lunes, 16 de diciembre de 2013

lunes de oficina (o de cómo si hay que morir en el intento, mejor que lo intente otro)


La mañana ha sido tranquila en términos generales. Álvarez sigue practicando su técnica de dormir con los ojos abiertos hasta las once de la mañana con vagos resultados porque ronca y porque Laura le tiene en gran estima y le consulta constantemente los más mínimos detalles de la reestructuración de plantilla. Creo que aún no saben que se puede despedir a lo bestia, así que de momento sólo han puesto la cafetera en medio de la oficina. Ya verás cuando se den cuenta que el cable no llega, espero que no corra la sangre.

Durante la hora del café (ya sin café) mi amada me ha contado lo mucho que me echa de menos y lo mal que se lo ha pasado el fin de semana conociendo millonarios en el club náutico de Palma. He notado cierta tristeza en sus palabras y casi me han dado ganas de consolarla, pero me he retenido por no hacerla sufrir y por el hecho de que lleva una navaja siempre encima para pelar la fruta. Eso hace que me tome mi generosa emotividad con cautela cuando se trata de la princesa de mis desvelos.

Cuando ha pasado por delante de Álvarez le ha comentado algo así como "Joder, Álvarez, este fin de semana he conocido un negro más grande que ese armario, no voy a poder sentarme en una semana" y luego me ha mirado con fingido rencor. Álvarez le ha contestado con un ronquido y acto seguido se ha desplomado sobre el teclado justo cuando entraba nuestro anciano presidente de la corporación... que ha interpretado el gesto como una reverencia.

A mí todo este jueguecito con mi amada ya me está cansando. Si quiere dejarme, que lo diga de una vez, que con tantas indirectas no hay quien se entere.

Sin embargo la mañana no ha sido del todo improductiva, desde que nuestra amada líder Laura me pillara a semana pasada in fraganti meándome en la cafetera, se ha creado cierto compañerismo entre ella y yo. No sabría decir muy bien el porqué, quizá por aquello que me dijo "yo llevo años haciéndolo", pero el caso es que desde ese día ya no me cae ninguna bronca, y me invita a bajar con ella al bar de abajo para tomar café y una copa de coñac. "Mira niño, olvídate de esa zorra y búscate alguien como tú" se ha sincerado esta mañana después de la segunda copa de coñac "yo tengo una prima solterona que...". Entonces nos hemos puesto sentimentales, me ha contado que vive con dos gatos, en un piso enorme y frío, nos hemos abrazado llorando y hemos cantado una canción de Luz Casal pero una versión que parecía de Los Chicos (porque yo canto siempre dando palamas) y Miley Cyrus (se ha quedado en ropa interior y se ha colgado de la lámpara) y luego nos hemos liado en el lavabo de minusválidos. Cuando hemos salido ya era la hora del vermut y nos hemos pimplado sendos gin-tonics con bravas.

Me gusta este trabajo, nunca sé cómo va a acabar el día, es lo más parecido a una expedición por el Amazonas pero sin selva ni río, lleno de peligros a cada paso y siempre rodeado de salvajes dispuestos a acabar contigo. Al principio no tenía muy claro que acabara adaptándome, pero tres meses después creo que cualquier otro trabajo me resultaría insulso.

A la hora de comer Laura me ha llevado con ella a la reunión con unos japoneses, me ha presentado como el delegado industrial de la empresa. Al vernos entrar, los japoneses nos han recibido con cierta sorpresa, quizá por nuestro aspecto desaliñado, con la ropa por fuera y despeinados, pero después de cuatro botellas de vino hemos acabado cantando la de "libre, libre quiero ser.. quiero ser quiero ser libre". Han firmado todo lo que le hemos puesto delante y ya tenemos contratos hasta que acabe la crisis y más allá. Uno de ellos creo que hasta nos ha regalado su alma, no sé por qué Laura se empeña siempre en intentar comprar el alma de la gente, con los contratos que propone ya uno se queda sin espíritu.

De camino al trabajo, ya en el taxi y con Laura agotada, desparramada y durmiendo a pierna suelta a mi lado, me he dado cuenta de lo orgulloso que debería estar por mi nueva condición de directivo de éxito, y de que lo mucho que me he esforzado haya tenido su recompensa. Me gustaría que mi padre hubiera podido verme hoy, en mi máximo esplendor, llenando la copa de vino de los japoneses hasta que perdieron la dignidad y la conciencia. Si de algo estoy seguro es de que me esperan más días de gloria. He podido ver la luz al final del túnel de mi existencia pasada y no pienso dejar escapar esta oportunidad.


Hace un rato que hemos llegado de nuevo a la oficina. Hemos guardado los contratos en la caja fuerte y lo hemos acabado de celebrar con una botella de Mateus que siempre tengo en mi taquilla, la cual he convertido en nevera a base de robar el compresor de la máquina de refrescos y acoplarle la turbina de un helicóptero tomahawk: congela en diez milisegundos medio kilo de gambas... el día que me la deje abierta puede que llegue una segunda glaciación a este planeta.

En fn, creo que va siendo hora de acabar esta agotadora jornada... qué ganas tengo que llegue el fin de semana ya.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Alguna vez tenía que intentarlo, las catástrofes siempre suceden cuando alguien decide que va a cambiar algo que ya estaba bien como estaba


"Nunca antes
había escrito algo
que se pareciera
a un poema.

