jueves, 22 de septiembre de 2011

En un extraño lugar


No me queda nada que decir, el otoño se quedó en simulacro y con él volvió el cansancio a mis párpados, volví a moverme en círculos viciosos que sólo me libran del vértigo. Porque si de algo estoy huyendo, desde el primer día, es del vértigo, de la furia del huracán, y por lo tanto, de todo aquello que no puedo controlar.

Empiezo a pensar que después del ciclo que se ha cerrado no acabo de empezar otro, es como si el ciclo que me toca hubiera salido ya de la estación de autobuses en dirección a su destino, mi destino; y que yo me he quedado en tierra. A pesar de que tengo una oportunidad única me siento impotente, como si por mucho que corriera no pudiera subirme al autobús en marcha. En todos estos años he perdido pocas cosas. Y no las he perdido porque apenas nunca tuve nada. Quizá sí sea un hombre que cree que está seguro aferrado a algo mientras cae a una velocidad de la que no es consciente ni desde la altura desde donde se ha precipitado.

Pero si de algo estoy seguro es de que necesito estas letras, escribir calma la ansiedad y me parte en dos al mismo tiempo. He pasado del silencio de las palabras al grito hueco entre paredes acolchadas, sé que poco a poco me he ido volviendo más loco de lo que estaba, porque amar la soledad es la más infame de las locuras.

De acuerdo, yo me lo he buscado. Yo me busqué esto como Grecia se buscó tener que pedir un rescate. Si existe un culpable de todo es uno mismo. La verdad no te hace libre cuando todo ha sido una gran mentira, la verdad sólo te devuelve la imagen del idiota que has sido por confiar más en tus creencias que en la realidad. La realidad es que uno apenas cuenta consigo mismo, con la familia quizá.

Me pregunto en qué fallé exactamente. No quiero buscar la excusa fácil ni quiero salir de todo esto con la idea de que fue inevitable o de que la diosa fortuna sonríe sólo a los avariciosos. No, quiero conocer, de toda la verdad, la que me explica, la que le da nombre a esto en lo que se ha convertido mi destino, a esta confusión, a esta caída, a esta perplejidad y a esta huida hacia adelante, a esta mala elección de los principios y tal vez de los fines. Busco una razón, pero ya he dejado de buscarla fuera.

4 comentarios:

Nada más importa dijo...

Yo lo hago muy frecuentemente, pero también pienso que todos, en algún punto tratamos de escaparle al vértigo.
Y lo asocio a la adrenalina, a la espera por ese algo que buscamos o bien escapamos, en la construcción diaria de nuestros caminos.

Desde que encontré tu blog, no se como explicarte, me he sentido muy a gusto. Identificada y hasta asombrada al ver tu forma de escribir parecida a la mía, al sentir y a lo que transmitís en mi al leerte.
Tus textos son tan extensos como ricos en sentimientos y eso es lo que más me gusta. Los leo más de una vez y en cada una, encuentro frases o pensamientos con los cuales conincido y es por eso que me cuesta mucho decirte lo que siento en pocas palabras.

Daltvila dijo...

Está muy bien que empieces a buscar dentro, pero solo un poquito. Sal ni no encuentras nada en media hora.

P.D. ¿Te he dicho ya que no soporto esto de que tengas que "aprobar" mis comentarios? Me siento como si estuviera en un examen.

Espera a la primavera, B... dijo...

Dicen que entre tú y cualquier persona del mundo hay sietes contactos como mucho. Es decir, que alguien conoce a alguien que a su vez conoce... el caso es que uno siempre tiene la sensación de que lo envuelve algo casi mágico, una especie de conciencia universal en la que uno está más cerca de unos que de otros.

Soy de los que piensan que las distancias no se miden en metros, se miden en palabras. Quizá por eso, personas que están al lado nuestro se encuentran tan lejos de nosotros... y viceversa.

Un abrazo.

Me pasé por tu blog... me quedé sin palabras.

Espera a la primavera, B... dijo...

Tú siempre los apruebas menos cuando no quieres que los apruebe.

Salí. Todo el día. Hoy estoy cansado. Ha llovido. Tengo una sensación extraña.