miércoles, 11 de enero de 2012

Nunca antes había pensado que me cambiaría tanto aquello




A, veces, durante un minuto, blogger me deja subir una foto. Entonces voy corriendo al archivo de fotos y me enamoro de la primera que pasa, de la primera que se deja atrapar. Debe ser algo así como cuando estás sola y has bebido un poco, has acabado en un rincón o sales del local donde estés y me llamas. Yo te llamé una noche, debían de ser más o menos las tres de la madrugada. Me cogiste el teléfono, hablamos balbuceándolo todo y me dijiste que me fuera a dormir. Y yo me fui a dormir. Con otra.

Ahora me llamas tú a mí, como si cogerme el teléfono aquella noche te hubiera dado carta blanca para hacerlo tú desde entonces. Te casaste, tuviste un hijo, te mudaste de casa, de país, pero de vez en cuando me llamas de madrugada para saber cómo estoy, para decirme que ojalá estuviera ahí contigo. Mierda.

Nunca te digo que te vayas a dormir, porque yo lo hice y ahí cambió todo lo nuestro. Yo no quiero que te vayas a dormir porque quizá algo cambie y no me llames ya nunca más. Siempre te digo que te quiero y pienso en tu cuerpo, en aquella tarde que vestías una chaqueta de chándal de esas fashion que te gustaban; y aquella tarde los pezones se te notaban a través de la ropa y tú te diste cuenta de que yo los miraba. Cuando me llamas por teléfono siempre pienso que llevas aquella chaqueta de chándal aunque sea invierno y lleves, en realidad, abrigo, o estés en una fiesta y lleves un vestido. No te vayas a dormir nunca.

Me resulta complicado hablar de todo aquello; de todas las historias en las que me perdí, de todas las mujeres que me amaron y odié, de todos los lados de alguien de donde me echaron por imbécil, sólo regresaría a ti y aquella tarde de abril en el que te fallé. Hay un vórtice de fuego que lo arrasa todo alrededor de ese día. No empieza ni acaba ningún ciclo solar ni lunar, ningún horóscopo cambia, nada, pero ese día es como que te maten en el juego de la oca y tienes que volver a empezar desde el principio. No sé. Volvería e iría contigo. Sé que decir esto me convierte en un cobarde.

Pero eso tú ya lo sabes, llamar de madrugada a un cobarde no te convierte en alguien valiente. No te convierte en nada. A mí me tranquiliza saber que me consideras el culpable ¿por qué si no me llamas? En realidad me estás diciendo que es por culpa mía que estamos separados para siempre. A veces, cuando vienes a Barcelona, intentas quedar para tomar un café, para comer, pero hasta ahora nunca hemos podido, siempre te ocurre algo, el niño se ha puesto enfermo, se te ha hecho tarde..., nunca dices la verdad. De ti aprendí a aceptar las mentiras piadosas como una forma más de amor. Aprendí a conformarme con las caóticas llamadas de madrugada que, como un latigazo, redimen un poco mi culpa.

En el castigo de saber que aún piensas en mí, que en cualquier momento podrías aparecer de repente en el rellano de mi escalera y cambiarlo todo de nuevo, está mi condena: una libertad vigilada por noches de insomnio, tras las cuales les siguen mañanas insulsas, de días aciagos, de lunes eternos, de huidas hacia ninguna parte.

5 comentarios:

Nada más importa dijo...

Hay personas que nos hacen eso, mantenernos quietos y esperando en un eterno vaivén de indecisiones, de fugaces apariciones que nos matan por dentro y que por fuera coronan su resultado. Hay personas de esas, que nos llaman solo para ver como estamos y contarnos de sus vidad, de sus avances y de sus cambios, hay personas de esas que nos hacen sentir pequeños e insignificantes al lograr que recordemos todo quedándonos solo con el "y si algún día", o "que hubiera pasado si?".
Pero también hay de otras, esas que esperan a sabiendas o no, el sonido del teléfono, la regularidad de una llamada, la llegada de alguna noticia o un indicio de lo que hacen o dicen, o ríen, o acarician o callan u olvidan...
Hay personas de esas...como nosotros...


Porque yo también he llamado como vos dijiste al principio para ver como estaba el otro y me han dicho que vaya a dormir, y fui...
pero luego, cuando me devolvieron el gesto y me llamaron a mi, traté de no responder la llamada.

Y es que a esa altura, ya no quería correr ningún riesgo...

Marnie J. dijo...

Me gusta esta canción, es curioso que los recuerdos que me trae, apesar de todo, son buenos.
(Es de esas canciones que acompañan a Lola, pensé que le gustaría saberlo)

Espera a la primavera, B... dijo...

Llega el día en que no sólo ya no les importamos o no nos importan, sino que existe la necesidad de hacérselo saber, como sea. Cuanto más ganas tienes de que lo sepa el otro, peor. Quizá te importa más de lo que estás dispuesto a aceptar.

Sólo el tiempo erosiona lo suficiente los afectos y las dependencias. Toda droga tiene su fase de mono y hay mayor riesgo de recaídas.

El tiempo es el gran traidor.

Un beso

Toni

Espera a la primavera, B... dijo...

Me gusta Lola ¿dónde está ahora?

Marnie J. dijo...

No lo sé. A veces viene a verme , pero la tía es una plasta, siempre está con la misma historia...