lunes, 19 de septiembre de 2011

Si hiciera falta


Hiciste bien en huir, en correr sin mirar atrás, hiciste bien en no creer en mí, hiciste bien en caer de pie.

Hiciste bien en olvidar, en no saber quien soy cuando me ves, ya ves que yo tampoco sé quien soy cuando me ves. Hiciste bien en coger un tren sin moverte de donde quizá alguno de mis pasos sigue aún sin pisar.

De pequeño me obsesionaba con las esquinas, las pisaba hasta lo más hondo posible para que si alguien quería borrar mi rastro debería hacer por lo menos lo mismo. Nadie, ni la aspiradora, llega donde yo llego, debe ser algo así como un récord mundial de permanencia virtual en los rincones. Creo que, aunque hace muchos años que me fui de casa de mis padres, hay lugares que aún le pertenecen a suelas de caucho que ya no existen, le pertenecen a mis pies milímetros cuadrados de un país propio y sin nombre. Curiosamente, en mi casa nunca he tomado posesión de las esquinas. Quizá porque mi casa me pertenece porque tiene un nombre o llegan cartas a mi nombre. Hace dos meses que no abro ninguna carta porque me dan miedo, un miedo irracional. Las acumulo en una habitación y luego cierro la puerta.

Hiciste bien en no volver, hiciste bien en no dejar que yo lo intentara, si repaso la lista de las cosas que hicimos, no las hicimos tan mal. Quizá nos faltó decir adiós, quizá te faltó decirme adiós.

Me pregunto si alguna vez algo hará que te acuerdes de mí. Si al dar media vuelta, si al aparcar en un lugar donde nos dijimos algo diferente, sin querer, te vendrá a la cabeza aquello que quise ser o fui, tu gran amor, tu desliz, tu error.

De nada servirá que ese día entres sin remedio en este blog que creció por ti, a espaldas de ti, este blog que se fue secando como el bonsai de la cocina, aquejado de una enfermedad invisible y repentina que de no haber llegado en marzo hubiera pensado que era un otoño en miniatura, un otoño sólo para bonsais como un desamor para un amor como el nuestro, tan pequeño y tan frágil como el país de mis pisadas en las esquinas de la casa de mis padres.

Y aun así, en las tardes que se acortan, en este septiembre triste de horas tristes y voces que se adormecen detrás de las puertas correderas que se cierran, me pregunto por qué no me dijiste adiós aunque fuera yo el que no tuviera más remedio que irse.

PD: Me asusta no saber qué decir, llegar siempre al mismo lugar, dar vueltas en círculos, me asusta estar siempre asustado, dejar para mañana mi muerte, me asusta que puedas vivir sin mí, que yo pueda existir sin ti. Y que esto no termine, que sea siempre lo mismo; un eterno retorno, la órbita de una roca perdida en medio de la nada y atrapada por la gravedad un enorme agujero negro.

7 comentarios:

Nada más importa dijo...

La canción del video es bellísima, la letra y él, es un cantante maravilloso.
La parte del estribillo te juro que me mata.

Con respecto a lo que escribiste, me mata de igual o peor manera, te lo aseguro.
Viste cuando encontrás a otro que escribe lo mismo que a vos te pasó y parace haberlo escrito como si hubieras sido vos mismo?
bueno, eso me pasó con tu texto...

Me pasa que también me pregunto si aún me recuerda, si de alguna u otra forma, natural, sobrenatural o completamente loca o extraña me piensa, me recrea y revive en su mente todo lo que vivimos.
Esas dudas me pueden y a veces las maldigo, pero al mismo tiempo no puedo detener mis pensamientos.
Y de igual forma me asusta estar siempre asustada.

Tu blog es hermoso.
Te sigo.
Disculpá la extensión de mi comentario, pero hasta que no digo todo lo que siento no puedo.

Daltvila dijo...

Yo aún no me pregunto qué pensará o sentirá él al estar o pasar por un lugar que fue nuestro. Tampoco yo pienso nada.
Y es curioso, me gustaría que siempre fuese así.

Un abrazo, Toni

P.D.I Gracias por la canción de Bruce.Me encanta el Boss.

P.D.II ¿Te has dado ya cuenta, mi Muso Melancólico, que tienes ...? Bueno, no formularé la pregunta, quizás más adelante, cuando tengamos más confianza.

Espera a la primavera, B... dijo...

Ni nadie nos recuerda todo el tiempo ni puede olvidar del todo aquello que fuimos para él. Al final, la vida está hecha de pedazos cosidos como esas colchas hechas con retales que antes tanto se tenían que usar.

Y es que nunca nadie es lo mismo en todo el tiempo, incluso las personas que llevan toda la vida a nuestro lado cambian y con ellas nuestras relaciones.

Y sí. Te recuerda. Cada día menos, como tú a él. Cada día, imperceptiblemente, el hilo de tela de araña que os une se hace más fino cuanto más distantes estáis el uno del otro... hasta que un día se rompa y con él, se rompa algo tan intangible que se vuelve mero concepto.

Entro en tu blog, ahora mismo.

Besos

Toni

Espera a la primavera, B... dijo...

Una pregunta a medio hacer es como una novela de misterio sin culpable. Sólo te importa de qué iba hasta que te falta, pero te falta tanto que no puedes dejar de pensar en ello.

Yo también tengo al menos dos preguntas para ti. Pero tampoco me atrevo a preguntártelas.

Daltvila dijo...

Te iba qa contestar que estamos en paz, pero no, porque tú tiene una más y eso nos desequilibra.

Espera a la primavera, B... dijo...

Tu y yo hace mucho tiempo que podemos pasar por desequilibrados, Daltvila. Admitámoslo. Yo lo hago.

Daltvila dijo...

Poz ci! ¿Para qué vamos a negarlo?, pero....Shssss.... que no se entere nadie (te lo digo al oído por si las moscas)