miércoles, 29 de febrero de 2012

Los tres universos paralelos que elegiría

Special K para desayunar. Son los cereales que más me gustan, creo que porque no están demasiado dulces, ya sabes, tampoco austeros, con la leche desnatada porque el médico me dijo que debía perder peso. Hubo un silencio tenso entre los dos, entre otras cosas porque el tío está orondo como un tonel... "¡Hombre! Practica con el ejemplo" le dije. Como consecuencia de la cara que puso no sé si tomarme las pastillas que me ha mandado para bajar el nivel de colesterol por las mañanas o dejarlas en un cajón hasta el día en que decida envenenarme. No me importaría morir, imagino que en unos cuantos universos paralelos ya he muerto y, por tanto, tengo conciencia de la muerte, de que los que se fueron siguen vivos junto a mí en otro tiempo, otro espacio, otra percepción de todo en conjunto.

Confío en que, en algún universo paralelo exista un toni con el colesterol a niveles normales, con una cuenta corriente sin números rojos, un toni al que no condene a la miseria el lobby de los yakuzas (es decir: los bancos) y en el que pueda ir de vacaciones, un universo paralelo en el que ella no se hubiera ido con otro, en el que no merezca todo esto, en el que acabara mi novela y yo, desde este otro universo, la leyera como si no la hubiera escrito yo y pensara "No escribe mal, este sujeto". Un universo paralelo en el que la gasolina no estuviera a 1, 42 €, ni mis padres hubieran envejecido prematuramente por culpa de la preocupación que, a mis cuarenta años, les supongo.

En ese espacio-tiempo infinito de infinitas posibilidades ahora vivimos juntos, yo escribo en otro blog que se llama igual a éste, palabras con esperanza, y tengo hijos, y Ulises y Penélope corren libres por los tejados y vuelven a casa para la merienda. En otro mundo los vasos siempre están medio llenos y mi invento riega el mundo para darle más vida. Y sueño con la incertidumbre de otros mundos y me levanto por la mañana sabiendo que es un sueño. Y nunca tengo migraña.

Y no me detengo ante nada.

Y hablo más y vivo más y pienso menos.

Y el bicho duerme, se está quieto, se encuentra perdido, drogado hasta las cejas de la morfina que le supone mi sensatez.

Pero te ha tocado vivir en éste. Conmigo. Leerme palabras de desaliento, acompañarme en la pérdida, te ha tocado el toni pobre y solo, que vive bajo la inercia de la esperanza sin alcanzarla nunca, pero piensa que, en otro universo paralelo yo estaría en tu lugar y quizá tú en el mío y yo te seguiría leyendo, porque aunque no lo creas, seas quien seas, estés donde estés, siento que viajamos juntos, que si sacaramos la mano por la ventanilla del vehículo que viajamos, podríamos darnos la mano el uno al otro, habitantes de universos distintos.

Compañeros de viaje infinitos.

Amantes bajo la sábana de las estrellas.




martes, 28 de febrero de 2012

Del agua impresa en la sal marina de tus ojos

Esta tarde que se vuelca sobre mi destino como si quien vacía un saco de arena en una hormigonera para que termine siendo duro cemento, me vierto, me deshago, me abro por el medio como una naranja, dos nubes que se separan para dejar al descubierto la luna, una voladura que arranca a la montaña la piel desde dentro.

Sigo pensando que me he equivocado de vida y que, en realidad, yo debería haber sido otro hombre, distinto del que soy ahora. Quizá el tiempo hubiera hecho una muesca más en las tres o cuatro que hieren mis huesos y tú estarías más cerca, o no tan lejos, te hubieras quedado conmigo, espero que lo que ganaste compense lo que perdiste, no me respondas, sé la respuesta y la sé con todo lujo de detalles. Es por eso que me da rabia, porque no luché contra gigantes, sino contra molinos y ya se sabe que los molinos son inmortales, no luché contra otro, luché contra tu concepción del mundo. Lo juro, sé que poco pude hacer. Si no pude hacer nada para compartir cosas con alguien con quien me entendía tanto, creo que ya no lo haré con nadie. Por eso esta tarde se vuelca sobre mi destino, ahogándolo, no quiero hacer nada con la sangre en caliente.

Me voy. Hace tiempo que lo decidí pero ahora ya no hay vuelta a atrás, sólo es cuestión de tiempo, de la certeza adecuada en el momento menos oportuno.

Y vuelo, con el mejor de los vientos hacia el precipicio más alto. Al principio creía que podría salir volando pero ahora ya sé que no, que después sólo hay una gran caída. Y en este instante, en esta tarde de febrero, empujado por el sueño de un viento imaginado, me elevo o me hundo (da lo mismo) en el océano de todo aquello que pude haber sido y no fui.

Y sí, me arrepiento de muchas cosas, y entre ellas, de la que más me arrepiento es haber sobrevivido.

cosas

domingo, 26 de febrero de 2012

Un mundo de colores

Empiezo a encontrar le camino, dicen que el último paso es la aceptación. Estos últimos días han sido como el canto del cisne, una última avalancha de recuerdos, de reproches hacia mí mismo, de volver a la culpa y estrellarme contra el muro de la realidad sin vuelta a atrás.

Espero que este día en el que dejo a un lado lo que pudo haber sido sea el primero de lo que va a ser. Sí, hubiera muerto por ella y seguía haciéndolo día tras día, condenándome y ajusticiándome constantemente. La acpetación de que las cosas son así, de que yo pude haber cambiado las cosas pero no lo hice, me trajo esta tristeza que he sido imposible de quitarme de encima.

Creo que en la vida te vas a enamorar muy pocas veces, una o dos como mucho, en fin, yo tendré que vivir con ello toda la vida, pero que hoy cambian las circunstancias, y las circunstancias me acompañarán de aquí en adelante.

Hasta ahora me me castigaba, y hoy dejo de hacerlo. Imagino que tendré recaídas, imagino que el tiempo acabará por dictar una nueva sentencia, pero yo ya no, ya no soy quién para juzgarme. Creo que ya está bien.

