martes, 27 de noviembre de 2012

Un hada madrina

El pasado llama a mi puerta mientras yo no estoy en casa, pero deja un mensaje, una nota que se cuela por debajo, que me espera cuando llego a casa. No esperaba palabras ambiguas, ni que al acercarse navidad se acordara de mí, como si en el fondo hasta yo pudiera confiar en que existen las hadas madrinas de los cuentos.

Hasta ahora yo pensaba que sólo había una persona que supiera de mi existencia, alguien al otro lado de la calle, que mi hada madrina vendría a ayudarme si lo necesitara algún día porque soy invisible excepto a los ojos de ella.  Mi hada madrina viste de negro y se pinta como una prostituta yonki que disimula las ojeras bajo el perfil negro del lápiz de ojos y los labios casi secos tras el morado de su lápiz de labios y que me suele mirar con sorna desde el otro lado de la calle cuando me la cruzo por el barrio, vestida con su gabardina negra abierta que deja ver sus medias de malla también negras. Se ríe y yo le devuelvo la sonrisa. Ambos sabemos lo que somos, cuáles son nuestros deseos e infiernos, nos hemos visto llorar el uno al otro, de lejos, con ese respeto que se acaba teniendo por quien ya no se tiene respeto ni a sí mismo.

Estoy enamorado de mi hada madrina porque no puede dejar de ser la hija de puta que parece y porque no puede dejar de ser la persona más noble que intuyo que es, porque es la única que me sonríe sin querer nada de mí, como se sonríen los cómplices o los camaradas.

Se ha cortado el pelo y se lo ha puesto de punta. Ahora parece una punk y está más desubicada que nunca en este vecindario, pero a mí me gusta así, distinta, desafiante, puta.

Se me acerca esta mañana, se aprieta la gabardina contra el cuerpo cruzando los brazos sobre sí misma, la noto más delgada; hace frío esta mañana, "te invito a un café" le digo. "No me quieren en ningún bar de por aquí" me dice. Le digo que suba a casa y ella me mira durante un instante, hay miles de preguntas en ese silencio que es todo ojos, preguntas como si sé lo que va a pensar la gente, si esto significa que hemos dejado de ser solidarios silenciosos y acabaremos en el lodazal en las que se convierten esas relaciones entre el que tiene algo que ofrecer y los que no saben cómo pagar, preguntas con las que sopesa respuestas que no obtendrá si no arriesga.

Pero hace frío y eso juega en su contra; y que es demasiado temprano, y que le vendría tan bien ese café en un lugar caliente y seguro...

Subimos a mi casa y le abro la puerta. Entra con una timidez de la que nunca la hubiera creído capaz, y se deja la gabardina puesta mientras yo encidendo el calfactor en el salón y entro en la cocina a preparar un par de cafés con leche.

Mi hada madrina está fuera de lugar y se comporta como si estuviera más aún fuera de lugar. Intenta empezar conversaciones que no prosperan porque son preguntas que se responden con un sí o un no. Por fin, después de un suspiro que parece que la tranquiliza, dice: "Ayer ví subir a un chica a tu piso, no estabas. Era muy guapa" y me vuelve a mirar como si yo fueseun extraño, como si detrás de un hombre que invita a un café a alguien como ella, tuviera que haber alguien imprevisible y peligroso.

"Sí, me dejó una nota" digo

"Era muy guapa" repite. Y como si se hubiera dado cuenta de que había dicho lo mismo que antes,  añade "y muy elegante". Se mira las medias imperfectas y, avergonzada, se tapa las piernas con la gabardina. Apura el café con leche y mira alrededor "tienes un piso muy ordenado para ser un hombre que vive solo" dice "y yo tengo experiencia en eso" dice y en seguida se da cuenta de que ha hablado demasiado. Se vuelve a tensar, se incorpora con la espalda erguida y sentada al borde del sofá casi de un brinco y se pode de pie; y dice "bueno, me tengo que ir, gracias por el café".

