martes, 29 de mayo de 2012

Pasa el tiempo y yo creía haber cambiado

Me mira desde un lugar donde sabe que no pueda verla, ha encontrado su lugar en el mundo y es un lugar con ventanas con visillos que ocultan sus ojos azules como la estratosfera, sé que a veces me llamaría y me preguntaría cosas, cosas que no entiende que yo no entienda. Pero eso, no es más que otro pozo de los deseos en el que no lanzar sus monedas.

No sé qué le hace coger el teléfono y llamarme, su voz es como un vino dulce que sabes que va a hacer que te duela la cabeza dentro de unas horas cuando se te haya pasado el mareo. No sé si me he hecho más duro pero esta vez el corazón no me da un vuelco, en cuanto ve su número en la pantalla del móvil lo reconoce a pesar de haberlo borrado. Algo dentro de mí se va lejos y cierra la puerta al salir. A veces soy así, un hombre capaz de disociarse y alejarse de todo aquello que sabe que no va a acabar bien.

Descuelgo con cuidado, no sé por qué llama ni creo que lo sepa cuando haya acabado de hablar con ella, tengo la sensación de que diga lo que diga ya no puede hacerme daño porque yo ya estoy en otras cosas, y pienso en todo lo ocurrido durante estos años, en la patente y el agua, en todas las cosas en las que tuve que volcarme para olvidarla y en todos los futuros que planeé para sentirme digno de que volviera. Pero ahora queda la obra hecha, las primeras metas conseguidas, el reconocimiento de los que ven una oportunidad para cambiar el mundo en esa quimera que he fabricado con mis manos. Cuando me decía que sólo eran tonterías, que lo que tenía que hacer era buscarme un trabajo, yo veía esto que empieza ahora... no sé transmitir sueños, no sé si los sueños son capaces de transmitirse.

Me pregunta que cómo estoy y le digo que bien y hago lo mismo, me dice que también bien, que las cosas transcurrieron de forma diferente a como ella pensaba, pero que debe conformarse con esta vida a medias que le ha tocado vivir. No sé qué piensa que es una vida entera, porque a mi modo de ver tiene todo lo que deseaba, todo lo que para ella tenía un significado.

Al final los dos conseguimos lo que queríamos y para ello debimos hacerlo cada uno por su lado. Juntos nunca hubiéramos tenido esa oportunidad.

De pronto me suelta "pienso mucho en ti" y eso me confunde... yo pienso en ella a diario, no hay nada que no la tenga como referencia, desde lo que como hasta qué diría si supiera cada cosa que hago. Y entonces recuerdo que una vez me dije a mí mismo que la iba a querer siempre, pero no lo dije como si fuera una promesa sino como la constatación de un hecho irremediable y del que no podría sustraerme nunca. Sé que lo de pensar en mí es cierto como también sé que es cierto que volvería a hacer lo que hizo en su día, que no se arrepiente nada de lo que pasó, después de tanto tiempo también ha reescrito la historia y ha sido indulgente con ella y sus circunstancias y me ha declarado culpable de deserción. Como si pedirme las llaves, obligarme a que me fuera porque había quedado con el otro, borrarme del facebook, y no cogerme las llamadas hubieran sido una decisión mía. Que a pesar de todo yo debía estar ahí.

"Claro que piensas en mí, imbécil" pienso, y digo algo que no se le parece, pasó hace unos días y no lo recuerdo, sólo tengo la sensación de que dije que yo también pensaba en ella pero que con el tiempo y todo la basura que han dispersado sus amistades, he aprendido a no querer saber nada ni de ella ni de su entorno. No le digo que espero que algún día a ella los rumores la traten como me trató a mí su cobardía, pero lo pienso... y no me gusta en qué me he convertido, no me gusta haberme vuelto un animal herido de por vida, siempre a la defensiva, huyendo y mordiendo, lejos de la manada o de una guarida en la que sentirme seguro.

Me dice que podríamos vernos y yo le digo que no juego con mujeres casadas a quedar con viejos amantes, sólo a tomar un café para romper el hielo y acabar con la sensación de que las cosas podían haber sido distintas o enredados entre las sábanas de una habitación sin alma... porque si se diera el caso volvería a ocurrir lo mismo: yo volvería a enamorarme de ella y ella volvería  a huir de nuevo, porque yo no soy eso estable que le espera en casa, con catorce pagas y treinta días por año trabajado, yo sólo soy las palabras que conmueven y la franqueza ante todo, el bicho desgarrando todo lo que encuentra a su paso cuando se desbocan los cuerpos, lo que es fácil dejar antes de que se convierta en una adicción a lo imprevisto.

