domingo, 31 de agosto de 2008

Lo siento así.

Al principio creí que todo era una pesadilla y que pronto acabaría todo. Pero me equivocaba. No había hecho más que empezar. Siempre crees que las familias rotas sólo están en las calles de los barrios marginales. Siempre crees que nunca te va a pasar a ti. Y es que a veces la imagen que uno tiene de sí mismo y de lo que le rodea es demasiado simple y subjetiva como para que puedas darte cuenta de lo que ocurre. Pero nada te salva. Nada ni nadie. Un día te levantas y todo se ha ido a la mierda. Un día te levantas y todos los refranes del mundo tienen un sentido y en primera persona. Un día te levantas y sabes que no tienes un futuro por delante sino un pasado que arrastrar hasta caer exausto. Con esto no quiero decir que la rendición sea lo único posible. Con esto sólo quiero decir que siempre hay un primer día de algo y ese día no lo empiezas con el mejor de los ánimos porque te ves obligado a empezar de cero. Sé que no soy fácil. A veces hasta me he enorgullecido de ser así. Creo que he estado viviendo un sueño que se ha acabado convirtiendo en pesadilla. Ahora estoy despierto. Creí que había empezado a labrarme un futuro y el futuro no es más que un plan más, el futuro no es más que un deseo de que se cumplan ciertas expectativas. El mundo siempre tiene otros planes para tí.
Sé que me va a costar levantarme. Sé que no tiene nada que ver con mi fuerza de voluntad. Tiene que ver con lo que soy y con lo que he estado haciendo hasta ahora. He perdido muchas cosas por el camino y cuando quiero decir cosas no me refiero a objetos, me refiero a que he dejado muchos sueños flotando como cadáveres abandonados a la corriente, me refiero a todos aquellos que se esfumaron llevándose con ellos intimidades de a dos y compromisos de los de mirarse a los ojos. Siento una gran decepción. Sí, si me muriera ahora mismo y fuera verdad eso de que somos un alma, y allá a donde fuera me preguntaran qué tal la experiencia les contestaría que decepcionante. Si el niño que fui me preguntara cómo iba a ser mi vida de mayor no le diría la verdad, trataría de que eligiera otra forma de vivir, otra vida distinta a esta. No sé, quizá exagerno un poco. Pero ahora mismo no lo siento así.

Claro que si pudiera hablar con el hombre viejo que seré me gustaría que me diera las gracias por ser el hombre valiente que fui y que con treinta y siete años cambió el rumbo de lo que no funcionaba. Y a eso voy. Y eso estoy. Pero no sé cómo y no sé hasta cuándo.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Dos mundos


Hace días que no sé nada de ella. Creo que ha decidido que es mejor así. Es mejor olvidarme poco a poco, dejar que el tiempo abarque distancias, que no hayan más lunes por la mañana ni miércoles por la tarde. Sí, es mejor así. Siempre es mejor así. Podría decir que extraño su voz pero sé que a veces entra de puntillas y me lee. Extraño cosas. Mi vida está vacía de tanto añorar momentos y personas. A veces pienso que la vida es un contínuo adiós en el que uno ha puesto demasiado empeño y que acaba cortando como la hoja de un cuchillo lo que va quedando del día. Quizá por eso escribo de noche con las migajas de lo que pudo haber sido.
Reconozco que pongo nada de mi parte. Siempre tuve la certeza de que soy un animal dañino para el resto, como un tejón rabioso, como un topo en un huerto. Supongo que me he vuelto huraño y pienso que así es mejor. Así no lastimo durante demasiado tiempo a nadie.
A veces me pregunto qué clase de tipo soy y casi nunca llego a responderme. Necesito la referencia de alguien externo a mí que me diga esto o aquello. Entonces creo me hago una idea de quien soy. Pero yo, la verdad, soy incapaz de responderme quién o qué soy. Y eso me angustia, eso hace que me frene, me intimida.
Hoy tengo la sensación de haber cerrado un ciclo. Creo que he abierto una puerta al cerrar otra. Creo que soy más yo y al mismo tiempo soy mucho menos yo. Dos mundos en uno. Hoy me he dado cuenta de lo fuerte y de lo vulnerable que soy. Hoy me he dado cuenta de que estoy solo frente a un mundo que cambia constantemente. No sé hacia dónde voy pero sé que emplearé todo lo que soy en el camino. Estoy muerto de miedo y terriblemente excitado por la oportunidad que tengo delante de mí.
Hoy sé que voy a vivir sabiendo que tarde o temprano moriré. A veces he pensado que voy a vivir para siempre y eternamente joven. Creer que vas a vivir siempre es, probablemente, el más atroz de los suicidios. Apuesto por la vida... y te echo de menos.

martes, 26 de agosto de 2008

Leon (The Professional) - Escena no incluída

Novela

Ya tengo la escena de la fiesta. Ya me he hecho el guión de la escena y ya tengo el guión de lo que queda de novela. A partir de ahora volveré a escribir aquí los textos de Moriría por ella. Espero poder volver a reencontrarme con el tono. Y espero también, me sepas perdonar el paréntesis. Espero no defraudarte.

