martes, 21 de octubre de 2008

Aliento


Siempre he sabido cuando estaba metiendo la pata. Sabía que cuando la conocí debía no dejarla entrar en mi vida. Lo sabía. Entonces había una chica a la que yo le gustaba y lo peor de todo: ella me gustaba a mí. Siempre he sabido que quería estar con aquella otra chica, que mi vida hubiera ido por otro camino más amable si en lugar de volver a caer en las manos de ella hubiera caído en los brazos de aquella otra chica. Supongo que le debí partir el corazón cuando le dije que había vuelto con la madre de Cris y dejé de verla durante algún tiempo. Luego nos hicimos falsos amigos, falsos amantes en los períodos en los que ella desaparecía de mi vida. Han pasado los años, fuimos buscando a otra gente en lugares cada vez peores. Me pregunto cómo habrían sido nuestras vidas si no me hubiera cruzado en la calle con la madre de Cris y no le hubiera dicho que me gustaría volver a verla y si ella no me hubiese dicho que vale, que por qué no aquella tarde mismo. Me pregunto si aquella sensación de traición con la que me presenté a la cita no será la misma que me acompaña siempre desde entonces y si, en realidad, tuve alguna posibilidad de escapar del hechizo con el que me tenía atado, si alguna vez tuve un momento de lucidez en el que me parara, mirara a los ojos de la chica que esperaba a que la llamase y supiera ver qué era lo mejor para mí. En cualquier caso no lo hice, no me detuve, el vértigo me arrastró y me quedé allí para siempre. No sé si verdaderamente se tiene alguna vez una mínima posibilidad de saber cuál destino es el mejor. Me gustaría decir que no me arrepiento. Me gustaría pero no puedo decirlo. Siempre tengo en la mente la cercanía de sus labios, me envuelve el aire de su aliento.

lunes, 20 de octubre de 2008

Disipar la confusión


Hoy he vuelto a ver "Entre copas". Sí, esa película me encanta. Me gusta el personaje de Miles porque me identifico tanto con él... La película tiene un final positivo, da esperanza. La esperanza no es lo único que tenemos pero si dejamos de tenerla no tenemos nada. Para mí la esperanza es... no sé qué es para mí la esperanza. La esperanza y el deseo se confunden dentro de mi cabeza como una maraña de lana a la que hay que coger y tirar de una punta y desenredar e ir haciendo un ovillo. Supongo que no tengo paciencia para hacer una cosa y después otra, que me gustaría que todo se solucionase de una vez. Imagino que quienes me conocen saben de esta confusión mía y algunos la sufren porque la confusión es el estado mental y la indecisión su traducción al mundo físico.
Bien, creo que ha llegado el momento de abandonar esta confusión. Creo que ha llegado el día de cerrar un capítulo y apostar por otro. Si no tengo claro qué es lo que deseo nunca haré nada para conseguirlo, iré probando cosas, iré picando aquí y allí pero nunca elegiré un camino.
Hasta ahora quería tomar una decisión pero no tenía claro cuál. Tengo treinta y siete años, voy a dejar de aparentar que lo tengo claro y voy a empezar a desenmarañar la lana.
Estáis invitados pero se ruega no añadir más confusión. Se trataría de hacer lo contrario.