Me gustaría que se quedara un rato, que no estuviera de visita, que mi hada madrina sonriera como lo hace desde el otro lado de la calle cuando me ve pasar con las manos en los bolsillos para que yo le devuelva la sonrisa, y sobre todo, me gustaría abrazarla y decirle que todo va a salir bien, que a ambos nos acabará saliendo todo bien. Pero no lo hago porque sé que después se hará todo más duro: seguir con el frío y el buen humor forzado, aguantar las miradas de los puritanos y la de los pervertidos, se hará mucho más difícil todo porque aguantar a veces, lo que se dice aguantar, se aguanta por inercia, repitiendo las mismas cosas sin pensar, acostumbrándose a la falta de cariño como se acostumbra uno a pasar hambre. No la abrazo porque luego todo se hará mucho más cuesta arriba, será como tener que abandonar un oasis y volver al desierto después de muchos días de sed.

Mi hada madrina me dice "Bajaré yo primero. Es mejor para ti que no te vean conmigo". Y me mira tratando de reproducir esa mirada cómplice que ahora no le sale.

Le doy un beso en la mejilla y la dejo ir escaleras abajo y espero hasta que desaperece el sonido de sus zapatos bajando los peldaños. Luego salgo a la calle y ella está en su lugar de siempre hablando con un tipejo alto y grueso que le pregunta algo que ella no acierta muy bien a contestar. Evita mirarme, como también huye la mirada del hombre que le está hablando.

Voy hacia la biblioteca pensando en ella, en qué clase de carroza convertiría una calabaza de la frutería de la esquina, en si podría hacer algo yo por ella ahora que sé que todo es fachada, y también pienso en qué querrá decir la nota que encontré tras la puerta, en si alguna vez tendré claro algo de lo que me pasa y de lo que le pasa a la chica guapa por la cabeza, en si la vida me ofrecerá un camino definido por el que pueda ir sin tener que pesar demasiado o si tendré que abrirmelo a machetazso como hasta ahora.

Y pienso en mi hada madrina punk y en cómo seran las cosas a partir de ahora cuando nos crucemos, en si algún día tendré dinero suficiente para invitarla a cenar y, uno al lado del otro, debajo de una manta,  ver la tele sin más, como dos amigos o una pareja que ya no están bajo el influjo del deseo y que sólo les queda esa parte cotidiana que tanto añoro, que se convierte en un tesoro para quien no lo tiene, en algo mucho más extraordinario que convertir una calabaza en un Porsche 911, en eso que cabe en la palabra hogar, y que es tibio y huele a la persona a quien te has acostumbrado.

Pero también pienso en la mujer guapa, y en el mensaje que me dejó y en si la llamaré tal y como me pedía, o si la próxima vez le cogeré el teléfono, o en si tal vez esta vez caeré de nuevo, o en que quizá yo no tuve la culpa, o en que aún no sé cómo salir de ésta, o en el color de sus ojos, o en las ganas que tengo de meter mis manos bajo su ropa y que las de ella areñen mi piel hasta dejarla pulida como la piedra de un río, en si estará leyendo esto y en si dejará otro mensaje en cualquier lugar en el que yo pueda verlo, tocarlo, un mensaje que no pueda arrugar ni tirarlo después por la ventana y dejarlo a merced de las curiosas manos de un hada madrina enfundada en latex negro, que sueña con dejar de llevar una varita mágica de hoja de acero que la defienda si alguna vez las cosas se ponen feas.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Escribir es como soplar diente de león



Porque todas las despedidas son la misma, tan única, tan definitiva... pero siempre igual en el fondo. Llevo días dando vueltas a qué estoy haciendo con el blog. Y puede que le haya dado muchas explicaciones distintas, se me han ocurrido tantas... pero al final hay una que siempre vuelve, se da una vuelta por vaya usted a saber dónde y luego llama a la puerta y dice "soy yo, la idea" y entonces yo la observo a través de la mirilla, pero no la dejo pasar dentro, porque entonces se quedaría a vivir dentro de mí. Y no quiero.

Hace tiempo que intento escribir como escribía antes, quiero decir que me gustaría hacer juegos con palabras, crear imágenes surgidas de la magia que existe en el universo, ver y oír en estado sólido esos sentimientos que se aferran a lo que uno ama u odia, y que son invisibles al ojo humano si no es a través de sus actos o de lo que sueñan.