Gente que dice adiós

Se sienta en la cama. Hace sólo unas horas que habló con ella y sigue nervioso. Es estúpido ponerse nervioso ante algo que ya ayer había sucedido. Mira el reloj. La una menos cuarto. Se levanta; a tientas encuentra el interruptor y lo pulsa. La luz le produce una punzada en los ojos y los cierra de inmediato. Luego, los va abriendo poco a poco para irse acostumbrando a la claridad y se va, con paso inseguro hacia la cocina mientras piensa si el efecto de ir en medio de la claridad con los ojos semiabiertos no será lo mismo que andar con los ojos bien abiertos en medio de la oscuridad. Si las persianas estuvieran levantadas la luz de las farolas de la calle alumbrarían algo el piso. "Has encendido la luz cuando deberías haber subido las persianas, menudo idiota estás hecho". Pero ya sus ojos se han ido acostumbrando a la ya menos hiriente insolencia del tungsteno de las bombillas. Entra en la cocina, enciende el fluorescente y abre la nevera, saca una botella de agua fría y llena un vaso hasta la mitad. Luego, de otra botella, vierte agua a temperatura ambiente mezclándola con la fría que estaba en el vaso. El resultado le satisface cuando se lleva el vaso a la boca. ¿Cómo se las apañarían antes de la invención del frigorífico? ¿Eso sería antes o después de la invención del la electricidad? Con estos pensamientos se vuelve hacia la cama olvidando la botella de agua fría encima de la encimera de la cocina. Va apagando todas las luces de la casa. Cuando llega a su habitación se sienta en la cama y apaga la última luz. Se queda un rato mirando la oscuridad hasta que sus ojos empiezan a distinguir, de forma más que borrosa, los contornos de los muebles. Sigue nervioso. "Lo que pasa es que me cuesta decirle adiós" dice en voz baja, como si se lo estuviera confensando a alguien sentado a su lado. "Debería ser más fuerte, debería poder mirarle a los ojos y decirle que es la última vez que voy a verla". Luego se tumba en la cama boca arriba mirando hacia un techo que no puede ver, sabe que está allí, pero sin poder determinar, exactamente, dónde está ni qué contorno tiene. Se conforma con la información almacenada en la memoria. El techo debe de estar ahí, sino vería las estrellas, las nubes, la luna ¿Qué luna habrá hoy? Menguante. No sé ni en qué luna vivo. Se queda unos minutos en esa posición y mientras da por imposible dormirse en un breve espacio de tiempo se da cuenta que lleva pensando en ella todo el fin de semana. "Y toda la semana anterior" dice otra vez en voz baja y al mismo acompañante inexistente. Aún no se le ha desprendido del todo aquel sentimieno y sabe que no se le irá fácilmente. Afuera, la campana de la iglesia de Sant Sebastià da la una. Va a ser difícil conciliar el sueño y va a ser inevitable pensar en las cosas que le dirá al día siguiente y que, probablemente, nunca saldrán de su boca porque su mente imaginará un diálogo que se desbaratará cuando se reproduzca en el mundo real, entre ellos dos, entre él y esa, cada vez más, desconocida íntima. Le dará rabia no decir lo que había pensado esta noche y se sentirá mutilado mientras le mira sus ojos felinos, que le hablarán un lenguaje antiguo y querido. Ahora él no cuenta con eso. Ahora sólo hay un discurso, dos personas que hablan, pero al día siguiente habrán dos cuerpos y dos miradas y las palabras serán como de arena. Lentamente, agotado, va venciéndole el sueño. Justo antes de dormirse recuerda que dejó la botella de agua fuera de la nevera.

