jueves, 14 de agosto de 2008

vídeo: Tomo y obligo - Carlos Gardel

Y sin embargo... moriría mil veces por ella. Se muere por aquellos que nos dan un reflejo de lo que, en realidad, somos. Se muere de ausencia y se muere de presencia. Siempre añoraremos el paraíso perdido cuando ya está perdido para siempre y siempre nos quedarán estas borracheras nocturnas, de las que, afortunadamente, nos solemos reponer pronto. Un amor no correspondido es una herida. Un amor traicionado es una amputación. Tomo y obligo a que tomen conmigo la última copa para que se rompa en mil pedazos el recuerdo de ella. Pero si ella me pide que vaya a salvarla, cualquier noche, de su destino, me perdonarán que vaya y la salve. Es lo que tiene la costumbre de querer a alguien: cuesta deshabituarse, siempre le consume a uno el síndrome de abstinencia. Cuando se sufre de amor una vez todas las que vienen después abren la gran herida y le echan sal. Siempre es así. Siempre se muere de nuevo un poquito, siempre hay un mal día, siempre hay una nueva razón para no olvidar definitivamente.

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