viernes, 19 de mayo de 2023

Esperando el meteorito

Me ha escrito Cl. Seguimos teniendo relación profesional y, aunque se me hace extraño el cruce educado de correos electrónicos, intento mantener un tono neutro. Estoy pensando en cerrar el proyecto que tengo con la empresa en la que trabaja, pero eso me perjudicaría. 

Cada vez que recibo un correo suyo abro su perfil para ver la foto que tiene con su novio; imagino que dentro de mí sigue viviendo un hombre que aún sostiene la vana esperanza de que en la nueva foto él ya no esté allí; pero sí lo está. 

Él nunca sonríe en las fotos. A ella se la ve siempre riendo y muy pendiente de él. Tengo la sensación de que es muy mayor. La primera vez pensé que era su padre que había adelgazado y tuve que mirar dos veces, pero en la que tiene ahora es más fácil ver que no es así. En ninguna de las fotos sonríe. No me gustan las personas que no sonríen. En general no confío en nadie que no tenga sentido del humor, pero si encima no sonríen no me suelen dar buena espina. 

Tampoco confío en las personas que acaban riéndose de lo que acaban de decir ellos mismos. Entiendo que es una forma de manipular al que escucha, de predisponerlo a que lo que diga tenga un tono jocoso que no se corresponde con lo dicho. 

Creo que, en realidad, no me cae bien la gente. Intento que no sea así, pero es superior a mí. Siempre hay alguien que quiere algo de ti, algo que crees que te pertenece y que el otro quiere para sí. A mí, en general, me importa casi todo un pimiento. No hay nada que otro tenga que yo quiera tener. Puede sonar prepotente, pero me gusta ser así: que me dé igual todo y todos.

Excepto Cl

Porque Cl es un poco como yo. De otra forma, claro. Nunca necesita nada de nadie, cuando está contigo es que quiere estar contigo porque le gusta. Echo eso de menos. Sentir que le gustaba mi compañía y le gustaba que a mí me gustase la suya. Y puede que sea eso lo que no acabe de entender, que ahora le guste estar con alguien mucho mayor y que nunca sonríe en las fotos, alguien que seguramente quiere algo que Cl tiene y que ni ella misma sabe que es. Algo que quiere para sí, algo que no puede ni tan siquiera vislumbrar. 

Cl concluye su correo enviándome un abrazo y una entrada para un evento al que ella asistirá y al que yo también debería ir. Me dice que tiene ganas de verme, pero no sé si yo tengo ganas de verla dadas las circunstancias. No me gusta esta situación en la que yo sigo enamorado de ella y ella está enamorada de otro. Y decir que no me gusta es no querer decir que, en realidad, me gustaría morirme y nacer en otra vida en donde no pudiera acordarme de ella, en donde no pueda ni siquiera imaginar que existe.

No le he respondido aún al correo.

Esperaré a que se me pasen estas ganas de acabar con todo, pero no sé si podré porque sé que en cuanto me ponga a escribirle me volverán a venir ganas de acabar con todo. 

Y así siempre. En bucle. Hasta que ya no me importe no importarle.

O hasta que un meteorito nos extinga o nos cocine a fuego lento todo eso del cambio climático.

Sinceramente, creo que prefiero lo segundo.

Un buen meteorito. 

Grande como la Luna.





2 comentarios:

Jo dijo...

Uy... uno pide y nada que se nos concede. Es que hasta las catastrofes y la desastrologia no cumple caprichos ;)

Jo dijo...

ese impulso de terminar con todo es dolorosisimo... pero no me atrevo nunca