jueves, 28 de mayo de 2020

sábado, 23 de mayo de 2020

Astrologías del corazón



Tratando de comprender qué pasa.

Quién soy.

No creía que la astrología tuviera una explicación para todo eso.

A pesar de todo lo raro que me ha pasado en los últimos años la verdad es que no esperaba eso que estoy descubriendo.

Quizá las cosas sean más sencillas de lo que parece y exista un entramado cósmico que nos explica como si fuéramos cometas y nuestra vida una órbita.

O como en ese juego del Curling, en el que una vez la piedra ha sido lanzada por encima del hielo hay poca maniobra posible que modifique la trayectoria.

Mi vida es un poco eso: sólo que siento que voy hacia un precipicio.

Estos últimos años estuve probando con universos paralelos, el desdoblamiento del tiempo, la matriz energética y los números como código para descifrar el destino.

He viajado por medio mundo y he hecho cosas que visto desde fuera pueden resultar poco creíbles.

Pero aquí sigo. En el mismo sitio.

Más viejo.

Con la sensación que estoy perdiendo la oportunidad acerca de algo, no sé qué.

Estoy seguro que un día aparecerá ese activador que lo impulsará todo. Y estoy convencido que esto se había producido unos días antes de que apareciera la pandemia y lo dejara en suspenso, pero que eso sigue ahí, en ese lugar en el que esperan los destinos a los que no llegamos por poco, a los que sólo pudimos rozar con la yema de los dedos.

Es hora de empezar a caminar.



viernes, 22 de mayo de 2020

El significado de las palabras que no se escuchan porque la distancia no existe, van a parar a una nebulosa que se encarga de darle forma a través del contexto...



No sé muy bien hacia dónde irá todo.

Dicen que llegará una crisis como nunca antes se ha visto. Y a mí me pilla en mal momento. Como siempre.

No sé qué pasará, pero creo que va a ser complicado.

Muy complicado.

¿Es posible que algo se desmorone tal y como dicen que lo va a hacer?

Y sobre todo: Que se vea venir y nadie pueda hacer nada.

No sabría decir hasta dónde ni hasta cuando. Me gustaría creer que se puede evitar lo inevitable. Pero ¿sabes? Tengo la misma sensación que poco antes de que supiera que no te iba a volver a ver nunca más.

Me hubiera gustado que supieras lo que veía en ti. A veces pienso que si supiéramos lo que piensan las personas que nos quieren, todo iría mejor. Nos veríamos de otra forma.

A mí me gustaba tu forma de ser, de narrar lo que te pasaba, fuera lo que fuera, lo que había en la superficie y lo que había más allá de ella aunque eso acabara por matarme.

Y saber de ti sin conocerte.

Y la primera vez que hablamos

Y la última vez que hablamos.

Y luego todo lo demás.

Creo que pocas veces he estado tan cerca de querer hacer bien las cosas.

Pero a veces hay que admitir que sólo somos un capítulo en la historia de otra persona.

Que de la misma forma que todos somos el amor de la vida de alguien al que no dimos la importancia que merecía, apenas seremos algo prescindible en la de por quien hubiéramos dado casi todo.

Que nuestra presencia sólo es un fugaz recuerdo de un día, porque por algún motivo que no es posible explicar nunca valoramos a las personas buenas y amables con nosotros. Sólo vemos el brillo detrás de una mirada o de una bonita sonrisa. Somos la última etapa de la evolución de una especie que hace miles de años se apartó de lo que merece la pena.

Creo que hubiéramos sido felices.

No antes, si no a partir de ahora.

Quizá encontremos la paz más allá de todo esto que viene, pero no creo que ese sea el espíritu de lo que nos ha tocado vivir.

En cualquier caso, y esto lo repetiré hasta el instante en que me muera, hubieras sido la acompañante perfecta en ese viaje por carretera hacia cualquier parte.

Y sé de lo que hablo.


martes, 19 de mayo de 2020

El fin del fin



No sé. A veces las cosas no salen bien. Y otras salen lo suficientemente bien como para que todo se arregle.

No sabría decir qué hace que una cosa salga bien o mal. Imagino que tiene que ver con todo eso de que tenemos una motivación que es mayor que todos nosotros.

A mi edad sigo sin saber qué me motiva o no.

Llevo días complejos. Todo el mundo vuelve a sus cosas y yo nunca me fui. Creo que tendría que haber dejado a un lado todas esas cosas que no necesitaba hacer.

Hoy sería todo mucho mejor.

Estos días me siento como si me hubiera pasado por encima una apisonadora de mil toneladas.