sábado, 18 de octubre de 2008

Las ardillas


Miré hacia arriba y María, vestida de blanco, caminaba como si flotase rodeada de diamantes sobre un cielo limpio de nubes y con un sol de primavera. La hierba había crecido y estaba húmeda de escarcha aunque acabamos concluyendo que alguna ninfa había puesto el aspersor sin que lo hubiéramos oído. Por el camino que lleva a casa pasaron una manada de elefantes blancos que nos saludaron con sus trompas, iban contentos, tenían entradas para el circo, me dijeron. Cris y yo les saludamos con la mano y los vimos alejarse por la vereda. Luego nos fuimos a recoger castañas mágicas al bosque. El suelo estaba lleno de ellas. ¿Las castañas no se cogen en otoño? preguntó Cris. Las mágicas no, le dije. Y él se quedó conforme con la explicación porque a todo lo que no es habitual siempre le da sentido un razonamiento simple.
Cuando volvimos a casa los elefantes volvían. Venían acompañados de Pioncho, Mickey, Pluto, Pocoyó, Donald. Se habían acordado de Cris y le traían piruletas, algodón de azúcar, caramelos. Cris les preparó su té imaginario y comieron pastas de barro y galletas de piedra. Se levantaron y se fueron ¿dónde? a su casa a dormir, claro. Luego preparamos la cena, leímos un cuento ¿dónde está mamá? preguntó. Se fue lejos, le dije ¿volverá pronto? volvió a preguntar, no lo sé, le mentí. Por la mañana nos despertaron las ardillas que jugaban encima de la cama. ¡Fuera, ardillas!... una se ha metido dentro de las sábanas y hacía cosquillas a Cris en los pies. Nos reímos un rato. Nos lavamos la cara y nos peinamos, fuimos a la cocina y desayunamos leche con galletas. Cris, desde la ventana de la cocina miraba cómo María bajaba del coche y se dirigía hacia nosotros. Me gusta María, me dijo. María entró en la cocina por la puerta del jardín. Cris se bajó de la silla y la esperó como si salir corriendo hacia ella con alegría fuese, en realidad, una traición a su madre. María abrió los brazos y con una amplia sonrisa gritó ¡Cris! y se avalanzó sobre él. Y entonces Cris le contó lo de los elefantes blancos y lo de Pinocho, Mickey, Pluto... y lo de las ardillas, lo de que mamá volverá pronto y de que la habíamos visto ayer caminando como si flotara rodeada de diamantes.

Vídeo: Celtas cortos - la senda del tiempo

miércoles, 15 de octubre de 2008

martes, 14 de octubre de 2008

Por fin


Ha llegado el gran día.

vídeo: El canto del loco - Peter Pan

Parece que Campanilla se fue volando. La echaré de menos. Me quedan su rastro de purpurina y sus pies descalzos. Serás feliz allá donde te hayas ido. Vuelve de vez en cuando, te estaré esperando
Yo te seguiré con mi catalejos.
Buen viaje.

Firmado: El capitán Garfio

lunes, 13 de octubre de 2008

Ojos que no ven, corazón que no siente


Ha perdido. Yo lo sé y ella lo sabe. En sus ojos aún permanece el húmedo destello de estos últimos días. Debí de haberme dado cuenta. "Está más guapa, se arregla más" me dije. "Quizá haya encontrado a alguien para quien estarlo pero yo no lo puedo saber". Y lamentaba tener sólo los diez minutos del bar para observarla cada mañana e ignorar el resto de su día a día y así poder saber a qué era debido ese cambio. Tenía que seguirla de alguna forma y averiguarlo y eso fue lo que hice. Aparentemente nada había cambiado; seguía su rutina, hacía lo mismo, al menos no yo observaba nada nuevo desde la lejanía. La seguí cuando salió el sábado con su amiga rubia. Las dos solas: cena, copa y luego a casa. Debí imaginar que tarde o temprano la curiosidad acabaría por traicionarme, me acerqué demasiado y ella me vió. Hice lo que mejor se me da hacer: desaparecer, convertirme en una sombra. Ella me había visto y a pesar de que había simulado pasar casualmente por allí me vio mirarla. Fue entonces cuando lo supe. Sus ojos brillaban por mí, por el desconocido de la cafetería de todas las mañanas. Dios mío, no se puede tener peor suerte, no sólo me había descubierto sino que, además, era una parte importante en sus pensamientos. Ahora tendría que entrar en su casa y saber si llevaba alguna clase de diario en el que me describiese. No sabía nada de mí pero podría haberme dibujado. A la policía le gustan esas cosas. Sin huellas, sin móvil, sin rastros, se empeñarían en saber quién eran las últimas personas en su vida. Y saldría yo. Es decir, saldría la descripción del principal sospechoso.
El lunes no falté a la cita en la cafetería. Cuando entró la miré descaradamente. Ella, que parecía venir muy segura de sí misma, chocó contra aquella inesperada maniobra. Bajó la vista, su espalda se curvó encima del taburete y tuvo miedo de mirarme. Mi mirada más estudiadamente franca, mi mejor sonrisa, me levanto y me acerco lentamente. Cojo el periódico que está justo a su lado "¿lo vas a leer?" "No, puedes cogerlo" me dice sin mirarme y tratando de que su voz no tiemble. Pero tiembla imperceptiblemente. "No puedo dejar de pensar en tí" susurro. Abre bien los ojos, se gira hacia mí y me mira sin pestañear. Una mirada desafiante, firme "quién te has creído que eres para decirme eso y sobre todo, qué clase de mujer crees que soy. No señor mío, no soy una mujer fácil y mucho menos para chulitos que dicen cualquier cosa para... menuda estupidez, menudo imbécil"gritan de indignación sus ojos negros. Pero no dice nada. Hace una mueca de desprecio bien aprendida y practicada durante muchos años. Ahora sé por qué estás sola. Y es una lástima, porque estás aún más guapa cuando te enfadas. Me vuelvo a la mesa con el periódico y trato de aparentar que no ha pasado nada. Se va sin haberme vuelto a mirar. Ni siquiera se gira al cruzar la calle para ver si viene un coche. Tiene suerte y no pasa ninguno. Yo me quedo un rato aguantando la insistente mirada del camarero, que no ha oído nada pero que lo intuye todo. Pago y me voy.