Hace tiempo que me gustaría volver a sentir aquella fuerza vital que me llevaba en volandas, que me hundía y me ahogaba pero que al mismo tiempo me daba todo aquello que te hace sentir vivo. Yo pensaba que existía un equilibrio, y que duraría para siempre, entre el estar bien y el estar mal, entre el amor y el odio, entre el corazón y la cabeza. Y luego estaba el insomnio. Y el bicho, y el hueco y la esfinge, y también estaba ella, estaba la musa a quien podía escribir como si no le escribiera a ella. Todos los adioses son el mismo adiós, son una orilla con un océano de silencio entre uno y lo que se ama. Tópicos, todo queda reducido a tópicos en los adioses, como un edificio queda reducido a escombros cuando se viene abajo.

Y reconozco que no sé estar sólo ni tampoco acompañado. Lo sucedido durante los últimos años me ha dejado aturdido y perplejo, porque yo soy de esa clase de hombres que son capaces de levantarse mil veces después de caerse otras tantas, pero que tozudo obvia eso de que nadie es omnipotente, de que nadie puede vivir solo siempre, ni doblar unas sábanas, ni atravesar desiertos.

Creo que mi debilidad es no haberme rendido, y al mismo tiempo mi fortaleza ha radicado en no poder evitar sentir tristeza por quienes no se quedaron a mi lado. Porque uno es fuerte cuando es capaz de sentir, uno se convierte en un ser humano cuando es capaz de extrañar y de dar valor a lo que se pierde, y se hace merecedor de un futuro si al mismo tiempo es capaz de seguir luchando por salir de situaciones adversas, de buscar entre su basura el oro que encierra todo aquello que le ocurre.

Pero la musa no está. No hay musa que me haga sentir que las palabras vuelven a convertirse en hilos con los que bordar historias que emocionen. Porque se escribe para conmover al que lee. Si no se puede hacer ¿por qué escribir?

Y alguien podría pensar que uno puede inventarse una musa, pero no sirve cualquiera, o puede pensar que qué lástima depender de otra persona para poder ser lo que ya se es.

Ya sabes que yo quería que fueras mi musa. Lo deseaba con todas las fuerzas. Pero siempre llego tarde. O no estoy cuando se me necesita. O estoy tratando de salvar a África, o no soy capaz de entenderte, o tú no me comprendes.

Pero yo empezaba a pensar que sí, que esta vez sí y otra vez me siento perplejo.

Y ni tan siquiera creo que sepas que esto va por ti.




martes, 13 de noviembre de 2012

Hace tiempo...




Hace tiempo que escribo por escribir. No sigo un rumbo claro... también estoy de más mal humor de lo que debería, supongo que algo pasa y debo averiguar qué es.

Por fin he empezado a fabricar el equipo, después de tanto tiempo detrás de todo ello he cedido parte de la patente y me he metido de lleno. Aún así, siento que no tengo nada nuevo que contar.

En cuanto a mí, a lo que soy, siento un gran vacío y tengo la sensación de que una vez llegado hasta aquí no hay un "por dónde continuar". Tengo la sensación de que mi vida ha sido un continuo repetir errores de los que nunca acabo aprendiendo.

Debo de ser cabezota.

Pero hoy siento que algo dentro de mí ha terminado. No sabría decir qué ni cómo ha sucedido. Algo irreparable se ha roto y necesito volver a encontrar nuevas ilusiones.

A lo largo de todos estos años he visto como muchos blogs morían. Es curioso, pero casi nunca que alguien decidía cerrar su blog, podía mantener su palabra durante mucho tiempo. Siempre volvía. Yo también lo he hecho.

Pero un buen día, sin saber el porqué, el blog iba decayendo en número de entradas hasta morir. Los blogs mueren, no porque ya nadie los lea, sino porque ya no se tiene nada que ver con la persona que empezó a escribirlos. La vida es más poderosa que la costumbre... o las costumbres son más volubles de lo que nos pensamos, no sé.

Yo ya no tengo nada qué decir, la poca poesía que tenía dentro se ha ido quedando atrapada en algún lugar del que ya no sé sacarla. Ya no siento odio por nadie ni siento un especial cariño hacia nadie. Y yo escribía para sacar eso, para darle alas a algo que necesitaba salir volando y que se me ha hecho demasiado viejo para aprender a volar ahora.

