jueves, 2 de junio de 2011

La burbuja en el alma


Las palabras se me agolpan en la boca de los dedos atascando la salida, el aliviadero por donde deberían irse todas y desaparecer de mi vista para siempre; nunca me importará a dónde van, yo escribo para desagüarme, para vecer la presión osmótica de la piel de mis ojos, para no explotar como un globo lleno de agua.

Nunca he entendido el mundo, nunca he querido aceptar lo que entraba en mi cabeza. Siempre fui un rebelde con cara amable... quizá siempre me faltó el porqué de casi todo, nunca imaginé que hay cosas que no tienen una razón de ser, que la razón no llega a todas partes; que hay cosas que son como son.

Ayer dormí todo el día, me moví, hablé, trabajé, salí, soñé... pero yo no estuve del todo allí, no era yo quien, empujado por la inercia, ejecutaba cada una de las acciones, mi alma había decidido irse... esta mañana tampoco estaba. Sé que no volverá.

Ayer me dí cuenta de que ya no merece la pena ser yo, que no me cambiaría por mí si fuera otro, me di cuenta de que no se puede huír hacia adelante para siempre y oscuras. Ayer ví lo que los demás ven de mí y sentí indiferencia.

Escribir en el blog es como aliviar la presión que de quedarse dentro me destruiría, así que es un poco como darme el permiso a seguir hacia adelante. Luego está lo del agua, lo de los equipos de potabilización, lo de la ayuda internacional y lo de... solo, siempre solo. Al principio pensé que la gente se iba, pero más tarde me di cuenta de que soy yo quien los aleja. ¿Importa? Ya no me importa.

Ha llegado un momento en el que ya no puedo engañar a nadie porque ya no puedo engañarme a mí mismo.

Así que aquí estoy, haciéndo un paréntesis en la redacción del proyecto, viendo a un gorrión sobre la mesa de la terraza, dejándome llevar por esta mañana de jueves que casi refresca, pensando en que he cogido frío en la espalda y me acecha otra vez la lumbalgia, con miedo a que lo que vendrá será lo mismo que ha sido, sabiendo que lo mejor para ti siempre es ignorarme.

Y sé que puede que confié en ti más de lo que debía, pero ¿qué le voy a hacer? quizá necesitaba creer que podía confiar en ti.

4 comentarios:

Alex B dijo...

No sé lo que te pasaría ayer pero al menos había un gorrión en tu terraza.
Hace unos días, en la mía, había uno chapoteando en una maceta que tenía un poco de agua de lluvia. Fue acercar mi mano y se agarró a un dedo como si fuera una rama. Lo entré en casa, lo arropé con una toallita de mano y lo puse junto al ordenador y seguí escribiendo.
Cuando comprobé que estaba seco lo cogí ( se dejaba) lo dejé sobre un tejadillo y salió volando.

No creo que sea el mismo, pero ¿quien puede asegurar que no?
Saludos.

Espera a la primavera, B... dijo...

¿Quién sabe? En ese caso, el gorrión aprendió a resguardarse de la lluvia, bonito gesto el tuyo.

Tienes buen corazón.

Un abrazo

Toni

Anónimo dijo...

¡Qué bonito es todo!

Isa

Espera a la primavera, B... dijo...

Gracias por tus palabras exclamadas, Isa.