sábado, 6 de junio de 2009

M... (sin preguntas)


Me enseña un bolígrafo plateado con la punta roja. "Es Inoxcrom" y luego añade mientras lo abre"es recargable". Dibuja círculos concéntridos en una libreta mediana y sin rallas ni cuadrículas, que acaba de comprar una hora antes, tratando de explicarme algo sobre el centro de su ser y sobre capas que lo protegen como si en realidad fuese verdad eso de que una persona es como una cebolla. No sé si sabe que el centro de su ser se asoma a sus ojos como si ese centro con el que ella se identifica fuera el pasajero de un barco y lo hiciera a través de dos ojos de buey. Y entonces recuerdo que siempre me enamoro del ser que emerge desde lo más profundo y sí, tal vez, exista ese núcleo que ella me dibuja y que todo lo demás me es indiferente. Luego hace esquemas de lo que quiere que sea su vida y también me pregunta qué es lo que voy a hacer de la mía, pero yo me encojo de hombros "no sé" le digo y ella me hace preguntas y escribe respuestas y hace flechas y yo le sonrío porque me divierte verla así, tratando de ordenar mi caos en su libreta sin rallas y ni cuadrículas, con esquemas donde las personas somos como cebollas donde las ideas están escritas y se lanzan flechas las unas a las otras. Le diría que la quiero pero entonces esas palabras condenarían este instante y me lo callo.
Escribe deprisa y de esa forma sé que se alegra mucho de verme. Por eso y porque sonríe y me llama toni no desde la última capa sino desde un camarote en el interior del barco en que viaja.
"Tenía ganas de verte; desde hace mucho tiempo. ¿Por qué has tardado tanto en quedar conmigo?" me pregunta cuando cierra la libreta y ya nos hemos explicado un poco qué hace cada uno con su vida. Esa es una pregunta a la que no puedo responder porque no existe la respuesta. No sé por qué la evitaba, quizá porque nunca he podido esconderle nada, que con una sola mirada ella sabe cómo estoy, que no podría haberle dicho "estoy bien, de veras" sin sentirme por ello un impostor. Me vuelvo a encoger de hombros por segunda vez. Encoger los hombros es lo más cerca que estoy siempre de ser sincero y ella lo sabe.
A veces me pregunto qué hacíamos juntos dos personas tan diferentes. Ella vocalista y a veces bajo de un grupo que nunca llegó a tener el respaldo de los medios. Yo, un no tan joven errático, con un trabajo fijo de ocho a tres que había decidido que iba a escribir algo en serio. Ahora parece imposible que fuéramos aquellos aunque tampoco haya pasado demasiado tiempo desde entonces. Quizá el error fue cómo nos conocimos, noches de camas redondas y borracheras suicidas, noches repletas de alucinaciones y de voces, de rostros que no importaban, que podías verlos cuatro o cinco veces en un día y no te acordabas ninguna de ellas y que ya están olvidados del todo. Supongo que me llevó Paco, entonces éramos muy amigos, él escribía algunas de las letras junto a varios grupos, en uno de ellos ella cantaba. A mí todo esto me había llegado tarde. Me había pasado demasiados años estudiando, en una vida ordenada y previsible pero no sé por qué un día cambió todo eso, algo dentro de mi mente se desordenó, fue como agitar una de esas bolas en las que hay un paisaje con nieve en su interior que desde entonces y hasta hoy no se ha posado otra vez.
Una mañana me levanté en un piso situado en el número ... de Vía Laietana y bajé a desayunar a la cafetería que hace esquina. Ahora es un Café di Roma o un Jamaica pero entonces se llamaba de otra forma y tenían unas pastas recién hechas en su propio horno para chuparse los dedos. Pasé por delante de la puerta de la cocina y ella estaba apoyada en la encimera, hablaba o discutía con R. Se me quedaron mirando preguntándose quién demonios debía ser yo. Recuerdo que me sentí en la obligación de decir algo "Bueno, yo me marcho" y viendo que habían hecho café y tenían madalenas dije "ya desayunaré en la cafetería de aquí abajo" para que no tuvieran que hacer uso de la cortesía de invitarme a desayunar. Entonces ella dijo "Voy contigo", más por dejar con la palabra en la boca a R. que por que le fuera atractiva la idea de desayunar conmigo. Bajamos en silencio las escaleras. Era domingo, domingo por la mañana. Yo tenía ganas de decirle que algunas de las letras de sus canciones eran, en realidad, mías. Pero no dije nada.
En la cafetería de la esquina habían hecho unas caracolas con pasas que eran increíbles. Aquello y el azúcar extra que le metí a mi cerebro hicieron que me pusiera de muy buen humor y me dio por hablar. "No me preguntaste nada" me dijo una vez cuando recordamos aquella mañana "en aquel momento necesitaba que me dejaran en paz, si me huberas preguntado cualquier tontería, qué se yo, si quería más azúcar, es probable que hubiese mandado a la mierda. Pero no me preguntaste nada. Todo el mundo quería saber cosas de mí y estaba harta". Pasamos el día juntos y hablamos de todo. Por la noche cuando nos despedíamos, ella me dio un beso. Yo no pensaba besarla y me sorprendió. Aquella noche dormimos en casa de Paco, que tenía una habitación vacía. Dormimos abrazados. Éramos dos niños perdidos. No hicimos nada más. Permanecimos abrazados mientras dormíamos y mientras estábamos despiertos. Y si nos separábamos porque la postura nos cansaba, al rato teníamos la necesidad de volver a abrazarnos. Cuando nos despedimos no sabía qué iba a pasar. Dos días después apareció en mi trabajo, le había preguntado a Paco que dónde trabajaba.

