miércoles, 28 de abril de 2010

Love vs. Hate


Suena el teléfono (nº oculto). Sé que es ella. Cinco años sin tener noticias y tres llamadas en cinco días. Algo no cuadra. Y ese algo que no cuadra intuyo que es peligroso; es peligroso y tiene algo que ver conmigo. Volvemos a los viejos tiempos. Esos que nunca saben volver con dignidad.

"Sorpresa. Estoy en Londres" me dice. Qué más me da Londres, que Shangai que Sebastopol. No tengo un duro. No voy a mover un dedo por ti. "¿Qué haces en Londres?" le pregunto. "Vinimos a ver a los padres de Philip. Mañana celebrarán las bodas de oro. ¿No te parece algo increíble? cincuenta años juntos". Ahora entiendo las llamada, estaba preparando el camino, un camino que no sé a dónde me llevará, pero no importa; ella tampoco sabe aún a dónde conduce.

"¿Vendrás a Barcelona?" pregunto. Ella responde rápidamente "Y si fuera así ¿querrías verme? Cuando nos despedimos dijiste que no querías volverme a ver nunca más ¿recuerdas?". Tiene razón, demasiada razón, lo dije. Es el tiempo el que me va volviendo blando, el que encharca mi memoria, el tiempo es quien perdona todo, no yo.

"No nos despedimos, te fuiste. No me dejaste ni una nota. Bueno, me dejaste al gato aquél, seguro que ni te acuerdas, lo encontraste en la calle una semana antes. Menudo bicho más malo. El gato, quiero decir, me destrozó los muebles".

"No, no creo que vayamos a Barcelona. No se nos ha perdido nada allí. A Philip le gustaría aprovechar el viaje para tratar unos negocios y yo estaré unos días libre. Podrías venir tú a Londres" me dice. "¿Para qué?" pregunto. "Para hablar" contesta. "Ya estamos hablando, M"

Deja de hablar del viaje, habla de Philip, de sus suegros, de un cottage, de un caballo que ella monta todos los días, de su vida en Shan(j)ai, de sus amigos, de...

"Te aburres mortalmente M" le digo. "Todo lo que no tenga que ver contigo es aburrido ¿verdad?" suelta ella al otro lado. "Ambos sabemos que te aburres. Tú te acabarías aburriendo hasta de no aburrirte" digo.

"Puedo hacer lo que quiera, puedo comprar en una tarde lo que tú estarías toda la vida ahorrando sólo para comprarte el catálogo" dice. "Sí, claro ¿En serio puedes comprar lo que quieras? ¿puedes comprarme a mí para que vaya a Londres?"digo con sorna. "Por supuesto" dice.

"No, ya no, M." le digo "¿Estás con alguien?" pregunta. "Puede" en seguida que acabo de decirlo sé que la he cagado. "Así que no estás con nadie" dice. "Puede". Me duele ese puede, me duele porque sueño todas las noches que me despierto y puedo ir hasta el estudio y hablarle a la palmera del jardín de delante. Me duele que precisamente M tenga la oportunidad de hacerme daño.

"Eres demasiado bueno, mi niño. ¿Cuándo aprenderás que a las mujeres nos gustan muy malos?" dice. "Creí que yo te había gustado" contesto. "Tú tienes esa mezcla de peligrosa bondad, tienes esa capacidad de sorprender, pero siempre acaba por salir tu vena de boy scoutt y la acabas cagando". Quizá tenga razón, quizá sea esa la explicación a todo. No me preocupa que después de cinco años, en una sola frase haya hecho más que tres años de psicoanálisis. Debí creer a mi psicoanalista cuando me dijo entre risas que me curaría o me arruinaría. Era de los buenos y de los caros. Consiguió lo segundo a medio camino de lo primero.

"¿Qué soy yo? Toni ¿qué tengo yo que te atraigo?" "Que me atraías, querrás decir". Se ríe. "Si me prometes que quedamos, cojo un vuelo a Barcelona". "No te veré, M. Ni que adivinaras dónde vivo y llamaras al timbre" digo. "Veo que lo has superado muy bien, chiquitín" dice.