Uno se imagina que su vida hubiera sido mucho mejor si hubiera seguido otros derroteros, pero en el fondo, intuyo que no hay ni buenos ni malos. A veces, las cosas a nuestro alrededor se convierten en crueles, pero ¿qué le vamos a hacer?

Quizá hoy empiezo a aceptar que ya nada volverá a ser como antes. Y algo así como una calma tensa se genera dentro de mí, me duele renunciar definitivamente a una posibilidad por remota que fuera, pero no puedo estar gastando mis energías en intentar atrapar el viento con un cazamariposas. No depende de mí. Nunca dependió de mí.

No sé qué me depara el futuro. He luchado duro, he perdido mucho de lo que más he querido por obcecarme en seguir adelante. No sé hasta dónde merece la pena haberlo hecho y si haber renunciado hubiera cambiado las cosas a la larga. Pero aquí estoy. Diría que no me arrepiento de nada pero mentiría. Me arrepiento de palabras que dije y de no haber sabido cómo contestar a otras. Estoy aquí. En ese punto en el que puedo empezar de nuevo.

Sin miedo. Ya casi no tengo miedo. No tengo miedo porque no hay marcha a atrás y porque el destino no puede añadir más piedras al camino. Cuanto menos tienes que perder, menos miedo envuelve a tus decisiones.

Pasaré por este mundo aportando colores al gris del futuro. Y convertiré en agua potable el agua en lugares remotos... y quizá siga echándola de menos, pero habrá valido la pena haber llegado a ese punto en el que todas las vidas que se salven con mi invento me compensen la vida que perdí en el instante que morí por ella.

Ahora estoy vivo.

Después de mucho tiempo empiezo a sentir que hay esperanza.

Aunque tus fotos me quemen aún las retinas, por mucho que no quiera borrarlas.


sábado, 25 de febrero de 2012

Estrellas y auroras boreales.

Temporal Distortion from Randy Halverson on Vimeo.

Recomiendo apagar la luz, bajar las persianas, es decir, buscar una oscuridad y agrandar la pantalla hasta lo más grande que se pueda.



Gracias St, cuando me llegó tu enlace, me llené de paz durante esos escasos minutos.

viernes, 24 de febrero de 2012

¿Qué nos diremos cuando a causa del otro nos encontremos algún día en el infierno?

Pierdo la guerra, ganas la guerra. Así es, pero sigo sin rendirme. No pienso rendirme, vas a tener que venir a por mí. Tienes todo el tiempo del mundo, la calle y el número de donde vivo. Tienes todo el espacio, millones de galaxias girando sobre sí mismas creando una banda sonora de susurros que ni tú ni yo entendemos. Sigo mi guerra, das por ganada tu guerra, se me hace extraño luchar contra alguien invisible, alguien que gana por incomparecencia.

Me bombardeo a mí mismo desde la altivez que siempre me mostraste, buscando tu rastro en la estela de vapor de agua que dejan las nubes que van hacia donde el este, en un camino de hielo que tú odiabas y que en mí era costumbre, y arraso mi alma con el napalm del deseo de tus labios abrasando esta piel que sólo la tuya calma, que sólo tú inertizas.

Me niego con la cabeza que tú seas el veneno y el antídoto al mismo tiempo, me niego a caminar miles de kilómetros para morir por ti y que tú me mires con la condescendencia del que gana al vencido, como si en realidad ya no te importara esta guerra nuestra.

Pero tu cuerpo me llama, como le llama el Sur a las aves migratorias cuando llega el otoño, me gustaría quedarme esperando hasta la primavera en algún refugio que me salvara de tu nombre, pero intuyo que letra a letra, va recorriéndome por dentro, sumergidas en mi torrente sanguíneo, adosadas en un ventrículo, pegadas en algún pliegue del cerebro. Me abrí y quise extraerlas con unas pinzas, pero me desangraba y tuve que coserme todavía contigo dentro. Me pregunto si tú estarás buscando tu nombre por tu casa, como cuando perdías las llaves y las encontrabas en el lugar más impredecible o si lo dejarás en la cesta de la entrada, junto con todo lo eres y dejas de ser una vez sales de casa.

Y si recordarás algún día en que tu nombre te lo dejaste dentro de mí, convirtiéndome en un morfinómano, en un mártir suicida en potencia, en alguien que necesita un transplante completo de esperaza.


martes, 21 de febrero de 2012

Dame tu fuego



He caminado toda la noche por tu espalda, haciendo senderos entre lunares de fuego, queriendo saber si pertenece a mi destino lo que una gitana me dijo: "Nunca olvides que la luna es de piedra y los cuerpos son de plata". He caminado toda la noche a tientas, haciéndome un mapa que sólo pueda ver con la luz apagada, con los ojos abiertos, bajo un cielo de nubes de sábanas.

Te he recorrido como con las palmas de mi mano, sublevando tu piel, erizando la superficie de tu alma hasta atravesar la mía, sabía que estabas hecha de espinas, que dueles con sólo mirarte, como si segregaras un ácido invisible que me seca todo. Aún así no puedo dejar de pensar en escanear tu boca con mi lengua, ahora conozco la atracción que siente el pirómano por el fuego, en cualquier momento arderé bajo la piel hasta calcinarme los huesos.

Me inquieta que ocurra todo esto sin que hayas pronunciado ni una sola palabra, que el sólo hecho de ser y estar sea tu crímen y mi condena, sé que no sobreviviré a ello, sabes que no viviré para contarlo y aún así te cojo por la muñeca y te pido que me des una explicación coherente. Abres tus ojos enormes, me miras con condescendencia y sonríes como Gilda a Glenn Ford mientras de tu boca salen dragones, adormilados y perdidos, llevándose con ellos el testigo mudo de tu resaca, me dices que me pongo muy varonil cuando me enfado. No estoy enfadado. Me dices que yo siempre parezco enfadado y te revuelves en la cama.

