viernes, 18 de junio de 2010

Cartas


Hace días que no abro el correo, las cartas se amontonan encima de la mesa con sus sobre intactos, llenos, seguramente, de extractos bancarios y facturas, a la espera de que un día me apiade de ellas y ordene su contenido en alguna carpeta o en una bandeja de entrada o salida.

No me había dado cuenta de que había convertido mi vida en eso: en recibir cartas que no deseaba recibir, en llenar de papeles sin vida mi casa, de no tirar nada, de padecer un síndrome de Diógenes de catálogos y de cosas que me servirían más adelante. No me había dado cuenta de que la tristeza es recibir cartas con balances y requerimientos, que una avalancha así arrasa con todo de una forma silenciosa, de una forma que hastía.

Si hay algo de lo que me alegraré cuando trabaje para otro es que ya no almacenaré esas cosas, que dejaré de llegar a casa y de tener miedo al buzón. A lo mejor hasta me alegrará llegar y dejar de tener algo que hacer que no sea hacer las tareas propias de una casa. Un trabajo fuera será lo mejor para habitar mi casa. Desmantelaré los archivos, tiraré o trasladaré catálogos, revistas técnicas y me quedaré con las novelas, la bicicleta, el mapa de Granada, las varitas de incienso, volverá a ser una casa en la que cuando acabe el curso de la ISO, llegaré y pensaré "es mi casa" aunque sea por poco tiempo.

Y saldré a correr por el barrio o saldré en bicicleta por la montaña, pintaré las paredes del estudio, pondré parket arriba, instalaré la barandilla. Y haré cenas con velitas en la terraza, posiblemente solo, y respiraré hondo y las nubes pasarán por delante de la luna y luego refrescará un poco. Y a lo mejor puedo irme unos días de vacaciones (no demasiado lejos) y puede que las noches sean más cortas y yo no sienta esta intranquilidad perenne en el cuerpo.

A lo mejor podré aprovechar los pedazos de esta eterniad rota, tal vez el punto de partida sea el mejor de todos, no porque remita la invasión de cartas en mi buzón sino porque dejaré de sentir que me defiendo del mundo para salir a vivirlo a lo bestia.

Días que llegan. Días tan largamente esperados que hasta creía que eran una leyenda urbana. Días de verano. Me gustan los días de verano.

6 comentarios:

Rizar el rizo dijo...

A mí también me gustan, a decir verdad me encantan!! Loe estaba deseando ya!!

Anónimo dijo...

Días de verano con la tranquilidad de estar donde queremos :)

Espera a la primavera, B... dijo...

Días de verano, días de sol, días que son como gominolas. Rizzo, han ido bien los exámenes?

Espera a la primavera, B... dijo...

Sí, Li, donde queremos estar...

Tonetxo dijo...

Yo llevo varios meses sin abrir el buzón. Misteriosamente, tanto la Comunidad, como el Ayuntamiento y la Policía, se han puesto de acuerdo en acordarse de mí. Quiero pensar que si no lo abro más, se olvidarán de este idiota, y las peregrinas multas que se han inventado, esta vez, se las adosarán a otro...
Tiempos de crisis...
Menos mal que ya ha llegado el verano y por las noches puedo observar mis estrellas.

Rizar el rizo dijo...

Muy bien hoy he recogido las notas. Un 8 de media en primero de bachillerato, a ver cómo sale segundo