domingo, 12 de octubre de 2008

vídeo: Extremoduro - Buscando una luna

El destino es una tela de araña


Un correo electrónico irrastreable, una cantidad por adelantado desde una cuenta abierta y cerrada el mismo día y ordenada por alguien que no existe. Siempre es lo mismo desde hace dos años. Un nombre y una dirección. Una fotografía y un escueto historial para explicar lo que es difícil de justificar. Esta vez la fotografía es de una mujer de unos cuarenta años. Bien llevados: morena, esbelta, bien vestida. Trabaja como asesora en una multiconsultoría para grandes empresas. Vive sola. Eso me facilitará el trabajo. La última vez estuve a punto de dejar estos encargos. Me dije que era la última víctima, me dije que debía enviar el correo en el que doy a entender que no cuenten más conmigo pero no lo hice y ahora tengo otro. Al principio lo hacía por dinero. Ahora hace tiempo que ya no. No sé por qué lo hago, como tantas otras cosas. Pero debo acabar con ella y lo haré. Recibir la mitad del dinero por adelantado conlleva cumplir mi parte del trato, de no hacerlo me eliminarían. Les costaría pero acabarían haciéndolo, esas eran las normas y yo las acepté cuando me lo propusieron. Esta vez será la última, lo prometo, no voy a dejar que la sangre de tanta gente caiga sobre las espaldas del chico. El dinero no es para mí, es para él. Para cuando crezca, para cuando lo necesite, incluso si al final acaba en las manos de ella. Porque en cuanto sepa que el muchacho tiene dinero irá a buscarlo y apelará al amor de un hijo por su madre. Ella sabe hacer esas cosas, sabe cómo hacer que confíes en sus palabras.
Busco la dirección y voy a reconocer el terreno. Me visto para no llamar la atención aunque mi embergadura no me dé demasiadas opciones para ello. Traje gris y camiseta negra, gafas de sol, gomina. Antes de salir de casa voy a echar un trago, es la costumbre. Lo era; he dejado de beber. La última copa, venga, me digo. Pero aguanto, he tomado la determinación de que ha llegado el tiempo en el que hago cosas por última vez.
Espero cerca de su casa, compro un libro en la librería de la esquina, uno de esos de autoayuda. Llega a casa a las nueve y media, he estado esperando un buen rato. Llega con una bolsa de deportes en la mano. Vendrá del gimnasio. Será un bonito cadáver. Me vuelvo al piso evitando la tentación de entrar en los bares. No eres consciente de la gran cantidad de bares que hay hasta que has decidido que no entrarás en ninguno. Deposito el libro en una papelera. Era cierto lo de que me ayudaría. A mí me ha servido para pasar desapercibido toda la tarde.
Durante los quince días siguientes me dedico a vigilar sus movimientos. Es una mujer de costumbres fijas. Lleva una vida ordenada, no tiene amigos si exceptuamos a una chica rubia con la que salió a cenar un sábado y un compañero de trabajo se empeña en acompañarla sin que ella demuestre ningún interés por él. Le gusta la soledad, le gusta hacer las cosas por sí misma. Mejor, cuanto menos gente alrededor menos imprevistos cuando llegue el momento de pasar a la acción. Pero pasa algo que no tenía previsto. Se me ocurrie entrar en la cafetería donde suele ir a media mañana a tomarse un café. Sola. Sus compañeros van a otro bar más ruidoso y más cerca de la oficina. Ella prefiere algo menos bullicioso. Mi problema es que he hecho lo que nunca debería de haber hecho: tratar de imaginar qué es lo que piensa y por qué esa obsesión por alejarse de todo el mundo. Quizá para que nadie sospeche que, en realidad no es quien dice ser. En cualquier caso no lo logra, sus compañeros hacen apuestas sobre quién sabe más de ella. Todos tienen una teoría y todos sienten cada vez más curiosidad. Cuanto por más desapercibido quieres pasar más interrogantes creas a tu alrededor. Y yo he empezado a preguntarme qué es lo que pasará por esa cabeza y sé que no debería haber empezado a preguntérmelo. El destino es una tela de araña donde la araña es uno mismo. Y en un instante el hilo de la araña se tiende entre un inesperado movimiento de sus ojos que encuentran a los míos mirándola. Maldita sea. Disimulo pero vuelvo a mirarla por si acaso ella me ha reconocido de verme merodear cerca de su casa. El cerebro humano es capaz de almacenar una cantidad extraordinaria de datos sin importancia que puede relacionar en milésimas de segundo con otros también sin aparente relevancia para dar con una coincidencia fatal. Jugamos al juego de mirarnos sin que se note que lo hacemos. Se acabó verla cerca de su casa, espiarla a la salida del trabajo o del gimnasio. Ahora todo se reducirá a esta cafetería. Mierda, mierda, mierda. Me levanto, me acerco a la barra, lejos de ella. Pago. Y me voy.