No estoy triste, pero tampoco tengo la capacidad de estar contento. Hace demasiado tiempo que las distancia entre las alegrías y las penas son escasas. Y vivo por inercia; una inercia de pagos a bancos y de de condenas de culpabilidad manifiesta. Incomprendido, uno puede pasar mil malos tragos, puede luchar solo contra la cruda realidad, puede sufrir traiciones y faltas de solidaridad, pero lo único que da sentido a cualquier lucha es saber que al menos alguien comprende por qué lo estás haciendo.

Todos necesitamos que alguien nos diga que todo va a salir bien. Aunque sea falso. Todos necesitamos que alguien esté a nuestro lado cuando nos haga falta, y viceversa. Todos necesitamos saber que somos útiles, que cuentan con nosotros.

Supongo que este blog se va muriendo. Lentamente, el número de posts va decreciendo. Y también intuyo que llegará el día en el que pase más tiempo del que debería entre post y post.

Mi vida ha cambiado mucho en estos casi cinco años. Cuando empecé a escribir no imaginaba que acabaría todo esto así. Quizá el tiempo pasado sólo es tiempo pasado, pero no puedo evitar mirar hacia atrás y sentir una gran tristeza por todo lo que he dejado atrás.

Espero que lo que esté por venir se afiance más en mi vida, que mi proyecto de llevar agua potable allí donde haga falta, acabará por concretarse más allá de la forma en lo que lo está haciendo. Me pregunto si algún día podré sentirme como me sentía hace unos años atrás, si volveré a tener aquella ilusión casi juvenil por lo que quería hacer en mi vida.

Yo no quería madurar así. A base de soledad y hostias. Yo quería que mi vida fuera de otra forma. Siempre habrá quien te dirá que el cambio está en ti, como si el tsunami de la crisis no le hubiera arrasado a nadie sus sueños, o sus posibilidades de futuro.

Pero igual sólo son cosas del otoño, igual tendré que seguir esperando a la primavera otro año más.

Otro año más.





jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuando Agua era fallar en el juego de "hundir la flota"



El gran día. El principio del principio, el abismo después de tantas horas construyendo unas alas con las que surcar los cielos. Hoy es el gran salto, el día en el que comprobaré si soy un hombre pájaro o una piedra hundiéndose en un lago sin fondo. Hoy es el gran día; pasé toda la noche despierto, a tientas entre el frío de la terraza y la manta... sentía que ésta me envolvía como el capullo del que debía desprenderme para extender la fragilidad que nunca admito cara a cara, pero no lo hice: no quería coger una pulmonía.

Ulises vagó por los tejados hasta cansarse, luego se metió dentro de la manta y se durmió. Sentí una gran calma y; o me lo pareció a mí o se relantizaron las nubes, la luna dejó de menguar hasta que a eso de las cuatro se deshizo en un enjambre de luciérnagas que bailaron durante casi media hora hasta volver a su colmena de cielo brillando como una sola luz blanca manchada de tenue asfalto.

Las nubes volvieron a su velocidad de nube y buscaron el este con impaciencia, la noche se volvió otra vez un reino gélido de princesas de mármol y bellas durmientes.

Sin embargo no pensé en que hoy era el gran día, ni tan siquiera en que no sabría por dónde empezar cuando tuviera todas las herramientas en mis manos, en realidad, si he de ser sincero, pensé en ella toda la noche, perdido entre el miedo y el deseo, indeciso y enloquecido, hechizado por el recuerdo de la calidez de su piel y por esas palabras que una vez cada muchos años dicen con voz de viento cosas que desencajan de mi cuerpo a mi alma de vagabundo.



El gran día está siendo como cualquier otro día, el sol calienta todavía a través de los cristales del coche mientras me pierdo en el laberinto multicolor de una ciudad que apenas conozco y que añado, por omisión, a todas las que ni ella ni yo conoceremos.

Y no dejo de pensar en que querría llamarla por teléfono y hacer algo. Algo que ni ella ni yo sabemos qué significaría, algo distinto, algo que nos convierta en cómplices.

Si de alguna vez me arrepiento es de haber estado demasiado ciego. Si de algo me alegro es de haber estado demasiado ciego tal y como me ha ido todos estos últimos años.