Cierra la libreta y le digo que me tengo que ir. "¿Ahora te vas a ir hasta Ig...? Quédate conmigo esta noche. Le digo que es mejor que no, no porque no quiera sino porque sería empezar de nuevo y empezar algo con ella es como jugar con un cuchillo afilado con el que tarde o temprano acabaré cortándome. Ella lo sabe, sabe que me querrá con locura durante unas semanas y que luego se desenamorará y buscará una excusa para acabarlo, como siempre hizo, como hacen todos aquellos que saben que pueden tener a quienes ellos quieran. Nos damos un beso en los labios, suave, sin aristas.

Camino de casa empieza a llover con fuerza. Cae granizo y la carretera se vuelve una pista de hielo. No veo nada, tengo miedo porque sé que tengo un camión pegado justo detrás. Salgo de la carretera como puedo y me refugio en una gasolinera junto con otros coches. Me tiemblan las piernas. Y mientras tomo un café esperando a que amaine me arrepiento de no haberme quedado con ella y elegir dormir solo esta noche, me arrepiento de perder la oportunidad de revolcarnos en la cama como dos fieras salvajes, de encontrar en sus ojos el centro de mi propio ser.

9 comentarios:

Fiebre dijo...

Es la segunda vez que lo leo hoy.

¡Ay señor! Qué aficionados somos los seres humanos a engancharnos en el filo, a jugar con lo que sabemos que no puede ser...
¿Pero que queda si se usa el raciocinio? ¿Una hipoteca obligada? ¿Un "rajar" de tu vida con los amigos a la hora de las cañas pensando que se hubiera sido más feliz con aquello que nos daña?

Cada vez me ratifico más en mi decisión de "sola y con momentos puntuales que te regale la vida".
Precioso relato niño.

Espera a la primavera, B... dijo...

A las personas por cuyo atractivo físico, fama o don de gentes pueden tener una historia con quienes quieran y en el momento que quieran les pasa lo que a los niños que tienen todo aquello que piden: llega un momento en que se pierden y con ellos pierden también el respeto y la empatía hacia el resto de la gente. Y es difícil cambiar esa espiral en la que entran.
Al final uno tiene que decidir qué hacer. No acceder a su propuesta nos hizo bien a los dos. Ella encontró un límite y yo no lo pasaré mal cuando me deje por otro dentro de dos semanas tricionando todo lo que nos habríamos dicho y prometido durante ese tiempo.Ella es así y lo admite (pero lo hace cuando por teléfono y días después). No cambiará y yo no pretendo que lo haga. Pero ahora que sé (después de muchas veces) que eso me hace tanto daño (tanto el desprecio como el desamor) mi percepción ha cambiado.
También tengo que decir que, probablemente, yo sea para alguien lo que ella fue para mí (aunque yo tenga una percepción distinta).

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Vamos a ver. No iba a opinar porque me encuentro algo fuera de cobertura en esto del desamor :-)Pero, si te sirve de algo, creo que cuando alguien te hace sentir mal en pareja, cuando se está más pendiente de la reacción del otro que de uno mismo, cuando sientas que te manipula, de una u otra forma, hay algo que se debe hacer: no consentirlo. Lo primero es la dignidad personal, porque de ahí parte tu felicidad.

Ahora bien, si atraemos ese tipo de relaciones en las que prima el sufrimiento, habrá que cuestionarse si el problema está en nosotros.

La seguridad en uno mismo es fundamentel en este aspecto. Reconozco que tengo ventaja por experiencia y edad, pero ahora que estoy en este lado de la barrera, mi recomendación es que hay que estar seguro de todo el valor que uno tiene y que merece ser respetado y amado. Después, vendrá lo que tenga que venir.

Por lo poco que te conozco, tienes cualidades muy buenas para atraer a personas que merezcan la pena, así que... créetelo y será un hecho.

