domingo, 22 de junio de 2008

La charla

Me invitó a que entrara en la habitación. Era una sala de espera como las que hay en algunas consultas de médicos caros. Había cinco sillas con el tapizado de cuero y varilla de acero cromado, una mesita a juego en la que descansaban varias resvistas de negocios y un periódico. L.B. encendió una lámpara de pie dorado que proyectaba su luz hacia el techo y se sentó en una de las sillas cruzando sus largas piernas y recostando todo el peso en el respaldo. "Si hablamos en el pasillo María podría oírnos" dijo. Me senté en una de las sillas que quedaban justo en frente de ella. "Entonces has estado hablando con ella" le dije una vez me senté. "Sí" me respondió mirándome fijamente. "Ahorrame los detalles ¿te ha contado qué paso?" le pregunté. "Sí, me lo ha contado" dijo "y te ahorraré los detalles" continuó diciendo. "El hijo de J... tuvo lo que quería y eso que María le advirtió que cuando Garr se enterase se lo iba a hacer pagar. Por lo visto no la creyó". Maldije el momento en el que le dije que me esperase en el coche. Si no hubiese venido a acompañarme quizá no le habría pasado nada. En todo caso, ella sabía mejor que yo a lo que se exponía viniendo conmigo y sin embargo, lo había hecho. L.B. siguió hablando "Luego, los hombres de J... se divirtieron con ella. Son de lo peor, gente sin escrúpulos ni dignidad". Sacó una cajetilla de tabaco y extrajo un cigarrillo. "Alguien les dio un adelanto de lo que les va a pasar cuando salgan del hospital. Están muertos. No lo saben aún pero todos están muertos; peor que muertos". Después de aquellas palabras se quedó en silencio. Se llevó el cigarrillo a los labios y lo encendió. Pensé que había algo que se me escapaba. Esa mañana, había estado hablando con Garr y si había algo que me había quedado claro es que no era precisamente alguien que se dejara llevar por sus sentimientos, y dudaba que sí lo fuera a hacer con María. La crueldad que todo el mundo esperaba de Garr para vengarla me parecía fuera de medida teniendo en cuenta lo que había visto de él. Por mucho que tratara de hacerlo no podía imaginar a María y a Garr juntos. Era imposible. No me imaginaba a María siendo cariñosa con aquel animal de sangre fría ni a Garr teniendo la más mínima atención hacia otro ser humano que no fuera él mismo. Eran una pareja imposible, dos seres de planetas completamente distintos. También me parecía exagerado que Garr, uno de los hombres más poderosos del país, tuviera que demostrar a alguien como J... quien mandaba. J... ya lo sabía y nunca se hubiera atrevido a tan altas cotas. A él ya le bastaba la ciudad y no creo que tuviera ambiciones que tuvieran que ser abortadas. No, había algo más, algo que yo no sabía. "Esta mañana estuve hablando con Garr". L.B. me miró tratando de ocultar su sorpresa ante lo que había dicho, una momentánea quietud de la mano que sujetaba el cigarrillo la delató. Seguí. "Esta noche da una fiesta ¿lo sabías?" le dije sonriendo. Ella me miró en silencio tratando de averiguar quien era yo realmente, de calibrar qué podía yo llegar a saber. "Eres amiga de María ¿verdad?" le pregunté. Ella siguió sin decir nada. "Quiero decir que María está sola en medio de estos lobos y tú también lo estás ¿no es así? La quieres, si no, no estarías aquí. Te debe tener confianza y no creo que la confianza sea moneda corriente por aquí. Hay algo que tú sabes que yo intuyo pero no sé. ¿Qué es María para Garr?" L.B. suspiró. Apagó el cigarrillo, aún por la mitad, en un cenicero que había encima de la mesita. Lo hizo lentamente, para poder ganar unos segundos mientras decidía si hablaría o si no diría una sola palabra. "Fuiste tú quien le dió la paliza a los hombres de J... ¿verdad?" me preguntó. "Así es" le dije. "María me ha hablado de tí; confía en tí, aunque eso no quiere decir nada. Bueno, sí, que tal vez esté desesperada. Supongo que te habrá contado cómo llegó a esta casa, a manos de Carmen". "Más o menos". "No debería estar aquí". dijo mientras se levantaba. "Nadie debería estar aquí" le dije. "Veo que te falta mucho por saber. Si no sabes qué supone María para Garr es que no sabes casi nada. O debería decir que no tienes ni idea de qué va todo esto. Creí que María te lo habría contado pero no ha sido así. Supongo que es normal. Se juega mucho. Quizá sería mejor para los dos, María y tú, que no estuvieras enterado de nada. Pero al fin y al cabo vas a ir a una de sus fiestas. Será mejor que te enteres allí de lo que Garr se trae entre manos. Sólo un consejo: No acudas a la fiesta con prejuicios morales". "No los tengo" le dije. "Eso es lo que crees".

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