miércoles, 20 de octubre de 2010

Comida con I.

Este mediodía he comido con I. Me llamó a eso de la una y me dijo que estaba cerca de donde yo trabajo. Fuimos a un restaurante que ella conoce. "Te invito yo" me dijo a sabiendas que iba a poner reparos en ir precisamente a ese antro de lujo y modernidad.

Hace cuatro años que no nos vemos. "Estás más delgado" me dice nada más verme. "Yo te recuerdo igual" le digo pensándolo de verdad. Está igual que siempre, cuando pienso que esta mujer de mirada serena quiso que yo fuera el único hombre de su vida no puedo hacer otra cosa que estremecerme, supongo que fui un estúpido o tal vez pensé que ella estaba confundida, que yo no era el hombre que ella pensaba que era. Pero si lo pienso fríamente creo que I. ha sido la única persona en el mundo que me aceptaba como era. No quise hacerle daño. No, no quise. Lo juro. No pensaba que me quisiera, sólo creí que le gustaba como escribía, que en realidad se había enamorado de mis palabras.

"Antes de nada.Toma, tu novela. Acábala. Es original, tú sabes que es original y que es buena" me dice dejando ciento sesenta folios encima de la mesa. "Tu gran error es creer que cualqueira puede escribir algo así, y puede que sea cierto pero resulta que lo has escrito tú y no hay nada que se le parezca. Admite de una vez que los demás tenemos razón y eres tú el que está equivocado". Me gusta su tono de voz. "Enfadarte siempre te sentó bien, I. Me gustaría que te enfadaras así conmigo más a menudo" le digo con sorna. "Enfarse contigo es como enfadarse con un cachorro que se ha meado en la alfombra. No sirve de nada, al final piensas que al fin y al cabo es una misma quien lo ha metido en casa" me dice.

Hablamos, recordamos, le pregunto por su vida. No quiere hablar de ella. Le hablo de A. y sonríe. Le gusta A. y a A. le gusta I. Siempre fue así, como una hermandad de gente sin ganas de que los entendieran, con ganas de hablar con franqueza, como si al no tener una idea clara de lo que queríamos huyéramos de los que tenían las cosas claras y encontráramos refugio en los de nuestra misma especie.

De pronto dice "Tú nunca creíste que tu me gustaras. Pensabas que eras un capricho ¿verdad?". No sé qué contestarle, ahora, con la perspectiva del tiempo diría que sé que no fui un capricho, pero entonces quizá sí lo pensé aunque sintiera que no.

"¿Sabes qué me gustó de tí? Nadie se me había sentado al lado, toni, nadie se había dado cuenta antes de lo sola que me sentía ni me había entendido. Estaba acostumbrada a que los hombres trtaran de comprarme, a conquistarme, desde los trece años. Y apareces tú y me cuentas lo mismo que yo siento, y no quieres nada de mí y yo... mi piel se erizaba nada más la tocabas, eras dulce conmigo, nunca he sentido nada tan sagrado como la primera vez que tú y yo nos metimos en mi cama. Y sé que nunca sentiré nada igual. Por eso no pude perdonarte que te fueras. Eras la esperanza de que el mundo fuera algo distinto a lo que estaba acostumbrada. Me daba igual que fueras un técnico del tres al cuarto" "Mujer, tampoco hay que..." interrumpí yo. "Sí, escribes bien pero como ingeniero eres como para no darte un proyecto, hijo".

"¿Sabes toni? Durante mucho tiempo pensé que me habías condenado a haber conocido aquello y perderlo para siempre. Y no era justo. No pude odiarte, sólo añorarte. Y eso es una mierda. Añorar es una tortura".

"Lo siento de veras, quizá no te entendí lo suficiente" dije mirándole a los ojos. "Sí lo hiciste, pero pasa como cuando escribes, lo que para tí es algo natural para otros es extraordinario". Empiezo a cansarme un poco de que la gente me diga que escribo bien. "Te digo que lo siento, probablemente ahora sí me daría cuenta, no sé, las cosas al final tomaron su rumbo, tú te casaste con C..." "Me importa una mierda C." me interrumpe "nunca quise a C., y siempre he tenido la sensación de que tú me condenaste a él, que en el fondo me dijiste véte con él". "Sabes que no es cierto" le reprocho. "¿Estás seguro? Él podía darme todo lo que tú no podías" me dijo enfadada. "Conmigo hubieras sido pobre, con C. tenías todo lo que se puede desear..." "No te enteras, lo que tenía contigo era lo que deseaba desde siempre" me dice "¿cómo se puede ser tant tonto?".

Comimos entre reproches pero en los postres volvimos a recordar cosas buenas. I. me dijo que había cambiado y yo tuve que darle la razón. "Desde que E empezó a dejarme y los bancos a atraparme, reconozco que me he vuelto una sombra de lo que fui. Decepcionada supongo" le sugiero. "No, sólo te falta respirar, disfrutar como antes. Te hace falta amar la vida y no soportarla. Quedaremos más veces" sentencia. "No sé si es buena idea" le digo "No creo que a C. le haga gracia". "C. y yo hace tiempo que no tenemos nada que decirnos, eso no te lo voy a reprochar a ti. Bueno, sí, en realidad nunca tuvimos nada que decirnos".

"Entonces no sé si es buena idea por ti ¿Qué quieres exactamente?" le pregunto. "No lo sé, toni. Sólo sé que necesito verte y que tú necesitas salir de ésta".

2 comentarios:

Marnie J. dijo...

hay sr. Toni, me tiene con un baile de letra(iniciales) que me pierdo...
buenas noches...

Anónimo dijo...

Hola, no te conozco pero te he encontrado a través de otros blogs. Me ha gustado la primera entrada tuya que he leido.Voy a seguirte a partir de ahora.