video: Evanescence - My inmortal

Me falta mucho y no queda tiempo

Cuando escribí la entrada anterior había bebido en exceso. Anoche sentí lo cruel que pueden ser las palabras. No me acostumbro. Es imposible que me acostumbre a las palabras. Siempre me acaban golpeando porque soy incapaz de mantener alta la guardia. Soy un maldito optimista, un imbécil que cree que es más fuerte que nadie. Pero las palabras... no, para eso no estoy preparado casi nunca. Y tras el golpe me quedo desorientado, como esas ballenas que acaban embarrancando en las playas, aquejadas de algún mal de cetáceo, alejadas quizá de su grupo, y que mueren solas o rodeadas de liliputienses bañistas que la tocan con un palo o tratan de remojar su piel con el agua de un cubo (muy poco océano para tanta ballena). No sé, quizá exagere cuando digo que estoy muerto y sería mejor decir que, en realidad, sólo estoy perdido y esto no es vida. En cualquier caso, así lo siento. No soporto decepción tras decepción, golpe tras golpe. No puedo seguir así mucho más tiempo. Creo que ha llegado el momento de asumir que caminar con las manos en los bolsillos implica no poder sacar las manos a tiempo para parar los golpes. Prefiero seguir confiando a no fiarme de nadie. Así son las cosas. Mañana será otro día. Más vale tarde que nunca. Dime con quién andas y te diré quién coño eres.

sábado, 11 de octubre de 2008

ojalá no os hubiera conocido nunca.

Sabías que mi vida no valía nada. Lo sabías y no me habías dicho nada. Sólo me asentías con la cabeza. "Aún tienes arreglo" pero no lo tenía. Te estuve llamando toda la semana. No escuché tu voz ni una sola vez. Hubiese prefereido la muerte pero la muerte es demasiado sencilla, demasiado noble. Hubiese preferido lo que me ha sido concedido esta noche: la muerte. Estoy muerto. Vosotros no lo sabéis pero estoy muerto. Y me alegro de estarlo.

