miércoles, 30 de enero de 2008

Otra vez


Se fue. Cuando volví del supermercado y entré en la habitación del motel supe enseguida que se había ido. He desarrollado ese instinto, aunque no descarto que sea algo que no he logrado aún identificar y que ella deja a propósito en las habitaciones que abandona por mí y para que yo lo sepa de inmediato. Lo cierto es que siempre que se va lo sé al instante. Sólo abro la puerta y sé que tardaré en volver a verla. Y esta vez se fue y no sé dónde habrá ido ni qué contactos puede tener aquí, tras la frontera. Esto es más peligroso que de dónde venimos, aquí la gente es violenta por naturaleza. Es su condición, no una elección, es como la raza o el periódico local con el que uno se asoma al mundo: inevitable. Se meterá en líos. Aunque esta vez estoy seguro que se buscará a alguien más grande y más fuerte que yo. Lo atrapará como hizo conmigo. Yo ya estoy viejo, aquel niñato me dio duro en la cara. Ha llegado la hora de la decadencia, ese pedazo de tiempo en el que aún lograré salir con vida de ciertas peleas pero de las que no saldré como antes.
¿Qué me pasa? Apenas soy capaz de pensar. Me siento en la cama y agacho la cabeza, me tumbo, miro al techo, me resigno. Me digo otra vez que soy un imbécil... "las llaves del coche", pienso, "¡maldita zorra, se ha llevado el coche! No se lo tengo en cuenta... "no es mala, ella es así, no puede evitarlo" me digo. La culpa es mía, por consentírselo, por no poder dejar de correr a su lado. Sé que hoy no, ni mañana tampoco, pero sí que dentro de unos meses volverá a llamar y que entonces mi odio habrá sufrido una erosión imperceptible y también sé que me llamará y dirá "tengo problemas"... y entonces yo tendré unos instantes de duda pero si estoy vivo acudiré a su encuentro. Tal vez esté mucho más viejo, y puede que esta vez se trate de algo o de alguien que no pueda controla. Pero ella sabe (y yo sé también) que si hiciera falta, moriría por ella (de nuevo).

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