Tengo la sensación de que nada sirve para nada y quizá esto acabe aquí

Me hubiera gustado hacer muchas más cosas, pero no tengo muy claro cuáles sí y cuáles no.

Ahora me doy cuenta que soy yo quien no quiere que empiece lo que tiene que venir.

No sé de qué estoy huyendo ni hacia qué lugar acabaré llegando.

Sólo sé cada día que pasa tengo más claro dónde estaba mi camino.

domingo, 17 de mayo de 2020

Resulta que el fin, en realidad, era un principio



Supongo que nada ha cambiado en todos estos años.

Regresamos al mismo lugar en el que empezamos. Nunca en el que lo dejamos.

Todo tiene su lugar y su tiempo, un punto cuatridimensional que si nos perdemos ya no podremos recuperarlo nunca, porque aunque pudiéramos volver ya no sería la misma persona la que regresaría.

Fuimos una cadena infinita de átomos dando vueltas alrededor de algo que, aunque formaba parte de nosotros, no éramos capaces de comprender.

Reconozco que estos días he estado poco reflexivo. Vivir todo esto ha sido demasiado intenso. Algo dentro de mí decía "no pares" y no he parado.

Hasta hoy.

Hoy me he mirado en el espejo del tiempo, no sólo el físico, si no el otro, y esta vez me he reconocido.

No es una decisión. Algo dentro de mí sabe algo que yo no sé y me dice que en cuanto acabe de escribir estas palabras soltaré todo ese control que creía que tenía durante estos últimos años (nada más lejos de la realidad) y nada volverá a ser lo mismo.

Hace días que me repito que esto es el final de un ciclo y que cuando algo acaba empieza otro algo. Lo sé porque nunca antes había estado tan cerca de que las cosas funcionen de otra forma y aunque tengo miedo, me gusta el hombre que soy cuando siento esto que está por llegar.

Espero que sea apasionante.

Suelto.



Gracias, gracias, gracias

Longitud de onda


A veces añoro aquella época en que me idealizabas y yo a ti. Cuando no teníamos que vencer la fuerza con la que la gravedad y la costumbre nos empujan hacia la puerta de salida.

Desde hace años no hago más que ver finales de túneles y vías muertas. Llámalo decadencia, paso del tiempo o, simplemente un "es la vida", aunque aún sienta el entumecimiento en los labios de aquel primer beso. Toda magia tiene su truco y el nuestro es que tú besaba bien, ya sabes, siempre hay un prestidigitador dispuesto a aprender un número imposible que convierta lo real en imaginario y viceversa.

Pero lo cierto es que los hechizos tienen fecha de caducidad y no hay antídoto más fácil de obtener que el tiempo. 

Después de ti ya no hubo nadie más. Es decir, sí la hubo, pero ya no fue lo mismo.

Desde hace muchos años, en cuanto nos vamos conociendo, ya sólo pienso en cuándo llegará ese momento: el de la decepción.

No siempre fue así. Creo que, en realidad no, pasó hace tantos años, quiero decir, la primera vez que vi la decepción en los ojos de alguien a quien quería.

Puedo recordarlo. Llovía. Íbamos en coche.

Y si he de ser sincero creo que algo se rompió en ese instante. Algo físicos. Y diría que sé el porqué por que llevo explicándomelo desde hace muchos años como recordatorio de lo que no hay que hacer. 

Pero sigo haciéndolo.

Diría que los últimos años de mi vida es un eterno bucle acerca de eso, de lo que me gustaría que no ocurriera y de lo que ocurre.

Hace años que dejé de intentar arreglar las cosas, de encontrar la fórmula para que no se disuelva el hechizo, quiero decir. 

Sólo espero.

A veces, cada vez menos, pienso en "y si tal vez", y no tengo ni la más remota idea del porquésólo me dura unos pocos días. Luego abandono.

Dicen que si creas expectativas tarde o temprano tendrás que cumplirlas o defraudarlas. Y bueno, yo voy sembrando desde hace tiempo un montón de ellas en todas las cosas que hago: en el trabajo, en la casa, en todo...

Mi padre se fue sin que yo cumpliera las expectativas que había puesto en mí. Me lo dijo poco antes de morir. No sé. Tengo miedo de que suceda lo mismo con todas las personas a las que quiero.

Tengo la sensación de que un día de éstos voy a agarrar lo primero que me pase por delante y dejaré en casi nada todo el trabajo que he hecho durante estos años. Es muy típico de los inventores: que un día dejan de tener fe y tiran por tierra años de esfuerzo.