Y colgamos con la sensación de derrota, con la piel muerta a muchos kilómetros de distancia, entre tristes y aliviados, con la única compañía del sonido que hace el universo cuando gira sobre sí mismo.

Vuelve a sonar el teléfono y es ella de nuevo.

No sé qué hacer, si descolgar o dejar que se muera esa canción que era tan nuestra que tuve que bajarme el politono para que se desgastara por insistencia.

Descuelgo. Sé que hago mal pero descuelgo.

domingo, 27 de mayo de 2012

Nunca dejes de intentar cambiar lo que se puede cambiar


"Todo se repite" pienso hacia mis adentros mientras ella me cuenta algo de alguien que pude ser yo. Yo me desprendo de sus palabras como si fueran la piel muerta de una serpiente que se renueva, pero no puedo dejar de pensar en que yo ya estoy en otro lugar y con otra forma de entender las cosas, entre ellas que al final todo regresa. Uno es lo que tiende a ser, como los alcohólicos lo son aún después de muchos años de que lo hayan dejado. Basta una tarde aburrida, un exceso de esa costumbre que es la seguridad en uno mismo, basta un "sólo será una vez" para que todo regrese.

Porque buscamos destruirnos para volver a empezar de nuevo y volvemos a empezar de cero sin saber que vamos a ser algo que no somos y que quizá no podamos ser otra cosa que lo que somos.

Después de colgar el teléfono me pregunté si yo seré igual a los ojos de los que me conocen... y entonces pienso que caigo demasiadas veces en el mismo agujero para que sea una casualidad... y pensar eso me libera. No sé de qué, ni hasta cuándo, pero respiro mejor. Me tranquiliza saber que soy tan igual y tan distinto a lo que era a su lado.

Esta noche de luna subiré a la terraza y me sentaré en una silla de plástico, con una copa de algo en la mano. Detesto beber solo porque siempre he pensado que eso es la viva imagen del fracaso, pero hoy tengo cosas que celebrar. Cosas que no puedo decir aún.

Por si se rompe el hechizo que las envuelve.

Y me pregunto si tal vez exista una sola posibilidad de que esto no salga bien. Y tiemblo de miedo y creo que podría pasar el tiempo y que los días estos últimos meses porque el tiempo es eso que no puede esperar a que ocurran las cosas cuando uno las necesita.

Me pregunto qué más puedo hacer y no me sale qué. Y sí, creo que podría hacer un sinfín de cosas... pero necesitaría ayuda, una cámara... necesitaría que alguien pudiera hacer un mini-reportaje ahora de cómo funciona la máquina. Sigo buscando esa posibilidad. Esta semana.

Sigo pensando, sigo acabando cosas; envuelto en ese vértigo que tienen los que se inclinan sobre el abismo aún después de haberle salido alas.

Sé que puedo volar.

Sé que me tiraré al vacío y esta vez saldré volando. Lo sé, no me preguntes cómo. Es una sensación extraña, como de seguridad donde todo te dice que no vas a poder.

Empiezo a sentirme impaciente. Quiero empezar esto cuanto antes.

Hay algo que se abre delante de mí que sé que me va a llenar.

Y va a empezar pronto. Muy pronto.

Quizá esta semana.

Tiemblo por dentro, como una hoja mecida por la brisa aún fresca de estas últimas tardes de primavera. Sólo de pensarlo se me hace un nudo en la boca del estómago.

He hecho algo grande, muy grande para una sola persona, para hacerlo en una buhardilla... sin dinero...

... pienso en todos el dinero que va a ir a parar a los bancos para rellenar el hueco de la avaricia de unos pocos y veo lo poco que necesitaría para acabar con la sed en el mundo con este invento mío. Y entonces me pregunto si las cosas no se nos estarán yendo de las manos.

