jueves, 14 de julio de 2011

La felicidad interior (in-felicidad)


Al principio creí que la felicidad era un trayecto, luego pensé que quizá era una estación de metro, acabé conformándome con soñarte y mientras tanto, se hizo de día, me miré en el espejo y me vi cien años más viejo, nunca quise hacer caso a los espejos, siempre fueron como esos pasillos a oscuras que hay que atravesar con la idea de que alguien puede venir por detrás y acabas corriendo. Correr. No se puede huir de los espejos, no hay dónde esconderse de ellos. Están por todas partes. Están dentro de mi cabeza, observándome continuamente.

Al principio creí que esto iba a ser más fácil pero no contaba con que yo siempre fui alguien difícil, un erizo de mar en un saliente, una concha en el mar de los sargazos. Todo el mundo cree saber quién es uno pero, a veces ni siquiera uno sabe ni quién es él mismo, el bicho es más listo, el bicho sabe del porqué de este no querer saber nada de nadie, de esta soledad autoimpuesta.

Hoy está nublado, amenaza lluvia, hoy sería un buen día para aprovechar la inercia y acabar con esas cosas con las que no puedo ver, oír, sentir, pensar. Hoy es un día en el que el gris debería teñir de gris la vida que tendré a partir de unos días. El proyecto del agua sigue pero a menor ritmo. Si mi familia, mis amigos, fueran Europa, yo sería Grecia o Irlanda: la vida es así, estos tiempos son así. Me siento y pienso, y hago proyectos que me pagan mal y tarde, todos los días son para mí un reto, ya casi no echo de menos a nadie.

Levantarse era esto, en unas entradas desaparecerá todo, será como si nunca hubiera existido. A veces es mejor así. A veces me gustaría cerrerlo antes de tiempo. Pero no sé (o no puedo).

Y ahora sale el sol por una rendija entre las nubes, lentas como las frases de un borracho, sale el sol pero yo ya no estoy aquí. Quizá este blog nunca debió llamarse como se llama, quizá hubiera debido llamarse algo que tuviera que ver con flores amarillas.

4 comentarios:

Daltvila dijo...

Estimado Toni (permíteme que te llame por tu nombre, lo prefiero ahora):

Tus últimas entradas me han ayudado a conocerte un poco más, especialmente la de "Por qué le llaman amor...". Me pareció condensar muy bien la historia de tu relación y me descubrí leyéndola vorazmente desde un cibercafé al que entré en principio con el solo propósito de consultar mi correo personal (esperaba noticias importantes).
Tienes el don de hipnotizarme con tu forma de escribir (ya ves que no soy la única que lo piensa. Tantas personas no pueden estar equivocadas).
Por un momento dudé si hacerte un comentario o enviarte un e-mail. Tras redactar el último por entenderlo más privado (me cuesta creer que sea privado un blog pero aquí me tienes), al tratar de enviarlo, no lo conseguí. Puede que fuera lo mejor pues a veces la frescura y espontaneidad pueden resultar demasiado invasivas.
Abreviando: pienso que quizás si deberías acabar con "Moriría por ella" para un segundo después crear otro blog en el que sigas haciendo eso que haces tan bien y que te hace tanto bien que es escribir y permitir que todos tus seguidores podamos continuar leyéndote."..ella" no te hace ningún bien, eso pienso. Puede que la fórmula mágica sea dejar de recordarla a través de tu blog pues pienso que solo es el pretexto para continuar derramando tus letras en este medio.
Y aunque parezca un tópico, he de decirte: "No te merecía y te mereces a alguien mejor". Esa complicidd y conexión de la que hablas volverá y será mejor. Se tratará de una relación en igualdad de entrega.

¡Buenos días!

P.D. Ahora, ya de regreso a casa y con mi ordenador, voy a ver si mi blog vuelve a estar operativo.

Espera a la primavera, B... dijo...

Gracias por tu comentario, Daltvila. Ayer estuve casi todo el día fuera, así que no pude contestarte. Siento que tengas que tomarte tantas molestias, la informática es la medicina y la epidemia al mismo tiempo cuando no eres informático.

No sé si el blog morirá al llegar a la entrada 1000, lo que si sé es que empiezo a no poder soportar la tristeza que arrastro en él. La historia que conté no es exacta y tiene más de sinopsis de novela que de realidad.

Es cierto que mi vida está a punto de dar un giro, pero no sé hacia qué dirección, pero también sé que la tristeza es un lastre demasiado grande, no sólo para mí sino para las personas que están a mi alrededor. Soy como una piedra filosofal que, en lugar de transformar todo lo que toca en oro, lo convierte en tristeza. Y nadie se merece eso.

Por tanto, me he convertido en un misántropo, y eso es algo que no estaba en mis genes, creo. Me debato entre la esperanza, la frustración y la tristeza. Detrás de cada ilusión pongo cada vez más en juego y ya no me creo nada, absolutamente nada de nadie. Si hay una cosa imprescindible para vivir, al menos para mí, es tener confianza.

Soy bastante idiota, me he empeñado en seguir creyendo a pesar de todo, pero detrás de cada promesa incumplida, detrás de cada decepción, hay alguien incrédulo y decepcionado. Soy la peor de las especies que existen: un soñador, pertenezco a la peor raza del mundo: la de los que creen.

Este blog casi siempre cumple lo que promete pero ya hace mucho tiempo que no promete nada.

Gracias por los consejos.

Abrazos

Toni

hécuba dijo...

Si tuviese que ver con flores amariilas, sería un bonito título, seguro. Y yo te seguiría leyendo igual. Un beso y un abrazo y otro beso más.

Espera a la primavera, B... dijo...

Siempre me acordaré de cuando te empeñaste en plantar flores de color naranja, y esos colores del verde gel de tu bolígrafo verde (y una foto con bolis de colores poco corrientes).

Besos y a abrazos a discreción