Los poemas no pagan facturas
Como mucho
el director de mi banco
diría al leerlo
"muy bonito,
¿dónde está mi dinero?"

No le pienso hablar
de ti
y de mí,
de que me quitas
la vida

No le voy a hablar
de la pluma que encontré
ayer
en el lugar en el que había
predicho
la luz de mi sueño.

A veces me pregunto
(ya sé que no es bueno preguntarse)
si no estaré, en realidad,
loco.

No loco de quererte con locura
que de eso sí lo estoy;
y me gusta

sino loco de verdad
de los que imaginan cosas
que no suceden
por mucho que
cierren los ojos
y aprieten los dientes

y trabajen los domingos
en filosofar piedras de hierro
para convertir en oro
todo lo que reluzca.

No sé.
Tengo miedo de estar loco
por si tú me dejas
 un día
por extravagante

Tengo miedo de que
sea imposible que el universo
quepa en un frasco.

Creo que dejaría de soñar
si tú me lo pidieras,
pero no me lo pidas
porque lo haría sin pensar

y dejaría de escribir al menos
este poema.
Se borraría él
y me borraría yo.

Y le devolvería al banco
lo que es suyo
y el director de mi banco
me diría "muy bien, así me gusta"
Y yo ya no sería yo

y no podría quererte como
te quiero ahora,
me faltaría poder creer que
algún día,
pronto
te regalaría un universo que
te cupiera en la palma de tu mano,
en el frasco
de tu vientre".

lunes, 9 de diciembre de 2013

La extinción de los hombres


Recuerdo a mi abuelo. Llevaba siempre la espalda recta y tenía un porte elegante. Tenía mal genio, es decir, se enfadaba cuando algo no le gustaba. Supongo que por eso se fue a la guerra y supongo que quizá por ello volvió y siguió con su vida más o menos donde la dejó. Tenía un sexto sentido: el sentido del honor. Su palabra era compromiso y aceptaba como justo lo pactado, aunque saliera perjudicado a veces. Hablaba con todo el mundo que razonara y se alejaba airado con los que eran incapaces de dar más respuesta que "por que sí" o "porque lo digo yo".

De él aprendí a escuchar historias e imaginar otros tiempos y otros personajes, pero si algo aprendí de verdad es a comprender que la vida que llevamos es también el lenguaje con el que nos expresamos, es nuestro discurso al mundo y no las palabras que salen por nuestra boca, sin embargo uno debe expresarse con corrección y respeto.

A pesar de tener mal genio, mi abuelo era un hombre amable, le gustaba la conversación y hablaba con todo el mundo, sin hacer distinción de clase social alguna...

Tengo la sensación de que aquellos hombres se han ido extinguiendo con el tiempo, que de la misma forma que desaparecieron los Neardenthales, la raza humana ha evolucionado hacia otro estadio de evolución, donde el honor no significa nada, donde un hombre se mide exclusivamente por lo exterior, donde se ha sustituido la vida real por la apariencia. No es lo mismo el valor que la honra.

Uno de los relatos que estos días me ha emocionado, es el del carcelero de Nelson Mandela, cuenta que desde 1978 fue su guardián y se sintió profundamente impresionado por su prisionero. Un día, cuando Mandela era presidente, a este guardia le tocó custodiar el parlamento. El presidente, al verlo, se fue con los brazos abiertos hacia él y lo abrazó, y se lo presentó a todos los parlamentarios y a sus ministros diciéndoles que ese hombre había sido su carcelero, como quien presenta a un viejo amigo, sin rencor.

Creo que el mundo de hoy, la clase política de hoy, los que nos gobiernan en la sombra financiera, han perdido esa perspectiva. Yo diría que estamos creando las bases de un mundo donde la gente no tenga la capacidad ni el espacio, ni el tiempo para cultivar la amistad. Y creo, sinceramente, que la amistad es la puerta por donde entra el progreso, la colaboración tiene más rendimiento que la competencia, aunque la competencia sea también necesaria.

Y no hay amistad sin respeto, y no hay respeto sin educación, y se educa con el ejemplo.

Nos estamos extinguiendo, pero no lo oímos porque no nos deja escuchar el ruido de la muchedumbre.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Conozco tanto eso del miedo a lo desconocido...


Supongo que el destino es muy extraño. Llevo varios días perplejo antes un millón de inverosímiles coincidencias, cosas que pienso y pasan, personas que aparecen como surgidas de la niebla...

Me gustaría creer que todo obedece a un plan, un plan que se ha quedado obsoleto y discurre por su cauce mientras yo me he quedado atrás, en una vía muerta a la espera de que ocurra algo.

A veces me siento así. Como si me hubiera detenido en el camino que tenía que llevar agua allí donde la necesitaran. Lo cierto es que no tengo la sensación de haber abandonado, sino que estoy en un momento de stand by y que dentro de poco volveré a retomar ese camino.

Si lo que está ocurriendo es real y no otra señal más de que me estoy volviendo loco, en breve volveré a mis nuevas obligaciones.

Estoy acabando una segunda patente, también relacionada con el agua. Si me la financian será lo que la electrónica supuso a la aparición de la electricidad: una evolución y un nuevo lenguaje, en química y en la conservación del medioambiente.

Pero esa es otra historia...