Pero las luciérnagas no miente cuando hablan con lenguaje de cielo y bailan como si fueran estrellas de un firmamento austral y mágico, y dicen que yo iré a otra parte, viajaré, abriré el mundo, me convertiré en aquello que siempre quise ser, que me dejaré llevar por la voz que a veces me susurra su epidermis al oído de las yemas de mis dedos, y entonces lo entiendo, entonces sé que el tiempo será otro aliado más del destino como lo ha sido hasta ahora.

Pensaré en ella desde cada rincón del mundo al que me lleve este gran día que se termina, desde cualquier sima en la que, como piedra que soy, acabe. Será un secreto que nunca compartiremos porque nunca ha ocurrido, como si al romper su cáscara de silencio su interior estuviera vacío.

Quizá ese vacío no sea otro que el mismo que siento desde hace tantos años.

Quizá ella sea le hueco que nunca supe llenar.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Porque casi todos los blogs acaban convirtiéndose en un vertedero



Y ha pasado el tiempo y sí, me bastaron diez segundos (lo que tardó en pasar por tu lado el coche en el que iba) para verte sin las grietas que te había dibujado durante casi dos años. No sé si tú me llegaste a ver. Quiero creer que no.

 Se me hizo difícil encajar todo lo que se me sobrevino encima. Fue como abrir un armario y que todo lo almacenado se me cayera encima. He tenido que ordenarlo todo y he vuelto a ver desde fotografías hasta algunas cosas que te escribí. Todo lleno de polvo, algunas cosas inservibles, otras simplemente podridas, ya sabes, lo que ocurre cuando dejas de mirar durante un tiempo todo aquello que en otra época me era imprescindible. Y apuntes de novela; y notas tristes; y algo muy valioso que nunca supiste que tenía.

 Siempre pensé en qué pasaría cuando te viera otra vez. Me lo había imaginado de muchas formas, y siempre suponía cosas distintas, no sé, siempre era yo otra persona y tú, claro, nunca ibas sola. Pero el otro día sí lo estabas.

 Hace mucho tiempo que no te he seguido el rastro, es decir, que no he puesto tu nombre en google para saber si habías cambiado de trabajo, si te apuntabas a esas salidas llenas de amigos que, un día, descubrirás que nunca lo fueron. Hasta hoy. Hoy sí te he buscado y no he encontrado casi nada interesante, quizá porque es cierto aquello de que el tiempo y el olvido son hermanos gemelos.

 Ahora que lo tengo casi todo ordenado, que he vuelto a ordenar los recuerdos, que he cerrado la puerta del armario con la precaución de que al abrirlo no te me caigas encima como unas rocas ladera abajo, ahora que miro hacia un futuro que yo mismo me he ido construyendo a base de aparentar ser fuerte sin serlo, de caer sin levantarme, de dormir al raso algunas noches, acechando a la luna en emboscadas, deseando que las cosas hubieran sucedido, no sólo contigo, de cualquier otra forma; ahora me siento un poco más en paz, me digo a mí mismo que todo está bien así, al menos por ahora, me digo que yo tardé en cerrar más tiempo que tú este capítulo porque probablemente las cosas las siento a destiempo, no se me cierran bien las cicatrices, como si mi alma fuera algo así como hemofílica, no sé, quizá todo se me hizo demasiado grande, todo se me hizo casi casi eterno.

 Por si has seguido el rastro, por si se te ha cruzado el cable de mirar donde no debes, por si hoy tienes un mal día y miras hacia atrás por el retrovisor que te dejaste puesto, si hoy se te llenaron de desidias las manos y tuviste una corazonada, si en el fondo, aunque sea muy en el fondo, te arrepentiste alguna vez de todos los silencios y secretos, si te dolió leer (aunque sólo sea un poco) esto, también puedes recordar qué clase de hombre era y qué clase de hombre fui después. Porque ahora empiezo a volver a ser lo que tenía en mente ser desde el principio.

 Y puede que nunca sea aquél que querías que fuera. Y puede que me midas por tus baremos de saldo en cuenta y por tus planes de futuro a corto plazo, pero muy en el fondo sabes que yo siempre fui mucho más que eso.

Seguro que piensas "pero sigues escribiendo sobre mí en tu blog, el que no olvidas eres tú". Y tendrás razón...

 ... vamos, como si la razón tuviera algo que ver con todo esto.