viernes, 10 de octubre de 2008

el camino de vuelta


Salimos de la fiesta por la puerta por la que Sansón y yo habíamos entrado horas antes y bajamos las escaleras que antes habíamos subido. El rocío había dejado los peldaños resbaladizos como si la escarcha la hubieran planeado un ejército de caracoles. Sansón bajó primero, yo le seguí a dos o tres escalones de distancia. No quería estar demasiado tiempo con aquel hombre y pensé que tendría que inventarme algo para no dormir otra vez en el piso de Carmen. Pensar no era una tarea fácil. Llevaba muchas horas despierto y sentía todo el cuerpo torpe y pesado. La noche anterior a ésta la había pasado junto a la cama de María y el bicho había estado dando la lata. Ahora, el bicho estaba aletargado en algún lugar del recuerdo de la noche que había acabado de vivir. El bicho se había asustado y se había divertido. Para él había sido como una noche en el parque de atracciones de la locura. Había tenido su sesión de éxtasis y vértigo y estaba en un estado de agotamiento nervioso, como un niño que ha jugado todo el día desde la mañana hasta la noche al juego que más le gusta.
Llegamos al suelo y nos fuímos hacia donde habíamos dejado el coche. Era el último que quedaba. Todos los demás debían de haberse marchado a medida que los invitados iban recogiendo sus ropas después de la orgiástico fin de fiesta. Sansón encendió un cigarrillo, sacó la llave del coche y abrió las puertas con un solo movimiento de su dedo. Subimos al coche y abandonamos la explanada por el camino del bosque. Había amanecido ya casi por completo y pude ver con claridad aquello que la noche anterior era una espesura negra y cerrada. Era un bosque de pinaza y encinas, un bosque sucio lleno de arbustos y ramas secas que nadie se ocupaba de limpiar. Al poco de circular por el camino de tierra llegamos a la salida hacia una carretera asfaltada. De allí hasta casa de Carmen, tardamos veinte minutos. Con los ojos semi cerrados fui memorizando los cruces que ya la noche anterior había intuído a la luz de los faros del coche de Sansón. No dejaba de pensar en esa sensación que había tenido durante toda la noche de que alguien estaba observando mis movimientos. Intuía que la figura que hablaba con L.B. en la oscuridad me había estado siguiendo los pasos durante todo el tiempo. Sin embargo, después de que desapareciera por aquella puerta, no la había vuelto a ver en la gran sala. "Te estás volviendo paranóico" me dije. "Tantos años vigilando para que no te descubrieran te han convertido en un maldito paranóico. Allí había gente tan importante que tú para ellos apenas eres una brizna de hierba, una marioneta que aprieta el gatillo por ellos. Eres lo que menos les importa, la punta de la espada que atraviesa la carne, no saben quien eres, nadie sabe quién ejecuta su plan, así que nadie tenía motivos para seguirte los pasos". Me resultaba sorprendente que, aparentemente, hubieran ocurrido toda una serie de casualidades: que ella viniera a esta ciudad, que yo encontrase a María y la librase en aquel bar del hijo de J..., que ella me llevara hasta Carmen y que Garr me agradeciese mis cuidados a María y mi venganza a los que le habían hecho daño, que me invitara a la fiesta y que me contara todo aquello , simplemente porque le caía bien. Caerle bien a Garr hacía que me sientiera mal, que me sientiera sucio. Me condenaba a preguntarme si yo era de una pasta parecida a él. Me respondía que no, que alguien como él necesitaba, de vez en cuando, de un confidente íntimo, algo así como un amigo al que se le pueden contar cosas muy personales. Garr carecía de ello y supongo que aquella noche, por algún motivo que nunca conoceré, se sintió lo suficientemente humano (y a mí lo suficientemente cercano) como para confiarme toda aquella información. Compartir un secreto hace más llevadero el peso que supone. Pero también resulta peligroso. Y yo empezaba a sospechar que aquella deferencia que había tenido conmigo podía explotarme en las manos en cualquier momento. Mientras, debía jugar bien. Tenía buenas cartas, las mejores, y lo mejor de todo es que nadie sospechaba de mí. Nadie sabía que, sin saberlo, habían puesto la punta de la espada sobre su propio cuello.
Paramos delante de la casa de Carmen. El sol había salido completamente y estaba lo bastante aturdido como para bajar la guardia. Sansón se bajó del coche y me hizo un ademán de seguirle. Entramos en el edificio y subimos hasta el piso que habitaban Carmen y Sansón, y donde descansaba María. Entramos y mi cuerpo experimentó esa relajación instantánea de cuando llegas al hogar después de mucho tiempo fuera. No era lo más conveniente, aquello me decía que estaba seguro cuando, en realidad, no era cierto. El cansancio es el enemigo número uno la precaución y yo debía de estar muy cansado porque me senté en un sillón de la entrada y dejé de pensar, dejé de preguntarme y dejé de atar cabos. Lo único que me quedó flotando era aquella sensación de que alguien me estaba observando en la fiesta. Un estado soporífero me invadió nada más tocar con la espalda el respaldo del sillón. Suspiré. Era lo más creca que había estado en horas de estar a salvo.