"Tengo ganas de que me abraces" me dices, ya sabes que soy de esa clase de hombres que no hacen lo que les dicen que hagan, más o menos como tú, tú eres aún peor: tú siempre haces lo contrario de lo que desean los demás. Yo quería que conmigo fuera distinto, no quería acabar como todos los demás. Una sola cosa te pedí: que no me hicieras lo mismo que a los otros. Quería sentirme especial aunque lo único que me distinguiera fuera la forma en que todo acabara.

Me acerco lo suficiente como para que seas tú quien me abrace, mi cuerpo se abrasa mientras tú te desperezas como un gato, mientras me miras como si fueras a devorarme por dentro, te miro como si fuéramos a pelearnos hasta que uno de los dos muera. Sigo siendo más fuerte que tú, sigo pudiendo aplastar tus brazos contra el colchón. Esta vez no va a quedar ninguno de los dos en pie, esta vez te voy a follar hasta que ninguno de los dos merezca volver a respirar.

lunes, 20 de febrero de 2012

Burbujas de tiempo que encierran palabras


Hace días que quiero escribirte una carta, como aquellas que escribía para ti y tú nunca supiste que existían, como todo lo que está escrito en este blog desde que te conocí(confiésame que sabes que lo escribí pensando en ti). Hace días que me gustaría encontrar las palabras que volvieran a abrir tu corazón, me he ido haciendo mayor sin darme cuenta, todo este tiempo, todo este tiempo desperdiciado, me pesa tanto...

Sé que el destino nos tiende caminos separados pero ahora que el tiempo ha pasado, no te lo creíste cuando te lo dije, espero que sepas que te quise tanto... Tú irás por el camino que siempre tuviste trazado y podrás hacer que otro ocupe mi sitio porque no es difícil encontrar a alguien mejor que yo. Y yo me iré muriendo lentamente, en mañanas como ésta, en las que sé quién soy durante demasiado tiempo.

El cielo girará sobre sí mismo y me olvidarás un poco más en cada ciclo, mi rincón se irá haciendo más pequeño en el desván de tus sueños y perderemos la consciencia de lo que fuimos. Yo mendigaré palabras en las calles del silencio cada vez que tu nombre me asalte de forma inesperada en la cola de un cine o en una lista de teléfonos antigua, entiende que las cosas sean así: una fábrica de olvido a punto de cerrar por impagos.

A veces volvería al preciso instante en el que me borraste de tus tareas diarias y otras no me iría cuando pensé que no tenía otra salida que irme. Odio todo lo que tiene que ver con lo que me recuerda a ti, hasta caminar por las calles que recorrimos juntos durante tan poco tiempo.

Quizá la noche traiga el recuerdo de los hijos que no llegamos a educar, tal vez el día nos traiga certezas mayores, quién sabe. Hubiera sido un mal padre, los hubiera consentido, ya sabes, siempre fui un blando con los niños. Siempre pensé que saben que el cariño no está reñido con las normas, quizá fue eso, a ti te sobraban normas y a mí faltó poder demostrarte hasta qué punto podías contar conmigo.

Pero deja que esta mañana, este viento, nos enfríe la cara. Nunca estuvimos más lejos el uno del otro que ahora, ni todo el tiempo que pasó entre la primera vez que nos gustamos y el tiempo en que fuimos amigos. Quizá el universo se vuelva loco y dentro de unos años nos encontremos en otras circunstancias y podamos hablar de nuevo.

Esta luz que entra por la cristalera de la terraza me está envenenando de ti, de aquellas veces en que supuse que comprendías que sólo necesitaba una señal para creerte cuando tú tampoco decías que me querías.

Sigo intentando escribirte una carta bonita... como todas aquellas que nunca leíste... como aquellos posts inspirados en ti, en esa ella que eras tú sin tú saberlo, aunque sé que siempre lo sospechaste.

Sigo intentando encontrar las palabras.

Lo juro.

Empiezo a pensar que te las llevaste contigo.

¿Por qué?



Sigo buscando la forma, las palabras, la magia. Voy detrás de ellas pero se me escapan, debería habérmelas atado a la muñeca como un globo de helio, aquellos brillantes con una cara de Mickey o con forma de delfín. Deberíamos atarnos la magia a la muñeca para que no saliera volando nunca.

El fin de semana me lo he pasado rehaciendo el business plan, en breve tendré que presentarlo delante de inversores. Cuanto más lo pienso menos ganas tengo de volver a ser empresario. No va conmigo, tampoco va conmigo escribir. Debe de ser la crisis de los cuarenta. Tengo más o menos claro cómo me gustaría que fuera mi vida y no sé si con esto seré capaz de llevarla a buen término.

Hace tiempo que sé que se me he secado, que ya no tengo alma, me cuesta seguir hacia adelante, no es por el insomnio acumulado, es por todo lo que es mi día a día, este trabajo sin presente, este sobrevivir a medias. Se me hace extraño todo esto, sentir que no estoy vivo sin estar muerto. A veces dormiría con la ropa puesta, me dejaría arrastrar por la desidia, despertaría tarde.

Me repito, día tras día, todos los días son el día de la marmota.

Me voy a dormir. Otra noche más.

Deseando no despertar.

domingo, 19 de febrero de 2012

Domingo por la noche

Supongo que las cosas son como son y que ya no tengo remedio. Llegado a un punto ya no se puede volver a atrás, todo lo que haga a partir de ahora estará viciado por todos los fantasmas del pasado, las amenazas del presente, la incertidumbre del futuro. Como a todos.

No importa. No tengo motivos para quejarme, teniendo en cuenta que hay enfermedades que pueden romperte por la mitad, que hay destinos sin solución, que podría caer y arrastrar conmigo a tanta gente...

Me siento afortunado hasta cierto punto.


Espero que estés bien, pienso en ti mucho más de lo que crees. Sabes que esto va por ti.