vídeo: La quinta estación - La frase tonta de la semana

lunes, 18 de agosto de 2008

la gota que colma el vaso


Las tres. Sigo sin poder dormir. Este blog podría llevar por título "mil y una noches de insomnio" y sería lo mismo. Pero esta noche es diferente. Esta noche es una de esas noches en la que una gota acaba por colmar el vaso. Lo sé, lo presiento. Una semana de vacaciones y no he ido a ninguna parte. El dinero se ha acabado, ya no queda nada. Espero que Hacienda me devuelva pronto lo de la declaración de la renta para poder aguantar un mes más. La semana que viene volveré a trabajar y todo volverá a ser la misma mierda, volveré a sentarme a esperar a que el teléfono suene, a tener que responsabilizarme de miles de cosas, esta vez solo... cada vez más solo. Tampoco escribo nada de la novela. Me he quedado atascado en una escena, como en todo, a veces siento que me he quedado atascado en mi vida, que aquí acaba el guión, que todo lo que sigue está de más. Lo peor, el bicho está calmado. Es la primera vez que se ha dado cuenta que, a veces, la calma es para mí el peor de los infiernos. Sé que disfruta, quiere que crea que él sí está de vacaciones "no como tú, imbécil de mierda". El bicho sonríe, sé que sonríe allá donde esté. Y sabe que lo sé.
Está a punto de caer la gota. Ahí viene, es sólo agua, es sólo que no puedo ya más, es sólo que me viene a la mente el hecho de estoy viviendo sin querer hacerlo, es sólo que, en realidad, ya estoy muerto. Y como tal, actúo.
Me gustaría odiarla pero no puedo. Seguiría muriendo por ella, no es gran cosa si tienes en cuenta que es como si estuviera muerto. Mi vida ha quedado en suspenso, flotando. El transcurso del tiempo ha quedado reducido a un rayo de luz que se filtra en una habitación oscura y que sólo puede tener la forma del polvo, ingrávido y lento, que ilumina. Me gustaría odiarla pero el bicho no grita, quizá eso es lo peor de todo, no sé odiar a nada ni a nadie. Y eso es como estar mutilado, no sentir odio implica que tampoco puedes sentir nada más por alguien. La distancia es demasiado grande. La fractura entre yo y el mundo es demasiado profunda. ¿Sabes cuánto tiempo hace que no toco a nadie? Soy un animal perimetral, soy uno de esos anillos de Saturno, una cámara atornillada a la pared de una calle, un expendedor de palabras que no sirven de nada.
Cae la gota y el vaso se desborda pero a mí me da igual. No hay rabia, no hay alegría. No siento nada, recorro la pantalla con la vista, frío. Hace días que siento frío. Hace días que el insomnio es mucho más crudo. Mañana me levantaré tarde. Mañana debería hacer cosas que no tengo ganas de hacer. Me quedo mirando como el agua se derrama por las paredes transparentes del vaso, sin vida, sin ánimo, como viendo llover. Luego pienso que tal vez sería mejor ir a la cama y tratar de dormir un rato. Leer hasta que me venza el sueño. Me levanto y mientras voy hacia la puerta de la habitación pienso que me gustaría odiarla, que me gustaría poder despertar de esta anestesia, que alguien leerá esto mañana y pensará que es más de lo mismo. Ahora entiendo el porqué de no poder seguir escribiendo: para escribir hay que sentir, para escribir es imprescindible no estar muerto.

domingo, 17 de agosto de 2008

¿Cuáles son tus intenciones para conmigo?


- ¿Cuáles son tus intenciones para conmigo?
- No lo sé. Estoy perdido.
- Me gustaría perderme contigo.
- Para eso, primero deberíamos encontrarnos.
- Entonces estaría bien que dejaras miguitas de pan
- Sí. Estaría bien.
-¿Dejarás que te encuentre?
-...
- ¿Eso es un sí o es un no?
- Es un no lo sé. Me gustaría que me enviaras mensajes dentro de botellas. Estaría bien que me escribieras.
- Quizá pides demasiado.
- Sí. Quizá pido demasiado.

El mundo y tú


Siempre he querido escribir algo que te emocionase, algo tras lo cual no pudieras volver a decir me voy y poder detener el timpo y tener al menos la posibilidad de que te quedaras en la puerta con la duda de si salir de mi vida o quedarte. Siempre quise escribir esa cuerda de seda con la que atarte.
Siempre he sabido que sólo soy lo que escribo, que detrás de las nubes con las que trato de envolverte sólo está alguien que quisiera vivir lo que muestra, ser quien dice ser, poder tocar con sus dedos la piel de ese mundo, rozar la superficie de tu sueño, dejar de ser el escriba y ser el que habita el sueño escrito.
Siempre envidié tu capacidad para vivir el mundo quizá porque yo no sé vivir el mío. No supe tener la valentía de ser yo y apostarlo todo al negro... sobre blanco. Ahora todo es azul. Todo azul.