jueves, 9 de octubre de 2008

vídeo: pies descalzos

Buscaba una fotografía en youtube de unos pies descalzos y me encontré con este vídeo. Lo desconocía. Sabía que Shakira tenía una fundación cuyo nombre era Pies descalzos. Qué coincidencia pensé.
Hace cosa de un año pensé que lo mejor que le podía regalar a un niño, muy querido por mí, era un cuento. Su madre me decía que todas las noches, al irse a dormir le contaba un cuento inventado por ella. Me pareció algo prodigioso. Adoro a las madres que acunan a sus hijos y les cuentan cuentos, que visten la vida de cuentos con hadas. Hay algo mágico en esa transmisión oral entre la madre que pretende que su hijo duerma y el niño que no quiere dormirse porque quiere aprovechar ese momento de estar con su madre. Hay algo de las mil y una noches en cada cama infantil porque hay una Sherezade que sabe que si sabe contar bien un cuento está salvando una vida.

Mireia tiene una foto preciosa de su hijo (ya sabes a cuál me refiero). Es de una belleza extraordinaria, está hecha con una cámara, con imaginación y con los ojos enamorados de una madre. Es sencillamente, única, irrepetible. Quisiera que algún día una portada de uno de mis libros llevara esa foto, sin embargo, no se me ocurre una historia lo suficientemente bella como para que la merezca. Me esforzaré, te lo prometo.

El cuento de sin zapatos pretendía enseñar algo... ¿qué pasaría si un día desaparecieran todos los zapatos del mundo? ¿Qué pasaría si un día desapareciera todo el dinero del mundo? ... Profético ¿eh? Que lo importante sería la colaboración, que todos tendríamos que aportar algo. El mundo del mañana tiene que ver con el mundo que queramos que sea: Especulación y enriquecimiento personal desmesurado o colaboración y crecimiento sostenible. Mi granito de arena es este cuento. Lo iré enviando a tu correo personal si quieres, poco a poco, no lo voy a colgar en el blog. Espero que participes pero para ello necesito que me digas que quieres participar.

Te espero.


Sin zapatos


Un día, durante su noche, alguien robó todos los zapatos del mundo. Tú aún no habías nacido. Eras un deseo en el fondo del alma de tu madre y yo me preguntaba si llegado el día yo sería un buen ejemplo para tí. Pero no te voy a hablar de eso ahora. Ahora te voy a contar que sucedió inmediatamente después de que el mundo se levantara descalzo.
Aquella mañana al salir de la cama y poner los pies en el suelo su tacto frío me hizo buscar las zapatillas con desespero. Miré debajo de la cama, debajo del armario, hasta pensé que me había acostado con ellas puestas y las busqué debajo de las sábanas. No las encontré, así que busqué las zapatillas de hacer deporte. Tampoco estaban. Fui a regañadientes a la cocina, iba caminando sobre los bordes de los pies, sin llegar a apoyar la planta. Puse en marcha la cafetera y fui hacia la ducha. El agua caliente me reconfortó, me hizo sentir bien de nuevo. Sin embargo, al salir y después de secarme volví a notar el frío en los pies. Me fui hacia la habitación con la esperanza de que las zapatillas estuvieran allí, que las hubiera estado buscando teniéndolas delante de mis narices. Pero no había ni rastro de ellas. Lo primero que me puse fueron los calcetines. Aquello estuvo bien, los calcetines son para los pies una segunda piel y dí gracias de que existieran. Vestí el resto de mi cuerpo y cuando fui a ponerme los zapatos tampoco estaban. Aquello ya me pareció excesivo. ¿Me había vuelto loco? ¿alguien había entrado en mi piso mientras dormía y se había llevado los zapatos para hacerme una broma? Busqué por si faltaba algo más pero aparentemente no faltaba nada.