O al menos eso es lo que leía, cuando era niño, en las novelas de Julio Verne. Y aunque casi siempre todo acababa bien, no sé, creo que tenía la idea de que ese final era algo artificial, un alto en el camino, nunca un cierre definitivo. 

A veces es lo que siento, que nada va a cambiar del todo, que tarde o temprano volverá otra vez lo de siempre; con apariencia de nuevo, pero planteando las mismas preguntas, esperando aquella respuesta que nunca llega.

Casi siempre acabo hablando de lo mismo. Creo que ya no sé pensar de otra forma y suelo enfadarme por ello, porque no me gusta ser ese hombre que duda y que, con el tiempo, se conformó con la vida que sostiene. Y aunque no me quejo de lo que he hecho y a veces me sienta bien con ello, eso no arregla que día a tras día tenga la sensación de que no merezco la mitad de las cosas que me gustaría que me pasaran.

Esa es la gran derrota: no creer que mereces tus sueños.

Y ahí está la fuerza de la vida: seguir soñando a pesar de ello.


viernes, 8 de mayo de 2020

Tal vez en otra vida dentro de ésta.



Ya sabes. Veo difícil que acabemos en un mismo universo bebiendo de la misma botella. No sé. Esto de la pandemia era lo último que faltaba. Yo viviendo en el epicentro, imagínate, y tú en otro. No sé. Todo esto es una locura. El tiempo se acaba agotando antes de que empiece a faltar ese otro tiempo que creímos infinito y no lo era tanto.

Los átomos son otra cosa. El espacio sólo es una sábana extendida sobre la que ir de un lugar a otro. Mera conciencia. Se está en todos los sitios a la vez. Y todo tiene sentido hasta que te echo de menos. Ahí no hay átomos, ahí hay otra cosa que la ciencia no creo que encuentre, ni que tan siquiera lo busque.

Pero el tiempo... el tiempo es la vida y siento que se escapó en otra dirección, con la rapidez y la sorpresa con la que se te escapa el hilo de la mano que sujeta un globo. Ya sabes, como cuando eras niño, y tras la sorpresa... bueno, los primeros tres segundos pensabas que podrías volverlo a coger.

Luego asumías que nada en el mundo te lo devolvería.

Supongo que la sensación es esa, que estoy en ese segundo tras el tercerlo, el de transición de la esperanza a la certeza.

Siempre me he sentido así, en el instante después de ese minifracaso, en el momento de descubrir la magnitud de la pérdida, buscando con la mirada esa rama milagrosa que atrape el cuerpo redondo de látex o las hojas en donde se enrede el hilo.

Algún lugar encontraré

tal vez donde llegan los sueños que se escapan.

Al país a dónde van a parar todos los globos.

y no me preguntes cómo, sé que ahí estarás.

Con mi globo en tus manos, como recién recuperada de entre las ramas de un roble

Sé que estés donde estés me lo devolverás con un "que no se te vuelva a escapar".

Con esa solidaridad casi infinita que sienten los que también tienen los dedos tan frágiles que siempre se les escapa casi todo lo que aman.


domingo, 3 de mayo de 2020

Carmel


Quizá las cosas hubieran sido diferentes si no hubiera aparecido el virus. Probablemente, nunca lo sabremos. En otro universo paralelo no hubiera habido pandemia y tú y yo viajaríamos por la costa oeste de Los Angeles a San Francisco por la carretera de la costa, hubiéramos parado en San Simon a ver los leones marinos y hubiéramos dormido en Carmel by the sea.

Ahora todo eso queda lejos, tardaremos en volver a aquello. Quizá nunca lo hagamos porque las cosas se van a precipitar de un modo inesperado. No es el fin de mundo, dicen, pero sí es el fin de un mundo al que solíamos ir de la mano.

Me gustaría creer que al otro lado del hilo de la tela de araña estamos llevándolo bien, aceptando lo que nos toca vivir y dejando que las cosas sigan su curso. A veces, cuando me voy a dormir, pienso en si se habrá roto la cuerda del grosor de un átomo que nos une, o si alguna vez existió.

Tengo la sensación de que he tenido suerte en ver todo lo que he visto y en vivir lo que vivido, en conocer un poco el mundo y haberlo hecho solo, sin nadie al lado con quien ahora tendría que compartir el recuerdo.

Me ha gustado vivir mi vida, creo que el niño que vive en mí ha cumplido algunos de sus sueños. Diría que eso es casi lo único que merece la pena: tener sueños y cumplirlos, el resto no sé si tiene sentido. Sigo por ese camino. Sé que es un camino solitario, pero me me ha gustado nunca depender de nada ni de nadie. Se me da mal dar explicaciones.

