lunes, 18 de octubre de 2010

lunes por la mañana


A me llama esta mañana al trabajo, me dice que se lo ha pasado bien este fin de semana, que incluso le acabó gustando la película que fuimos a ver "Pa Negre" a pesar de ser muy dura. Yo le respondo que yo también me lo he pasado bien, que la cena del sábado fue como un punto de inflexión para mí, que gracias por estar ahí, por esos consejos y los ánimos.

A me dice que es su trabajo, que lo sabe hacer y que ella es así, que le gustaría que yo acabara la novela y me convirtiera en escritor, que es lo que en realidad soy, que le encanta leerme porque es como estar dentro de mi corazón y aunque eso a veces corta como cristales rotos otras veces es como vivir dentro de una gran esperanza, de una gran alegría.

No sé qué puede ver en mí, estos últimos meses me he sentido devastado por una gran tristeza y sin embargo ella sigue ahí, quizá al final sí existan personas que no defraudan, quizá al final, no todo el mundo salga corriendo sin mirar atrás. Reconozco que me cuesta confiar, como esas plantas marinas que las tocas y se recogen en un abrir y cerrar de ojos y no vuelven a salir hasta que el peligro ha desaparecido y mientras lo hacen, al menor movimiento, se vuelven a cerrar. Sin embargo, creo que A me conoce, lo que no sé es si realmente yo la conozco a ella.

Ella no pregunta cuándo volveremos a vernos, yo creo que ninguno de los dos se atreve. Lo pregunto yo y ella me dice que si voy a Barcelona podríamos cenar juntos. Yo le digo que vale, pero en verdad, no tengo que ir a Barcelona. Por una parte tengo la sensación de que me hago demasiadas ilusiones, por otro lado tengo ganas de dilatar el tiempo hasta el máximo. Además, me había propuesto escribir esta noche. Pero mi respuesta es "vale" y sin querer pienso en E, en lo mucho que nos entendíamos y en cómo un buen día se acabó del todo. Desde que pensé en E llevo toda la mañana temblando, quizá el test de 16 rasgos de la personalidad tenga razón y sea en extremo inestable, como la hoja de un árbol cuando llega el otoño, como equilibrista ciego, sordo, mudo ante su primer (y probablement único) espectáculo.

Pero no me voy a dejar vencer por el destino. El pasado es una herida abierta detrás de una puerta abierta, no sé qué cerrará primero, si la herida o la puerta, en todo caso, A me tranquiliza y sé que yo le divierto con mis ocurrencias, ayer se rió hasta no poder más cuando le conté que durante una época de mi vida era incapaz de bajar escaleras sin agarrarme a la barandilla, no era el hecho en sí, supongo, era la forma de contarlo.

A media mañana me pregunté si A había llegado a ese estado de madurez en el que dejamos de ser vanidosos y nos quedamos con aquello que de verdad nos hace sentir bien. O si, por el contrario, sigue aún pendiente de que los demás la admiren y la miren. Ayer, en la cola del cine o cuando paseamos por las calles del barrio no pude dejar de notar cómo la miraban algunos hombres y sé que sólo somos amigos pero, en cierta forma, me pregunté si podría soportar otra vez aquella sensación tan vívida que tuve hace unos meses y que a veces, como una serpiente que me muerde las tripas. Entonces me digo a mí mismo que tenga cuidado.

Hace un rato la he llamado. Me ha dicho que entraba en una reunión y me llamaba ella cuando saliera. Tengo que pensar una excusa porque no tengo un motivo concreto para haberla llamado.

Quizá sólo nos estemos curando el uno al otro con el bálsamo de la amistad. Las mujeres suelen tener un concepto de la amistad con un hombre distinto al de los hombres con respecto a las mujeres. En eso, soy un hombre atípico. Quizá porque me crié entre cinco mujeres y veía a mi padre muy de tanto en tanto y siempre enfadado. Creo que me estoy haciendo demasiadas ilusiones, al fin y al cabo, hace más de veinte años que nos conocemos. Ella ha conocido a todas mis novias y yo a todos sus novios.

A veces pienso que soy un idiota, que me imagino demasiadas cosas.

3 comentarios:

Gata dijo...

A veces cuando nos sentimos solos (hablo por mi) cuando nos han herido (hablo por mi) cuando necesitamos cariño (hablo por mi) vemos señales en otro que no son más que lo que son quizás tan sólo muestras de amistad real, viva, y preciosa de una persona a otra, sea del sexo que sea.
Por ello intento mirar con objetividad (y mira que me cuesta) las "señales" que (creo) que me mandan.
Que tengas cuidado vamos...
besos

Anónimo dijo...

¡Qué bueno es tener ese tipo de amistades, Toni! Te envidio, envidia sana, por eso. :-)

Me encanta saber que te lo pasas bien, que tienes conversaciones tan interesantes con personas de confianza, que eleváis todo a un común denominador: la amistad y la lealtad y, en definitiva, que vuelves a ser el maravilloso hombre que siempre fuiste, pero que por circunstancias varias de la vida no lo pudiste expresar a ALMA y CORAZÓN bien ABIERTOS.

Un abrazote,

Amber

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Dicen que buscamos relaciones neuróticas (con parejas tiranas, por ejemplo)cuando buscamos el amor paterno o materno en la figura de esa pareja... Quizá tienes que ir a tu arbol genealógico, y a lo que Jodorowsky llama psicogenealogía para saber por qué siempre acabas de esa forma...

Y, por ello, actuamos como dice esta autora:

"Fui de tus sueños juglar
nana de tus soledades
tinta de tus pensamientos
bufón para tus pesares
fui pañuelo y carcajada
cobija y pan, maga y vino
... Me faltó ser quien yo soy
por eso no estás conmigo".

(Lindy Giacomán Canavati)

Claudio Naranjo presenta un libro el viernes en Barcelona sobre estas cosas, por cierto.


Pero de todo eso seguro que sabe mejor tu amiga la psicóloga ;-)