Y me permitiréis que me sienta orgulloso de, por lo menos, haberlo intentado y seguir intentándolo. Es el poco orgullo que me queda, la ilusión de mi vida.





viernes, 25 de mayo de 2012

Els manels dels món



Me pregunto por qué la mala gente vuelve a aparecer de vez en cuando y por qué la buena gente tarda tanto tiempo en volver a mi vida. A veces me siento como si a mis días la orbitaran dos clases de satélites... unos que  tienen un recorrido corto y otro que tiene una órbita más larga.

Y no me refiero a mis amigos, a los cercanos, sino a esas personas que un día se cuerda de ti porque creen que ya se te ha pasado el cabreo por algo que te hicieron y piensan que estás en disposición de que puedan volver a aprovecharse de ti.

Con el tiempo uno se vuelve incrédulo... siempre he dado a los demás una imagen de "genio de talento desaprovechado" y eso es algo que me hace cierta gracia porque los que desean comercializar ese talento "para los dos" siempre han acabado llevándose la primera idea para salir corriendo con ella hacia un negocio cuantioso. Ahora mis primeras ideas ya no son tan geniales... las buenas me las reservo para mi, ahora la primera idea siempre es una baratija que parece un diamante... lo sé, nunca llegaré a nada en la vida, pero eso ahora ya me importa menos.

Hace unos años, una buena amiga, psicóloga, me hizo un test de personalidad para saber en qué era bueno laboralmente hablando. El resultado... "eres un excelente inventor" me dijo. A mí me dio la risa porque yo entonces estaba en otras cosas, en la novela, en crear un negocio de tratamiento de aguas... me dijo "si pudieras trabajar de eso serías más feliz".

Años más tarde he recordado aquella tarde en la que me enseñó unas gráficas donde sobresalían varios parámetros... y he llegado a la conclusión que quizá aquello fue como esas profecías que se cumplen al cabo de los años. Algo a lo que soy dado.

Ayer, un buen amigo, compartió una inquietud que yo mantenía en secreto desde hace muchos años. Es un tipo inteligente y la confirmación de que él había llegado a conclusiones parecidas a las mías me inquietó.

Estos días estoy cerrando tratos, promoviendo contactos, acabando proyectos, recogiendo en cajas mi vida, planificando un cambio de residencia dentro de una semana.

Sé que todo el tiempo que he vivido al filo del precipicio ha sido un tiempo necesario y que, probablemente, seguiré ahí aún durante algún tiempo.

Sin embargo, ahora que el final del túnel no es una luz diminuta en la oscuridad sino un gran agujero en la pared, no puedo dejar de pensar en todo lo ocurrido hasta ahora y en que mi debilidad, probablemente, constituyó, en realidad, una gran fortaleza. Porque a pesar de todo seguí confiando en los valores en los que siempre he creído y, aunque a veces ello me provocó un sentimiento de soledad y de (por qué no decirlo) de sentirme estúpido, ahora que salgo de todo ello me siento orgulloso de no haber vendido partes de mí que luego nunca hubiera recuperado.

Probablemente me queda un largo camino hasta llegar a donde deseo llegar y sé que detrás de eso buscaré nuevos retos, de hecho ya los he fijado en el mapa del tesoro, pero siempre tendré la sensación de que a pesar de que los resultados no lleguen de inmediato, yo seguiré rigiéndome por los mismos valores a los que está abonado mi corazón.

Y si alguna vez he querido a alguien y no me he dado cuenta de que éramos tan diferentes en la forma pero tan iguales en el fondo y he ganado para después perder y he hecho perder el tiempo, y han perdido el tiempo conmigo. Si por algún motivo he sido cruel sin querer serlo, o dí esperanzas por omisión o por devoción, si alguna vez compartí y dejé de hacerlo, o no quise o no pude soñar por los dos, el tiempo también les dio la razón al alejarles de mí.

Porque el tiempo lo cura todo... aunque las cicatrices se queden para siempre.

jueves, 17 de mayo de 2012

Love of lesbian



"Cuatro mil días después de aquel año obcecado
detecto que al fin te dignaste
a cumplir con la cita inaudible,
y me alegro, y me enfado a la vez.

Después de estudiar con cuidado este caso
ejerciendo a la vez de fiscal y abogado,
de juez imparcial,
sentencio lo nuestro
diciendo que el fallo más grande
pasó por guardar
solamente los días más gratos
y olvidar los demás...."

