduración y claro, eso es un poco desesperante para alguien más dinámico que yo. Supongo que después de tres años girando en torno a la novela y tras otros dos años intentando pensar en cómo aprovechar todos los años de análisis transaccional, estoy un poco cansado de este standby y necesito que empiecen a concretarse cosas. Por ejemplo, la novela. Necesito encontrar esa voz narrativa ya pero se me resiste. Es como si nadara en una piscina de mayonesa y dada mi situación económica eso es casi mortal de necesidad.

Quizá me esté infravalorando y tener tres trabajos más escribir una novela canse de verdad aunque no se esté activo todo el tiempo porque todo es un arduo trabajo mental y quedo agotado, porque además me paso el día preguntándome cosas, como por ejemplo por qué Eva traicionó aquella confianza que teníamos y qué le indujo a tratarme como lo hizo, al principio la disculpaba por sus miedos, pero cuanto más sé de ella, de su vida, de todo, me doy cuenta de que no puedo disculpar algo así. No puedes hacerle algo como lo que ella me hizo cuando sabes que el otro está totalmente entregado. Hoy pensaba que es como poner el dinero en un banco y luego, cuando te das cuenta el banco se lo ha dado a otro. No, no se traiciona así a alguien cambiando las reglas a voluntad. Todo esto hace que piense demasiado, demasiadas cosas en la cabeza que no dejan que pueda actuar con determinación y claridad.

No sabría decir cómo ni porqué pero tengo la sensación de que un ciclo se ha acabado y estoy alargándolo demasiado. Me pregunto qué hacer y cómo, cómo acabar lo que tengo empezado y empezar lo que debería estar haciendo. Y no sé, de veras que no lo sé. A veces me gustaría poder hablar con alguien a quien le tuviera la suficiente confianza como para expresar qué ó cómo lo siento.

Pero si hay algo que se ha ido a la mierda es, precisamente, la confianza.

Joder, no necesito un consejo, necesito que alguien me escuche. Y ni siquiera me sale aquí.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Dime

Dime que estás ahí. Dime que se detendrá este viento en mi cabeza. Dime que juntos desafiaremos a las manos vacías y de piedra, dime que tienen solución los daños cerebrales de mi corazón prematuramente envejecido.

A cambio yo te doy lo que tengo, sólo tengo lo que soy.


sábado, 4 de septiembre de 2010

Ahora que ya no me pregunto qué quiero ser de mayor porque ya sé quién soy.

Siempre me gustó esta foto

Los hombres son fuertes, los hombres no lloran, los hombres se llevan siempre a la chica aunque ésta esté con otro hombre (más débil, más humano).

Los hombres esconden lo que sienten, los hombres pueden hacer lo que se propongan, los hombres siempre ganan, a los hombres no les importa nada.

Un hombre ha de preferir ser fuerte a ser inteligente. Un hombre ha de elegir siempre el poder y el dinero a los valores y a las metas. Un hombre sabe qué cosas le hacen pertenecer a la comunidad de los hombres y sabe también que eso está por encima de todo.

Un hombre de verdad no escribe sus sentimientos en un blog, no se muestra triste, no persigue sueños, no se pregunta sobre quien es y qué es lo que quiere. Un hombre no escribe novelas porque eso no es un verdadero trabajo. Un hombre puede con todo por tanto, desarrolla su carrera profesional con otros hombres que siguen las reglas de los hombres.

Hoy me he dado cuenta de que hace mucho tiempo que dejé de ser un hombre al uso, que me inventé a mí mismo tratando de buscar un equilibrio entre lo que creía que debía ser y lo que no me atrevía a desear ser.

Ahora sé:

. Que hice ingeniería para sentirme útil en un mundo de hombres.
. Que hice trabajos en los que nunca me sentí a gusto por ese motivo.

. Que si bien monté una ingeniería buscando un bien común, el filtro con el que lo hice era el de la forma de trabajar de los hombres. Así no podía funcionar.

. Que renuncié a identificar mis sueños a pesar de que estaban ahí.