El monstruo que acecha bajo el agua



Sabía que no había nada más: la sangre roja al rojo vivo prendiendo fuego a sábanas de hoteles por encima de mis posibilidades, las noches en blanco, las paradas en las gasolineras al borde de carreteras que no nos llevaban a ningún lugar seguro, el alcohol avivando las llamas de su cuerpo contra el mío, huir los dos con pero con sólo un billete de vuelta. Juro que lo sabía.

Dejé de preguntarme qué hacía una chica como ella con alguien como yo para no tener la respuesta correcta, no porque fuera un cobarde sino porque quería dejarla en suspenso todo el tiempo que pudiera. Sabía que no había nada más, que yo no era su príncipe ni ella una indulgente princesa, que nadie estaría preparando perdices para ningún banquete, sabía que se iría el día menos pensado, que llegaría el día que se cansaría de esta vida al borde siempre de la noche más oscura, sabía que le costaría dejarme, pero sabía que lo haría, como sabes que dejará de llover cuando está lloviendo, como que tarde o temprano llegará la primavera.

No entendí el final, sigo creyendo que me dejó mientras aún me quería y que siguió queriéndome de esa forma extraña con la que se quiere lo que se deja atrás pero lo tienes si alargas la mano. Se me rompió el corazón en tantos pedazos... que para unirlos hizo falta herramientas de relojero. No he vuelto a ser el mismo, ya nunca podré volver a serlo.

Y ahora que me he convertido en esto, en esta sombra, ahora que busco una salida a todo el pasado, ahora que me engaño intentando volver a antes de que todo se desencadenara, me siento como si empezar de cero fuera otra mentira más que me digo, para que tú al oírla me digas que despierte de una vez o que me duerma para siempre.





sábado, 18 de febrero de 2012

De piedras y tejados

Ahora que ya no soy de piedra, y tú ya te perdiste en la memoria, ahora que la tela de araña se convierte en hebras de cristal, que se rompen si las tocas, en este invierno bajo cero; ahora que sé que no regresarás nunca y que nunca pensaste en hacerlo, ahora que empiezo a tener claro que mi destino es muy distinto al que imaginaba hace unos años, que me he pasado los días tras el vaho de las ventanas volviendo a ti sin quererlo, ahora que sé que en cualquier momento Tokio me está esperando en algún rincón del tiempo o que el destino es esa tarea inacabada por falta de presupuesto y que es inútil seguir esperando; ahora que me convenzo a mí mismo de que todo ha sido para bien para no tener que planteármelo porque puede que si lo hiciera no llegaría a la misma conclusión, ahora... ahora tengo tantas ganas de empezar de cero!

Tan, tan de cero!

jueves, 16 de febrero de 2012

Ahora ya sí soy de piedra



Me repito una y otra vez. Mi pensamiento es un fractal que se eterniza, ya no escribo porque siempre escribo lo mismo, tengo la sensación de que he dejado algo inconcluso, de que me he quedado atrapado en un tiempo del que es ya imposible rescatarme. Y mientras... esto.

Ya no siento como antes, me limito a plasmar mis pensamientos, mis esperanzas, mis miedos, con la banda sonora de mi tristeza a bajo volumen, pero ya no siento, me da miedo alegrarme, me da miedo la caída que siempre ha venido después. Desde fuera del blog, mirando hacia atrás, veo la rotura del hombre que pude llegar a ser y me enfrento al hombre que soy. No me gusta ser tan débil, no me gusta vivir con miedo. No he dejado de intentarlo una y otra vez, no he dejado de ir por mi camino, no sé si merece la pena haber dejado tanto a un lado, no somos eternos.

No se puede ser tan inestable, no se puede depender tanto de querer y que te quieran, al principio creí que tenía mala suerte, luego el tiempo me confirmó que no es mala suerte, son las malas elecciones. Siempre he intentado no hacer lo que no me gustaría que me hicieran. Creo que nunca he dado falsas esperanzas, no empiezo nada que sienta que tiene una fecha de caducidad. Probablemente me estoy perdiendo muy buenos momentos, probablemente cualquier cosa es mejor que esto que vivo ahora.

Me escondo en un fractal de mi mente como un pez en un fondo coralino, siento que no estoy a la altura de las expectativas, que sólo soy eso: un pez, en un océano de tiburones.

Me levanto cuando caigo... pero hay días en los que me cuesta más seguir adelante, los últimos años ha sido siempre levantarse de la última caída. Sé que no tengo derecho a quejarme y que me sobran motivos para la esperanza, pero hay días en los que me canso demasiado, tengo demasiadas cosas que hacer, demasiados frentes abiertos y voy al médico y éste me dice que no voy bien. Entonces pienso en qué merece la pena y qué no. Y pienso que esto no.

Y entonces me pregunto qué es lo que vale la pena, y me quedo en blanco.

Me quedo en blanco. No sé qué hacer.

Y siento culpa porque alguien a mi edad debería tener una posición o, por lo menos, tener claras sus verdades absolutas.

Y cuando entiendo eso, entiendo todo lo demás.

lunes, 13 de febrero de 2012

Carnaval



Este año me voy a disfrazar de olor a lluvia

domingo, 12 de febrero de 2012

Psicología inversa



Creo que esto es justamente lo que funciona con muchos adultos.

sábado, 11 de febrero de 2012

En un universo paralelo todo va mejor, incluso no estás acatarrada



Tú no sabes cuánto hay de deseo en mis manos, que tu piel sea una ciudad, y yo a oscuras, su insomne transeúnte en busca de emociones fuertes, ansioso por entrar con las peores intenciones en los garitos donde sólo van a parar tus malos pensamientos, y recorrerte entera como cuando leo un libro donde nada se esconde, donde incluso se ve lo que no se desea ver... tú no sabes cómo me pierdo en el mapa que tengo de tu cama, con una orografía distinta cada mañana de pliegues y distancias, bajo el terremoto de tus sueños, me haría geólogo ahora mismo para estar ahí cuando vuelva la noche y tú a tu movimiento involuntario de placas tectónicas chocando en el algodón de la ropa de cama.

