domingo, 7 de junio de 2009

Ajedrez


Suena el teléfono. Es M... Quiere que quedemos esta tarde. Si me preguntara cómo me fue el viaje de vuelta a casa le diría que llovió y granizó y que me arrepentí de no haberme quedado a dormir en su casa. Pero no me pregunta. "No lo entiendo, tú y yo aún nos queremos" me dice cuando le digo que no. El problema del teléfono es que no puedo encogerme de hombros para decir que no sé algo; tengo que decirlo con todas sus letras y entonces ella tiene la frase perfecta "Si no lo sabes, tienes que averiguarlo". Sé que ella sabrá cómo convencerme de lo que ella quiera. Ella siempre quiere tener la razón y hará lo que haga falta para que le diga que es verdad, que aún nos queremos. Lo peor será que yo me lo acabaré creyendo y entonces ella habrá ganado, no sólo le habré dado la razón sino que además la tendrá. Y entonces se habrá acabado el reto, y entonces ya no se esforzará en demostrar que nos queremos. Como siempre.
Luego, sin venir a cuento me habla de C., si algo tengo claro es cuando alguien nombra a otra persona que no tiene nada que ver con la conversación que estás manteniendo es porque quiere que tú sepas que está ahí. Que está sin estar, pero podría estar. Lo nombra para que yo pregunte por él, para que ella me diga que últimamente no deja de llamarla, pero lo que quiere decirme es que si no voy esta tarde y él la llama se irá con él. La aparición de C. me deja caer la posibilidad de que tal vez hoy deje que sucedan cosas, que si no es mía será de otro y entonces pienso en la frase que dijo casi al principio, esa en que decía que aún nos queríamos y siento como si me faltara el aire. No muerdo el anzuelo. No pregunto por él ni dejo que ella me cuente nada más. Conozco el juego desde hace demasiado tiempo, cuando ese juego era inconsciente, cuando aprendí que lo nuestro se acababa en cuanto ella hablaba de alguien sin motivo. Ese juego que me arrastraba a una tristeza suicida. Soy un hombre celoso, lo confieso, y eso con M... era mortal de necesidad.
Estoy a punto de decirle que a las cinco estaré en su casa. Su casa, mi palacio de la luna y ella mi Kitty Wu, ella salvándome y yo salvándola a ella, días de mono y días en el infierno, y días en el paraíso y días de una paz que se podía palpar como cuando pones la mano debajo del chorro de un manantial inagotable.
"No insistiré más. No estoy acostumbrada a insitir a ningún hombre" me dice con falsa resignación "sabes que eres especial para mí". Soy tu juguete favorito, tu oso Teddy al que le arrancas un brazo y luego se lo coses. Soy lo que te ancla a la posibilidad de tener algo de aquel cariño espontáneo que tuvimos al principio y que luego tratamos de reproducir como si fuesen copias numeradas en otros tantos intentos. ¿Sabes? Hubiese dado la vida por tí. Y ahora siento que sólo daría una fotocopia de ella. Cuelga.
Cuelga y un segundo después la llamaría y le diría que vale, que a las cinco en su casa. Pero no lo hago. Me siento en la mesa del ordenador y viajo blogs y casi dejo de pensar en ella. Y casi tengo la esperanza de que esta vez sí, esta vez podría ser la definitiva. Que la esperanza consiste en saber de que a pesar de que sólo existe una posibilidad entre un millón de que pueda confiar en ella, es ésta. Y a veces me pregunto dónde estará la frontera entre esa esperanza y la estupidez.

12 comentarios:

Nebroa dijo...

Es tu novela? es tu vida? eres tú el que escribe? Piensas en realidad todo eso? has crecido tanto como para no caer en lo que te daña? Sea lo que sea, me veo identificada, y protagonista de lo que cuentas. Y sabes? protagonista en dos escalas. He sido la que llama y he sido la que dice que no....
Y no hay nada más satisfactorio que poder decir que no a lo que sabes que acabará en heridas sangrantes.
Y no hay nada más triste que saber que aquello por lo que darías tu vida es lo que más te acerca a la muerte

Velda Rae dijo...

¿Acaso existe esa frontera? Es esperanza cuando estamos ciegos de amor y es estupidez cuando le/la has olvidado. Cambia nuestra forma de mirar, no la distancia que las separa.

Espera a la primavera, B... dijo...

Tienes razón Velda, La esperanza sólo se vuelve estupidez cuando la ves alejarse de tí, cuando la has superado y no te ha dejado nada de lo que esperabas. Entonces la frontera está entre el niño que deseaba con ilusión y el adulto que dice "no merecía la pena".