. Que no escuché al niño o adolescente que fuí cuando le preguntaron qué quería ser de mayor.

. Que se pueden perder veinte años haciendo algo equivocado pero llega un momento en el que eres tan infeliz que no puedes seguir haciendo lo mismo.

. Que engañé a las parejas que tuve cuando les mostraba un hombre que no sólo no era, sino que no quería ser. Las quise tanto que prefería seguirme engañando y de paso a ellas.

. Que me engaño si pienso que ellas sólo querían a un hombre y no a mí. También me querían por esa parte que no me atrevía a ser y que asoma en cuanto puede. Ambas me dejaron por otro hombre. La vida es así.

. Ahora sé que es hora de perseguir mis sueños y que eso tiene un precio. Estoy dispuesto a pagarlo.

Mientras:
. A pesar de querer hacer lo que hacen los hombres me esforcé (y de qué manera) en encontrar un hueco para hacer lo que realmente me gustaba: Escribir

. Encontré personas (pocas) afines. Descubrí el análisis transaccional, que es una herramienta de autoconocimiento muy buena.

. He escrito tanto a diario y sin prácticamente esfuerzo... ahora tengo mucho material... Recuerda que todo lo que haces acaba teniendo una utlidiad el día en el que quieras dar el salto.

. No sólo valen los cursos reglados, tu vida es un curso y tú eliges los ejercicios.

. He conocido a personas de las que sólo pude aprender cuando me empecé a dar cuenta de que aprender es compartir. Experiencias, sentimientos, pensamientos, deseos, anhelos.

. He aprendido a escuchar y a leer a las personas. Parece que no sirve de nada pero a veces lo es todo. Me queda mucho por aprender, espero tenerlo claro.

Ahora lo tengo claro. No quiero trabajar en un mundo de hombres. Ni en un mundo de mujeres que aceptan las reglas de los hombres. No quiero parejas que no me acepten como soy y me exijan que sea algo que no quiero ser.

Todo lo que he vivido lo doy por bueno, todos estos años de confusión han sido la mejor escuela para llegar a la decisión de ser quien soy. Todo el sufrimiento y las caídas y recaídas me han enriquecido tanto... Es más, sólo podía ser quien quiero ser atravesando todos estos años de malestares y dudas.

Creo que la felicidad es saber lo que uno quiere, independientemente del resultado final. La felicidad contagia a quienes tienes alrededor algo con lo que no podemos vivir: el entusiasmo.

Ayer visité a una amiga, cuando llegué a su casa tenía muy mal aspecto, cuando nos despedimos irradiaba luz. Yo sólo le escuché, sólo le pregunté, sólo me solidaricé, sólo la hice reír.

Hacer reír. El mundo necesita reflexionar sobre la risa.

Gracias por acompañarme en el desierto, espero que ahora me acompañéis por la sabana. Os prometo que llegaremos a playas paradisíacas, selvas extraordinarias.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Instantes


A veces me sobrevienen instantes de lucidez, pequeños oasis de conciencia donde me desprendo de su recuerdo cercano, de aquellas cosas cotidianas que apenas se esbozaron y nunca llegaron a pertenecer a la estación de la rutina. Me quedo, entonces, como dentro de una balsa perdida en el centro de un océano de tiempo, me detengo y dejo de sentir esa tristeza, tampoco siento alegría, en realidad cesa esa atracción con la que, como un imán, todo pensamiento se precipita contra ella como un suicida contra el suelo, buscando algo incierto, una solución que ya se sabe de antemano que es equivocada.

Y mientras, trabajo cien horas, achicando una inundación paralela. Me pregunto poco, apenas aquí, a veces, tratando de entender a través de releerme una y otra vez qué es lo que me pasa. Y trabajo y trabajo sin descanso, y ahí me quedo envuelto en una manta de horas productivamente estúpidas, que giran sobre sí mismas en una concentración de la mente que es engañosa.

Pero a veces, necesito parar cinco minutos y estallar en palabras, drenar la herida, curar las verdades, cambiar las vendas. Y notar que cada día que pasa estoy en otro lugar y en otro momento.

