martes, 24 de enero de 2012

Cosas de la lluvia



De vez en cuando Blogger me deja subir una foto. Por lo general dura unos momentos, voy corriendo al archivo de fotos. Antes coleccionaba fotos para colgarlas en el blog, cuando éste tenía un aire de novela negra, de moriría por ella.

Anoche el personaje de la novela vino a visitarme, estuvimos hablando de cosas, del bicho, de María, de Cris, y por supuesto estuvimos hablando de ella. En un momento de la conversación me dijo algo así:

"Sé que pude haberlo hecho mejor, me he pasado los últimos años pensando que hubiera podido cambiar las cosas y hubiera dado lo que fuera para poder volver a atrás y hacer que todo cambiara y que todo siguiera un rumbo distinto, una vida en la que no perdiera ni a Cris ni a ella. Deseaba tanto que las cosas fueran de otra forma que negué que la vida que me tocaba vivir era ésta, una vida que no puedo cambiar pero sí tratar de arreglar algunas cosas del pasado. No se puede cambiar el pasado pero sí puedes hacer algo que pueda suavizar algunas consecuencias."

Me chocó oír de sus labios la palabra "suavizar". Siempre lo había visto como a alguien que, una vez lo ha dominado el bicho, es capaz de cualquier cosa. No en vano estaba delante de un asesino a sangre fría y que, en el caso de que yo fuera su objetivo, es decir, si yo hubiera estado en su lista y eliminarme supusiera un beneficio para Cris o para él, me mataría casi sin remordimientos. Sentí un escalofrío porque pensé que la línea que separa la moral de la brutalidad puede ser invisible en algunos individuos, y que en el fondo, al descubrir su lado más humano sólo le había dado una excusa al lector para identificarse con alguien que una vez llegó al dilema de si matar o no por dinero eligió que sí.

"Sé lo que estás pensando" me dijo "estás pensando que nada justifica lo que hago, ni siquiera darle una vida mejor a Cris, pero te equivocas. Ninguna otra cosa podría justificar cargarme a toda esa gente, pero llegué a ese punto en el que casi nada te importa y ese "casi" es lo que te libra del suicidio. ¿Sabes? Existe un punto de no retorno, un momento en tu vida en el que sabes que no vas a salir vivo y eso te provoca desesperación y al mismo tiempo te da una fuerza que no sabes que tienes, una fuerza que si la hubieras desarrollado antes en tu vida hubieras podido hacer cualquier cosa que hubieras querido conseguir."

Recordé el monólogo del replicante en Blade Runner bajo la lluvia.

Entonces dijo: "Todos acabaremos muriendo, pensar que somos eternos es la gran mentira que nos permite quedarnos sin hacer nada. El gran engaño es creer que podemos estar a salvo, protegidos. Esa es la gran mentira que nos creemos y que nos hacen creer. Pero es mentira. No correr riesgos sólo es garantía de que no vas a tener tú la culpa de que las cosas no salgan bien. Ya sé qué me vas a decir, que no podemos pasarnos la vida jugándosnola porque llegará un día en el que perderemos, pero te olvidas de una cosa, tarde o temprano perderás, sólo es cuestión de tiempo, así que es mejor poder decidir cuándo y cómo. Sólo vives cuando admites que estás muerto y que esto que tienes ahora sólo es un tiempo extra, una segunda oportunidad. La vida sólo es eso: una segunda oportunidad de hacer bien las cosas".

Le digo que eso es la filosofía del Karma, de la vida eterna, de la recompensa del cielo, que todas las religiones hablan de lo mismo y todas las religiones sólo buscan poder.

"Sólo tienes el poder cuando te haces dueño de la libertad de los demás. Si metes a la libertad en una habitación de paredes transparentes no dejas de meterla en una prisión. Preferimos la esclavitud porque tenemos referencias. La libertad es tomar decisiones y asumir sus consecuencias, no estar a salvo... llegará un día en el que seas demasiado viejo para no querer estar a salvo... entonces debes recordar de que ya estás muerto y que tu vida será tan larga como merezca la pena serlo".

Ese pensamiento no estaba tan mal para alguien que ha dedicado parte de su vida a romperle los huesos a los demás.

Luego estuvimos hablando de María, y por supuesto estuvimos hablando de ella, de qué la impulsaba a alejarse de él cuando era inequívoco que se querían. Hablamos de ti, de que tú también te alejas cuando quieres, que probablemente soy yo quien no da pie a nada, que un día nos daremos cuenta de que las cosas eran más fáciles de lo que creímos, me dijo entonces que a veces nos comportamos como si fuéramos de arena, y me habló del libro de arena de Borges. Y de los mensajes del desierto. Y me animó a que acabara la novela, me prometió que me ayudaría.

"Sólo podemos dejar a otros aquello que imaginamos, lo que urdieron nuestras mentes. Sólo podemos dejar a otros el hechizo de lo que nos hace únicos. ¿Vas a pasar por este mundo sin contar mi historia?" me dijo mirándome a los ojos "quizá no le importe a nadie, pero yo sé que existo gracias a que tú quieres que exista".

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