sábado, 18 de octubre de 2008

Las ardillas


Miré hacia arriba y María, vestida de blanco, caminaba como si flotase rodeada de diamantes sobre un cielo limpio de nubes y con un sol de primavera. La hierba había crecido y estaba húmeda de escarcha aunque acabamos concluyendo que alguna ninfa había puesto el aspersor sin que lo hubiéramos oído. Por el camino que lleva a casa pasaron una manada de elefantes blancos que nos saludaron con sus trompas, iban contentos, tenían entradas para el circo, me dijeron. Cris y yo les saludamos con la mano y los vimos alejarse por la vereda. Luego nos fuimos a recoger castañas mágicas al bosque. El suelo estaba lleno de ellas. ¿Las castañas no se cogen en otoño? preguntó Cris. Las mágicas no, le dije. Y él se quedó conforme con la explicación porque a todo lo que no es habitual siempre le da sentido un razonamiento simple.
Cuando volvimos a casa los elefantes volvían. Venían acompañados de Pioncho, Mickey, Pluto, Pocoyó, Donald. Se habían acordado de Cris y le traían piruletas, algodón de azúcar, caramelos. Cris les preparó su té imaginario y comieron pastas de barro y galletas de piedra. Se levantaron y se fueron ¿dónde? a su casa a dormir, claro. Luego preparamos la cena, leímos un cuento ¿dónde está mamá? preguntó. Se fue lejos, le dije ¿volverá pronto? volvió a preguntar, no lo sé, le mentí. Por la mañana nos despertaron las ardillas que jugaban encima de la cama. ¡Fuera, ardillas!... una se ha metido dentro de las sábanas y hacía cosquillas a Cris en los pies. Nos reímos un rato. Nos lavamos la cara y nos peinamos, fuimos a la cocina y desayunamos leche con galletas. Cris, desde la ventana de la cocina miraba cómo María bajaba del coche y se dirigía hacia nosotros. Me gusta María, me dijo. María entró en la cocina por la puerta del jardín. Cris se bajó de la silla y la esperó como si salir corriendo hacia ella con alegría fuese, en realidad, una traición a su madre. María abrió los brazos y con una amplia sonrisa gritó ¡Cris! y se avalanzó sobre él. Y entonces Cris le contó lo de los elefantes blancos y lo de Pinocho, Mickey, Pluto... y lo de las ardillas, lo de que mamá volverá pronto y de que la habíamos visto ayer caminando como si flotara rodeada de diamantes.

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