Como el androide de Blade Runner he visto cosas que no hubiera creído que vería.

Imagino que en este lado del multiverso las cosas no volverán a ser lo que eran. Ya no habrá billetes por cien euros a Boston o San Francisco. Ese espacio tiempo ha colapsado dejando un agujero negro que lo engullirá todo.

He leído en las estrellas que nuestros planetas no volverán a tener esa miríada de átomos en común que teníamos hasta hace poco.

Es el despertar de un sueño en el que éramos irreales el uno para el otro.

La posibilidad de un nuevo inicio.

El primer paso hacia algo mejor y hacia algo peor al mismo tiempo.

Un precipicio por el que caerse o desde donde aprender a volar.

La última oportunidad,

apostarlo todo a un sólo número.

Ya sabes, una oportunidad entre un billón de que tu tiempo y mi espacio converjan con todo eso que el crío que fui llamó destino.

viernes, 1 de mayo de 2020

Tres rosas amarillas


Me ha pasado tres veces en mi vida.

Conocer a alguien y saber que iba a ser importante en mi vida y que al mismo tiempo sería un amor imposible, pero que durarían años y me marcarían para siempre, al menos durante esa burbuja de tiempo que ha sido mi vida estos últimos doce años.

La primera vez que oí hablar de la chica de la bicicleta, años antes de conocerla.

La primera vez que te leí, y los meses siguientes.

Y cuando conocí a la mujer de lo infinitamente minúsculo.

Sé que es fácil decirlo ahora, que es el truco infalible de los malos profetas para equivocar al pasado y hacerlo creíble.

Durante los últimos años he tenido la sensación de que me perdía muchas cosas y que nunca alcanzaría aquella tecnología que evitaba que tuviera tiempo y recursos para dedicarme a la vida.

Lo elegí yo, y cuando alguien me dijo o tu sueño o yo, siempre elegí seguir soñando. Voy a cumplir medio siglo, llevo eones poniendo por delante un propósito en el que siempre creí. A excepción de las veces que no creía alcanzarlo o de las veces que no creeré, que seguro que las habrá.

Partiendo de que la vida no tiene sentido, y que de todo lo que hacemos nada o casi nada va a tener éxito; y de que tendremos amores imposibles y sueños inalcanzables (y viceversa), y que nos encontraremos en tiempos y espacios pero no al unisono, que nos quedaremos con la música que dejan a su paso algunas personas y no volveremos a verlas, y que hay otras que tararean la melodía que dejamos nosotros a nuestro paso... partiendo de que todo eso existe y se pueden contar en átomos como se cuentan las pecas de la nariz de la personita que tienes ahora mismo soñándote en otra habitación, he llegado a la conclusión de que "¿y qué, que nada tenga sentido?"

¿Acaso pensamos alguno salir vivos de todo esto?

¿Alguien se va a llevar algo al otro lado que no sean los afectos?

Desde que murió mi padre he andado obsesionado con la idea de que el alma desencarna y se va libre para volver al origen. Quizá lo pensé antes, porque cuando se fue y yo estaba allí "supe" que estaba "viéndonos" tal como describen los que han tenido experiencias cercanas a la muerte.

Ahora lo siento cerca. Aunque sé que no está, en otro espacio-tiempo sí.

Si este blog nació como una argucia para poder escribir porque no me salía nada cuando estudiaba en l´escola d´escriptors, con el tiempo ha sido una forma de aprendizaje, un viaje hacia mis miedos, pero también mi efecto pigmalión para sortear mi realidad.

Creo que entos últimos diez años me he convertido en mejor persona.

Porque se aprende en la derrota y supongo que eso si bien no es en sí mismo un sentido, es algo por lo que merece la pena seguir.

Nada es fácil.

As`que sigue. Trillones y trillones de átomos viajando por múltiples universos de infinitas posibilidades no pueden ser sólo azar. Y si lo son, configuran un bello caos.

Y en cualquier caso, en ese caos tú y yo nos conocimos y nos quisimos aunque sólo fuera compartiendo distintas partes de una sola conciencia.

Somos las historias que nos contamos versus las realidades de las que huímos.

Eres mi historia, el gran hubiera sido.

De los átomos que me faltan tú los tienes casi todos.

De todas los universos en los que estaré o he estado, te llevaré y te he llevado.

Porque ahora mismo estás.

Aunque no lo notes, estás.