lunes, 18 de octubre de 2010

Gracias por el consejo


Me llama por teléfono. Estamos una hora y media. No podía cenar conmigo, mañana empieza temprano y acabaríamos a las tantas. Siempre se nos pasa el tiempo volando cuando estamos juntos. Hablamos y hablamos, de Al, sobre todo de él. Al ya es pasado, Al ya no tiene una segunda oportunidad, ya nada volverá a ser como antes, Al, Al, Al... y yo voy quitando los "nunca" y los "siempre" de sus frases y me queda un discurso vacío, de puerta del castillo abierta, de murallas hechas de arena.

Sobre mí vuelan pájaros de hierro que lanzan huevos de plomo, y de los que nacen polluelos de fuego. Mi corazón se resigna y se dice que las cosas que no han de ser no han de ser nunca, un "nunca" que sí se queda a vivir conmigo. Me pregunta por E, le contesto que tengo una corazonada y que me va a doler. Ella me pregunta y yo le contesto. "Tienes mucha imaginación, toni". Me río forzadamente, me río como se ríen los niños que no saben reírse ante un payaso.

Suena el teléfono móvil en su lado del hilo telefónico. "Es mi madre, te dejo". Y probablemente lo sea pero entonces recuerdo los "hoy es tarde, te llamo mañana", los "ahora no puedo" y entonces me vengo abajo, caigo sobre una piscina llena de mayonesa como si fuese un yunque oxidado.

Mantengo la calma, hago los ejercicios de los pensamientos distorsionados, respiro y me pregunto si Ch tendrá razón y sólo me gustan las mujeres que me entran por la vista, y entonces me pregunto si no habrá en algún lugar una cámara que me haya grabado a mi corazón desde el instante de mi nacimiento y si al rebobinar la cinta habrá un hilo conductor de esta soledad intermitente.

Al rato llama A. "No era mi madre, toni. Era Al". Yo no digo nada al principio. Luego pregunto que qué tal. A dice que ha recapacitado y yo digo que recapacitar es de sabios. A está triste. "Deberías estar contenta" le digo.

A da vueltas otra vez sobre Al y a mí esas vueltas me marean, me minan. Colgamos. No tengo ánimo para escribir. Y por primera vez en una semana más o menos me rindo, me rindo sin condiciones y a cualquier enemigo. Me rindo porque siento demasiadas cosas, porque el yunque soy yo y me estoy ahogando.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es encantador ver cómo conviertes en algo cotidiano, como puede ser una llamada, en poesía, en prosa poética.

Ese gran talento enlatado -- si me permites la expresión-- vamos a hacer que vea la luz, pues el mundo tiene que saber de tu pluma, del silencio de tus palabras, de tu sensibilidad, Toni. El mundo tiene que saber que, de hecho, otro mundo mejor SÍ ES POSIBLE.

Biquiños de la meiga mariñeira,

Amber

Marnie J. dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=JmnIDgbE7AE&feature=fvsr
este es el vdeo que colgar, nada de rendirse, jeje...

Espera a la primavera, B... dijo...

Me gusta tu optimismo, Amber, y sé que no es nada fácil ser optimista. Gracias por el cumplido.

Un beso

Espera a la primavera, B... dijo...

Marnie... ¿qué voy a hacer contigo? Gracias por darme caña.

Besos