viernes, 25 de junio de 2010

El camino


Sigo sin saber qué escribir. Hace tiempo que no sé qué escribir, quizá nunca lo supe en realidad, quizá soy demasiado susceptible a ciertas cosas, tal vez el escribir, en mí, sea como una de esas plantas raras que sólo florecen una vez en su vida y luego se mueren para siempre.

Mi profesor de novela me decía que para escribir uno tenía algo que decir. Supongo que es lo que me pasa, que no tengo nada qué decir y sólo soy capaz de vomitar cosas en el blog. Este blog nació para que mi cabeza se centrase en escribir una novela. De eso hace dos años y medio. Si hiciera la media, he escrito una media de un post cada dos días. Dejé la novela, dejé de escribir historias. Al principio creí que era porque todos los problemas laboral-económicos me pesaban demasiado, luego creí que era por vagancia, luego creí que era porque no tenía nada qué decir, luego... porque soy como soy y no tengo remedio.

Si de algo me arrepiento es de haber dicho que estaba escribiendo una novela. Todo el mundo me pregunta que cómo va la novela. Yo digo que no escribo y entonces me enfrento a eso, al hecho de que no soy lo que digo que soy. Pero si miro hacia atrás y veo todo lo que he ido haciendo y el desgaste personal al que me he ido sometiendo. Y digo bien, me he ido sometiendo. Uno puede creer que la vida, las circunstancias, es la que manda. A veces es así, pero a mí me ha perdido la soberbia. La soberbia de pensar que "esto lo tiro yo para adelante solito" obviando que fuera había una recesión mundial, soberbia por creer que puedo hacer un trabajo para el que no tengo formación (y hacer la formación a posteriori, el saber no ocupa lugar), soberbia al pensar de que puedo seguir estando emocionalmente estable a pesar de que los días 5,10,15,23,25 y 30 de cada mes tenía que hacer frente a pagos nada baladíes amén de los extras, soberbia por creer que yo puedo, además, ser el apoyo emocional de otra persona en estas circunstancias, soberbia de querer, al mismo tiempo, labrarme un proyecto para salir de todo esto, soberbia al pensar que puedo escribir una historia en estas circunstancias.

Límites. Todos tenemos límites. Límites físicos, mentales, emocionales, límites para el corazón. Yo no los he visto. Era como una mosca chocando contra el cristal de una ventana. En esta serie de post reflexivos en los que trato, en voz alta, de poner cosas en su sitio, voy poniendo cosas sobre la mesa, cosas que creo que no podría hacer de otra forma. Básicamente porque, todo el mundo, en lugar de escucharte intenta ayudarte con la mejor de las intenciones pero basándose en su forma de pensar, una forma de pensar que tiene unas premisas personales muy claras. Yo estoy construyéndome esas premisas todavía. He llegado a un punto en el que creo voy a tener el espacio físico y emocional necesario para plantearme cómo quiero hacer las cosas a partir de ahora.

No me ata nada ni nadie. No tengo hijos, no tengo pareja, en cuanto consiga vender el piso, no tendré deudas o me quedarán las mínimas. No voy a cometer el mismo error, esta vez no me creeré el más fuerte porque he visto que creerte fuerte te hace débil, creer que puedes con todo no deja que pienses con humildad. A partir de ahora sólo me voy a esforzar en aquello que yo sepa que puedo conseguir, no voy a ponerme diez objetivos simultáneos. Sí, soy consciente que no soy eterno y que muchas de las cosas que creía que haría en mi vida no las acabaré haciendo. Esa es la primera aceptación, puede que haga muchas más cosas sólo por sólo el placer de hacerlas que marcándome objetivos sin crear las circunstancias que los faciliten.

Puede que un día tenga el tiempo y la necesidad de acabar esa novela. Puede que un día esté tranquilamente en casa, o tenga un trabajo de 8 a 3 que me permita hacerlo. Ahora prefiero hacer un agujero en el suelo para construir unos cimientos sólidos. Creí que los tenía pero era así. No importa, no es demasiado tarde.

Con todo estoy no quiero decir que con ello esté renunciando a mis sueños. En absoluto; lo que estoy queriendo decir es que no se puede dormir mientras estás conduciendo. Y tampoco quiere decir que no escriba si siento la necesidad de hacerlo, lo que quiero decir es que lo voy a hacer desde la perspectiva de que para hacer unas cosas hay que renunciar a otras.

Supongo que hay gente que todo esto lo tiene muy claro. Yo no lo tenía. Yo siempre he forzado las cosas y, lo peor de todo, es que lo he ido verbalizando. Al final, he caído en mi propia trampa. Mucha gente tenía unas expectativas sobre mí que yo mismo había creado y que eran de difícil complimiento. A veces es mejor no decir nada.

No quería acabar sin reflexionar sobre la pirámide de las necesidades de Maslow. Es difícil que dos personas se entiendan si están en etapas distintas, es difícil tener las necesidades cuebiertas y entenderte con alguien que no llega a fin de mes, con alguien que está en la fase de realización personal con otro que está en otro escalón distinto.

Durante todo este tiempo me he sentido tremendamente incomprendido y no tiene nada que ver con la capacidad de comprensión de nadie, ni de su bondad, ni de su altruísmo ni de nada de todo eso, es que simplemente, es muy difícil comprender a alguien que está en una situación distinta a tí. Y peor si es empática porque sufre por tí. De la misma forma yo no he comprendido ciertos gestos y desplantes que justo ahora empiezo a comprender los porqués.

Comprender ayuda a soltar lastre.

7 comentarios:

Gata dijo...

Me lo he leído todo, todo todo...
y no sé tu, pero yo te veo más grande... ;))
conocer las paredes propias es el principio de todo, de todo, de todo, de todo...
en esos estamos casi todos
Eres lindo
No se te olvide nunca, nunca, nunca

Besos elevados a la enésima potencia
Tienes una amiga ¿lo sabes,no?

Muack

Rizar el rizo dijo...

Has tenido un momento par reflexionar y creo que lo has hecho magnífico. Estos son los momentos en los que uno se da cuenta del valor de algunas cosas. Me encanta hundirme en la realidad sin flores silvestres ni pajarillos cantando que planteas porque al fin y al cabo la vida son historias que se cruzan y no se rozan... pero aquí se comparten. Acertada canción... muy amena

Espera a la primavera, B... dijo...

Te lo has leído todo????? Chica, corre y no mires hacia atrás, tu equilibrio psíquico corre peligro!!!

Y vale, supongamos que soy lindo... pero lindo como un gato o como Antonio Resines? jeje. Broma.

(No, no lo es, por favor, dime que como un gato)

Espera a la primavera, B... dijo...

Realidad sin pajarillos ni flores silvestres? Con lo que a mí me gusta salir al campo! Mira, ahora mismo voy a salir un rato a correr.

Olga Taravilla dijo...

"Sigo sin saber que escribir" y... a pasar de las palabras de inicio la entrada se convierte en toda una narración de silencios, límites y tiempos detenidos. Sigue escribiendo sin saber que escribir...

Espera a la primavera, B... dijo...

Ya no sé qué decir...

Olga Taravilla dijo...

No digas nada, si crees que no tienes nada que decir. Deja hablar a las palabras que estan fuera de tu piel, las que rondan por la mesa, las que pasan por la pantalla de tu ordenador, las de la sopa. Disfruta con ellas, juega. A veces creo que tienen vida propia.. una palabra llega, llama a la puerta y ella sola es capaz de provocar en torrente a muchas otras.

Un abrazo desde el norte..