vídeo: Mano negra - Mala vida

lunes, 6 de octubre de 2008

Insomnia


No puedo dormir. Algo o alguien me ha desvelado. Espero no volver a vérmelas con el insomnio. El insomnio es otra vez más del bicho, es volver a pensar en la botella escondida debajo de las mantas. El insomnio es eso que cada vez me acerca más otra vez al otro lado. Hoy pensaba en porqué tengo predilección por la gente que sé me van a hacer daño. Luego hice una lista de los personajes que me han fascinado desde que era niño y he llegado a la conclusión de que me gustan los personajes extremos, aquellos que sólo se tienen a sí mismos, que no les queda ni esperanza de la misma forma que me gustan los juguetes rotos, los barrios deprimidos, la gente al borde del suicidio. Y todo eso porque en el fondo, en realidad, creo en la esperanza. Creo que al final sólo un hombre perdido puede construir personajes expulsados a la periferia de la vida. Sólo alguien que ha vivido en el fango puede darle la mano a otro para que se levante y salga de él. No soy un hombre fácil, soy alguien que no se comprende a sí mismo y que busca a ese alguien por medio de un faro que emite esta maldita luz negra. Quizá busco a alguien tan destruído como yo y eso no me conviene. Los lobos buscan lobos pero dos lobos se pelearán siempre, siempre enseñarán los dientes. Dos lobos no duran mucho tiempo juntos... necesitan ovejas junto a las que negar su condicón lupina y soñar equivocadamente que son parte de un rebaño que, en realidad, detestan.
Sí, todos llevamos un bicho dentro, el bicho es lo que nos mantiene agarrados a la vida y el que nos golpea día tras día echándonos en cara nuestra hipocresía. El bicho reclama su parte de nuestra vida. Yo he encontrado con qué entreterlo y escribo. No sé hasta cuándo ni sé qué pasará cuando se dé cuenta de que lo he estado engañando.
Sé que me lees porque estás en la misma frontera que yo y sé que me sigues porque tienes la esperanza de que si yo me salvo tú también podrás salvarte. Y en cierta forma es cierto. En cierta forma, que mantenga a raya al bicho mantiene a raya al tuyo. No es fácil. Sé que no es fácil. Por que yo siempre estoy mintiendo. Y tú lo sabes.

vídeo: Chris Isaac - Life will go on

sábado, 4 de octubre de 2008

Vídeo: Muchachito Bombo Infierno- Ojalá no te hubiera conocido nunca

vídeo: once - Lies

Me prenguntan que quién soy yo... y en sábado, habráse visto!


Me preguntaste quién soy yo y entonces me levanté de la silla, fui al cuarto de baño y me planté ante el espejo. Me estuve mirando un rato hasta que concluí que ese yo sólo era una parte de mí, algo así como una caricatura, como un dibujo en movimiento. "Yo no puedo ser sólo lo que veo cuando me miro en un espejo". Así que llamé a algunos de mis amigos y les pregunté que quién era yo. Algunos me hablaron de las cosas que hemos pasado juntos, de lo mucho que hemos logrado, de la calidez y la calma que nos ha envuelto y de la furia y la diversión de los días del trueno. Tampoco era eso. Llamé a mi familia. Eres nuestro, me dijeron todos. Y era extraño, porque yo no lo sabía y no me sentía bien siendo suyo. Yo soy mío, me dije, pero eso tampoco soluciona la pregunta de Quien soy yo y enctonces me dije que tú, viajera nocturna, debes de estar poniéndote nerviosa ante tanta demora. Luego repasé todos los libros que he leído, los profesores que tuve, los viajes que he hecho, por lo que he apostado y he ganado y por lo que he arriesgado y he perdido. Y entonces surgió. Quién ha hecho todo eso? Y entonces tuve la certeza de que de ser algo o alguien seguiría siendo el niño que fui, el que se subía a los árboles y volvía a casa con las rodillas peladas de estar jugando hasta caer rendido, el mismo que aprendió a distinguir a la buena gente de la mala y se quedó con la buena, el mismo que pertenecía a una familia sin preguntarse el porqué, el mismo que hacía las cosas porque las sentía así, sin más, el que vivía en las nubes pero tenía que hacer los deberes, el que aprendió a leer y a escribir y se dijo "esto es algo muy grande" y el que se miraba al espejo y no tenía la necesidad de preguntarse quien era. En el fondo sigo siendo el niño con su bolsa de canicas y la pelota bajo el brazo que ha ido madurando, que ha ido aprendiendo que ser uno mismo implica implicarse, que no tiene miedo al futuro porque todo lo que necesita lo llevaría consigo allá donde fuera, y que por encima de todo, quiere y necesita ser querido.
No sé si esto responde a la pregunta, en todo caso, a mí me ha servido para que mi niño le deje las cosas claras a mi adulto y para que éste no se tuerza. "Hemos venido a ser felices, a experimentar la plenitud de la vida, hemos venido a estar y hemos venido a pedir que estén cuando lo necesitemos, hemos venido a querer (y no precisamente a medias). Hemos llegado hasta aquí porque queremos llegar hasta más allá" y ¿sabes? si el niño que fui hablara de verdad con el adulto que soy le felicitaría, le diría que hay cosas que no entendió cuando se hicieron pero que, al final, le gusta la vida que lleva... "y ahora nos falta una novia" diría, pero claro, él no entiende lo difícil que es esto de tener novia, a él le bastaría decir "me gusta....M" y tirarle de las coletas en el recreo. Ahora casi todos desconfiamos de todos.
Y es una lástima, porque puede que el adulto que soy no esté en su mejor momento pero el niño que también soy merece (y mucho) la pena.


