jueves, 8 de agosto de 2019

El último deseo



Ahora ya sé que las cosas nunca suceden como a uno le gustaría; que aunque el tiempo sea una espiral se mueve en círculos inalcanzables como las órbitas de ciertos cometas que sólo nos visitan cada muchos años. Nunca hay segundas oportunidades, a veces la vida es un match ball que ganas o pierdes. Todo instante es único y pasajero.

Si volviera atrás y me encontrara en ese punto en el que nos encontramos un verano de hace mil cometas, sabiendo lo que sé ahora; habiendo vivido lo que he vivido; estando en el lugar en el que estoy, creo que hubiera hecho lo mismo que hice.

Puede que la vida no dé una segunda oportunidad, pero ahora sé que da una primera oportunidad varias veces, incluso con la misma persona.

Cuando A. se fue ya sabía que el amor de mi vida no había sido ella.

El amor de la vida de alguien es aquella persona con la que volverías a intentarlo tantas veces como estrellas hay en el universo.

Hasta encontrar la buena.

Todo lo demás es ir sobreviviendo.

Ahora, que voy envejeciendo, que sé que la vida entra en modo reflexión sin avisar, que me duele algún hueso cuando va a cambiar el tiempo, puedo decir que cuando no pienso en nada acabo pensando en ti.


Y pasarán otros diez mil años y nos reencarnaremos en otra humanidad a bordo de naves espaciales rumbo a otros planetas; y eso que soy, lo infinitamente minúsculo e invisible que ahora sé que soy seguirá echando de menos lo diminutamente eterno y etéreo que eres tú.

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