 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Lo que siempre me llevará



Cuando hace más de dos años empecé a pensar en equipos para tratar el agua en lugares donde hace falta, cuando empecé otro proyecto del que me fui por sentirme engañado, cuando volví a ponerme en situación de riesgo por unos ideales mientras arriesgaba todo lo mío y lo de personas a mi alrededor, no me imaginaba que el destino fuera tan escurridizo.

Supongo que nos ha tocado vivir una época muy difícil, sobre todo para los soñadores. Aún así sigo perseverando, sigo en la brecha y no pierdo casi nunca la esperanza de poder extender este sistema de potabilización a lugares donde sólo llega el sol. Reconozco que mi cabezonería es a veces un poco más por estupidez que por valentía, que soy esa clase de hombres que lo apuestan casi todo a una carta; y eso hace que pierda muchas veces. A pesar de ello creo que soy un hombre con suerte, pero por encima de todo, creo que soy alguien que maximiza sus recursos hasta límites inesperados incluso para mí.

Vivo en un mundo de ideas, no hay día que dentro del caos de mi cerebro no se generen (a veces por colisión) galaxias de mundos posibles. Pero sobre todo, creo que de una forma que no entiendo, me he ido formando en cosas tan dispares que, al final, dispongo de múltiples teorías a mi disposición, teorías que nadie que no haya tenido inquietudes tan dispares como la psicología, la electroquímica, el agua, la escritura creativa, la televisión, el medioambiente, el comercio exterior, las ONG´s... podría haber mezclado. Pero he sentido la necesidad de hacer cada una de las cosas que he hecho. Algo me llamaba a ello. Llámalo curiosidad.

Soy un hombre difícil. Lo admito. Soy inconstante; también lo admito. Yo prefiero pensar que lo que me hace una persona difícil, hace que busque la dignidad por encima de todo. Y de lo inconstante ¿qué puedo decir? Veo el mundo lleno de oportunidades, creo en el futuro y mi capacidad de mejorarlo. Quizá el bicho creativo que vive en mí podría ser menos libre y priorizar más el orden de las cosas. Quizá no debería tener abiertos tantos frentes al mismo tiempo. Pero se me hace la vida tan corta...

Durante los últimos años se me han ido rompiendo casi todos los sueños que he tenido. Lo he visto venir y no he podido pararlo a tiempo. He emprendido proyectos que nunca verán la luz y que otros sí verán por mí. He intentado salvar a mis padres de mi desgracia y los he hundido más en ella. He querido y bueno, este blog se llama como se llama por algo.

Sé que dentro de unos años daré por bueno todo lo ocurrido, sé que dentro de un tiempo me daré cuenta de que debía ser libre para poder elegir mi propio destino y que éste era la más importante de mis prioridades.

Esta semana empezaré una nueva etapa, no sé si acertaré, sólo sé que había llegado a un punto de no retorno y que es la mejor solución por ahora. Intuyo que acierto, pero eso no importa. Lo que creo que importa es que durante todos estos años acerté al formarme, al buscar lo extraordinario, a potenciar todo aquello creativo que crecía dentro de mí, a amar y sentirme perdido en los adioses, a vivir la vida como si de verdad me fuera la vida en ello. Porque es así, de veras que es así.

Sin pasión no hay éxito, porque sentir pasión por lo que haces ya es en sí mismo una recompensa. Y creo que siempre he buscado eso y todo lo que aposté lo aposté a esa carta.

Seguiré levantándome si vuelvo a caer y seguiré buscando aquello que es más importante que todas las cosas que pueda tener o pueda desear. Aquello que buscamos desde que nacemos, lo único que nos hace completamente humanos, lo único que como animales saciados nos motiva, lo único que cabe en un abrazo.

Recuerda que cuando das un abrazo, dos son abrazados.


Vídeo:
Este chico es de mi pueblo, ha ganado un concurso en radio flasback. Todos tenemos una cualidad única e irrepetible, todos tenemos algo que nos hace distintos al resto. Hay quien lo encuentra pronto y otros lo haremos casi al final de nuestra vida y tras muchos intentos. Felicitats Enric.

" Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo, ¿vale? Si tienes un sueño, tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo ve por ello y punto. " En busca de la Felicidad



Espero que no t´importi que difongui aquesta cançó