jueves, 15 de septiembre de 2011

Las grietas del tiempo


Mientras soñemos y dejemos un rastro de post-its con pedazos de lo soñado, y nos dejemos llevar por la intuición a golpe de remo, mientras demos la misma importancia a lo que nos da y nos quita lo que siempre hemos deseado, mientras la oscuridad sea la oscuridad y la luz sea eso: claridad, mientras tengamos manos que en lugar de agarrar se posen como dientes de león al viento sobre la hierba, sobre el hombro de otro que es igual a ti, mientras haya palabras que suenen a despedida y no se vayan (no te vayas), mientras haya un solo instante en el que, perdido todo, valga la pena quedarse a contemplar desde él toda tu vida entera (sin cortes publicitarios), mientras ocurra que siendo tú, despierto o dormido pero tú quieras verme como yo quiero verte, estaré esperando a que vengas.

Con la luz encendida o apagada, en la penumbra de la noche exacta, bajo los árboles del parque sin hojas, en el frío mármol de la escalinata que nunca lleva ni arriba ni abajo, en donde hiciera falta, en los lugares que empiecen por S o por T, esperando a que abras la puerta y digas esas palabras que ya no nos pertenecen.

A veces uno espera que las cosas ocurran porque no puede hacer nada para que no sucedan, es en ese espacio de tiempo en el que me he acostumbrado a vivir: en las grietas del tiempo.