Y comprobar que el tiempo y la distancia no son el olvido, no por lo menos en las leyes con las que funciono.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Frase


Ayer me dicen con mucho acierto, esta frase: "Soy un paranóico al revés: A veces pienso de que todo el mundo conspira para hacerme feliz".

Hoy he inentado pensar así, es difícil,la verdad. Esa actitud choca contra la certeza de que las personas tenemos intereses que difieren con los del resto. No me he amilanado, he dejado que las cosas fluyeran.

Y la verdad, mucho mejor.

Por cierto, ¿alguien sabe de quién es la frase?

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Miércoles por la mañana, casi por la tarde


No suelo contar lo que me pasa por la cabeza y mucho menos por la lata esa que tengo dentro del pecho. El caso es que ayer tuve (tuvimos) un ataque de sinceridad a dos bandas, desconocidos ambos, como si hablaras a través de una mampara translúcida, donde se van las sombras de la mano de la cadencia de voces que, de repente, son como un salvavidas. Y sólo tienes eso: un océano y un donut rojo de corcho. Pero me mantiene a flote, te mantiene a flote. Estamos, de alguna forma, vivos.

El caso es que ayer hablé demasiado, o hablé en voz alta, o hablé porque me preguntaron o porque sólo había que tirar del hilo para que saliera todo todito todo. Y me di cuenta que cuando le cuentas a alguien que no te conoce algo que te importa lo argumentas, lo justificas, le das razones y motivos que son los que te das a ti mismo para darte una respuesta a la pregunta (sólo una) que te corroe por dentro "¿Por qué?" Y esa es la pregunta y probablemente no exista respuesta o tenga tantas que sea la mezcla (en una batidora) de todas las posibles.

Sea como sea, sólo hay una verdad. Y es que aquello se acabó. Se acabó y quedan las secuelas; ¿Podré volver a confiar en alguien? Probablemente no, o por lo menos no de la misma forma. Y es una mierda, porque sabes que el resto de tu vida va a ser siempre una verdad a medias, una confianza a medias, un sospechar que lo que te cuentan pueden ser sólo palabras que se lleva el viento.

Quiero dejar de pensar en todo esto. Creo que, en cualquier caso, en una guerra nadie gana, o en todo caso, todos pierden. Y yo creo que ya es hora de soltar al enemigo, desearle que tengan la deferencia con él que él tuvo conmigo, que le paguen con la misma moneda con la que compra, que le decepcionen la confianza de la misma forma con que lo hizo conmigo.

Y decir adiós hasta nunca, y olvidar los sueños compartidos, y recuperar mi vida en el punto anterior a que la llamara.

Y empezar a recopilar los buenos momentos (que los hubo) y a apreciar los que tengo (que los hay) y empezar a sonreír de nuevo por defecto y contar chistes de vascos y a merendarme a las chicas con los ojos. Y a dejar de pensar que no lo entiendo y a empezar a pensar que ella se lo pierde, y a tomar una cerveza con amigos, y a llamar por teléfono a la más mínima. Y terminar la novela (tengo 600 páginas de apuntes) y creo que la ensamblaré en dos o tres meses (200 páginas).

Y no tener miedo. Y ser la persona que era justo antes de empezar con ella, porque yo era un tipo como pocos, porque soy capaz de emocionarte(me) y hacerte reír al mismo tiempo. Porque soy capaz de montar una estantería, pasarte a buscar por el trabajo, hacer un curso, escribir diez páginas, vender un proyecto, acabar otro, pelearme con los bancos, preguntarle a mis amigos cómo están... todo en un mismo día. Y que cuando llegues a casa te pregunte por todo y tú llegues de mal humor o con los cables cruzados. Y a pesar de todo eso, pienses que no me supone ningún esfuerzo, que yo soy así, que puedo con todo. Y una mierda puedo con todo, pero me basta saber que estarás a mi lado. Me bastaba saber que estabas a mi lado.

Creo que nadie me da importancia porque yo tampoco doy importancia a todo lo que hago. Y me da igual.

Ahora todo me da igual.