Sé que ahora esto se ha convertido en un reto, que me llamará desde el aeropuerto o que incluso averiguará dónde vivo y se plantará en mi casa. Pero no porque me quiera, sino porque nada ni nadie puede escapar a ella. Esta vez sí, esta vez yo ya he escapado. Pero no ha sido ni el tiempo ni el orgullo el que ha puesto tierra de por medio, ni mis llamadas que nunca respondía el día de su cumpleaños, ha sido otra cosa que no tiene nada que ver con ella, una casualidad podríamos decir; apareció otra persona capaz de sorprenderme, alguien que me enseñó a no ser ni bueno ni malo, sólo a ser yo, a curar mis adicciones. Y entre todas ellas me curó el odio que sentí por M. Se odia con la misma intensidad que se ama a alguien y ninguno de los dos sentimientos deja paso al olvido. Comprendí que había vida después de ella. Ahora todo eso ya no importa. Ahora sólo importa ese "puede" que supo a "no".

13 comentarios:

hécuba dijo...

A mí no me gustan muy malos.

Espera a la primavera, B... dijo...

No sabría qué decirte, Hé. Lo bueno de los muy malos es que siempre acaban sorprendiéndote con algo bueno y eso les da una oportunidad. Lo malo de los buenos es que no se les perdona una sola maldad.

(o un malentendido, o una duda...)

Concha Barbero de Dompablo dijo...

No me digas... estas personas que se han cacado con "philipes" y quieren seguir gustando, acaparando la atención... Y cuando lo consiguen: más vacío para llenar. ¡Qué pereza! Este tipo de vidas no deja de tener su curro :-)para luego quedar desinfladas.

Gata dijo...

No me gusta la gente que sabe conducir tan bien cosas que no tengan volantes y pedales. No sé si me explico
Besos

Fiebre dijo...

Espero que sea un relato ficticio. (Estoy muy desconectada de Internet y ya no capto todos los matices como cuando os leía todos los días).

No me gustaría saber que hay tanta "desmelená mala persona" suelta.

Ni que tú sufrieras por una impresentable semejante.

Olga Taravilla dijo...

"Puede", del verbo poder. Si querer es poder ¿porqué sabe a "no"?

Espera a la primavera, B... dijo...

Concha, el tiempo lo acaba curando todo. No recuerdo dónde lo leí, creo que es de Tagore, dice:

"Ni palo ni piedra, sólo tiempo pone a cada quien en su sitio".

Espera a la primavera, B... dijo...

Gata, hay personas que son especialistas en conocer todos tus puntos débiles. Mi profe me hablaba de un hombre que engañó a cuatro asistentas sociales a la vez. Cuando se las preguntaba cada una explicaba cómo era. Las versiones no coincidían. Pero el funcionario de turno descubrió que era la misma persona!

Espera a la primavera, B... dijo...

El relato es ficiticio a medias, Fiebre. Y hay gente para todo, lo ideal sería que no tuviéramos puntos débiles, pero los tenemos y hay gente que sabe aprovecharlo. (y algunos somos tontos para qué negarlo).

El problema con M es que yo siempre acabo olvidando y su voz me transmite seguridad y honestidad. Siempre que me dice "esta vez si" acabo creyéndola.

Espera a la primavera, B... dijo...

Puede tambiés es "quizá" y por tanto; quizá sí o quizá no. Y cuando alguien contesta a una pregunta directa de sí o no con un puede, es que no quiere decir la verdad por algún motivo. En este caso, mi puede quiere decir que me gustaría estar pero no estoy. Por tanto la respuesta es "no, pero me gustaría decir sí".

Gaman Suru dijo...

No se cómo son las conversaciones que tiene mi pareja con su ex, pero siempre me las he imaginado así y tu relato me lo ha devuelto a la mente. No soporto que ella llame, y más ahora que le ha dejado el novio.
Pero he intentado inculcarle el perdón y el amor al prójimo sea cual sea la ofensa, y ahora soy yo la que no puedo amarla a ella ni a lo que le hizo a él...

Si hay algo de real en este relato, simplemente decirte que por mucho que sintieras por ella, por mucho que la eches de menos (no a ella, sino a lo que tuvisteis), no sucumbas a esa maldad...

Espera a la primavera, B... dijo...

No sucumbiré a la maldad. Como mucho, sucumbiré a la soledad.

Tonetxo dijo...

Acabo de cumplir 40 años y de darme cuenta que mi vida es un 90% de soledad. Me cuesta tanto entender qué le pasa a las personas. Ahora empiezo a entender que en mi caso, el Amor me rodea inexorablemente.