jueves, 24 de enero de 2008

Reproches


Es probable que pudiera haberlo evitado pero no quise. Esta vez tuve el control necesario para pararme unos segundos, recapacitar y decidir qué hacer. Y decidí que le rompería la cara, que le aplastaría uno por uno los huesos, que los sentiría crujir al partirse. Sí, pude haberlo evitado pero no quise. El tipo de la recepción creyó que yo había ido a repostar gasolina con el coche, pero volví porque ella tenía las llaves en el bolsillo de su chaqueta. Oí como le ofrecía dinero por acompañarle detrás. Ella le dijo que me lo diría y él subió su oferta como respuesta. Luego... luego se le vino el mundo encima.
No sé a cuántos hombres habré arruinado su vida, cuantos lisiados, ciegos, sordos o inválidos habré creado con mis manos. O mejor debería decir que el bicho ha creado. En todo caso, conduciendo (ya con el depósito lleno) por estas carreteras semidesiertas y con ella en silencio, me da por pensar qué hubiera sido de sus vidas si no se hubieran cruzado conmigo y qué sería de la mía si no hubiera sentido la llamada de la sangre, si el bicho no se hubiera despertado, desperezado, si no hubiera mirado a su alrededor y si jamás hubiera dicho "vamos a machacarlos a todos ¿oyes? a todos".
"Eres un salvaje" me dice. Y el tono que emplea es de reproche. En realidad ese tono dice "antes me gustaba que fueras un salvaje pero ahora, con esa edad y esos kilos de más, me pareces patético". No le respondo, sigo con la vista puesta en la carretera, simulando una concentración que se ve a la legua que es excesiva. "¿Cuántos años tienes?" pregunta. "Los suficientes como para poder ser tu padre, mi niña" pienso. "Cuarenta y dos" le digo. "No se tienen cuarenta y dos años y se va destrozando a la gente a la más mínima. ¿Cuánto tiempo vas a estar así?" me dice. "No pareció importarte cuando anoche te saqué de ese antro" le digo. Touché. "Eres un imbécil. Un maldito saco de músculos sin cerebro. Sólo sirves para dar puñetazos" dice mientras cruza los brazos. Luego me mira y empieza a restregarme por la cara cosas del pasado: noches oscuras, borracheras suicidas, golpes y más golpes, días que he olvidado porque probablemente recordarlos es incompatible con vivir con dignidad. Entre esas cosas del pasado se olvida (quizá porque no lo sabe o no quiere saberlo) los días enteros bajo la lluvia siguiéndola, observándola de lejos, atento al más mínimo indicio de peligro; los días de morderme los labios hasta que me sangraban al verla irse con los tipos más depravados del barrio viejo. Individuos cuyo único objetivo en la vida era mascar un montadientes, hacerse el duro, tener dos o tres compinches más abyectos aún que él, tipos de diente de oro y gafas de sol de quinientos dólares. Mi niña... sólo llena de reproches que ya no escucho porque estoy lejos, porque ya me puse el impermeable que me protege de sus palabras. Mi niña... ¿dónde se quedó la chica a la que quería?
Está tan absorta en arrojarme basura que no se da cuenta que pasamos por un bosque encantado. A ambos lados de la carretera el bosque se hace espeso, crecen helechos altos y verdes, la luz del sol entra por los huecos que dejan las copas de los árboles que, al ir nosotros rápido, se convierte en un constante nacer y morir estrellas de luz en el cielo verde oscuro del techo del bosque. Levanto el pie del acelerador y el motor se duerme, baja de revoluciones, y el coche se desliza en silencio sobre el asfalto. "... un maldito imbécil, un ser insensible, un trozo de carne, eso es lo que eres" dice. Pero yo estoy lejos, muy lejos. En un lugar donde ella sigue siendo la adolescente que quería que la dejase entrar en la discoteca y donde yo no soy yo, sino otro distinto, alguien que no estaba allí aquella noche ni ninguna otra; en un lugar donde el tiempo no cambia a la gente, donde el vicio no quiebra las almas, un lugar donde no hay que rezar todos los días y todas las noches para que el bicho duerma tranquilo, donde puedes cerrar los ojos y dormir sabiéndote a salvo.

2 comentarios:

Helenaconh dijo...

Estoy leyendo (espero que no te inquiete que haga reaparecer estos textos de hace años).
A esto te referías con lo de exagerar, o es cierto, ¿has destrozado hombre por ella, que prefiere que bebas a que estés más gordo? Quizá sea invasiva la pregunta, lo siento.
Que extraño, que vida tan extraña, que extraños todo, que resultaras tan calmado en lo que me decías a mi y que hables de un bicho...debe ser bastante duro vivir así.

Helenaconh dijo...

Vale, no soy tan torpe (normalmente) ya lo he pillado, todo es ficción, bueno, nunca es todo ficción pero ya me entiendes. Menos mal, porque cuando iba por marzo y pensaba que eras un tipo de 44 años, alcohólico y que pega palizas por encargo...me he preocupado un poco. (aquí iría una sonrisa).

Necesitaba resarcirme por el comentario anterior.