Tú no te imaginas que todo esto lo hago por ti, que en realidad yo ya debería ser hace mucho tiempo un vaga-mundo, un ser sin patria, un prestidigitador que al abrir la mano, en lugar de una moneda, hubiera un surtidor de agua, que desde que hace un tiempo dejé la vida a un lado, me convertí a la religión de la locura, y cabezota como soy me hice de vapor de agua, si ni siquiera tengo un cuerpo, sólo una idea abierta como una herida.

Yo ya sé que soy distinto, que soy un pez fuera del agua, que nada ni nadie me dura mucho, que tengo la duda de si mis gatos volverían si pudieran andar por el campo, que vivo en esa nube que es la esperanza continua (donde crecen los castillos a ritmo de burbuja inmobiliaria), que me atrevo a proyectar grandes sueños con mi limitada capacidad de financiarlos, que veo un mundo con más agua, que veo un mundo mejor aunque pocos lo vean, que no es que sea altivo, es que soy tímido, pero un tímido que te quiere, capaz de abrir una mano hasta que broten selvas, aún no sé cómo pero lo averiguaremos.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Me dicen que la reunión será en un barco

Sí, ya lo sé, no puedo volver a caer en lo mismo, (no caigas, no caigas, no caigas...) El bicho anda revuelto estos días, se me agarra al pecho, hace que me cueste respirar, que me cueste dormir, ayer me tomé una tila, por fin ha llegado la primera oferta sobre la máquina... es mareante.

Me invitan a un lugar exclusivo de una costa. Me pagan el vuelo, la estancia, ya me han devuelto el contrato de confidencialidad firmado, yo llevo el artículo que publiqué en una revista junto con la estrella roja y el número de patente tatuados en el cerebro, me gusta verme en mi sueño pero... me siento cercano a la tristeza, no sabría explicar el porqué. Siento que vivo un episodio de seducción industrial, palabras amables, sonrisas, el "nosotros" siempre en la boca para que me vaya haciendo a la idea (probablemente equivocada) de que formamos un equipo cojonudo. Ya he pasado por eso otras veces, solo que ahora he cerrado toda posibilidad de que me roben la idea de negocio y ahora he hecho una máquina que sustenta en exclusiva ese negocio ¿Sabré más viejo que por diablo?. Curioso que los dos palos más grandes que me he llevado me hayan hecho más fuerte, más cauto y por tanto, ahora que sí tengo algo extraordinario entre mis manos, sepa que no debo hacer para perder la ventaja.

Distinguir quién es amable porque quiere que te lleves esa impresión y quien es buena gente va a ser difícil. Ya he dicho que no me importa que nadie se haga rico a costa de este negocio, es más, si pone el dinero y los recursos, es lógico que saque un rendimiento económico, pero quiero que quede muy claro que debe llegar a donde es necesario. No se trata de hacer dinero. Se trata de hacer dinero ayudando.

Tengo otra propuesta. La propuesta es menor, una empresa pequeña, gente joven y entusiasta. No tienen experiencia internacional. Ponen mucho de su parte, montan un laboratorio, me dan la dirección técnica, crean marca, saben que no tendrán acceso a la patente pero desean comercializarla, hacerse un nombre, pero sobre todo ellos me expusieron su proyecto antes de que yo hablara de mi máquina. Ellos ya querían ir a donde se necesita el agua con sus medios. Tardé varios días en desvelarles mi secreto. Me dijeron que no pudieron dormir en varios días de la emoción. Me gustaría trabajar con ellos pero en los recursos está la velocidad y cada minuto que pasa es tarde para mucha gente. Igual estoy exagerando pero a todos los que les he hablado de mi máquina se les ilumina la cara, a veces de codicia, otras por lo que representa. En unos días ya la podré presentar. Es increíble. No sé cómo sentirme. Vivo en el vértigo, con el estómago en el aire.

La estrella roja cada vez calienta más, se vuelve más cercana y más cálida. Mientras, a ella la echo de menos cada vez con menos intensidad. Hay algo de cristales rotos por donde se cuela un viento gélido en todo esto. En ese sentido me siento bien, quizá porque creí que volvería a la desesperación y a la tristeza y no lo he hecho. Esta vez no ha sido así, esta vez ha sido completamente distinta. Ha sido como un sueño; como si hubiera estado durmiendo todo el fin de semana y hubiera soñado que estaba con ella. No me ha llamado desde que se fuera, no ha dado señales de vida... todo es demasiado extraño. Me gustaría creer que la vida me ha dado la oportunidad de cerrar un capítulo del pasado y tirar la llave al océano; y esta vez sin que vaya dentro de una botella que pueda volver a mí dentro de un tiempo.

Veo un futuro más humano del que he tenido estos últimos años. Quizá me equivoque pero creo que el hecho de poder hacer algo que haga tanto bien a tantas personas me limpia de resentimiento por dentro. No lo sé, quizá esté desvariando, pero me siento ilusionado, impaciente y con miedo, las tres cosas al mismo tiempo.



Me gusta este vídeo por el agua, por el juego, por la canción y porque creo que por fin, por primera vez en diez años podré irme de vacaciones sin preocupaciones... sólo por eso ya merece la pena!

domingo, 5 de febrero de 2012

Fin

Hace un rato que se ha ido. Cada vez las historias me duran menos. Dos días, esta vez no ha llegado ni a dos días, si me lo tomara a bien, supongo que llamaría al record Guiness de los récords y me pegaría la vacilada. Sabía que era algo imposible y pasajero, lo supe desde que se presentó en la puerta sin maleta, o puede que lo supiera antes, en cuanto escuché su voz y me dijo que estaba en Barcelona.

Supongo que dejas escapar oportunidades... que la mujer de tu vida es, en realidad, eso que debería tenerte reservado el destino y debería ser sí o sí. Pero el destino es un mapa trucado con una brújula imprecisa, nos lleva a lugares a donde no queremos ir en lugar de de llevarnos a donde deseamos establecernos.