Estos días no dejo de pensar en los últimos días, qué distintos fueron para cada uno de los dos. El tiempo acaba por erosionar cada uno de los recuerdos hasta redondear todas las aristas, el tiempo se vuelve casi siempre el peor aliado, el mejor enemigo.

Estos días, me muevo por lugares extremos, me remonto a las últimas consecuencias y sólo veo un gran surco por donde antes corría el agua. Tiene gracia que ahora el agua sea lo más importante en mi vida pero no llena el cauce de lo que pudo ser muy bien, nuestra vida.

Tengo la corazonada de que nos volveremos a ver algún día. No lo deseo, pero el dios de las casualidades me ha enseñado que es él el que manda y tiene propensión a ponerme antes problemas irresolubles o que se solucionan a destiempo. Sé que nos volveremos a ver y que las circunstancias habrán cambiado, que tú y yo habremos cambiado. 

Ahora es tiempo de irse, de abandonar esta última promesa sin cumplir. 

Por si acaso, llama. Nunca se sabe. Así sabré que aún me lees.

Nunca he perdido la esperanza de que las últimas palabras fueran ciertas y que, a pesar de todo, aún me echases de menos.

Nunca sabré si las cosas hubieran funcionado. Últimamente las cosas me funcionan bien. Raro, pero me he esforzado tanto... quizá las cosas vayan cuajándose poco a poco. El caso es que creo que el tiempo me va a acabar dando la razón, ¿pero quién quiere la razón después de todo?


sábado, 12 de mayo de 2012

Cuenta atrás


Buscando un archivo antiguo en hotmail he ido atrás en el tiempo, como un arqueólogo excavando capas, encontrándome mails y reviviendo momentos que los rodearon. He ido encontrando personas que pasaron por mi vida, algunas fueron sólo estrellas fugaces, otras meteoritos que al impactar contra mi superficie, extinguieron toda vida posible.

Ya no queda casi nadie. Mirando hacia atrás me he dado cuenta de lo mucho que he cambiado y de lo poco que he cambiado, de lo pretencioso que he sido, de lo mucho que he perdido y de lo que me ha supuesto darme cuenta de ello. También me he dado cuenta de que hace un tiempo era una persona que casi merecía la pena.

Pero esencialmente sigo siendo el mismo, y me he reencontrado también con el hombre que fui, a través de mis mails divertidos. Y me han dado ganas de volver a dar alas a toda esa alegría que vivía dentro de mí, y que, ahora caigo, que me definía y hacía felices a los que estaban a mi alrededor.

Anoche estuve con buenos amigos y, la verdad, sentí algo que hacía tiempo que no sentía. Era como si volviera a ser yo mismo. Bueno, no del todo. Y hubo un momento en el que me dieron ganas de sentarme en una terraza a tomar algo y eso... eso hacía mucho tiempo que no me apetecía.

Supongo que las cosas suceden de una forma sutil, que la alegría no aparece un día, sino que se va filtrando a través de la piel hasta, quizá, llegar al hueso. Y yo creo que a veces debemos sentirnos tristes por las pérdidas y hay que escuchar al ser triste que nos habita, nunca sabes cuánto tiempo va a estar ahí de protagonista, pero un día algo cambiará y te hará cambiar, y tendrás ganas de volver a involucrarte con la alegría y entonces, entonces quizá se empiecen a abrir una tras otra todas las puertas.

Cometí algunos errores que he pagado y cometí otros errores que pagaron otros.

Pero eso quedó atrás, encerrado en uno de esos destinos que no sé si siguen abiertos o están definitivamente empaquetados e impermeables.

No sé si la llegada del buen tiempo ha tenido que ver algo en esto. Supongo que sí.

También que las perspectivas de mi trabajo hayan abierto una puerta a la esperanza después de tanto tiempo luchando en la misma dirección.

Espero poder seguir dando guerra y esta vez sí, dar rienda suelta a la novela.

Sí, ya va siendo hora de cerrar otro destino.



viernes, 11 de mayo de 2012

Cosas que sólo se ven por el retrovisor

No sé qué escribir. Quizá que las cosas se van solucionando, que ya está encarrilado casi todo lo de la capitalización de la empresa y tarde o temprano las cosas irán de una forma más o menos ordenada. He pasado de no tener ningún trabajo a tener tres, de no tener ningún proyecto en firme a tener cuatro, de pensar que no tenía solución y perdería el piso a tener la posibilidad de cancelar al menos uno de los préstamos. Y eso sin empezar todavía a vender la máquina.

