martes, 12 de mayo de 2009

El brillo de la luna



Veo la luz de la luna reflejándose en sus ojos, estoy seguro de que si la luna pudiera le negaría ese brillo a su mirada. No, no se puede ser tan bella, no en medio de la noche, no hoy.
La luna se esconde entre las nubes, enfadada de veras, no como un niño que tiene un berrinche sino como el que ha perdido para siempre algo muy valioso y golpea todo lo que se pone a su paso. No hay que jugar con la luna pero ¿qué culpa tiene ella de que poseer tan amargo don, tan dulce veneno? La abrazo y ella se acurruca en mi pecho "Como antes, como siempre". Le digo que conmigo estará siempre a salvo, que volveremos a ser una familia, que ya nada se interpondrá en nuestro camino. La suave brisa del mar se clava sobre su cálida piel como millares de frías agujas y se estremece, debajo del vestido sus pezones se endurecen con violencia. "Parece que tu amiguito también se alegra de verme" dice con una sonrisa y separándose un poco de mí. "Dios mío, vuelvo a estar en sus manos". Una ráfaga inesperada de viento le recuerda que hace demasiado frío para llevar un vestido como el que ella lleva y vuelve a pegarse a mí. En ese momento, no sé por qué, me acuerdo de María. Pero no puede ser. Yo aún no conozco a María ¿Cómo se puede recordar algo que aún no ha sucedido? "Estás soñando" me digo y tras unos instantes de duda pienso "¿qué importa?" Ahora que sé que es un sueño sé que no saldrá corriendo y que sólo se esfumará sin irse a ninguna parte, sin irse con otro que no soy yo. Se convertirá en niebla que cubre la negra noche y quizá por la mañana tendré la suerte de no recordar este sueño. Quizá será mejor así. En el sueño, la abrazo a ella mientras pienso en María. No en su cara de mujer-niña, no en su cuerpo delgado y débil, pienso en su voz y en sus manos cálidas, en su forma de tocar, sincera, una forma de decir "te estoy tocando no sólo con las manos sino con todo lo que soy, y todo lo que soy no te mentirá nunca". En el sueño ella sigue abrazada a mí y María no existe. Es mi sueño, un sueño que huele a mar y sabe a la sal que la brisa va depositando en su piel. La beso. La beso y vuelvo a pensar en los labios de María, unos labios que no he besado, y entonces el bicho, desde alguna parte en la que permanece escondido, se ríe de mí, de esta confusión que hay dentro de mi cabeza.
Ella me mira a los ojos, los suyos siguen robándole la luz a una luna que sigue escondida detrás de las nubes. "Dime que me quieres" susurra. Dudo un instante. ¿Cuánto es un instante? El tiempo suficiente para que ella entienda que dudo entre si la quiero o no. Me mira y frunce el ceño. "Eres un idiota. Hasta en tus propios sueños tienes que estropearlo todo" me dice enfadada. Se separa de mí con un empujón y me mira con rabia. "Entonces quédate solo". Da media vuelta y se va. Pensé que en este sueño no lo haría pero se va y se pierde en la oscuridad de la playa y yo sé que se irá a algún lugar en el que alguien la abordará y charlarán y luego saldrán juntos y ella no le pedirá que le diga que la quiere.
Y mientras me siento en la arena empiezo a odiar un poco a María, a su cara de mujer-niña, a su voz cálida y a la vez segura y a esa forma de tocar que hace que te sientas seguro de que ella siempre estará ahí. Empiezo a odiarla sabiendo que sólo se puede odiar a alguien con la misma intensidad que se puede querer a ese mismo alguien. Cierro los ojos con la esperanza que al abrirlos esté ya dentro de otro sueño pero cuando los vuelvo a abrir estoy en el mismo sitio. Una gaviota lanza un graznido muy lejos, el rumor de las olas del mar se oye con fuerza. Sé que el amor de María acabará por desplazarla a ella tarde o temprano. Y no quiero. No quiero perder lo único que me queda de la vida que tuve, de lo único que me sigue uniendo a Cris. Y pienso que para no cerrarle la puerta a ella debo cerrársela a María. Visto así parece absurdo. Nunca la tendré a ella porque nadie la tendrá jamás.
Me levanto del suelo y cuando quedo erguido del todo ya es de día, el mar ha desaparecido, sólo me queda el escozor de saber que ella, en ese otro sueño que sigue sin mí, estará en otro lugar, conociendo a otro, riéndose con las tonterías que le esté diciendo, mirándole con el brillo de la luz robada a una luna que sólo existe mientras duermo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué maravilla de blog
Por qué he tardado tanto tiempo en encontrarlo?

Espera a la primavera, B... dijo...

Entra cuando quieras. Es tu casa. Antes siempre había una botella de cava en la nevera, dispuesta a ser descorchada. Ahora hay cerveza, el abridor está en el segundo cajón del mueble de la cocina.
Me gusta que te guste y ¿sabes? todo se encuentra a su debido tiempo.

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Ya verás, Toni, cuando te descubran todos... :-)

No puedo extenderme aquí ni en mi blog, ahora mismo (bestialmente bueno lo que has dejado en el mío) pero te superas por momentos...