Cuando acabamos de comer me dijo que tenía algo que enseñarme. Cogió el teléfono móvil y empezó a enseñare fotos de una niña preciosa. Me dijo cómo se llamaba, que tenía tres años, que era su hija. Había otras fotos, donde salía el padre, no tenía cara de ser un buen padre, es decir, no tenía cara de contar cuentos ni de bajar al suelo y ensuciarse los pantalones de tierra. Tenía cara de casa cara y buen trabajo, de excursiones los domingos, de segunda residencia en la montaña, tenía cara de saber lo que quería, de no leer novelas, de no llorar con las comedias románticas ni si quiera de verlas. No pegaban ni con pegamento extra-fuerte, pero quizá me cegaba la subjetividad del que tiene a su mujer entre los brazos.

En ese momento supe que quería decirme que era el momento de irse. Yo no reunía las condiciones para sustituir el mundo que tenía. Ni tan siquiera creo que estuviera segura de que quería verme, creo que todo le surgió como un impulso, quizá tuvo una corazonada y se vino hasta la puerta de mi casa y estuvo dando vueltas sin saber si llamar o no al interfono. Supongo que tampoco me vio demasiado fuerte, o que mi vida había tomado otro rumbo que me llevaría a otros lugares, detrás de mi patente. Y creo que pensó que era demasiado riesgo cambiar el guión que tenía escrito.

Le dije que se trajera la niña y mientras lo decía pensaba en que mi casa no era la adecuada, o que debería comprar muebles y no tenía dinero para ello, que no estaría preparado hasta dentro de unos meses, sentí que dejaba pasar de nuevo la oportunidad de ser lo que debíamos haber sido. Lo dije de corazón, porque soy un imbécil, porque no sé ser de otra forma, en menos de diez segundos había vendido la patente y ya no me importaba tanto que alguien pudiera aprovecharse de ella si me daba lo suficiente como para darle una buena vida a ella y su hija. Todo lo que creía que me importaba en mi vida no tenía sentido.

No he querido despedirme de ella, le he dicho que no quiero despedirme, como los niños pequeños que no quieren decir adiós cuando no quieren que te vayas. Me he cerrado en banda y le he dicho que ella sabe igual que yo que nos entendemos mejor que nadie el uno al otro, que cuando se fue lo que le eché en cara no fue otra cosa que traicionara eso que ella y yo formábamos. Que volviera estos días me confirmó que ella pensaba lo mismo. No sé qué más hubiera podido hacer.

Bueno, se ha ido, era lo normal, y no soy quién para decir nada de lo que ha pasado este fin de semana. De veras. Sinceramente, espero que dé señales de vida, que aparezca cuanto antes y me diga lo que quiero oír. No debe ser fácil, no creo que sea sencillo lo que se planteó y le impulsó a hacer lo que hizo este fin de semana. Imagino que no se encontró al toni que esperaba o sí se lo encontró pero le volvió la cordura. El caso es que uno no puede elegir quién se va a quedar en su vida, siempre decide el resto, como nosotros decidimos si formamos parte de la vida de otros.

Me he tomado una taza de te en una taza que me regaló para cuando viniera a mi casa, nunca vino, y que he guardado todos estos años para la ocasión. Era lo único que me quedaba de ella, eso y un bote de menta que debe estar caducado.

Empiezo a pensar que estoy cansado de ser siempre el otro, el plan B de los sueños de nadie, creo que empiezo a estar en el límite de eso que algunos llaman las circunstancias. En los últimos años no he hecho más que dejarme llevar, como si la vida no mereciera vivirse, y apenas hace unos meses que me planteé que quizá sí mereciera la pena. Supongo que hay cosas que son difíciles de comprender de inmediato y es el tiempo el que te acaba empujando sin sentido, por ese mapa tramposo y esa brújula que acabas por no hacerle caso.

No sé qué va a ocurrir, ni hacia dónde me llevará el destino, pero aunque no me creas, antes de que ella me llamara sabía que lo haría, estaba seguro que estaba a punto de hacerlo. Y sigo teniendo esas intuiciones que me llevan a ver el futuro con optimismo.

Creo que tengo la capacidad de ser feliz.

Y creo que ella vino porque quería probar aquella felicidad de nuevo.

Siempre pensé que estábamos hechos el uno para el otro, pero eso no es sinónimo de que lo estuviéramos.

Reconozco que estoy triste y feliz al mismo tiempo.

Es como si se hubiera cerrado una etapa de mi vida, que aquello seguirá siendo eterno aunque ninguno de nosotros estemos allí para vivirlo.


sábado, 4 de febrero de 2012

En la casa habitada



Ayer fue como al principio, como si no hubieran pasado siete años, como si no se hubiera ido. El piso tenía más luz, se ordenaron los libros como por arte de magia, como si hubieran vuelto a sus estanterías en lugar de vagar por las mesas, Ulises y Penélope volvieron a ser felices y nos acurrucamos los cuatro como una pequeña manada de gatos, una familia peluda. Escuchamos música que hacía años que no escuchaba, la cocina se llenó de comida recién hecha, humeante. Fue como si de repente el hogar volviera a mi vida, como si a mi casa alguien le quitara el plástico que la envolvía.

Salimos a pesar del frío, cubiertos como dos terroristas, hablamos más bien poco, no me preguntó nada porque no quería que le preguntara nada. Y no lo he hecho. No he preguntado quién le ha llamado seis o siete veces esta noche, cuando a pesar de tener el teléfono en silencio, éste se iluminaba a través del bolso, no le he preguntado porque estoy viviendo un presente que se desharía contra el muro de las certezas.

Dormimos encajados el uno en el otro como dos piezas de tetris, abrazados en espiral hasta que los pies se le calentaron, llevaba una camiseta mía, un pantalón de pijama sin su otra mitad, y recuperamos aquella humanidad que nos unía, un calor recíproco que nos calentaba a ambos. "No ha pasado el tiempo" pensé, era como si hubiera vuelto al poco de irse.

