sábado, 5 de mayo de 2012

El domador de sueños


No quiero escribir. Hace días que se me hace muy cuesta arriba pensar en algo que dejar en el blog. La última entrada la borré porque no me gustó lo que veía de mí ahí.

No soy el que era. O quizá sí y lo que ocurre es que ahora me veo con ojos más cercanos a la realidad. El caso es que todo parece ir a mejor. El martes me hacen un reportaje en la tele para un canal local mostrando la máquina. Y ya hay varios inversores que quieren apostar por todo ello. Creo que la cosa va a ir bien, es decir, en breve se me da la oportunidad de salir de mis estrecheces económicas. Creo que podré salvar el piso aunque tendré que alquilarlo e irme a vivir a otra parte. Extrañaré este piso, sus escaleras diabólicas y sus espacios a medio llenar. Me da pena pero, probablemente, sea la única forma de salir de todo esto.

Ha pasado mucho tiempo desde que todo esto debería haberse puesto en marcha, pero imagino que mi tozudez y mis indecisiones son más grandes que yo. Por un lado me ayudan a no dejar de perseguir nunca mis sueños, por otra parte me condenan a un día a día siempre proyectado hacia la esperanza, hipotecando el presente.

Me pregunto si en el resto de cosas que pasan en mi vida ocurrirá lo mismo, que todo esto que me pasa de la tristeza sólo es una especie de tozudez de buscar la alegría, algún día, cuando se den las condiciones... cuando llegue la persona que invierta (que crea) en mí.

Estos días de puente han sido tristes, tristes con motivo y sin más motivo que no ser alegres. Tampoco me puedo exigir mucho, pero ha resultado ser algo así como un descanso y probablemente los descansos entre tanta tensión y sin poder hacer planes más allá de salir a caminar por el campo, hacen que me venga un poco abajo. Quizá necesite siempre estar haciendo cosas para no encontrarme ante la realidad, eso de no dejar de pedalear porque si lo haces te caes de la bicicleta.

El caso es que las cosas parece que van a resolverse pronto y eso es algo que debería alegrarme, pero como aún no hay nada firmado, prefiero no sentirme aliviado hasta haber podido vivirlo con la piel y respirando mejor. En los últimos años he asistido a momentos en los que parecía que por fin alcanzaba ese estado y los socios que querían ser socios míos, se retiraban en el último momento, los que decían ser amigos eran sorprendidos en traiciones flagrantes, las personas que parecía que me querían no lo hacían...

Supongo que tantas personas distintas, tantas áreas distintas, tantos momentos distintos con el mismo resultado indica que el problema soy yo. Y puede que así sea. Pero si he de ser sincero, me alegro de no haber seguido en ninguno de los casos. No los negocios eran limpios, no me iba a entender nunca con esos socios y mi vida junto a esas personas que decía que me querían hubiera sido un sin vivir.

Lo que ahora se abre frente a mí no tendría razón de ser si mi pasado hubiera quedado atrapado en cualquiera de los remolinos en los que me metí queriendo hacer lo que ahora voy a hacer por mi cuenta. Solo, aunque no del todo, esta vez dirigiré yo el timón.

Una de las cosas de las que estoy orgulloso es de mi visión del mundo. Predije la democratización energética que ahora los gurús ya atisban (se han dado en los morros), la importancia del agua, tanto de la desalación como de la reutilización. Y ahora veo otra revolución... la de los materiales (fibras y polímeros) de origen vegetal. Y si de algo estoy orgulloso es que he creído en esa nueva revolución industrial y lo he hecho hasta el final y casi me dejo la piel en ello. Creo en el otro mundo más allá de los países amuermados e hiper-normativizados, es decir, en los países cuya esperanza es el único motor. Si hubiera tenido un trabajo no hubiera salido a buscar el mundo como mi amado Julio Verne, si hubiera tenido una pareja o una familia, la hubiera priorizado sobre mis sueños personales.

No sé cuál es el precio que he pagado por ello, o que pagaré en un futuro. No sé si será demasiado alto o demasiado bajo, ni quién pondrá el nivel para determinarlo. Lo que sí sé es que este proceso, visto con perspectiva, me habrá ayudado a comprender mejor el mundo, a valorar la fuerza de los deseos, a defender qué quieres ser en tu vida, cómo vas a pasar por este mundo.

Si aportando algo a la humanidad (aunque sea un poco de comprensión) o intentado acumular algo tan intangible como es la riqueza.

Sé que en boca de un misántropo como yo, algunas afirmaciones no son demasiado creíbles. Quizá no odie tanto al género humano como creo, quizá sólo odio a aquellos que no sólo no ven el mundo como un escenario donde no perseguir sueños sino que les molesta que otros lo crean.

Lo que he aprendido, no sé si me servirá para el resto de mi vida, es que para ciertas personas, el único motor que les vale es aquél que mueve su corazón por la senda de los deseos. Si miras a tu alrededor ahora mismo, todo aquello que es artificial, antes de tomar forma, fue el sueño de alguien. Por tanto, atrévete a desear y a materializar tus deseos. No sabes lo gratificante que resulta hasta que no lo intentas.

De profesión: domador de sueños.

1 comentario:

Kaoki dijo...

Quizás el secreto radique en saber disfrutar ya el presente. Es, para ti, cuanto menos, prometedor, no?

Siempre aparecerá en nuestras vidas quien nos alegre, quien nos desilusione. Quizás nuestras vidas sean una gran obra de teatro, y cada persona que ha sido alguien en ella forma parte de un guión predeterminado. Son lo que son. Y todos nos aportan alguna enseñanza. Quizás sólo vienen para enseñarnos que se pueden ir en cualquier momento...

Por eso es un tremendo error poner tu felicidad en manos de alguien ajeno a ti mismo. Mirate hacia dentro y reconoce que te gusta cómo eres... puede ser que no te guste cómo estás, pero sé que te gustaría ser amigo de una persona como tú... o me confundo?

Y si no me confundo, es que algo estás haciendo bien.

Muxu bat
(ya ves, siempre he pensado que los sueños no se podían domar, porque dejaban de serlo)