El sugus azul ¿era de piña?

Video: Ismael Serrano - Eres

Palabras que no son nada sin que las escuches, que se pierden, que se caen por la borda y se hunden. Palabras que no suenan a nada, que no son casi nada, pompas de jabón, como el vaho de aquellas mañanas frías, de aquellas noches heladas.

video: Keane - Everybody is changing

Me pregunto hasta dónde puede uno cambiar. En qué y en cómo.

video: Revolver- Esclavo de tu amor

Para todos aquellos cuya alma no les pertenece

jueves, 14 de agosto de 2008

vídeo: Depeche mode - Enjoy the silence - versión 2004

Hay pocas versiones que igualan a la original... creo que ésta es una de ellas.

vídeo: Tomo y obligo - Carlos Gardel

Y sin embargo... moriría mil veces por ella. Se muere por aquellos que nos dan un reflejo de lo que, en realidad, somos. Se muere de ausencia y se muere de presencia. Siempre añoraremos el paraíso perdido cuando ya está perdido para siempre y siempre nos quedarán estas borracheras nocturnas, de las que, afortunadamente, nos solemos reponer pronto. Un amor no correspondido es una herida. Un amor traicionado es una amputación. Tomo y obligo a que tomen conmigo la última copa para que se rompa en mil pedazos el recuerdo de ella. Pero si ella me pide que vaya a salvarla, cualquier noche, de su destino, me perdonarán que vaya y la salve. Es lo que tiene la costumbre de querer a alguien: cuesta deshabituarse, siempre le consume a uno el síndrome de abstinencia. Cuando se sufre de amor una vez todas las que vienen después abren la gran herida y le echan sal. Siempre es así. Siempre se muere de nuevo un poquito, siempre hay un mal día, siempre hay una nueva razón para no olvidar definitivamente.

martes, 12 de agosto de 2008

Somos aire, somos agua.


Somos un cuento que cuenta un cuento a otro cuento. Somos una larga lista de bienvenidas y una larga lista de adioses. Somos lo que no se dice y grita silencioso y somos lo que gritamos para que nadie escuche lo que nuestro silencio esconde. Somos tú y yo desnudos debajo de la ropa y somos nosotros dos avergonzados ante la desnudez desnuda de nuestros cuerpos sellados. Somos la blancura de esta noche y la nocturnidad de todos los lunes por la mañana. Somos el que mira la piedra y sueña con la luna. Somos aire; aire quieto, aire que pesa.

Agua. El agua corre riachuelo y baja dando saltos, revolcándose entre las piedras sabiéndose mar lejano, nube ligera. Abro una botella de agua mineral y me pregunto si ese agua quedó encerrada, como en una trampa, y si en ese instante dejó de saberse río o tormenta. Me pregunto si pensará que yo soy uno de esos purgatorios a donde van las aguas a penar una culpa ignorada. Bebo (no tengo más remedio) y a veces me siento las paredes de una cárcel, la cancela de una inclusa. Devuelvo al mar lo que es del mar, es decir, agua. Sé que sólo fui un trámite, una mala experiencia de la que no aprender, una de esas bienvenidas y de esos adioses de la vida que me atraviesa. Y a veces voy a ver el mar y otras, las menos, las nubes.

Falto yo


Hace días que trato de tomar decisiones sin conseguirlo. Colecciono información y me hago una idea de cómo utilizarla pero luego me quedo sin hacer nada. Creo que es de no aprovechar los días, de levantarme demasiado tarde, de irme a dormir a altas horas, cansado, pensando más en el día de mañana que en el día que ha acabado. Creo que hace días que el cuerpo me pide hacer algo de lo que estar orgulloso pero nada me viene a la cabeza, nada me sale del corazón. Creo que cuando me acostumbre a estar de vacaciones tendré que volver a la rutina de los problemas del trabajo. En fin, todo es como este texto que estoy escribiendo... le falta alma, le falto yo.

domingo, 10 de agosto de 2008

vídeo: Alex y Cristina - 1000 pedazos

vídeo: world vision UK

En el mundo, cada día mil cien millones de personas no tienen acceso a agua potable. ¿Qué pasaría si un día te pasara a tí?

