martes, 27 de agosto de 2019

Tercera persona



Llevo días en los que no puedo escribir.

A veces me ocurre. Tengo tantas ganas que las palabras se apelotonan y no saben pasar por el minúsculo agujero que debe ser la salida de mi imaginación. Hace tiempo que lo sé y me siento a esperar mientras hago otras cosas. Creo que, entre otras razones, es el motivo principal por el que nunca escribiré nada largo.

Cuando pasa el tiempo, las historias se pierden, dejan de tener sentido. Todo lo que se escribe tiene un halo de continuidad que no puede romperse por una serie de días. Creo que quince es el número exacto. Dos semanas y zas! ya nada de lo que escriba tiene ni interés ni importancia.

Con la vida me pasa lo contrario. Puedo esperar diez o quince años. No importa. Soy de retos largos y difíciles. Tengo paciencia. Sé que un día escribiré durante los días necesarios para acabar una historia, solo que para entonces ya nadie leerá libros porque poco a poco hemos ido acabando con la cultura de tener cosas en las manos que nos cuente historias. Ahora todo son noticias. Destellos fugaces de algo en lo que nunca profundizaremos.

Ya casi nada tendrá el tiempo necesario para desarrollarse y dejarse ir. Vivimos tiempos difíciles para lo que no sea inmediato. No sé si me llega a importar. Puede que, en el fondo, todo esto sólo sea una prueba para ver hasta dónde estamos dispuestos a arriesgar por lo que creemos que somos.

Me gustaría poder tener tiempo, pero no tengo tiempo para tener tiempo. Es una locura. A veces lo detendría todo pero no sé cómo hacerlo. O sí sé, pero no se me hace difícil tomar decisiones. No es fácil seguir adelante por inercia. Intuyo que parar y empezar de nuevo debe ser igual de difícil o más, así que, de momento, prefiero la inercia.

He de confesar que este verano he estado a punto de hacer uno de esos cambios en mi vida en los que uno pone patas arriba su vida y la de los demás. Para mí es fácil. No tengo lo que se suele llamar una existencia ordenada. Hace tiempo que elegí un camino solitario y sin demasiadas cosas ni personas a las que atarme.

Creo que la relación más larga que he tenido es este blog. Y a decir verdad me gusta. Espero que algún día una inteligencia artificial lo encuentre buscando en el hipertexto y lo ordene y lo convierta en una novela en tercera persona.

Si hubiera escrito en tercera persona hubiera sido escritor. Estoy convencido. Pero no sé. Lo he intentado varias veces, pero los personajes se caen por sí solos. Cuando estudié en la Escola d´escriptors de l´Ateneu Barcelonès inicié varias historias, pero sólo podía continuar las escritas en primera persona. Eso es algo que da fuerza a un texto, podrías contar como te pintas las uñas de los pies y parecería una aventura, supongo que por eso escribo como si esto fuera un diario.

Ya casi nunca me releo. Me duele hacerlo. Es como estar en ninguna parte. Saber que estás pero no ahí, si no que eso es lo que podrías haber sido si hubieras decidido ir a por eso en lugar de a por lo que has ido.

A los cincuenta te pasa que te planteas si has hecho realmente lo que has querido en la vida, con la sensación de que no tienes tiempo para casi nada más. Ni salud ni fuerzas. Ya no están los que estuvieron siempre o te preparas para que dejen de estarlo. Es una maldita lucha silenciosa en la que el único que sale herido es el que está ahí.

A veces conectas con otra persona en la distancia. Te dejas llevar por un sentimiento próximo a renacer.

Crear expectativas. Renunciar a ello es lo que nos convierte en adultos.

Lo normal es que suelan renunciar a ti.

Aunque insistas.

Ayer una pareja de ancianos me contaron cómo él estuvo un año detrás de ella sin que ella le hiciera caso. Llevan más de sesenta años juntos. El tiempo es la medida de las intensidades de la vida.

Hay una brújula en algún lugar que señala hacia un lugar y una persona.

Me gustaría saber si alguna vez señaló en su dirección y yo no supe interpretar la cartografía de las líneas de su cuerpo y me perdí en el camino.

A veces creo que no estoy a tiempo de averiguarlo y otras es lo único en lo que pienso en todo el día.

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