Por la noche leyó la parte de la novela que tengo impresa. Me dijo "debes acabarla, debes salvar a María, debes salvar al niño... el personaje es como tú eras cuando te conocí" y supongo que hubiera dado lo que fuera porque en ese instante ese "tú eras" fuese "tú eres", pero sé que el tiempo ha pasado lo suficiente y que yo ya no soy el mismo, que tengo cuarenta años y no escribí la novela, que no me hice rico sino todo lo contrario, que he perdido algunos años de esperanza en esperanza, que notaba el hueco que me había dejado como a quien le amputan algo imprescindible de su cuerpo, que no hay mayor fracaso que no haber cumplido ciertas expectativas. Expectativas que no existían cuando nos cogíamos de la mano camino del centro a perdernos la tarde el uno en el otro.

Hubiera madurado de otra forma, supongo, con ella a mi lado, no hubiera sido ese estorbo que imagino creyó ver en mi. El tiempo le da la razón a quien crea las circunstancias... pero ahora... ahora yo empezaba a estar bien dentro de mí, empezaba a ver algo que antes no podía ver. Un día me monté de nuevo en mi vida como si fuera otro tranvía al que no llamara deseo y me levanté y la vida me llevó por otros caminos a los que imaginaba. Me he caído muchas veces, puedes ver las cicatrices, hasta aprender a andar, a nadar, a vivir sin cariño.



Sale a comprar el pan, lo que quiere decir que devolverá las llamadas casi invisibles, y cuando trae el pan, de la panadería de las estrellas de mantecado, vuelve cambiada, más silenciosa, pongo canciones y bailamos como si estuvieramos en la pista de una discoteca, abrimos una botella de vino (la última que me queda) y suena Bohemian like your, me agarra y me besa con desespero, la subo a horcajadas mientras algo se quema en la cocina... me pregunto si se quedará a dormir también esta noche, y pienso que esto es como recordar con los cinco sentidos, que no viene para quedarse, sólo pasa por Barcelona.

Su teléfono se enciende cada vez con más frecuencia. Hay alguien frenético al otro lado que quiere que le den una respuesta. Y ella no la da porque está huyendo, está resguardándose en un lugar seguro y yo soy ese sitio, esa persona, eso que sustituye al osito de peluche de los niños en el corazón de los adultos. No sé si es necesario todo esto pero hoy me importa un poco menos, porque con el tiempo aprendí a sortear la esperanza, a evitarla para poder vivir mejor. Y sé que sólo hay esto.

Una canción de los Dandy Warhols.

El holograma de un amor pasado.

Adrenalina recorriendo un circuito oxidado.

Y ella. Ella haciéndome sentir vivo de nuevo.

viernes, 3 de febrero de 2012

The kooks



Me dice que esta vez quiere hacerme feliz, está igual que siempre, viste igual que siempre pero distinto, se alegra de verme, se le dilatan las pupilas como agujeros negros que engullen una galaxia verde, le brilla todo, como cuando teníamos aquello nuestro, o eso que tanto se le parecía a estar mutuamente secuestrado por un ente invisible, éramos el síndrome de estocolmo el uno del otro, mi rehén preferido y mi carcelera sádica mal de la cabeza.

"Subamos a tu casa" me dice nada más llegar. Le digo que mi casa es un laboratorio y me mira con extrañeza "¿Ahora te dedicas a sintetizar droga?" y se ríe. Le cuento lo la máquina, lo del agua, lo de que no hay nada igual ni de lejos en todo el mundo, le cuento lo de la patente, lo de la gente que se salvará de sufrir cólera y otras enfermedades. Le cuento lo de los inversores, lo del prototipo, le cuento casi todo mientras ella me mira. "Te brillan los ojos" me dice "como cuando estábamos juntos".

Subimos a casa, Ulises y Penélope se acuerdan de ella, maúllan como locos, Ulises se frota contra ella desesperado, Penélope no se acerca tanto, pero le pide caricias. Ella se arrodilla y los acaricia. "Son como tú" dice "o más bien tú como ellos". No me disgusta que me compare con mis gatos, ella se va hacia la nevera y saca salchichas de pollo y la corta para dársela, imagino que las cosas no han cambiado tanto desde que se fue.

Ulises y Penélope nos siguen hasta la cama como queriendo participar en la orgía. Después de un rato de ver que no les hacemos caso se van en busca de la salchicha, dejándonos a nuestro aire. Nuestros cuerpos han cambiado un poco, nos hemos hecho un poco más mayores, pero sigue ardiendo el mismo fuego, nos calcina el mismo infierno y las mismas ganas de apagarlo con la saliva del otro.

Nubes bajas



Me llama por teléfono "Hola, tonito" sólo ella me llama así, con ese tono de voz podría llamar cualquier cosa a cualquiera y nadie se enfadaría. Mi cuerpo se alegra al oír su voz, si mi alma fuera un perro movería el rabo frenéticamente, pero sé que debo poner un tono serio. Hace mucho tiempo que no sé nada de ella, un buen día dejó de responder a mis llamadas. Me pregunto qué querrá ahora y si, en algún lugar enquistado de los recuerdos, entre los lodos decantados en el fondo habrá algo que desee recuperar.

Le digo "qué sorpresa" sin expresar sorpresa. Tampoco soy duro, porque en el fondo, si colgara me sentiría triste, mi alma dejaría de mover el rabo, con ella los finales siempre son frustración continua, un pudo haber sido un ¿por qué no pudo ser?.

"Estoy en Barcelona" me suelta "quiero verte, quiero darte un abrazo, quiero que nos vayamos a comer y pasemos todo el día juntos" me dice.

"Cómo antes" pienso casi de forma automática, no lo digo, me quedo en silencio, no sé qué contestar. Al fin digo "¿Cómo es que has venido a Barcelona? ¿Pasa algo? ¿Tus padres están bien?" dando a entender que sé que no ha venido por mí, diciendo con la boca lo que llevo guardando en las tripas, una mezcla de rabia y tristeza, un blog, más de mil entradas, el recuerdo de sus ojos de gata, una caja de lata donde guardo algo que tenía dentro y pegado con celo, una rabia, sí, una rabia hecha astillas que pensé que ya habían ardido en el fuego del tiempo. No es justo, no debería alegrarme al oír su voz. Maldita sea.