El martes fui a un río a probarla y todo salió bien, nos filmaron para un programa de economía, en la sección de emprendedores. Ya existen los primeros interesados y las primeras empresas que quieren distribuirla. Y yo que he tenido que disparar en tantas direcciones... y ahora... esto.

No sabría cómo decirlo, pero al mismo tiempo que existe un sentimiento de alegría y de alivio, aparece una especie de tristeza de baja intensidad, algo así como "ya ha pasado todo" aunque tarde aún un tiempo en que se concrete, algo así como si ahora pudiera llorar toda la desesperación que no he podido demostrar porque necesitaba ser fuerte, no hundirme.

Ahora sí. Ahora estoy seguro de que todo va a salir bien. Tan seguro estoy que me parece mentira que pueda existir una vida sin las estrecheces que tiene (aún) la que he vivido estos cuatro años.

Si miro hacia atrás veo que debería tener las cosas muy claras para llegar hasta donde he llegado, y vivir el proceso: la tristeza, la esperanza, la desilusión, la incomprensión, la perseverancia y hasta la rabia. Doy por bueno todo lo ocurrido, doy por buenos los adioses y los "eres un iluso".

Incluso los técnicos que llevan quince años en esta tecnología han calificado de "milagro" lo que he ideado, montado y he hecho funcionar. Es más, quieren que me implique en el desarrollo de sus equipos en el otro lado del mundo.

Creer en uno mismo es la mejor de las inversiones. El conocimiento el mejor de los caminos. Da igual si lo buscas en el desván de tu casa o a través de las ventanas al mundo de internet.

Nunca me conformaré con un empleo cuando puedo hacer tanto, crear tantas cosas, ver y sentir con las propias manos cómo toman vida los sueños... quizá es un camino solitario pero increíblemente motivador.

Al principio pensé que lo podía transmitir a la persona que estaba a mi lado. Pero no todos pensamos de la misma forma, no todos tenemos la misma idea de cómo debe ser nuestra vida. El tiempo nos dará la razón o nos la quitará según la vivamos, según nos vayan ocurriendo cosas. Quizá necesitemos vernos apurados para comprender al que lo está, quizá necesitemos perder el trabajo y no encontrar otro en dos años, para poder pedir perdón a los que llamamos "vagos" cuando veíamos que no encontraban un empleo, no encontraba su sitio.

Nunca vamos a poder controlar lo que nos va a pasar... quizá podamos apostar por lo que queremos que nos pase.

Recuerda que somos gotas de agua en un océano agitado.

Y que eguimos siendo el niño que no quería ir al colegio, que soñaba con los mares del sur de las novelas de Julio Verne.




Ya he empezado a reescribir, por las noches, algunos de los capítulos de la novela. Necesitaba estar seguro de que era una buena idea... necesitaba que me saliera bien algo en lo que había creído para poder creer en un puñado de palabras y de personajes.


miércoles, 9 de mayo de 2012

Días ajetreados



Días ajetreados... locos, de muchas palabras, de lugares perdidos en los mapas, de escotes por donde asomarse a la luna, noches sin dormir.

Sé que estarás ahí cuando todo esto acabe.

Que hablaremos sentados en un banco de algún parque o en una terraza junto a la playa, que el tiempo y tu risa se diluirán y se desharán como el azúcar y el hielo de una caipirinha, que todos estos momentos invisibles a los ojos del otro serán cortes cicatrizados en nuestra piel. No pienso preguntar y no me importará que me preguntes, cuando con  las yemas de tus dedos me recorras las arrugas. Tengo voz para acallar tanto silencio, tanta como palabras hechas de olas tiene el mar para susurrar en el oído al cielo.

Cabe todo lo que soy en una mano y sin embargo no puedo poner límites a mi casa.

Anoche el mundo se perdió tras una esquina y no sé cuándo volveré a verlo de nuevo... sospecho que será dentro de mucho tiempo, pero mientras ocurre eso, mi vida se volverá incierta y le faltará ese algo que tú le hubieses dado.

Voy a tener una vida interesante, no exenta de tristezas, pero saber que estás en alguna parte, me tranquilizará aunque no te piense.

Aunque no me sepas.

