lunes, 9 de abril de 2018

La verdad sobre las cosas



Últimamente me da por escribir por las mañanas. No sé el porqué ni creo que si lo acabara sabiendo me importara demasiado. A veces me cambia el ritmo vital y paso de un estado pasivo a uno activo, o viceversa. También me vuelvo nocturno durante semanas enteras y me arrastro el resto del día como consecuencia. O me da por leer durante un mes y no hago otra cosa y luego me da por no tocar un libro en años. Creo que, en el fondo, soy una persona inestable.

Hace ya tiempo que se me hace difícil seguir con todo esto. Cada día debo inventarme una razón para levantarme por las mañanas, llenarme la agenda de reuniones y la vida de objetivos a por los que ir, sin saber muy bien cómo llegar hasta ellos. Supongo que intuyo que mi existencia está cerca de acabar y me doy cuenta de que, en el fondo, desperdicié cada uno de los segundos de mi paso por la experiencia de estar vivo. Si miro hacia atrás no puedo contar ni un sólo instante de alegría que durara más allá de un suspiro. Divago por un presente infeliz aunque intente demostrar lo contrario, sin estridencias que lo hagan evidente, de solterón con gatos y comida artificial para microondas e intentos de dieta cada cierto tiempo, como si al otro lado de la báscula estuviera Camelot.

Decía Steve Jobs que si se levantaba durante unos días sin que se sintiera bien, lo analizaba y cambiaba lo que tenía que cambiar. Y de veras que me gustaría poder hacerlo, pero eso implicaría destruir cosas a mi alrededor. Toda la familia, por ejemplo.

Paradójicamente sostenerlo todo hace que yo esté en caída libre.

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