martes, 7 de junio de 2011

Una mala decisión


Superar la lluvia siempre se me hace cuesta arriba. La lluvia, no sé el porqué, me trae a la cabeza el último día que pasamos juntos, aunque ese día no lloviera. Los recuerdos son una tropa desleal y propensa a saquear el alma, una llamada telefónica puede traer una silenciosa revuelta piel adentro y destruir lo construido a lo largo de mucho tiempo.

Hoy he tomado la determinación de no tomar decisiones importantes los días de lluvia, aunque pensándolo bien no debería haber tomado esa decisión mientras veo resbalar las gotas de agua por el reverso del cristal, podría decir que es una paradoja, o un contrasentido, pero me quedo con eso a lo que soy tan propenso y digo que es otra estupidez más de las mías. No se me da bien tomar decisiones. No se me da bien encontrar una salida negociada a esa muchedumbre de miedos y deseos que habita mi pobremente amurallado corazón.

Hace tiempo que dejé de aparentar lo que no soy. Dejé de hacer entender al mundo que soy fuerte. Nunca lo fui, quizá siendo niño pude haberlo sido. He luchado todos los días de mi vida contra la melancolía, todos y cada uno de ellos han sido una victoria o una derrota, una derrota de mil caras distintas. He amado y he perdido, he vuelto a amar y he vuelto a perder. He creído en mí y me he defraudado. He defraudado a los demás... vivir se ha convertido en mi victoria diaria. Podrías pensar que me conformo con poco y tendrías razón. Pero luego están los días en los que no llueve, y todo cambia.

Todos y cada uno de los que han pasado por este blog saben cuál será el final, la belleza que intento transmitir con las palabras quedará cubierta por el polvo del tiempo, nadie recordará mi nombre y quienes creyeron conocerme enviarán mi recuerdo a un pozo donde descansaré para siempre. No es el peor de los destinos. El peor de los destinos es haber vivido.

Si hay una cosa que no se le perdona a un hombre es la derrota en esa lucha silenciosa contra los elementos, las palabras que son puñales, las emboscadas en el bosque de las cosas que se dicen a la espalda y son mentira. Si hay una cosa que no se le perdona a un hombre es no mostrarse ante los demás. ¿Qué más me da a mí? Yo voy a lo mío, y pienso en un mundo con agua para todos, solo, por si me pierdo, porque probablemente me perderé, porque soy un desastre para las relaciones personales y es mejor que el destino me alcance como un rayo.

Hoy he tomado una decisión. Una mala decisión. Lo sé, porque me lo ha dicho la lluvia.

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