Ana, no es mi novela y no he crecido tanto como para decir que no cuando quiero. A veces uno es como esas moscas que quieren salir por una ventana y golpean y golpean el cristal hasta que ya no puedes más. Pero hay personas que nunca serán lo que pueden llegar a ser, repetirán lo que les es más cómodo. Y llega un momento en el que las sigues queriendo pero sabes que no puedes hacer nada. Es lo peor, saber que estar junto a la persona que quieres te hundirá hasta el fondo. Es cuestión de supervivencia. También influye que después de M... conocí a otra persona de "cualidades" parecidas. Y tuve bastante. Me ahogaba, me tiraron un salvavidas y el salvavidas era de plomo. Ahora estoy bien.
Me gusta que me digas que te identificas porque siempre tengo miedo de hacerlo todo tan complicado que quien lee no se implique.

Un beso

toni

Nebroa dijo...

Me llama muchísimo la atención cómo cuentas que apareció un salvavidas de cualidades parecidas al que te aferraste para salir del fondo del océano. Es presente? O ya pasado? porque es curioso que destaques del salvavidas justo que se parecía a M... No?
Estamos condenados a lo complicado?

Suelo entenderte bien, aunque en ocasiones, debido al escaso grado de apertura en el que a veces se encuentra mi mente, tenga que leerte muy despacito

Espera a la primavera, B... dijo...

Estamos condenados a tragarnos el mismo anzuelo, a repetir una y otra vez el mismo resultado.

A no ser que estemos dispuestos (de verdad) a cambiar el tipo de relación. Y eso es difícil porque es un poco el síndrome de "los reyes son los padres", una vez te has desencantado, ya no es lo mismo.

Nebroa dijo...

Estoy contigo. Ya no es lo mismo. Nada será igual, pero y si hay algo que aunque no sea igual, pueda ser 'mejor'? Porque cuando vivíamos aquellas relaciones con la etiqueta de 'complicadas' en el envase, éramos otros. Ahora, (aunque el tiempo transcurrido no sea muy extenso) algo se ha renovado por dentro. O ha muerto esa parte que se aferraba al dolor.. Y quizá se hayan despertado nuevas formas de mirar las cosas, y gracias a ellas, tal vez pueda enamorarnos otro tipo de relación que concuerde más con quienes somos ahora...
Vale, entiendo que no te hayas enterado de nada!

Espera a la primavera, B... dijo...

El dolor es un trampolín donde el muelle transforma el peso del desamor en esperanza.

(eso por si pensabas que eras la única que podía escribir sin que el otro entendiera, jeje)

Nebroa dijo...

Pues que sepas que yo sí te he entendido! no tiene nada de dificil! Esfuérzate! :P

Fiebre dijo...

¡Ay señor!

Perdona mis formas B....pero ¡qué ganas de hostiarte me dan!
Y de comprobar a ver si lo tuyo es masoquismo, y después de que digas que no te importa que te dañen, cambiar el chip y enseñarte lo que es el AMOR con mayúsculas.

Nada parecido a lo que relatas.

Tan grande sensación, que cuando ves que vas a hacer daño y no puedes dar lo que esperan de ti, te retiras a tiempo y sufres en silencio con un cuerpo aún caliente pero que respeta al contrario...

Bua. Hoy estoy demasiado mística p´amí.
Pero aun mística y todo, no sabría si envolverte en besos o en tortas para que se te pase la tontá.

Espera a la primavera, B... dijo...

Fiebre, que no, que lo que no quiero es que me hagan daño a mí. Y como siempre terminé de la misma forma... pues ya está, ya pasó. Hay que saber poner punto y final. Dos semanas de ilusión no merecen el desprecio con el que luego te quedas, que no.

Claro que siempre te queda esa cosa de ¿y si esta vez es diferente? Joder, si nos queremos ¿Y si esta vez se da cuenta y todo es maravilloso y dura para siempre?

Y un cuerno. Si alguien te hace algo un montón de veces y ves que le hace lo mismo un montón de veces a un montón de gente, no esperes que deje de hacerlo porque si lo hace es porque saca un beneficio mayor que el quedarse contigo.

Lo de la cabra tira al monte. Pues eso, jeje.

En cuanto a lo de las hostias, mira que si me gusta...

Un besazo, guapa.

Charlotte dijo...

¿Qué no valen la pena dos semanas de ilusión? Pues prefiero vivirlas intensamente aunque luego me quede hecha una mierda pero al menos lo habré vivido.

Espera a la primavera, B... dijo...

Ya lo dijo Shakespeare, que es mejor haber amado y haber perdido que no haber amado nunca.