viernes, 3 de octubre de 2008

Y así siempre con todo.


Como si a veces querer me doliese, como si otro cuerpo me quemara en las manos, como si otra mirada le preguntara a la mía qué es y qué quiere y yo no supiera ni quien ni qué. Como si al final de todo prefiriese haberte dejado marchar, como si al final hubiera sido infinitamente mejor una pequeña decepción a la que te llevarías más adelante.
Y luego me digo que es mejor así, mejor solo; mejor perdido yo que perdidos los dos. Y sé que soñar no cuesta nada y sé que nada es un precio justo, soñar está bien, soñar es ahorrar en sufrimiento. Pero antes de estropearlo todo, en el último instante, me quedo a las puertas de tu boca, me quedo detrás de la puerta de mi acogedor infierno.

jueves, 2 de octubre de 2008

miércoles, 1 de octubre de 2008

vídeo: Ella baila sola - Mejor sin tí

Vídeo: Cristina Rosenvinge- Tú por mí, yo por tí

Nunca se sabe


A mediados de los sesenta los Rolling Stones y Chris Rea salieron una noche de juerga por Londres, visitando los garitos más infectos en busca de bronca y pelea, drogas varias, alcohol de quemar y sexo fácil. En uno de los bares a los que fueron se les pegó un tipejo escuálido y extravagante, con el pelo untado de betún de color verde y que ya no se les despegó en toda la noche tratando de seducir a Chris Rea de una forma descarada. El hombrecillo les convenció de que fueran a su taller ya que él era pintor. Los Rolling, divertidos, para poner a Chris Rea en un apuro accedieron. Una vez allí, y para que Rea sucumbiera a sus proposiciones le regaló uno de sus cuadros. "Chico, era horrible". Al final, no sucedió nada y los jóvenes rockeros se marcharon dejando al hombre solo.
Años después, Mick Jagger llamó a Chris Rea en medio de la noche. "Oye, te acuerdas de aquél tipejo que nos encontramos una noche y que nos llevó a su estudio?" le preguntó. "Joder Mick, son las tres de la mañana" "¿Pero te acuerdas o no?" insisitió Jagger. "Vagamente". "¿Conservas aún el cuadro que te regaló?" preguntó el Rolling. "No, chico, era horroroso. Creo que se debió perder en alguno de los traslados... ¿para eso me llamas en medio de la noche?" "Chris, aquél tío era Francis Bacon".

Lo esencial cuando se llega a noventa


Un afamado doctor, preguntado por la química que interviene en el "enamoramiento" contestó (ya era un hombre nonagenario) con una larga lista y su funcionamiento de sustancias que segrega el cuerpo. Al final de su enunciación se paró un instante y quedó en silencio, luego de un rato pensando para sí dijo algo así: "...olviden lo que les he dicho. Miren, al final, cuando se llega a una edad en que las hormonas le dan a uno una tregua uno se da cuenta de que no nos enamoramos del objeto bello que es susceptible de devoción. Al final, uno se da cuenta de que uno se "enamora" del sentimiento interno que aquel objeto despierta dentro de uno. Es decir, uno se enamora de la capacidad de sentir "eso"y se maravilla que, entre todo lo malo vivido, las decepciones, lo feo que tiene a veces vivir, uno elige amar. Amar es un ejercicio de optimismo, una apuesta por la vida. Amen ustedes, no repriman ese sentimiento, porque les abre al mundo, y además..."dijo sonriendo con picardía y guiñándole el ojo a una chica de la primera fila "...espero que alargue la vida".