sábado, 9 de agosto de 2008

vídeo: Abracadabra (la bola de cristal) - Alaska

Esta es una de las razones por la que nuestra generación salió como salió. Con un programa infantil en el que la presentadora era Alaska y entre sus habituales colaboradores estuvieran Pablo Carbonell y Javier Gurruchaga, actuaciones estelares de Femino y Cansado, kiko veneno, los toreros muertos, Radio Futura... Como para no estar loco. Habiendo mamado esto de críos no me extraña que nuestros sueños no se hayan cumplido. ¿Qué pensarían nuestras mentes moldeables ante tal alarde de imaginación? ¿Seguíamos queriendo ser policías, médicos, ingenieros? Mi experiencia personal es que aquel programa me enseñó a ... engacharme a la puta tele! Y a saber en qué país estaba viviendo, y qué era eso de divertirse y a otras cosas que hoy forma parte de mi carrera meteórica que acabará (muy probablemente) cuando ingrese en prisión.

miércoles, 6 de agosto de 2008

La tregua

Las cuatro. Hace días que no escribo nada. No puedo escribir. Podría decir que es el calor y me quedaría tan a gusto pero sería mentirme; sería mentiros. Hace días que me duele la maldita espalda. Hace días que no duermo más de cuatro horas. Hace demasiados días de demasiadas cosas. Y me cansa. El bicho me grita y se ríe. El bicho siempre está ahí, para lo bueno, para lo malo y para lo peor. Para lo bueno está para estropearlo, me dice que no lo merezco, me llama impostor, sabe que en cierta forma lo soy. Para lo malo para empeorarlo aún más. Y en lo peor, en lo peor grita y baila, y se regocija, se vuelve loco y me incita a su misma locura. Aún estoy cuerdo (o eso creería si no me diera por releerme) y mantengo cierto autocontrol. No sé hasta cuándo durará. Hoy, de momento estoy vivo. Hoy, después de todo, ha sido un gran día. Estoy vivo para seguir habitando este infierno. Mi cabeza estallaría en mil pedazos y todo acabaría. Estaría bien. Pero no voy a dejar que el bicho se interponga entre mí y ver salir el sol. Hace días que no veo salir el sol, pero ya dije que hace demasiados días de muchas cosas, para lo bueno y para lo malo... y para lo peor.
Afortunadamente tengo conmigo al bicho, es el único que está siempre a mi lado. Sé que suena a excusa. Sé que suena a recurso de principiante pero el bicho me hace sentir que no estoy tan solo como digo. El bicho es como esa persona a la que odias y en la que piensas veinticuatro horas al día con una rabia que te hace sangran las encías. Llega el momento que si se fuera te amputarían algo, que no puedes pasar sin ello. Ahora sé que si el bicho se fuera no soportaría la tranquilidad ni el silencio. Y saber eso me asusta porque me dice que quizá no haya retorno, que quizá no exista una tregua. Que la razón que me hace seguir con vida es una farsa.
¿Cambiamos? Se admiten sugerencias. Vía blog o vía email.

Vídeo: Pedro Guerra y Ángel González - Me basta así

Sobran las palabras

martes, 5 de agosto de 2008

vídeo: cómplices - Hoy necesito

Todo sale mal. ¿Y por qué sale mal? Me gustaría saberlo... me gustaría tanto saber el porqué...

viernes, 1 de agosto de 2008

Maternidades


Curioseo. En la vanguardia digital veo un reportaje sobre una exposición en el caixafórum "maternidades" sobre fotografías de madres con sus hijos. Oigo la voz del fotógrafo que las hizo, del libro que escribió hace dos años. Luego me levanto y voy a beber agua. Mi casa está vacía y deshabitada. Me contrasta con las fotos de las madres y sus hijos en lugares remotos, casi sin nada más que a sí mismos. La soledad me abruma, mi cerebro relentizado por el calor busca una razón a esta abundancia sin razón y llego a la conclusión de que estoy equivocado. No sé en qué. Pero estoy equivocado, hay algo que se me escapa que me lleva a esta existencia errónea. Últimamente pienso en mis sobrinos, en Alex, en la humanidad que viene y en el mundo que les estamos dejando. Miríadas de pequeñas miradas que intentarán subirse a este mundo en marcha, con leyes de supervivencia y olvido, con trazas de sadismo y de locura. Igual es que estoy cansado del mundo, que ya no confío en la gente. Igual es que sigo siendo un niño que no entiende qué está haciendo trantando de hacerse pasar por un adulto.

El fin de semana me iré a ver la exposición.