"Mis padres están bien, se han ido a pasar el invierno a Málaga, ¿ha llegado el frío a Málaga? Venga, no te hagas de rogar, nos vamos a la restaurante del vasco y nos bebemos aquel vino raro que hacía mezclando otros vinos".

Me acuerdo de las risas cuando veíamos que el vino dejaba tintadas las copas y al día siguiente nos preguntábamos al salir del baño si habíamos meado de un color diferente. Un día salió del baño desencajada "he meado verde" dijo, y luego nos carcajeamos hasta más no poder. Ha sabido tocar la tecla perfecta, a mi alma de perro que mueve el rabo le ha enseñado su comida favorita: todas aquellas ganas de reírnos.

"Te paso a buscar en dos horas" me dice

"¿Cómo sabes que puedo quedar, que no tengo otros compromisos, que no tengo pareja, me he casado, tengo niños? ¿Cómo puedes creer que todo se quedaría en el mismo instante en el que te fuiste? ¿Crees que te he estado esperando?"

Se hace el silencio.

"Tienes razón, toni. La verdad es que tenía la esperanza de que fuera así, de que todo siguiera igual, de que tuvieras las mismas ganas de verme que yo tengo de verte a ti".

Ha pasado mucho tiempo. Y tardé en dejar de esperarla. Luego llegó la crisis y con ella la supervivencia, las deudas, los embargos, la locura, llegó la mujer de hielo, la chica de la bicicleta, la sirena, la mujer de arena... sembrar para no recoger, la mala cosecha del 2010, la espera, la esperanza del agua, ha pasado mucho tiempo, ya no soy el mismo, en el fondo tengo miedo de que el pasado regrese y me encuentre hecho una ruina, un país azotado por una guerra absurda contra sí mismo.

"Ya no vivo en el centro" le digo. "Si vas a pasar a buscarme, tendrás que coger el coche, vivo a las afueras".

jueves, 2 de febrero de 2012

Cosas de la nieve



Nieva. Ulises y Penélope se embelesan frente a la puerta de la terraza. A veces Penélope se acerca hasta casi pegar sus morros al cristal y persigue el errático caer de los copos. Uno a uno. Luego se cansa y se da una vuelta por la casa; pero vuelve y se embelesa de nuevo... y persigue copos durante un rato y se pregunta con su lógica de gato cuánto durará este espectáculo de salpicaduras de nube. He puesto el calefactor de tal forma que casi les da directamente. Ulises me ha mirado cuando lo he hecho con un entre "ya era hora, tío" o un "pero qué majo que eres".

Nieva. Mi corazón es un charco. Recuerdo la nevada de hace dos años. La nevada de hace dos años es como el hielo que se forma en las paredes de los congeladores, un residuo que se va en verano cuando descongelas la nevera pero que irremediablemente vuelve... supongo que lo mejor en estos casos es tener el corazón no-frost, pero se me hace difícil creer que yo puedo ser así. Al fin y al cabo, llevo cuatro años escribiendo acerca de alguien que es incapaz de iniciar una nueva vida porque aún está anclado a alguien de su pasado... el pasado, a fuerza de recordarlo, se convierte en el futuro más inmediato, como si la costumbre acabara creando el hábito de añorar algo que, con el tiempo, se va convirtiendo en algo intangible, en una sensación de pérdida. Perder ¿quién pierde? ¿verdad, Penélope?

Penélope me mira con sus ojos verde esmeralda, si pudiera me sonreiría levantando los bigotes al mismo tiempo, pero los gatos no sonríen; ronronean. Ulises, envidioso, se encarama a mis piernas... y me mira a los ojos. Es extraño en un gato que mire tan fijamente a los ojos, generalmente lo consideran un reto y se ponen en guardia. Supongo que hemos sido algo así como camaradas todos estos años. Compañeros de cárcel, cuando el desamor es una ventana con barrotes.

Ayer, el agente de patentes me dio muchos ánimos. Le encanta la idea y me aseguró que no tendré ningún problema en encontrar financiación para este proyecto. Me dice que ya puedo empezar a buscarlo, que tenga cuidado con quien elija pero que lo necesito, pero que valore que lo que tengo entre manos porque es algo que puede dar mucho negocio aparte de generar un bien común. "Los inversores verán un buen negocio, lo de que además lo vean como un bien para la sociedad ya es más difícil. Buscar esos business angels será más difícil".

Supongo que en un mundo donde los ricos se han hecho más ricos con la crisis, es difícil no sentir cierto temor a que esto mío caiga en manos codiciosas. Creo que este proyecto va a ocupar muchos años de mi vida, me gustaría compartirlo con gente con la que me sienta a gusto y en quien confiar.

Llevo mucho tiempo invertido en esto, mucha energía y dejar de ganar mucho dinero en trabajos que no tenían "eso" que quiero que tenga mi trabajo: alma. Hasta ahora creer en ello me ha traído muchos dolores de cabeza, ha atraído codicia, menos mal que esto siempre lo mantuve en secreto... y lo esencial lo sigo manteniendo.

Ahora ya puedo hablar, ya puedo salir a buscar el socio que me convenza... me da igual si el negocio tardar tres en lugar de dos años en dar beneficios. Lo que sí quiero es sentirme bien, que esté deseando ir a trabajar todos los días, que no se me peguen las sábanas por las mañanas, que no me importe el frío, el calor, las incomodidades, el desierto... porque quiero desinfectar agua allí donde hace falta.

Sólo eso.

Y todo eso.

Y tal vez la tranquilidad emocional para acabar la novela. Y morir por ti si hiciera falta.


PS: Si miras por la ventana quizás veas como alguien, con un rallador gigante, está rallando nubes.