domingo, 24 de mayo de 2009

Un día como hoy


A veces quisiera volver al instante antes de conocerla, detenerme en seco, dar media vuelta, no haberle mirado a los ojos, quizá así no tendría que hacer el esfuerzo de obligarme a olvidarla. Otras veces me pregunto cómo pude vivir hasta ese momento, qué había antes de ella, me pregunto en estas tardes de domingo cómo se puede sobrevivir con la mitad del aliento que uno tiene.
Yo entonces ya sabía que hay ciertas miradas que suenan como las colas de algunas serpientes, que la belleza es una enfermedad hereditaria que provoca la muerte. Yo entonces ya lo sabía, y me creía inmune a los hechizos y a los contagios. Y empecé a quererla como se quieren a las fieras que crías desde cachorros: sabes que pueden partir a un hombre en dos pero tienes la absoluta certeza de que nunca te lo harán a tí.

Pero te equivocas. Y basta con un solo zarpazo, con un simple mordisco, una palabra tan solo.

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