martes, 14 de abril de 2009

El reloj diabólico


A veces me levanto temprano y paseo las aceras. Hoy no ha sido el caso. Hoy me quedé durmiente sin posibilidad de beso que me despertara, ni príncipe ni princesa, ni rueca ni pluma, fue un amanecer deshilachado, turbio, sin sol. Me despertó, eso sí, la voz sin sílabas del despertador, que se había olvidado de cambiar de horario o en su defecto, detener la rotación de la tierra una hora más o menos. Es lo que tienen los ingenios mecánicos, que son más mecánicos que considerados. Me acuerdo del despertador que tenía en casa de mis padres. Antiguo. Tan antiguo que había que darle cuerda cada día. Me acompañó tantos años aquel artilugio que si alguna vez tengo Alzheimer uno de los últimos recuerdos que se borrarán será el de aquel maltrecho mecanismo de relojería que me despertaba por las mañanas con su timbre irritante, con su cara asustada, su bruñido apagado por el mismo tiempo que él contaba. Hoy iré a casa de mis padres y preguntaré por él. A aquel singular reloj lo sustituyó otro más moderno, uno de esos digitales que informan de la hora en medio de la oscuridad, aquel era un ingenio eléctrico, diabólico. Te despertabas en medio de la noche y ahí estaba él, siempre alerta, con la hora al rojo vivo. Desde aquel día que entró en mi vida mi cerebro dejó de dormir plácidamente y empezó a calcular lo que le quedaba aún por dormir y a restar y sumar minutos en medio de la noche. Mi cerebro se convirtió en un obsesivo compulsivo, se volvió celoso, se tornó irascible. Aquel reloj estuvo en la frontera de mi adolescencia y la edad adulta. El tiempo, maldito tiempo, malditos días que faltan y días que quedan, malditos fin de mes y día quince, malditas las siete de la mañana y las 0:00 de la noche. ¿Sabéis qué? Que me cago en el tiempo.

Por cierto, a la una he quedado para comer. Mierda, que llego tarde.

PS: Te echo de menos.

2 comentarios:

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Hay un despertador que funciona por un sistema que simula la luz natural, y que va abriéndonos al día, gradualmente. Debe de ser mucho mejor para la salud.

Vamos siempre contra corriente. Por ejemplo: estamos medio dormidos y, en lugar de dormir... nos tomamos un café ¡Toma ya!

Y luego decimos que hacemos lo que queremos...

Un abrazo, Toni.

Espera a la primavera, B... dijo...

Yo sólo tomo café porque es un laxante fenomenal, mucho más que el Activia y el salvado juntos. El gran invento del siglo XX es la cafeína. Me extraña que no la hayan prohibido. Aún así reconozco que no tomo café a diario. Simplemente, es repugnante. De ello deduzco que pienso que el mejor invento del siglo pasado es repugnante. Y de ello salto a la certeza de que me he saltado eso del despertador orgánico y progresivo. Yo intento dormir con las persianas subidas. Es más barato que el reloj progresivo. Creo que el mejor reloj orgánico es el de mis gatos, reloj que les lleva a dormir diecisiete horas al día. Una vez quise ser gato pero se me daba mal lo de escupir bolas de pelo con el consiguiente cachondeo de mis dos gatos. Se podría decir que fue una, como decirlo, experiencia enriquecedora, pero volví a mi natural superioridad sobre ellos ya que soy el que les da de comer, le lleno el cacharro del agua, les cambio la arena mientras ellos duermen diecisie... espera, ¿superioridad? aquí hay algo que no me cuadra.