jueves, 30 de abril de 2009

Tu voz

Tu voz me salva del infierno y me condena a él al mismo tiempo
me llena los ojos de niebla, me ancla a un pasado mejor y
a un futuro incierto. Pero tu voz me salva al fin y al cabo de
esas tarde perdidas cuando adivino en qué piensas cuando preguntas,
creyendo que no intuyo nada, por la estela que deja el viento.

Tu voz ha quedado restringida a sólo tu voz, ha quedado mermada,
ciega, tu voz está muda de tus manos, de bares y cervezas cuando aún
no te conocíamos ni yo ni las palabras que te iba a escribir.
Tu voz es lo que me queda después de los años, y eso es mucho más
de lo que podía pedir. Es mucho más de lo que esperaba.

No estamos hechos para vivir mirando al suelo. Eso nos unió
en un pacto secreto, en una hermandad de insumisos, nos convirtió
en soldados de una guerra perdida de antemano. Sé que tú lo conseguirás.
No me lo dicen tus ojos pero sí tu voz firme. Sé que sobrevivirás porque
sobreviviste a la gran noche. Sé que lo harás, no me preguntes cómo.

No habrá más esquinas ¿quién las necesita? en las que confundir
encuentros y encontronazos, no habrá paraguas ni tardes de lluvia.
Al final los caminos se van haciendo cada vez más estrechos,
acabaremos por vivir en bosques diferentes de árboles distintos. Si es así
me quedo con esa voz que a veces me salva del infierno. Si es así,

... me quedo contigo

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