Elena Francis

Espera a la primavera, B... dijo...

¿Elena Francis no empezaba con aquello de "querida amiga"?

El problema de todo esto es que si fuera racional sería fácil. Los que llegamos solteros a ciertas edades (aunque hayamos pasado por relaciones largas) hemos perdido la inocencia y sobre todo, la ilusión.
El problema ahora es que aunque encuentres a alguien con quien quisieras estar siempre, al más mínimo problema saltan todas las alarmas y está claro que no te vas a embarcar en un barco que ya da muestras de que se hunde en el puerto.
Llámalo como quieras: miedo a perder la individualidad, miedo al compromiso, miedo a hacer daño, al fin y al cabo, el miedo no actúa desde el principio. Al principio todo es maravilloso. Con el tiempo uno se acostumbra tanto a estar solo que se hace el mundo a su medida, una medida en la que dos viven estrechos y faltos de aire.
Que alguien entre a vivir en tu espacio implica hacer un ejercicio de apertura profundo.

Hay una generación (y se paseas blogs lo notarás) que es una generación descreída. Muy preparadas, muy sensible pero tremendamente infeliz, no por que el mundo sea un valle de lágrimas sino porque el vacío interior no lo llena nada ni nadie y cuando alguien parece que sí lo hace, no perdura en el tiempo.

También tengo que decir que esto es un campo abonado para crápulas y cruellas de Viles, que a sabiendas de lo que tú quieres, dan la imagen que tú esperas para darse el gran lote o pegarse las vacaciones de su vida a tu costa. Y es difícil saber quién es quien.

Y sí, sé que atraigo a gente que merecen la pena, como me atraen mujeres que merecen la pena. Pero no es tan sencillo.

Me gusta tu programa, Elena. Sigue así, jeje.

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Ya veo que sabes más de lo que parece...

Sí se me hubiera dado bien ese programa, sí :-)

Yo es que soy muy virgo, y tiendo a racionalizar, a simplificar, a ir a lo práctico, a no idealizar a nadie, porque el chasco puede ser colosal y, sobre todo, a permitir que las cosas sean. Sin salirme de la misma relación que tengo, he atravesado diversa frases,entre ellas la de pensar que alguien te va a salvar de la infelicidad, y nanai. Nadie hace lo que esperas, pero sí puedes valorar lo que tienes, y eso sólo lo haces desde la idea de que lo que venga de otro es un regalo. Y, desde este concepto, atraes más, porque la otra persona te ve con personalidad suficiente y no como una carga que llevar.

Lo que no hay por qué hacer es sufrir eternamente. Ya lo dijo Buda, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

Pero, vamos, que, por otra parte, también es bonito leer cosas como las que escribes, porque tienen mucho lirismo, así que sufre, sufre...

Hala, que ya me he pasao, para ser domingo. Me voy a dar un paseo con Miantonio, que ese sí que me sufre :-)))y yo aquí... dando lecciones...

Nebroa dijo...

Qué b onito hablais, y cómo se identifica mi mente con vuestras palabras...
Toni, totalmente deacuerdo con todo lo que dices, me has robado las frases en esta soleada mañana en la que tan sólo hace unas horas que le daba vueltas a ellas en mi mente.
Concha, tienes mucha razón en cuanto a que UNO es lo primero, y después viene todo lo demás. El gran error, creo, siempre es buscar y creer que el agua que llenará nuestro vaso está ahí fuera. Es un error extendido, y totalmente llevado a cabo por la que te escribe. Pero al menos sé que es un error, y hacia su eliminación es hacia donde camino. Mientras, me he equivocado tantas veces que esa ilusión perdida que dice Toni resuena tan alto que no me permite caminar con soltura por el valle del amor...creyendo que cada bache que encuentre no merece la pena saltarlo...
En fin, cómo me enrollo... es una conversación tan intensa que quisiera hablarla con vosotros delante de un desayuno, con tortitas de miel incluidas. Hace?

Espera a la primavera, B... dijo...

¿Tú qué dices Concha? Tortitas de miel, mmmm. Habrá que buscar un lugar de conveniencia porque estamos cada uno en una punta de España.

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Dice Jodorowsky que antes de hablar hay que llenarse la boca de miel para que todas las palabras que digamos sean dulces. Estoy segura de que así sería con vosotros, pero me temo que, tal y como tengo planteada ahora la vida,por el momento,tendríais que enviarme las tortitas por SEUR refrigerado (toni, de eso ya entiendes ¿no?).

Un beso, guapetones.

Nebroa dijo...

Pues nada, ale, ya desayuno yo sola! jaja
Pediré 3 tortitas de miel pensando en vosotros y me las comeré yo mismamente! :s