miércoles, 4 de enero de 2012

Extraviado en la ciudad sin luna



Ayer lo entendí todo. Bastó un titular en un periódico on-line, hacía tiempo que lo había comprendido pero eso no quitaba hierro al asunto. Era la primera vez que comprendía algo que no entendía, como si mi yo interno ya lo supiera antes que mi impermeable sistema de valores. De lo que no me había dado cuenta es que yo me estaba convirtiendo en lo mismo que detestaba, que soy lo mismo.

A. me lo explicó, pero carecía del prestigio de una tercera página de periódico nacional. L. me hizo creer que aún existe cierta nobleza, o al menos así me lo parecía a mí. Faltaron o sobraron cosas, palabras, promesas... pero el mismo mar de fondo y las mismas olas, no se puede cambiar lo que es inmensamente más grande que tú.

No me acostumbro al mundo ni a sus normas, no congenio con mis congéneres, no me gustan la ley del más fuerte porque no es el más fuerte el que gana sino el que tiene la llave de la celda, no me gusta que se acepten por buenos las malas prácticas.

He sido leal. Se me puede acusar de todo pero nunca de deslealtad, puede que suenen a trasnochados el honor, el deber, la compasión. Quizá sólo es que soy un gran egoísta en guerra contra todo el mundo. No he podido o no he sabido cambiar, a veces pienso que soy una mezcla de Don Quijote y Peter Pan. Ya sabemos como acaba el primero y cómo nunca acabará el segundo.

Va pasando el tiempo, a falta de una parte de la programación la máquina está lista, Don Quijote y salvar el mundo. Me pregunto qué gigantes me esperarán ahí afuera y si bastará con embestir molinos, en esta ciudad sin luna que ha sido mi vida, apenas he compartido afectos, soy bloque de granito que espera.

Miento. He sido afortunado hasta extremos insospechados. He vivido lo suficiente como para llegar a comprender quién o qué nunca morirá por nadie, me he disfrazado de alguien que no era yo buscando algo que no soy yo. He buscado en lugares equivocados y he esperado la nobleza de gente con el gran miedo.

El gran miedo a quedarse solo y morir en cualquier parte, quedarse desamparado en cualquier lugar extraño. El gran miedo es el motor de la vida porque vivimos en un mundo insolidario. Quizá por eso el personaje de Moriría por ella es atípico, no le importa morir porque no tiene nada, por eso ayuda a Cris y por eso salva a María. Odia el mundo y a la gente pero ama al género humano, ama la nobleza que sólo tienen los que no pueden actuar por mero egoísmo. Por eso la ama a ella al principio de la novela, porque sabe que es alguien que, como él, también huye, tarda en darse cuenta de que ella también huye de él. Tal vez por eso María despierta el afán de poseerla en quien se cruza con ella, porque María es alguien con un mensaje diferente: no juzga, no le importa el futuro, sólo existe el instante, y lo expresa con todo su ser. No tiene miedo, no haría nada malo por miedo. Sólo huiría a causa del miedo.

Hablo demasiado (escribo demasiado). Como si yo tuviera la verdad sobre algo. Mi ego. Escribo para que tú me leas, así son los blogs. Me gusta leerte pero me gusta que me leas, en la entrada de ayer eché de menos algún comentario porque con el cero me siento estúpidamente desnudo.

A veces creo que escribir en este blog es una forma de justificarme por ser lo que soy. Una forma de mantenerme siempre así. Aunque si miro hacia atrás puedo ver lo mucho que han cambiado las cosas, hay días en los que me siento como si siempre estuviera en el mismo sitio, luchando en la misma guerra. Supongo que llevar un blog en estas circunstancias conlleva la repetición y el hartazgo, sobre todo con entradas casi diarias y con la temática que tiene este blog.

2 comentarios:

Cristina Polidura Varela dijo...

Buenos días!!!!

Me gusta mucho esa canción,ya la conocía y me gusta demasiado, casi tanto como lo que escribes.

sólo te digo que yo también quiero la nobleza humana de la que hablas, a veces resulta difícil encontrarla pero se acaba encontrando, aunque no sea en Amor sino en un Amigo.

Sigue así.

Espera a la primavera, B... dijo...

Esta canción es tan sencilla, empieza con ese cambio de... no sé. Desde que escuché Everytime de Britney Spears en voz de Glen Hansard se me han desvanecido muchos prejuicios sobre canciones "modernas y comerciales".

Intento escuchar sin prejuicios porque no hay una industria de los sentimientos. Hay sentimientos y ya está.

Gracias por leerme, Tulip, y hacerme estos comentarios que me animan tanto.

Besos

Toni