Aunque necesitemos quince mil kilómetros para regresar al punto de partida.

martes, 8 de mayo de 2012

Un lugar en el otro lado del mundo


Un día te das cuenta de que los espíritus ancestrales tienen sus propios planes, que todas las coincidencias del mundo son sólo una y que ésta forma parte de un algo predeterminado, como si todas las vidas estuvieran conectadas, de verdad, a través de una red.

Un día, al hablar con alguien que vive a miles de kilómetros, sabes que el destino es algo estrecho, oscuro, y al mismo tiempo libre.

No sabía el porqué de toda esta obsesión de estos años. Entonces, alguien concentra muchas cosas de las que me han sucedido en estos años en una sola palabra y en un sólo lugar... a quince mil kilómetros de mi casa. Y el nombre de una pequeña ciudad concentra hasta tres coincidencias directas.

Un escalofrío recorre mi cuerpo. Le digo que lo repita. Me dice "mis abuelos son de allí, mi padre creció allí, trabajó allí".

La otra punta del mundo, Julio Verne, eones de eones de tiempo y nieve, la punta más oriental y el nacimiento de una niña hace treinta años y el nacimiento de otra niña hace apenas dos. Todo queda ahí, como piezas de un mismo puzzle que me da miedo juntar porque daría como resultado una fotografía rota por la mitad.

Durante la noche no puedo dormir dándole vueltas a ese asunto. Los espíritus ancestrales vienen a visitarme a mi cama en silencio. Les pido que me ayuden pero siguen sin decir nada. La luna y las nubes me piden noches de bosque, que le consulte al lobo y a la espesura. "Allí quizá encuentres una respuesta". Les hago la pregunta que me atormenta con la esperanza de que esta vez me hablen. "¿Mi vida estará incompleta por no haber cerrado el destino?"

El espíritu del agua de la tierra me dice que los destinos son múltiples, que no existe un único destino, que todo se mueve por ciclos y que puede que nunca cierre ese destino... "pero cerrarás otros" me dice.

Entonces le pregunto si no estaré equivocando el mío, el de ahora. Y entonces sonríe. Y me dice... "no equivocas el destino, ya sabes qué es lo que hace que no haya llegado".

Paso toda la noche en vela, hablando con el espíritu del agua de la tierra. A las seis de la mañana, cuando el espíritu del sol amanece, le da un palmada en la espalda y le dice "ya es hora". Se despide de mí como un buen amigo y le pregunto si volveremos a hablar. "Siempre que quieras. Siempre he estado a tu lado"

Dentro de unas horas iré a un río a probar la máquina que juntó, al menos dos corazonadas, algo que estaba  destinado, como estaba destinado a conocer a varias personas. Tenía que hacer ese viaje para conocerme, para saber qué está fuera y qué está dentro de mí.

Sigo sin saber qué hacer con todo esto.

También sé que pude haber hecho poco para cambiar lo que sucedió. No sé, quizá sí. Ahora el pasado no se puede cambiar.

Pero ahora creo que ya sé qué tengo qué hacer.

Todo esto me resulta muy extraño. Yo nunca había creído en el poder de los espíritus ancestrales... pero ahora... ahora me rindo a la evidencia.

Sé que puedo parecer un paranoico y puede que sea cierto... pero si os hubiera pasado lo que me pasó ayer no podríais cerrar los ojos...

... lo bueno de todo esto es que había recorrido esas calles con el Google Streetview hace unos meses... antes de que las coincidencias cristalizaran... demasiadas cosas... para un alma tan pequeña.

sábado, 5 de mayo de 2012

El domador de sueños


No quiero escribir. Hace días que se me hace muy cuesta arriba pensar en algo que dejar en el blog. La última entrada la borré porque no me gustó lo que veía de mí ahí.

No soy el que era. O quizá sí y lo que ocurre es que ahora me veo con ojos más cercanos a la realidad. El caso es que todo parece ir a mejor. El martes me hacen un reportaje en la tele para un canal local mostrando la máquina. Y ya hay varios inversores que quieren apostar por todo ello. Creo que la cosa va a ir bien, es decir, en breve se me da la oportunidad de salir de mis estrecheces económicas. Creo que podré salvar el piso aunque tendré que alquilarlo e irme a vivir a otra parte. Extrañaré este piso, sus escaleras diabólicas y sus espacios a medio llenar. Me da pena pero, probablemente, sea la única forma de salir de todo esto.

