viernes, 12 de junio de 2009

El sueño equivocado


Esta mañana me levanté con la sensación de que antes de despertar estaba soñando algo imprescindible, y si he de ser sincero, con la sensación de que en el sueño yo era otra persona, con otros problemas pero en esencia iguales a los míos. De camino a la ducha y aun teniendo eso pegado a la piel, era incapaz de determinar quién o qué era, ni recordaba la historia. Me metí en la ducha con esa obsesión, con ese tener una palabra en la punta de la lengua. Ante la imposibilidad del recuerdo y la urgencia de salir (había quedado con Ricard para desayunar en el otro extremo de la ciudad) se me fue olvidando la necesidad de dar forma a la bruma que me seguía, como esas nubes que llueven sobre el inspector Clouseau en algunas escenas de la Pantera Rosa y que acaban desapareciendo al acabar el capítulo.
Ricard y yo nos preguntamos qué tal todo, hablamos del negocio, de política, de Florentino, de los bancos, de su padre, de mi ex-socio, de las elecciones, de si saldría el viernes con Noemí al Inèdit, de lo extraño que le resultan todos sus años de matrimonio, como si siempre hubiese sido otro el que hubiese estado ahí, viviendo su vida.
En la mesa de detrás de Ricard, unos muchachos se habían puesto a desayunar. Hablaban animadamente, imagino que de fútbol. Un hombre de unos cuarenta y pocos no paraba de mirarme. Desentonaba entre ellos, al principio pensé que debía ser el jefe de la cuadrilla, no sé. El caso es que me miraba con insistencia y en aquella mirada veía algo, como una demanda, como un "explícame qué pasa". Ni qué decir que no le hice caso. Ricard y yo acabamos, pagamos y salimos con la promesa de que nos llamaríamos si salíamos.
El caso es que al llegar a casa me acordé del sueño. En el sueño yo era otra persona, efectivamente, y mis características físicas coincidían con las del hombre del bar. En el sueño yo pensaba en que tenía que cambiar de vida, que la que llevaba tenía un hueco que se abría a diario, como un desagüe, por el que se iba yendo una especie de energía vital. Entonces me pregunté si aquella mirada del hombre real en el bar pudiera obedecer a que él hubiese soñado conmigo, es decir, que nos hubiésemos intercambiado los sueños, y él fuera yo en su sueño de la noche pasada de la misma forma que yo había sido él. De esta forma, yo tenía la respuesta a detener su pérdida de energía vital (dejerlo todo e irse a vivir al campo, tal y como tenía pensado) y probablemente él tenía la respuesta a mi malestar. Aquello explicaría su forma de mirarme o, lo más probable, indicaría una intoxicación alimentaria que nos hubiese provocado aluncinaciones a todos los clientes del bar.
Después de lo que me pareció una locura, empecé a darle vueltas, ¿y si hubiera un banco de sueños? ¿Y si, en realidad, las soluciones a los problemas de cada uno se repartiesen noche tras noche aleatoriamente en los sueños de personas muy distanciadas y que no se conocen entre sí? Si eso fuera así, que aquel desconocido y yo nos cruzásemos en un lugar (un bar al que yo sólo había ido una vez) y un tiempo (las ocho y media de la mañana) ¿era el sumum de las coincidencias u obedecía a un plan superior? ¿Nos cruzaremos día tras día con personas que nos han soñado sin saberlo y que tienen la solución a nuestros problemas? Y si es así ¿se acabaría si los descubriésemos?
Un banco de sueños. Sí, un blog donde cada uno colgaría el sueño que no le pertenece y en el que entrarías para cotejar si aquel sueño puede ser tuyo. Un banco con siete mil millones de sueños diarios, un universo paralelo cuya información no cabría en todos los discos duros de todos los ordenadores del mundo. Una humanidad parelela de seres que sueñan.
Me quedé pensando durante un buen rato. Luego pensé en la blogosfera y concluí que era un intento a medias que, como todo lo imperfecto, tiene un punto de realidad y otro de fantasía. Más tarde el teléfono no paró de sonar durante un rato. Empecé a trabajar en el plano del local de los chinos y me bajé la ordenanza municipal de locales comerciales, fui al ayuntamiento y me encontré a Noemí, le prometí que hablaría con ella pero cuando fui a verla había entrado en una reunión.
Volví a casa. No tenía pensado en escribir nada de esto para que no me tomaran por loco pero más tarde decidí que sí, porque no quería que se perdiese esta sensación-idea como se me pierden todos los sueños, de todas las noches que paso sin tí a mi lado.

3 comentarios:

Fiebre dijo...

Me encanta la idea.
Un blog de sueños donde cotejar el tuyo, buscarlo entre miles.
Me dedico a la Estadística,y a la peor; a la de los políticos empecinados en encajar sus ideas a la realidad.
Sabría como "encajar" y apropiarme el sueño que más que conviene. A veces es necesario engañar hasta a los sueños para vivir en un perpetuo estado de "Soy rubia, soy feliz".

Cada día me gusta más este blog.

Velda Rae dijo...

Qué posibilidad tan inquietante, que alguien ande por ahí soñando mi vida y encontrando las soluciones que a mí me faltan. Sería como esas personas que pierden a su mascota y colocan carteles en árboles y postes de luz: Busco mi Sueño. 46 años por enderezar antes de que sea tarde. Se gratificará cualquier información al respecto. (Joer, estoy por robarte la idea)

Silencios dijo...

¡¡Cuánto se iba a divertir el que sueñe con mis sueños!!
No está nada mal la idea que propones, Blog de Sueños

Excelente escrito, sí señor.