Ha pasado mucho tiempo desde que todo esto debería haberse puesto en marcha, pero imagino que mi tozudez y mis indecisiones son más grandes que yo. Por un lado me ayudan a no dejar de perseguir nunca mis sueños, por otra parte me condenan a un día a día siempre proyectado hacia la esperanza, hipotecando el presente.

Me pregunto si en el resto de cosas que pasan en mi vida ocurrirá lo mismo, que todo esto que me pasa de la tristeza sólo es una especie de tozudez de buscar la alegría, algún día, cuando se den las condiciones... cuando llegue la persona que invierta (que crea) en mí.

Estos días de puente han sido tristes, tristes con motivo y sin más motivo que no ser alegres. Tampoco me puedo exigir mucho, pero ha resultado ser algo así como un descanso y probablemente los descansos entre tanta tensión y sin poder hacer planes más allá de salir a caminar por el campo, hacen que me venga un poco abajo. Quizá necesite siempre estar haciendo cosas para no encontrarme ante la realidad, eso de no dejar de pedalear porque si lo haces te caes de la bicicleta.

El caso es que las cosas parece que van a resolverse pronto y eso es algo que debería alegrarme, pero como aún no hay nada firmado, prefiero no sentirme aliviado hasta haber podido vivirlo con la piel y respirando mejor. En los últimos años he asistido a momentos en los que parecía que por fin alcanzaba ese estado y los socios que querían ser socios míos, se retiraban en el último momento, los que decían ser amigos eran sorprendidos en traiciones flagrantes, las personas que parecía que me querían no lo hacían...

Supongo que tantas personas distintas, tantas áreas distintas, tantos momentos distintos con el mismo resultado indica que el problema soy yo. Y puede que así sea. Pero si he de ser sincero, me alegro de no haber seguido en ninguno de los casos. No los negocios eran limpios, no me iba a entender nunca con esos socios y mi vida junto a esas personas que decía que me querían hubiera sido un sin vivir.

Lo que ahora se abre frente a mí no tendría razón de ser si mi pasado hubiera quedado atrapado en cualquiera de los remolinos en los que me metí queriendo hacer lo que ahora voy a hacer por mi cuenta. Solo, aunque no del todo, esta vez dirigiré yo el timón.

Una de las cosas de las que estoy orgulloso es de mi visión del mundo. Predije la democratización energética que ahora los gurús ya atisban (se han dado en los morros), la importancia del agua, tanto de la desalación como de la reutilización. Y ahora veo otra revolución... la de los materiales (fibras y polímeros) de origen vegetal. Y si de algo estoy orgulloso es que he creído en esa nueva revolución industrial y lo he hecho hasta el final y casi me dejo la piel en ello. Creo en el otro mundo más allá de los países amuermados e hiper-normativizados, es decir, en los países cuya esperanza es el único motor. Si hubiera tenido un trabajo no hubiera salido a buscar el mundo como mi amado Julio Verne, si hubiera tenido una pareja o una familia, la hubiera priorizado sobre mis sueños personales.

No sé cuál es el precio que he pagado por ello, o que pagaré en un futuro. No sé si será demasiado alto o demasiado bajo, ni quién pondrá el nivel para determinarlo. Lo que sí sé es que este proceso, visto con perspectiva, me habrá ayudado a comprender mejor el mundo, a valorar la fuerza de los deseos, a defender qué quieres ser en tu vida, cómo vas a pasar por este mundo.

Si aportando algo a la humanidad (aunque sea un poco de comprensión) o intentado acumular algo tan intangible como es la riqueza.

Sé que en boca de un misántropo como yo, algunas afirmaciones no son demasiado creíbles. Quizá no odie tanto al género humano como creo, quizá sólo odio a aquellos que no sólo no ven el mundo como un escenario donde no perseguir sueños sino que les molesta que otros lo crean.

Lo que he aprendido, no sé si me servirá para el resto de mi vida, es que para ciertas personas, el único motor que les vale es aquél que mueve su corazón por la senda de los deseos. Si miras a tu alrededor ahora mismo, todo aquello que es artificial, antes de tomar forma, fue el sueño de alguien. Por tanto, atrévete a desear y a materializar tus deseos. No sabes lo gratificante que resulta hasta que no lo intentas.

De profesión: domador de sueños.